SOPA DE GORILA
No vayas a creer que el título es una referencia literal a un
plato grotesco, completamente
anti-humanitario y horroroso. No. Así le digo yo a los Jacuzzis porque a mis
hermanos, mi papá y mis primos les encanta la práctica de meterse al Jacuzzi y
a mi más bien me da un poco de repele, lo considero un caldo de gorila, tener a
varios señores peludos en remojo a baño maría.
Todo empezó en los veranos de mi infancia, en la casa que tenían mis
papás para las vacaciones donde tenían un Jacuzzi, que mi papá cuidaba con
esmero y en el que todas las tardes o noches se metían muchísimos chamacos
propios y ajenos, a “nadar” y echar
clavados y el Reimon entre ellos intentaba tomarse un Bloody Mary en santa
paz. De ahí les quedó la afición. Hace
unos años uno de mis hermanos compró un Jacuzzi en Costco, su lugar favorito del mundo, que le
regaló al Reimon para su casa y lo ha disfrutado muchísimo. Todos los sábados
se mete antes de comer, solo o acompañado, si hay algún nieto mejor. Mis
hermanos invitan a sus primos como cuando tenían 6 años, y ya están grandecitos
y lo siguen pasando en grande. Mi hermano, en su departamento, también puso un
Jacuzzi en el Roof Garden y hace grandes pachangas a las que invita con traje
de baño. Yo nunca me meto, sigo con mi idea de que mejor paso.
Este señor no es mi pariente, conste, es una foto de stock.
Ayer fue el
primer día del verano. El primer jueves después del Ramadán. Alarís y yo
teníamos que hacer una serie de trámites burocráticos en Amman y luego
decidimos ir de visita al pueblo para pasar el viernes con la familia, dado que
el sábado comenzamos un programa de viaje con La Gran Familia Mexicana, que va
a estar divertidísimo, pero intenso y larguito. Además necesitábamos tomar unas
fotos de la nueva casa de Ummi y Baba porque estamos inventando construir en su
azotea un “loft” para nosotros. Dado que venimos muy seguido e invadimos su
sala de visitas con nuestra cama inflable, maleta y demás y en la noche nos
andamos paseando como almas en pena para ir al baño, le propusimos a Baba que
si nos daba chance de hacernos en su azotea un cuarto con baño y cocineta y en
el resto de la azotea le hacemos un asador con horno y un emparrado para que
toda la familia haga ahí reuniones y asados al aire libre. Le pareció
padrísimo. Dijo que lo del asador no hacía falta, pero yo ya me había
encaprichado con la idea y así queremos hacerle. Pues total, que veníamos de
camino y que por la carretera y veo a unos señores vendiendo alberquitas de
inflar de distintos tamaños y colores. Me acordé de mis hermanos y sus sopas de
gorila. La hermana más chica de Alarís
tiene no sé exactamente qué, autismo y algo de parálisis cerebral creo yo,
y dos de sus grandes obsesiones, que le
producen una inmensa felicidad son los globos de colores y el agua. O sea que
una alberca inflable de colores es posiblemente uno de sus sueños guajiros. Le
dije a Alarís que por favor me dejara comprarle una. Se la compramos. Llegamos
a casa de Ummi y Baba y justamente estaba toda la familia empacando porque
tenían idea de ir a la frontera con Israel , junto a los altos del Golán, donde
hay muchos manantiales y un pueblo tipo Oaxtepec, donde hay muchos balnearios,
a nadar y hacer un picnic. Ella no va nunca a esas excursiones y alguien se
queda a acompañarla. No le gusta salir de su ambiente conocido, se angustia. Le
inflamos su Jacuzzi y sus gritos de felicidad se podían oír por toda la cuadra.
A la pobre hermana que se ofreció a quedarse a cuidarla le tocó la chamba de
hacerla de regadera porque se hizo con un vaso de plástico para aventar agua y
quería que le echaran agua en la cabeza sin parar. Estuvo horas, feliz. Me
ofrecí a quedarme yo, pero ya se habían organizado. Me contaron después que
despertó a las 5 de la mañana y quería ir a su Jacuzzi otra vez.
Pues nos fuimos. Parecía el desembarco de Normandía. Íbamos en 5
coches, 23 personas, cada una con una mochilita con un cambio de ropa, más
aparte todas las viandas, pues los árabes no salen sin provisiones, vaya uno a
pasar hambres. Se decidió el sitio al que íbamos a ir. Pasando el pueblo de Umm Qays hay que pasar
por garitas militares, pues ya es zona de frontera. Se les pide a los hombres
se identifiquen y a mi, por verme extranjera y “rara”, también me cuestionaron.
Me parece chistoso. Si de verdad
quisieras pasar a alguien ilegalmente al otro lado, le plantas una burqa y
dices que es tu hermana, santo remedio. Luego me cayó el veinte y confirmé con
Alaris, que recibimos trato preferencial, es decir, solo le piden identificarse
a los señores y nos toleran bastante más que a cualquier Mustafá porque todos
los hombres de la familia son militares
y de hecho Baba estuvo estacionado al final de su carrera precisamente
en esa zona. Le paso mi carnet de identidad a Alarís, que a su vez se lo da al
militar, y me voltean a ver, y yo, con la mano atrás de la oreja, le muevo a la
pata de los lentes para que los lentes se hagan para arriba y para abajo, como
“que traen?”. A los soldados les ganó la risa. Y Alarís no entendía., porque
estaba dándome la espalda Dijo, quién sabe que traen estos tarados, no le veo
la gracia. Y yo, seria. Luego le expliqué y me dijo, ah como eres mensa, nomás
a ti se te ocurre jugar con el ejército. Es que estoy optudimóder de que me
vean como bicho raro y mejor lo agarro a chiste.
Hay varios lugares diferentes, pero en
todos hay asadores y mesas y sillas, albercas con un sistema complejo de
segregación por géneros y edades, ya que estamos del lado musulmán, shishas y
vistas muy bonitas. El que escogimos da al río que se forma por los manantiales
exactamente frente a la roca partida que forma una montaña que hace la frontera
con Israel. A escasos metros se ve la malla de alambrada. Entre las Montañas,
que forman los Altos del Golán, se alcanza a ver el Mar de Galilea. Del lado
israelita se pueden visitar las cuevas y los sitios naturales, no hay
manantiales, pero hoy en día, por la situación en Siria, no se puede visitar
los Altos, solo el Mar de Galilea, Tiberiades y Nazaret, que son muy lindos
también.
Total, bajamos todas las cosas. Nos
instalamos en unas mesas, unos cuñados se encargaron de organizar el asador,
Alarís se puso a hacer ensalada, los niños se metieron a nadar y las señoras
también. Las albercas para los niños están donde los asadores y mesas para que
todo mundo les pueda echar ojo. La de las señoras está dentro de un cuarto, es una
alberca profunda y calientita, de agua de manantial. Yo ya la había visto en
otra ocasión, en que tampoco nadé. Yo no venía preparada y de todos modos no
tenía ganas, no traía traje ni toalla o sea que me quedé a mirar a los niños y
a platicar con los señores mientras ellos, por una vez se encargaban de los
chamacos y de la cocinada, en tanto las señoras se tomaban la tarde. Salieron
las señoras, sacaron a los niños del agua, comimos riquísimo, kebabs y pollo
asado, ensalada, todo con pan árabe grandote, baba ganoush. Fumaron shishas que
trajeron de la casa también. Los niños se volvieron a meter al agua y los
señores ahora se lanzaron a la sopa de gorila, detrás de otro muro. No es cosa de que se anden paseando en paños
menores delante de las señoras. Hay dos albercas para señores, un como Jacuzzi
calientito y una alberca más grande. A
todo esto ya eran casi las once de la noche, pero seguía haciendo calor, al día
siguiente era viernes, nadie tenía gran cosa que hacer o sea que no había
prisa. Lo pasamos muy bien. Al final, recogimos todas las cosas, sacamos a los
niños de la alberca con unas paletas de dulce que traía yo en mi bolsa como
siempre y dije que solo repartiría al que estuviera vestido, y aunque un
chiquito decía que después de la paleta el quería quedarse a vivir ahí, nos
fuimos.
En el camino de regreso me quedé
dormida. Desde mi golpe en la cabeza, todavía necesito dormir mucho más que
antes. Yo que era de dormir tres o cuatro horas al día y ya. Ahora a lo mejor
duermo ocho o diez y de todas maneras de repente como que se me acaba la pila y
me quedo dormida como si hubiera llegado al límite de mis fuerzas y la verdad
es que no había hecho ningún esfuerzo. No trato de pelear. Si el cuerpo pide
descanso, pues se descansa y ya está, total además no había problema en
levantarse tarde el viernes. Y ahora que puedo, disfruto otra vez de dormir un
poco más que antes. Poco a poco, ya no duermo como cuando acababa de tener el
accidente, que había días que Alarís casi me ponía un espejito delante de la
nariz para ver si estaba dormida o muerta, porque después de verme levantarme
diario al alba con energía de caballo desbocado el verme dormir hasta 16 horas
diarias sin moverme le asustaba. Ahora solo de vez en cuando duermo como 10
horas muy a gusto y hasta me festeja la vagancia, dice que qué bueno que pueda
aprender a descansar. Mientras no me de
por descansar los días que tengo que trabajar, todo está bien, jajajaja. Alarís al llegar se dio cuenta de que había
dejado su ropa interior olvidada en el lugar, porque se regresó con el traje de
baño puesto. Esto para los árabes es terrible. Los calzones son como el honor.
Los calzones y los zapatos, no se porqué. Un día me ofrecí a traerle sus
zapatos a un turista que había dejado en el coche del beduino de los tours en
el desierto y yo si tenía zapatos y le pareció horrible, como si me hubiera
ofrecido a limpiárselos con la lengua. Me dijo que era lo mismo que ofrecerme a
lavar la ropa interior de alguien más, que también era una deshonra. Ya no le
aclaré que de hecho he lavado la ropa interior de uno de sus hermanos cuando se
ha venido a quedar en nuestra casa. No a mano ni mucho menos, pero no me cuesta
nada echarla a la lavadora con todo lo demás. Pero ahora que sé que esto es una
cosa considerada terrible, pues ni le voy a decir, para qué hace corajes. Pero
la logística estaba complicada de que el cuñado lavara sus chones el solo
aparte. Total estaba consternado de haber dejado el “honor” olvidado en
Oaxtepec. Le dije que no fuera sonzo,
que daba igual. Que pena por sus chones, pero no pasa nada, yo creo. Y total nadie sabía más que yo, que me daba
lo mismo.
Hablando de honor, mañana hay partido de
México. Vamos concentrando todas nuestras buenas vibras para nuestro México en
su partido con Korea y siendo concientes de que no solo se gana jugando futbol,
sino portándonos de forma cívica, con los contrarios y con todos. Ya no está
chistoso el que FIFA sancione a México por nacos. El mundo entero está
pendiente de México en el mundial, portémonos como sabemos, hospitalarios,
educados, alegres, divertidos, sin ninguna connotación fea.
Con todo México!
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