Oye, Salomé….
En Israel, Masada recibe
diariamente a muchísimos turistas. Este castillo que pertenecía a Herodes, en
la orillita del Mar Muerto, se convirtió en símbolo de la soberanía de Israel,
ya que los judíos se refugiaron en él y se suicidaron antes que someterse a los
romanos. Las vistas desde sus muros son preciosas.
En Jordania tenemos otro
palacito que también tenía Herodes, por si quería variarle. Este no era una
fortaleza militar, sino más bien un sitio de relajación.
Las vistas son igualmente
espectaculares y la historia del lugar, horrorosa y a eso viene el título del
escrito.
Resulta que Herodes,
estuvo casado con la hija de un rey Nabateo, en esperanza de buscar paz entre
los imperios vecinos que peleaban sin cesar. Además, no sé si sepas, pero
Herodes era medio Nabateo. ¿Que quienes son los Nabateos, dices? Pues los
meros, meros de Petra. La cosa no
resultó nada bien. Herodes se divorció de su mujer nabatea porque andaba tras
los huesitos de la mujer de su hermano, Herodías. La ley judía prohibía casarse
con la mujer de un hermano, estando el hermano todavía vivo y Juan Bautista se
dedicó a decirle a Herodes que lo que hacía no estaba bien.
A Herodías le entusiasmaba
la idea de ser reina, no solo cuñada del rey, por lo que le agarró a Juan algo
de ojeriza, y ahí empieza la historia, que seguro has oído y visto en varios
cuadros de artistas famosos. Salomé, la hija de Herodías, bailó para Herodes.
Este, encantado con el show, le dijo que le daría lo que pidiera y ella, por
consejo de la bruja de su mamá, pidió la cabeza de Juan.
Pues todo esto, sucedió en Mukawir, un palacio que está todavía en la
orilla del Mar Muerto, del lado de Jordania.
Muy poca gente visita, a
diferencia de Masada, porque no es tan famosillo, porque los caminos no son muy
buenos y porque no está muy bien cuidado ni conservado.
Pues como la curiosidad
mató al gato, ya tenía yo ganas hace tiempo de ir a ver, aunque me dijeran que
iba a ver tres piedras, y que me lanzo.
Hay que ir a Madaba, que
está bastante cerca de Ammán para llegar a Mukawir. Se puede llegar desde el
Mar Muerto, pero la subida es tremenda y los caminos regulares, o sea que
preferí ir por Madaba. Pasando Madaba
llegas a unas rancherías muy solitas y que ahora están muy verdes por las
lluvias. Sorprendentemente limpias porque hay poca gente. Jordania, desgraciadamente,
tiene un problema terrible de basura. Pues por acá bien. En cambio, los caminos
se van haciendo muy chiquitos, muy primitivos, y muy solos. No es peligroso,
para nada, pero no quería pensar en una llanta ponchada o un evento similar,
siendo que iba sola.
Ya teniendo el monte con
el castillo a la vista, vi el camino interrumpido por unos comederos de ganado,
propiedad de unos beduinos, y unas piedras. Me estacioné y me preparé a subir
un camino como para las cabras que se veían en el castillo. Las vistas,
impresionantes. Al fondo el mar muerto, con su típica capa de vapor, el cielo
azulísimo, y detrás campos verdes y cerros con capas de roca caliza, llenos de
cuevas. A un lado del camino hay restos de una escalinata romana y unas cuevas,
donde se dice que Juan perdió la cabeza.
Me encontré un pastor, con
un rebaño de borreguitos bebés y sus mamás, que muy internacional, me contestó
en inglés a mi saludo en árabe. Muy acomedido el muchachón.
Llegué a la cima, donde el méndigo pastor ya
había llegado por un atajo y platicaba con un amigo que tenía allá arriba a sus
cabras. Había un italiano atrabancado como yo, y nada más. Del castillo queda poco, los restos de una
torre defensiva, típica romana, los restos de los muros divisorios de algunos
cuartos, los restos de unos baños romanos. Se ve una puerta bajita, muy
ennegrecida, es la caldera de los baños.
Había una gran cisterna para acumular agua de lluvia, ya que es difícil
conseguir agua dulce por acá después del invierno. En algún momento el gobierno
quiso “restaurar” e hicieron una chapuza terrible ahí y lo dejaron a medias.
Quedan dos columnas en pie, y poco más.
Está interesante y
cotorro, pero definitivamente no es una prioridad si tienes pocos días.
Solamente si tienes mucho tiempo y te gusta ver hasta el último rincón te
recomendaría ir.
Que diferentes son los dos
países actuales, separados por escasos kilómetros y que distinto enfoque le dan
a cosas muy parecidas. Ni hablar.
He tenido gente que ha querido conocer las cosas más extrañas: fortalezas romanas que solo conocen dos arqueólogos y que ni hay caminos para llegar, santuarios musulmanes muy raros, sitios naturales alejados. El Indio Alegre.... y le dan Maracas! A mi que ni me gusta ir a sitios nuevos, si tienes curiosidad de conocer alguna rareza, la investigamos.
Salam!