domingo, 26 de enero de 2020

Oye Salomé


Oye, Salomé….
            En Israel, Masada recibe diariamente a muchísimos turistas. Este castillo que pertenecía a Herodes, en la orillita del Mar Muerto, se convirtió en símbolo de la soberanía de Israel, ya que los judíos se refugiaron en él y se suicidaron antes que someterse a los romanos. Las vistas desde sus muros son preciosas.
            En Jordania tenemos otro palacito que también tenía Herodes, por si quería variarle. Este no era una fortaleza militar, sino más bien un sitio de relajación.







            Las vistas son igualmente espectaculares y la historia del lugar, horrorosa y a eso viene el título del escrito.




            Resulta que Herodes, estuvo casado con la hija de un rey Nabateo, en esperanza de buscar paz entre los imperios vecinos que peleaban sin cesar. Además, no sé si sepas, pero Herodes era medio Nabateo. ¿Que quienes son los Nabateos, dices? Pues los meros, meros de Petra.  La cosa no resultó nada bien. Herodes se divorció de su mujer nabatea porque andaba tras los huesitos de la mujer de su hermano, Herodías. La ley judía prohibía casarse con la mujer de un hermano, estando el hermano todavía vivo y Juan Bautista se dedicó a decirle a Herodes que lo que hacía no estaba bien.
            A Herodías le entusiasmaba la idea de ser reina, no solo cuñada del rey, por lo que le agarró a Juan algo de ojeriza, y ahí empieza la historia, que seguro has oído y visto en varios cuadros de artistas famosos. Salomé, la hija de Herodías, bailó para Herodes. Este, encantado con el show, le dijo que le daría lo que pidiera y ella, por consejo de la bruja de su mamá, pidió la cabeza de Juan.


Pues todo esto, sucedió en Mukawir, un palacio que está todavía en la orilla del Mar Muerto, del lado de Jordania.
            Muy poca gente visita, a diferencia de Masada, porque no es tan famosillo, porque los caminos no son muy buenos y porque no está muy bien cuidado ni conservado.
            Pues como la curiosidad mató al gato, ya tenía yo ganas hace tiempo de ir a ver, aunque me dijeran que iba a ver tres piedras, y que me lanzo.
            Hay que ir a Madaba, que está bastante cerca de Ammán para llegar a Mukawir. Se puede llegar desde el Mar Muerto, pero la subida es tremenda y los caminos regulares, o sea que preferí ir por Madaba.  Pasando Madaba llegas a unas rancherías muy solitas y que ahora están muy verdes por las lluvias. Sorprendentemente limpias porque hay poca gente. Jordania, desgraciadamente, tiene un problema terrible de basura. Pues por acá bien. En cambio, los caminos se van haciendo muy chiquitos, muy primitivos, y muy solos. No es peligroso, para nada, pero no quería pensar en una llanta ponchada o un evento similar, siendo que iba sola.
            Ya teniendo el monte con el castillo a la vista, vi el camino interrumpido por unos comederos de ganado, propiedad de unos beduinos, y unas piedras. Me estacioné y me preparé a subir un camino como para las cabras que se veían en el castillo. Las vistas, impresionantes. Al fondo el mar muerto, con su típica capa de vapor, el cielo azulísimo, y detrás campos verdes y cerros con capas de roca caliza, llenos de cuevas. A un lado del camino hay restos de una escalinata romana y unas cuevas, donde se dice que Juan perdió la cabeza.



            Me encontré un pastor, con un rebaño de borreguitos bebés y sus mamás, que muy internacional, me contestó en inglés a mi saludo en árabe. Muy acomedido el muchachón.
             Llegué a la cima, donde el méndigo pastor ya había llegado por un atajo y platicaba con un amigo que tenía allá arriba a sus cabras. Había un italiano atrabancado como yo, y nada más.  Del castillo queda poco, los restos de una torre defensiva, típica romana, los restos de los muros divisorios de algunos cuartos, los restos de unos baños romanos. Se ve una puerta bajita, muy ennegrecida, es la caldera de los baños.  Había una gran cisterna para acumular agua de lluvia, ya que es difícil conseguir agua dulce por acá después del invierno. En algún momento el gobierno quiso “restaurar” e hicieron una chapuza terrible ahí y lo dejaron a medias. Quedan dos columnas en pie, y poco más.
            Está interesante y cotorro, pero definitivamente no es una prioridad si tienes pocos días. Solamente si tienes mucho tiempo y te gusta ver hasta el último rincón te recomendaría ir.
            Que diferentes son los dos países actuales, separados por escasos kilómetros y que distinto enfoque le dan a cosas muy parecidas. Ni hablar.
             He tenido gente que ha querido conocer las cosas más extrañas: fortalezas romanas que solo conocen dos arqueólogos y que ni hay caminos para llegar, santuarios musulmanes muy raros, sitios naturales alejados. El Indio Alegre.... y le dan Maracas! A mi que ni me gusta ir a sitios nuevos, si tienes curiosidad de conocer alguna rareza, la investigamos. 

            Salam!




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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...