sábado, 23 de junio de 2018

SOPA DE GORILA

No vayas a creer que el título es una referencia literal a un plato  grotesco, completamente anti-humanitario y horroroso. No. Así le digo yo a los Jacuzzis porque a mis hermanos, mi papá y mis primos les encanta la práctica de meterse al Jacuzzi y a mi más bien me da un poco de repele, lo considero un caldo de gorila, tener a varios señores peludos en remojo a baño maría.  Todo empezó en los veranos de mi infancia, en la casa que tenían mis papás para las vacaciones donde tenían un Jacuzzi, que mi papá cuidaba con esmero y en el que todas las tardes o noches se metían muchísimos chamacos propios y ajenos,  a “nadar” y echar clavados y el Reimon entre ellos intentaba tomarse un Bloody Mary en santa paz.  De ahí les quedó la afición. Hace unos años uno de mis hermanos compró un Jacuzzi  en Costco, su lugar favorito del mundo, que le regaló al Reimon para su casa y lo ha disfrutado muchísimo. Todos los sábados se mete antes de comer, solo o acompañado, si hay algún nieto mejor. Mis hermanos invitan a sus primos como cuando tenían 6 años, y ya están grandecitos y lo siguen pasando en grande. Mi hermano, en su departamento, también puso un Jacuzzi en el Roof Garden y hace grandes pachangas a las que invita con traje de baño. Yo nunca me meto, sigo con mi idea de que mejor paso.
Este señor no es mi pariente, conste, es una foto de stock.

            Ayer fue el primer día del verano. El primer jueves después del Ramadán. Alarís y yo teníamos que hacer una serie de trámites burocráticos en Amman y luego decidimos ir de visita al pueblo para pasar el viernes con la familia, dado que el sábado comenzamos un programa de viaje con La Gran Familia Mexicana, que va a estar divertidísimo, pero intenso y larguito. Además necesitábamos tomar unas fotos de la nueva casa de Ummi y Baba porque estamos inventando construir en su azotea un “loft” para nosotros. Dado que venimos muy seguido e invadimos su sala de visitas con nuestra cama inflable, maleta y demás y en la noche nos andamos paseando como almas en pena para ir al baño, le propusimos a Baba que si nos daba chance de hacernos en su azotea un cuarto con baño y cocineta y en el resto de la azotea le hacemos un asador con horno y un emparrado para que toda la familia haga ahí reuniones y asados al aire libre. Le pareció padrísimo. Dijo que lo del asador no hacía falta, pero yo ya me había encaprichado con la idea y así queremos hacerle. Pues total, que veníamos de camino y que por la carretera y veo a unos señores vendiendo alberquitas de inflar de distintos tamaños y colores. Me acordé de mis hermanos y sus sopas de gorila.  La hermana más chica de Alarís tiene no sé exactamente qué, autismo y algo de parálisis cerebral creo yo, y  dos de sus grandes obsesiones, que le producen una inmensa felicidad son los globos de colores y el agua. O sea que una alberca inflable de colores es posiblemente uno de sus sueños guajiros. Le dije a Alarís que por favor me dejara comprarle una. Se la compramos. Llegamos a casa de Ummi y Baba y justamente estaba toda la familia empacando porque tenían idea de ir a la frontera con Israel , junto a los altos del Golán, donde hay muchos manantiales y un pueblo tipo Oaxtepec, donde hay muchos balnearios, a nadar y hacer un picnic. Ella no va nunca a esas excursiones y alguien se queda a acompañarla. No le gusta salir de su ambiente conocido, se angustia. Le inflamos su Jacuzzi y sus gritos de felicidad se podían oír por toda la cuadra. A la pobre hermana que se ofreció a quedarse a cuidarla le tocó la chamba de hacerla de regadera porque se hizo con un vaso de plástico para aventar agua y quería que le echaran agua en la cabeza sin parar. Estuvo horas, feliz. Me ofrecí a quedarme yo, pero ya se habían organizado. Me contaron después que despertó a las 5 de la mañana y quería ir a su Jacuzzi otra vez.

Pues nos fuimos. Parecía el desembarco de Normandía. Íbamos en 5 coches, 23 personas, cada una con una mochilita con un cambio de ropa, más aparte todas las viandas, pues los árabes no salen sin provisiones, vaya uno a pasar hambres. Se decidió el sitio al que íbamos a ir.  Pasando el pueblo de Umm Qays hay que pasar por garitas militares, pues ya es zona de frontera. Se les pide a los hombres se identifiquen y a mi, por verme extranjera y “rara”, también me cuestionaron.  Me parece chistoso. Si de verdad quisieras pasar a alguien ilegalmente al otro lado, le plantas una burqa y dices que es tu hermana, santo remedio. Luego me cayó el veinte y confirmé con Alaris, que recibimos trato preferencial, es decir, solo le piden identificarse a los señores y nos toleran bastante más que a cualquier Mustafá porque todos los hombres de la familia son militares  y de hecho Baba estuvo estacionado al final de su carrera precisamente en esa zona. Le paso mi carnet de identidad a Alarís, que a su vez se lo da al militar, y me voltean a ver, y yo, con la mano atrás de la oreja, le muevo a la pata de los lentes para que los lentes se hagan para arriba y para abajo, como “que traen?”. A los soldados les ganó la risa. Y Alarís no entendía., porque estaba dándome la espalda Dijo, quién sabe que traen estos tarados, no le veo la gracia. Y yo, seria. Luego le expliqué y me dijo, ah como eres mensa, nomás a ti se te ocurre jugar con el ejército. Es que estoy optudimóder de que me vean como bicho raro y mejor lo agarro a chiste.
Hay varios lugares diferentes, pero en todos hay asadores y mesas y sillas, albercas con un sistema complejo de segregación por géneros y edades, ya que estamos del lado musulmán, shishas y vistas muy bonitas. El que escogimos da al río que se forma por los manantiales exactamente frente a la roca partida que forma una montaña que hace la frontera con Israel. A escasos metros se ve la malla de alambrada. Entre las Montañas, que forman los Altos del Golán, se alcanza a ver el Mar de Galilea. Del lado israelita se pueden visitar las cuevas y los sitios naturales, no hay manantiales, pero hoy en día, por la situación en Siria, no se puede visitar los Altos, solo el Mar de Galilea, Tiberiades y Nazaret, que son muy lindos también.

Total, bajamos todas las cosas. Nos instalamos en unas mesas, unos cuñados se encargaron de organizar el asador, Alarís se puso a hacer ensalada, los niños se metieron a nadar y las señoras también. Las albercas para los niños están donde los asadores y mesas para que todo mundo les pueda echar ojo. La de las señoras está dentro de un cuarto, es una alberca profunda y calientita, de agua de manantial. Yo ya la había visto en otra ocasión, en que tampoco nadé. Yo no venía preparada y de todos modos no tenía ganas, no traía traje ni toalla o sea que me quedé a mirar a los niños y a platicar con los señores mientras ellos, por una vez se encargaban de los chamacos y de la cocinada, en tanto las señoras se tomaban la tarde. Salieron las señoras, sacaron a los niños del agua, comimos riquísimo, kebabs y pollo asado, ensalada, todo con pan árabe grandote, baba ganoush. Fumaron shishas que trajeron de la casa también. Los niños se volvieron a meter al agua y los señores ahora se lanzaron a la sopa de gorila, detrás de otro muro.  No es cosa de que se anden paseando en paños menores delante de las señoras. Hay dos albercas para señores, un como Jacuzzi calientito  y una alberca más grande. A todo esto ya eran casi las once de la noche, pero seguía haciendo calor, al día siguiente era viernes, nadie tenía gran cosa que hacer o sea que no había prisa. Lo pasamos muy bien. Al final, recogimos todas las cosas, sacamos a los niños de la alberca con unas paletas de dulce que traía yo en mi bolsa como siempre y dije que solo repartiría al que estuviera vestido, y aunque un chiquito decía que después de la paleta el quería quedarse a vivir ahí, nos fuimos.
En el camino de regreso me quedé dormida. Desde mi golpe en la cabeza, todavía necesito dormir mucho más que antes. Yo que era de dormir tres o cuatro horas al día y ya. Ahora a lo mejor duermo ocho o diez y de todas maneras de repente como que se me acaba la pila y me quedo dormida como si hubiera llegado al límite de mis fuerzas y la verdad es que no había hecho ningún esfuerzo. No trato de pelear. Si el cuerpo pide descanso, pues se descansa y ya está, total además no había problema en levantarse tarde el viernes. Y ahora que puedo, disfruto otra vez de dormir un poco más que antes. Poco a poco, ya no duermo como cuando acababa de tener el accidente, que había días que Alarís casi me ponía un espejito delante de la nariz para ver si estaba dormida o muerta, porque después de verme levantarme diario al alba con energía de caballo desbocado el verme dormir hasta 16 horas diarias sin moverme le asustaba. Ahora solo de vez en cuando duermo como 10 horas muy a gusto y hasta me festeja la vagancia, dice que qué bueno que pueda aprender a descansar.  Mientras no me de por descansar los días que tengo que trabajar, todo está bien, jajajaja.  Alarís al llegar se dio cuenta de que había dejado su ropa interior olvidada en el lugar, porque se regresó con el traje de baño puesto. Esto para los árabes es terrible. Los calzones son como el honor. Los calzones y los zapatos, no se porqué. Un día me ofrecí a traerle sus zapatos a un turista que había dejado en el coche del beduino de los tours en el desierto y yo si tenía zapatos y le pareció horrible, como si me hubiera ofrecido a limpiárselos con la lengua. Me dijo que era lo mismo que ofrecerme a lavar la ropa interior de alguien más, que también era una deshonra. Ya no le aclaré que de hecho he lavado la ropa interior de uno de sus hermanos cuando se ha venido a quedar en nuestra casa. No a mano ni mucho menos, pero no me cuesta nada echarla a la lavadora con todo lo demás. Pero ahora que sé que esto es una cosa considerada terrible, pues ni le voy a decir, para qué hace corajes. Pero la logística estaba complicada de que el cuñado lavara sus chones el solo aparte. Total estaba consternado de haber dejado el “honor” olvidado en Oaxtepec.  Le dije que no fuera sonzo, que daba igual. Que pena por sus chones, pero no pasa nada, yo creo.  Y total nadie sabía más que yo, que me daba lo mismo.
Hablando de honor, mañana hay partido de México. Vamos concentrando todas nuestras buenas vibras para nuestro México en su partido con Korea y siendo concientes de que no solo se gana jugando futbol, sino portándonos de forma cívica, con los contrarios y con todos. Ya no está chistoso el que FIFA sancione a México por nacos. El mundo entero está pendiente de México en el mundial, portémonos como sabemos, hospitalarios, educados, alegres, divertidos, sin ninguna connotación fea.
Con todo México!


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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...