sábado, 27 de julio de 2019

VEO VEO


VEO VEO




            Escribo esta vez como observadora de una serie de eventos medio locos que me ha tocado presenciar y quiero compartir. Como mi mente funciona de manera un poco suya, me da por ver y hacerme preguntas acerca de las historias que habrá detrás de lo que veo.
            Te comparto, te invito a mirar, a ver si te pasa lo mismo y si no, pásale, y solamente te acompaño un rato mientras te tomas un café.
            Como paso mucho tiempo en los aeropuertos y fronteras, me toca ver mucha gente que viene y va. Veo pedacitos de su historia y me imagino el contexto.
            Checa, la zona de migración del Aeropuerto Reina Alia, donde todo el mundo tiene que tener una visa si no es residente o árabe, o si no la trae, pagarla a la llegada o traerla arreglada con una agencia de viajes local, me tocó ver a una joven gringa que discutía con los policías diciendo, “Es que yo no quiero una visa. No la voy a pagar porque no la quiero”.
 A ver si nos entendemos señorita: usted pretende pasar al país, cierto?
“Si, pero solamente un par de días”.
 Ajá, pues aunque sea uno, necesita una visa y cuesta 60 dólares. 
“Pero no la quiero”. 
Que impresión la frescura y la ignorancia de uno que puede creerse dueño del mundo, y que cree que las leyes de otros países están sujetas a lo que quiera. La gente se debería de educar un poquitito antes de que la dejen salir, digo, para no dar vergüenza. ¿Ella creía que la gente tiene visa de Estados Unidos por coleccionarla, por recuerdo o porque da estatus?
            Cambiamos rápidamente de día y de historia. Está tu charra parada en la parte de afuera del aeropuerto con sendo letrero con el nombre de las personas a las que espera. El aeropuerto ese día, por alguna razón parece romería, está optudimóder.  Este es un aeropuerto relativamente chico, muy mono, y la parte de llegadas, donde puede esperar la gente da a la salida de donde los pasajeros recogen su equipaje donde hay unos policías militares dizque manteniendo el orden y unas barreras o barandales para que la gente espere detrás y deje libre el paso para los que salen. Cuando los que esperan son profesionales del turismo, todo en orden. La cosa está en cuando vienen arabitos a esperar a sus familiares. En este país todavía hay muchas aldeas chiquitas con gente muy pueblerina. El hecho de viajar es un graaaaan evento y entonces cuando alguien llega, se descuelga medio pueblo a recibirlo, a veces hasta con la legión árabe, que es como el mariachi de acá. Cuando eso sucede, no hay barrera o policía que valga. No hay ningún respeto al orden y el aeropuerto se vuelve un camote.
El día en cuestión estaba yo con mi letrero donde se juntan toda la gente como yo que espera pasajeros, que para un hotel, que para una conferencia, para una compañía de tours..... Muchos de ellos esta es su única chamba, pararse en el aeropuerto y luego “entregan” con alguien que está afuera. Para esta chamba poseen la ropita designada, que no lavan ni de casualidad y por tanto, huelen a maldad pura. Cada que levantan su letrerito dan ganas de voltear y acomodarles un gancho al hígado por marranos. De estos olores que penetran y cabrean.  Bueno, me distraigo. Estaba en esas, mientras una banda enorme de Khaltos o tías de pueblo se metieron adelante de la barrera. Como 10 o 12 señoras de hijab obscuro y vestido, como las típicas tías de pueblo. Los policías fueron a decirles que no podían estar ahí. Estas algo les dijeron y los policías se agacharon, no se sintieron con fuerza moral para imponerse ante las ñoras. Lo peor es que las tías, no venían solas, no señor. De pronto les brotaron sobrinas y sobrinos, niños chicos y medio pueblo. Como buenos árabes traían snacks, entonces comían cosas y dejaban basura en el suelo. Los niños escalaban la barrera. Un desorden mayúsculo. Los pasajeros que salían no podían ver los letreros de los que estábamos detrás por lo que los teníamos que levantar, con la consecuente peste a sobaco....
            Estábamos en esas cuando me llamó la atención un chavo que salió solo, sin maletas, con unos audífonos grandes como de DJ y mirada de paz, no buscaba a nadie, pero se veía algo raro, no supe bien porqué. De repente se quiso regresar y ahí si la policía no lo dejó. Una vez que sales, no puedes volver. No hizo aspavientos y se fue hacia afuera. Nunca se quitó los audífonos. Si hubiera habido menos pelotera me hubiera acercado a preguntar si se le ofrecía algo, pero entre el tumulto, iba a perder mi escaso lugar entre los apestosos y me quedé ahí. Mal hecho, debí de haber hecho caso al instinto que algo sentí que no estaba bien. Pero me habló por teléfono el agente migratorio que había un problema con las visas de mi gente y me distraje....
De repente salió a quien esperaban las tías. Un cuate equis que yo creo que se fue a trabajar muy lejos y hace mucho porque una chava joven, vestida de musulmana tradicional corrió como loca, esquivó como quarterback al poli que la quiso atajar y pegó un brinco volador a los brazos del occiso y lo cubrió de besos. Esto en occidente puede ser normal. En un país musulmán una demostración pública de cariño así es algo no visto. Después como que cayeron en la cuenta de que estaban dando un espectáculo y se recompusieron pero para entonces las tías descendieron sobre el hombrecito y también lo besuquearon, lloriquearon, causando que los niños chicos que no entendían que lloraran también y ya se fueron todos, dejando un tiradero. Pasó un bangladeshí con un trapeador de esos de como dos metros y recogió sus papeles de papas y galletas y volvió la paz. Me quedé con ganas de saber que historia habría detrás. A dónde fue el hombre. Cuánto tiempo, porqué. Si le fue bien. Si ya se queda, si se lleva a la esposita......
            En eso estaba cuando de repente el joven de los audífonos, regresa, de la mano de un señor pelón mayor. Ahora si me di cuenta que caminaba un poco raro. Como si tuviera un puntito de autismo o de alguna cuestión mental. Se acercaron con los policías y el señor algo les explicó. Hablaron por el radio y salió de equipajes volada una señora con la cara llena de lágrimas y la expresión más angustiada del mundo. Solo ver al chavo respiró. Yo supongo, su mamá, que en lo que sacaba la maleta de la banda o iba al baño, el niño se le fue y ya no lo encontró. Se salió y no lo dejaron volver. Ella como loca buscándolo dentro y el paseándose afuera. Menos mal alguien los ayudó a encontrarse. Que angustia. Esa mamá es heroica porque traía a su cargo un adulto hecho y derecho físicamente pero un niñito en verdad y en un momentito se le perdió en el caos y el gentío. Menos mal hubo final feliz.
            Para rematar, te voy a contar otra anécdota extrañísima y que no tiene relación ninguna con las anteriores pero que en esta vida errante, me tocó ver por casualidad. Resulta que en el desierto de Wadi Rum, que me fascina, hay una pista de carreras de camellos y una asociación de carreras de camellos. Supuestamente el Islam prohíbe la apuesta, pero todos sabemos como va eso. Los caballos ganadores de los Derbies de Kentucky y de Ascot,  los compran los jeques árabes y en realidad les encantan todas esas cosas. Yo había visto a los camellos entrenar. Los llevan a correr la pista para que se la aprendan y los premian al final, pues las carreras son sin jinete. De esta manera condicionan al bicho a correr hacia la meta. Los animalitos tienen que saber lo que tienen que hacer ellos solos. Se reparte una bolsa importante de dinero entre los ganadores y además el camello ganador, vale una lana, y se vende en subasta, normalmente a los Emiratíes o Saudis que son los más gallos para esas cosas. Ahora, nunca me había tocado ver la carrera en sí.  Este fín de semana vinieron de Israel un par de hermanos a visitar de volada Petra y el desierto y como tenían que estar de regreso en sábado a buena hora en Jerusalén, teníamos que salir tempranísimo del desierto antes de que cerraran el paso fronterizo. El último camión sale a las 11 y Wadi Rum está a 430 kilómetros de la frontera con Jerusalén, o sea que nos levantamos temprano y salimos volados. Al salir del desierto nos tocó ver la carrera. Que cosa más simpática. Ponen a los camellos como caballos de hipódromo en las casetitas de salida, con trapos de colores sobre la joroba para distinguir cual es cual. Como treinta camellos a la vez y.......arrancan! salen corriendo despavoridos. No sé si has tenido el susto, pero tienen las patas larguísimas y saben correr rápido. Mientras tanto los beduinos, en sus pickups los siguen por fuera del óvalo echándoles porras, una cosa chistosísima, y por dentro del óvalo va una pick up con un juez y una cámara de tele y el narrador de la justa. Mientras tanto de fondo un paisaje de locos con el sol apenas saliendo. Una cosa padrísima. Le dije a mi amigo beduino que porqué nunca me había dicho para ir a ver. Llevo tres años yendo al desierto muy seguido y es la primera vez que veo las carreras. Dice que hay una vez al mes. Yo creo que a la gente a lo mejor le interesa verlas. Está chistosísimo.  Pues ya habiendo visto nuestra carrera, nos fuimos volados a la frontera y llegamos rayando para que la gente pudiera regresar a Jerusalén.
            Luego me preguntan que si no me aburro, que si no es monótono dedicarme a lo que me dedico.  Para nada! Viajo mucho, conozco gente casi siempre linda, y si no me carcajeo con Alarís de las anécdotas raras que Alhamdulillah han sido poquísimas, y  para acabarla tengo oportunidad de observar vidas y gentes que jamás me hubiera imaginado. ¿Como me voy a aburrir?
Salam!

sábado, 20 de julio de 2019

¿Cuántos Camellos Valgo? Conclusión de la aventura Egipcia


¿Cuántos camellos valgo?
            La aventura egipcia está terminando. Me ha sabido a poco. Con todo y el calor brutal y las desmañanadas de locos, ha estado increíble y me quedo con ganas de volver pronto y conocer más de este país que a ratos siento muy exótico y a ratos muy hermano tanto de mi México, como obviamente de Jordania.
            Las púbers no opinan lo mismo. Han extrañado mucho su casa, su comida y sus costumbres. Yo pensé al invitarlas que les iba a encantar salir de la rutina y conocer cosas nuevas y que a esa edad a todo se adapta la gente. Olvidé un detallito. Son aborrecentes. Han tenido cara de martirio de constante y han pasado días enteros en el camarote o en el coche cuando no quise dejarlas solas en el hotel. Se han quejado de la comida diario aunque ha habido mil cosas para escoger en los buffets de desayuno y muchas cosas se parecen muchísimo a su comida. Las llevamos dos días a cenar pizza porque ellas quisieron, cosa que yo jamás hubiera hecho aquí, pero para darles gusto, vaya y pase. Igual andan de jeta. La verdad, valiosa lección. No las vuelvo a llevar ni a los tacos, porque además resulta que soy la mala de la película, que las traje para victimizarlas seguramente, como si fuera un deporte sádico invitar a la gente a unas vacaciones, comprarles ropa porque a las babosas se les ocurre venir a Egipto en verano de suéter- se les dijo, se les repitió, incluso, se les volvió a decir que iba a hacer un calor de la tuna...... Pero pues así las cosas. Ni hablar. Ya estoy en plan de que mejor no les hago caso.
            Hubo en el Alto Egipto un par de ajigolotones con los hombres egipcios y a eso viene el título de este capítulo. A los egipcios les gusta bromear con las turistas acerca de cuantos camellos ofrecen por las mujeres, a manera de piropo. En otros países del norte de África si ofrecen camellos por ti, es en serio y nunca debes decir que sí ni de broma, pues pueden tomarlo como un trato hecho. Acá están jugando. En el crucero, un día que unos “empresarios” en una lancha se acercaron a vender cosas, me preguntaron de donde era y me dijeron que valía 100, 000 camellos. La oferta fue en español y Alarís estaba distraído y no se dio color de que iba la cosa.  La última noche en Luxor, veníamos caminando en la calle después de llevar a las niñas a cenar al centro y pasaron unos escuincles en una carreta de caballos . No tendrían más de 13 años. Al pasar junto a nosotros uno le dijo a Alarís, ¿Cuántos camellos quieres por tu esposa? Alarís, le contestó, no te daría ni medio, porque entendío que cuantos camellos le daban por esposa, y de repente que le cae el veinte. Hizo un berrinche tremendo. Quería alcanzar a los mocosos, estaba como chango rabioso y no entendía porque yo que suelo ponerme brava con los idiotas en Petra que se ponen groseros, no les dije nada. Le dije que porque eran niños que estaban jugando y que no tenía la menor importancia. Pues se amargó cañón e hizo un tremendo berrinche. Menos mal no le dijeron nada de su hermana y sus sobrinas, jajaja. Pero está cañón como mi valor de mercado pasó de 100,000 a 0.5 en un par de días.

            Terminados los días en el crucero y el alto Egipto, salimos tempranísimo al aeropuerto de Luxor para volar a Cairo en donde nos esperaba nuestro viejo chofirete, con las camisas de Alarís finalmente, y un nuevo guía. Nos treparon en la camioneta y nos llevaron a tomar el tercer desayuno del día a las 7 de la mañana. Salimos del hotel a las 4.30 con una cajita no tan feliz, en el avión nos dieron unas galletitas y este hombrecito insistió en que nos empacaramos unos sándwiches de falafel. Te digo que con los arabitos yo me siento como caballo con bolsa de comida amarrada a la boca. Y me luce. Todo el día estoy comiendo. El falafel y yo no somos uno mismo porque si no esta hecho en un buen lugar, le suelen poner migas de pan molido para que “abunde” y freírlo en aceite muchas veces. El pan absorbe el aceite rancio y ya te imaginarás el resultado. Sabe a carburador y lo repites durante horas.  Otra vez, me enfermé después de comer falafel o sea que no es muy santo de mi devoción.  El guía insistió tanto y trajo unos sándwiches preparados con tanto entusiasmo que me zampé uno. Y estaba bueno. Aquí en Egipto hacen un pan buenísimo. Dicen que se inventó aquí de hecho el asunto de hacer pan. No sé si será cierto pero la cosa es que les queda buenazo. Trajo unas pitas ligeritas como tortillas recién hechas abiertas y rellenas de bolitas de falafel apachurradas con pepino picado, chile, y un poco de jitomate y lechuga, comino, pimienta y cilantro. Un poco diferente a como lo hacen en Jordania, pero muy bueno. Y no estaba grasoso ni gacho.

            Tuvimos oportunidad de ver de pasada algo más de Cairo: edificios coloniales, muchas mezquitas arabescas, avenidas grandes, estadios. El presidente Al-Sisi se ha puesto las pilas mucho para traer gente a Egipto. Después de la Primavera Árabe en 2011 y la segunda revolución poco después, el turismo decayó mucho en el país y este señor está trabajando por traerlo de nuevo. Así, se está jugando aquí la copa Africana de Naciones de fut, está el foro anticorrupción de África, la reunión de juventudes Africanas y Árabes, hubo en Luxor un festival internacional de cine y está levantando la mano para miles de cosas para traer atención positiva a su país, que está lindísimo.
            Salimos pues para Alejandría, en la costa mediterránea. Después de la desmañanada y el desayuno, nos dormimos en el coche un rato, hasta llegar a un parador. Las carreteras en Egipto están bastante buenas. Son de peaje, pero están en buenas condiciones y hay unos paraderos muy buenos con grandes estacionamientos, cajeros, baños muy limpios, gasolinerías y muchas tiendas alrededor. Como esta carretera va a Alejandría que es la playa favorita de los egipcios clasemedieros en verano- los que tienen más dinerito van a Hurghada, al Mar Rojo-, las tiendas venden chanclas, crocs, bolsas de playa, todo tipo de inflables, trajes de baño, bloqueadores de sol y gorras, música, y todo lo que se te ocurra para la vacación además de sándwiches, varios tipos de café desde Starbucks hasta Noescafé y todos los intermedios. Muy atopadizo el asunto. Me gustó.
            Llegamos a Alejandría. Está interesante, pero si tienes pocos días en Egipto, no lo considero un imperdible.  Las afueras llenas de canales y cultivos. El perímetro de la ciudad hecho un desastre vial,  colonias muy pobres con tuk tuks que se rifan el pellejo para ir en todos los sentidos menos el correcto, caballos, tranvías, edificios demolidos, etc. Se visitan ahí varias cosas: una catacumba grecorromana con mucha influencia egipcia en donde se combinan elementos de las dos culturas dentro de el mismo marco. Además al ser bajo tierra, la temperatura está bastante decente.
Después el pilar de Pompeyo, mal nombrado así, porque no fue hecho para Pompeyo sino para Diocleciano en el siglo IV DC. Es una columna enorme de granito que está en el sitio de un antiguo Serapis.  También fuimos a ver la ciudadela de Quitbey, un fuerte mameluco construido en el sitio donde estuvo el Faro de Alejandría. Para llegar, se pasa por el malecón, lleno de edificios coloniales afrancesados, con el mediterráneo al frente. Muy lindo. El fuerte es muy bonito y tiene unas vistas espectaculares. Comimos en un sitio de mariscos . Alarís, el chofer, el guía y yo. Las niñitas estaban sentadas con cara de huarache y las mandamos a ver si puso la puerca o a hacer caras a otra parte. Dijeron que no tenían hambre, con jeta.  Perfecto, no coman. Les pedimos algo para llevar por si protestaban al rato y si quieren jugar al Mahatma Ghandi, a mi me da igual, que las alimenten sus madres cuando lleguen a su casa. Fuimos a la biblioteca de Alejandría. Ahora es moderna, construida en el sitio de la antigua y famosa.  Después de unas fotos, salimos de regreso para Cairo en donde ahora nos vamos a quedar en el centro, ya no en Giza, para cambiar de ambiente, ver cosas distintas y con suerte ver a mi amiga Omnia.
            La plaza el Tahrir, famosa por el inicio de la revolución ahora, como Taksim en Estambul, es muy  padre, cerca del Nilo, del museo Egipcio, de varios hoteles grandototes como el Ritz y el Intercontinental, de edificios antiguos, pero también de la zona del centro de compras. Muy interesante caminar las calles. Los egipcios no tienen empacho en ocupar las calles con terrazas espontáneas de los cafés, sacan sillas y mesas y ocupan la vialidad completa para servir cosas de beber, poner shishas y ponen pantallas de tele en la calle donde proyectan películas o ahora, los partidos de la copa de fut.  Cenamos unos tacos egipcios, Alarís, mi cuñada  y yo. Las niñas chicas no quisieron salir. Se quedaron amenazadas de no salir del cuarto. Yo ya no me voy a pelear, que le hagan como quieran.  Caminamos por las calles, tomamos fotos, nos sentamos un rato en un café a ver el juego entre Túnez y Nigeria y tomar algo. Cuando nos fuimos, a las dos cuadras, la hermana de Alarís dijo que dejó su llave del hotel. El dijo, no importa, pedimos otra. Yo dije, no la dejaste con la carterita que dice hotel y número de cuarto verdad? Dijo, si. Así justamente. Dije, híjole, pues con la pena, hay que ir por ella porque cualquier maloso igual cree que es invitación y se te mete al cuarto o algo.  Jeta. Se quedó ahí pasmada mientras ahí va Alarís a por la dichosa llave y me deja “cuidando” a la escuincla. No sé. Me shockea que las eduquen como taradas, las sobreprotejan de esa manera, que vean como normal que sean tan infinitamente pendejas y que en un año, esa persona se espere que sea la señora de su casa y a lo mejor responsable de hijos. En qué momento creen que le va a “crecer” un cerebro, si nadie le ha dado la responsabilidad ni de ir por unos tacos sola, ni de cuidar de una llave y luego va a cuidar de un niño?  Asumen que alguien más les va a solucionar siempre. Y si caen en manos de un marido o una familia política buena, pues igual y les va bien, pero y si no, están perdidas. Y no es culpa del indio, sino de quien lo hace compadre. Me parece aterrador.  Agradezco haber nacido donde nací y que se me hayan dado las herramientas para pensar por mi misma, para valerme yo sola, para poder decidir. Tal vez en muchos aspectos es mucho más fácil dejarse cuidar, pero está muy fuerte vivir así.  Además no acabo de entender la ideología de defenderlas a capa y espada de que se sienten junto a un pobre güey equis que ni las pela en el avión pero eso sí, dejarlas solas en el hotel está bien, porque ¿que les puede pasar?


            El último día en Cairo visitamos la parte antigua. Que belleza. Primero temprano fuimos a la zona religiosa que le llaman, donde está la Iglesia colgante, la mezquita de Amr Ibn Alas, la Iglesia de San Sergio y San Bacchus donde estuvo la Sagrada Familia y la Sinagoga de Ben Ezra.
            Si no has ido, hay que ir. Está impresionantemente bonito. La Mezquita, muy linda, es la mezquita más vieja de África. Ha sido remodelada varias veces, pero con muy buen resultado. Me prestaron un batilongo verde porque no traía tapujo y como traía backpack, parecía cualquier Tortuga Ninja.  De ahí fuimos a la Iglesia Colgante. Que barbaridad. Las fotos que normalmente ves son del exterior, que está bastante equis. Se le llama así porque está construida sobre el fuerte de Babilonia y está medio volando. Está increíble es poco. Tiene muchísimos detalles arabescos preciosos, íconos antiguos y vitrales que combinan detalles de dos culturas y de dos religiones. Una cosa espectacular. Después de eso, la otra iglesia, que es bonita, no lo parece tanto, pero es importante porque la Sagrada Familia vivió ahí un tiempo durante la huida a Egipto. Tiene biblias escritas en árabe y árabe y griego mezclado y también muchos detalles artísticos lindos, además del significado histórico.
La sinagoga de Ben Ezra era parte de la iglesia copta, pero los coptos la vendieron para pagar sus impuestos y se convirtió en sinagoga. Hoy en día, hay poquitísimos judíos en Egipto, pero los hubo. Otra vez, la mezcla de detalles arabescos y arte muy hebreo. Es muy bonita y me da paz pensar en la convivencia de las filosofías diferentes, que al final van a lo mismo .
             Después fuimos a ver la ciudadela de Saladino, que es un fuerte de la época de las cruzadas. En su interior tiene dos mezquitas. Una de ellas, una copia de la Mezquita Azul de Estambul, un tanto achicada  y con menos minaretes, pero igual bonita. Le llaman la mezquita de Alabastro, adivina porqué.  Fuimos también al bazar Khan el Khalili, la zona de bazares más antigua de Cairo. Me hubiera podido pasar ahí todo el día baboseando, entre los edificios antiguos y la cantidad de tiliches que se venden y se exhiben por todos sitios.
            Fuimos a comer. Primer intento a un lugar tradicional de Koshari. Mira que no soy muy particular ni picky, pero el lugar estaba sucísimo y el baño de dar susto. No limpiaron la mesa entre un grupo y otro y todo estaba pegosteoso. Le dije al guía que con la pena, pero ni de broma.


            Nos llevó a otro sitio a comer y todos felices. Obvio ya sabran quienes no.
Ya para despedirnos de Cairo fuimos al Museo Egipcio, que como todos los grandes museos, da algo de indigestión de información. El guía estaba entusiasmadísimo explicando todo, pero el museo tiene miles de piezas...... Ya nos queríamos escapar casi. Vimos los tesoros y las momias. Están padrísimas las cosas, pero la verdad, las tienen mucho mejor en otros museos cuando las prestan o en sus colecciones permanentes. Acá, al estilo del Medio Oriente, todo está arrumbadón y algo mugroso. El nuevo museo promete estar espectacular. Ojalá. Los egipcios son muy nacionalistas y muy de “lo suyo”, pero luego no lo cuidan.
Ya de camino al aeropuerto pasamos a un mall enorme a buscar una camisa para Francisco mi hijo, del héroe egipcio Mohammed Salah. Por ridículo que parezca, todo el mundo lo adora, pero encontrar la camisa original es un problema. Piratas, las que quieras, la buena, un circo.
Al final lo logré.
            Estuvo increíble. Me voy con ganas de volver, de ver más y conocer más de Egipto, de su gente y sus costumbres.
            Cuando vayas, acuérdate a donde vas. No esperes los estándares de Europa o de América. Estás en un país tercermundista en Medio Oriente con una filosofía muy particular. Lo que ellos consideran higiénico y su escala de estándares de hoteles es muy diferente a la del resto del mundo. Su manera de manejar es espeluznante y a puro claxonazo, pero tiene muchísimo encanto y tiene cosas increíbles. Es cosa de tener la mente abierta y esperar de Egipto, lo suyo, no que sea Palm Springs o La Toscana. Es como ir a la India y pretender que sea Zurich. No te va a gustar. Si vas con la idea de que es lo que es, te vas a enamorar porque es increíble. Así igual Egipto.
            Ma Salame!
           

martes, 16 de julio de 2019

Al Masr: el Alto Egipto


Al Masr: El Alto Egipto




            Egipto es una tierra de contrastes impresionantes. Y mira que vengo de México donde no se cantan mal las rancheras. En Egipto pasas de el desierto más árido y desolado, viniendo de Jordania, no del Amazonas me pareció terriblemente invivible, el Sahara no tiene su mamá, está del terror, hasra las riberas del Nilo que están llenas de plantaciones tropicales de mangos, caña de azúcar, dátiles, platanos y mucho más. Así mismo, en la misma calle, pasas de una colonia mega-pobre a una lujosísima: sobre Alexandria Road vas de Giza que está horroroso a un lugar que se llama Palm Hills con unos fraccionamientos lujosísimos, universidades, concesionarias de coches carísimos y lugares de compras internacionales picudas.
            La gente es copta o musulmana, Nubia o Egipcia, militar o civil. Extraordinariamente cultos o abismalmente ignorantes. Y todo cabe bajo el mismo sol y enriquece la experiencia de quien tiene oportunidad de compartir con ellos.
            Continúa la aventura Egipcia con un vuelo a una hora indecible para Aswan. Cabe mencionar que todo en Egipto empieza a unas horas del terror para evitar el calor: los vuelos temprano son a unas horas bárbaras, las visitas a los templos, más ahora que es verano son de madrugada, y se agradece porque cuando sale el sol el calor es bestial. Así visitas muy prontito, y luego a la hora de más calor te vas a la alberca o a tomar una siesta en el aire acondicionado.
Total, que salimos de Cairo en un vuelo tempranero con la sorpresa de que mi amiga Omnia nos mandó en Business. Gran detalle. La cara de horror de mi cuñada cuando vio que le tocaba sentarse junto a un señor desconocido a mi casi me mata de risa. Resulta que en Jordania, hay un sistema siempre para que las mujeres y hombres que no son familia no se sienten juntos, no vaya a haber ninguna especie de familiaridad  no deseada por alguna de las partes. Así en autobuses, peseros y demás, hay un relajo de “juego de las sillas” para que todo mundo quede acomodado con su cada cual, en vez de que cada quien mantenga sus manitas en su sitio. Una cosa rarísima. Cuando vi la carita de esta niña, rápidamente le cambié el lugar, la mandé a sentarse con Alarís y yo me senté junto al hombrecito ajeno.


            Llegamos a Aswan y fuimos directamente a visitar la presa que es una obra de ingeniería impresionante que cambió la vida de Egipto completamente al controlar las inundaciones y hacer posible que los cultivos no fueran anuales, si no de riego, pero también evitó que los lodos tan ricos en nutrientes bañaran las tierras de cultivo.  A su vez, dio lugar al lago Naser, una presa gigantesca y a que varios templos tuvieran que ser movidos para no cubrirlos con agua.  Después fuimos a ver uno de esos templos, el templo de Philae. Hay que ir en lancha porque está en una Isla. Lo cortaron en pedazos y lo movieron cuando se terminó la presa. Está dedicado a Isis y es una verdadera belleza. Aswan colinda con la región Nubia y la gente es muy amable y muy interesante. Los Nubios son una etnia que viven entre Egipto y Sudán, con un idioma distinto del árabe y unas costumbres muy particulares. Al termino de la visita, nos fuimos a nuestro crucero a dejar las maletas, comer y descansar durante las horas de más calor. En el Nilo hay muchísimos barcos que hacen el recorrido de Aswan a Luxor, generalmente en 4 días y tres noches o en una semana. Con diversos grados de lujo, pero todos muy cómodos y muy lindos. Unos antiguos, unos modernos, unos de vela o vapor, otros de motor.  Es una manera muy agradable de ver el alto Egipto.  A Aswan se puede llegar por avión, por tren o por autobús desde Cairo.  Hay varios hoteles ahí también si no se quiere tomar crucero o si hay que esperar un día para abordar. Los mejores, el Old Cataract y el Mövenpick. 
Por la tarde fuimos a ver un pueblo Nubio. Esta no es una visita que hace todo el mundo, pero vale muchísimo la pena. El colorido de las construcciones, la amabilidad de la  gente, la riqueza de sus costumbres, el sabor de su café es algo que en verdad merece ser conocido y hay que ir también en lancha, el recorrido por el Nilo es precioso. De camino pasamos a una isla que está convertida en Jardín botánico y que para las niñas jordanas, que vienen de un país que es casi puro desierto, es un pedazo de cielo.


Por la noche, Alarís y yo salimos a caminar al pueblo. Como todo en Egipto, es un caos vial tremendo, un relajo sin ley en cuanto a tráfico, una indigestión de sonidos y colores. Señores tumbados sin ton ni son en la calle y los parques, niños y animales por todos lados, tuk tuks y peseros, gente en bici vendiendo aguas. ....Todo muy seguro, los vendedores un tanto intensitos, pero muy divertido. Nos daba risa que se referían a Alarís en Español siempre. Le digo que ya tiene cara de poblano.
            Al día siguiente, otra vez a una hora que no es de Dios, nos levantamos para ir a Abu Simbel. Este es un sitio con un par de templos dedicados a Ramsés II y Nefertari que estaban tallados directamente en la piedra, en la región Nubia, casi en la frontera con Sudán. Hay que ir muy temprano o ya tarde por el calor, porque hay que manejar casi tres horas, cruzando el Sahara para llegar. Salimos a las 4 am, en una camioneta en la que manejaba un chofer, y su relevo dormía en la silla del copiloto. El guía se echó una siestita en el asiento de atrás, y las niñas y Alarís también. Traíamos unos desayunos para llevar e hicimos una parada de baño y café.

Bien valió la pena. El sitio es extraordinario. Los templos son gigantescos y construidos con gran detalle y precisión astronómica. Este sitio también tuvo que moverse al llenarse la presa, por eso dije que “estaban tallados en la piedra”. Están, pero esas piedras las movieron de su sitio original.
Se llama Abu Simbel porque el explorador que lo descubrió tenía un hijo adoptivo llamado Simbel. En la cultura árabe, cuando tienes hijos, te llaman Papá de-----, así Belzoni era conocido como Abu Simbel y el sitio también.
            Las pobres niñas no sabían donde meterse por el calor. Venían con suéteres y jeans negros. Eran las 7 am, pero estábamos bien por arriba de los 40 grados.  Decidí parar la masacre y que no pasara de ese día la compra del traje autóctono, por lo que pedí al conductor que de regreso nos llevara a algún sitio para comprar algo.
            El regreso estuvo medio peliagudo porque ya el sol había subido y la carretera estaba llena de espejismos y reflejos y el chofer “descansado” venía teniendo problemas. O se venía durmiendo o el sol lo venía molestando pero un par de veces dio unos volantazos y me sacó el chamuco. Otra vez, Alarís, que es gran persona, me dijo, espérame, yo lo arreglo. Les dijo que necesitaba parar. Paramos, les invitó un café de forma insistente, les platicó para despejarlos y no se como hizo para que manejara el otro compadre, sin que se sintieran ofendidos y hostigados.
            El sitio a donde nos llevaron a comprar era el típico bazar turístico, muy surtido pero muy caro. No nos gustó y preferimos esperarnos a Kom Ombo, a donde íbamos a ir en la tarde.
            Volvimos al barco a tomar una siesta, comer y descansar del calor y por la tarde bajamos en Kom Ombo a ver el templo dedicado al Dios Halcón y al Dios Cocodrilo. Precioso también. Esto en estilo greco-romano, muy distinto a lo anterior, pero muy bonito. Vimos momias de cocodrilos y nos dimos vuelo con la compra en el mercado, donde disfrazamos a la chamacada con pantalones guangos de algodón y camisas de manta de manga larga, pero de colores claritos y frescas y les compramos también de regalo a las otras hermanas que no vinieron. Así ya tienen algo para no morir de calor, pobres.
            En la tarde jugamos mímica, platicamos y lo pasamos padre mientras el barco nos llevaba hacia Edfu.
            A la mañana siguiente, visitamos Edfú a las 6 am, otra vez, antes de que hiciera calor. A este templo se va en calesa de caballos, otra forma divertida de ir.  El templo es también greco-romano y muy lindo, con inscripciones elaboradísimas.  Las niñas de plano ya no pudieron más. Entre el calor y las desmañanadas, nos dijeron que si estaba bien que se brincaran este. Les dijimos que claro que si, son vacaciones, no sentencia, o sea que se quedaron a dormir toda la mañana.


            Alarís y yo fuimos, disfrutamos la visita. Traemos un guía espectacular, solo para nuestro grupo. Lo pedimos en inglés, en atención a mí. Además Alarís pensó que las niñas no iban a querer atender a explicaciones, iban a estar más contentas solo tomando fotos. Pues este chavo ha hecho las explicaciones en árabe y luego un poco en inglés para asegurarse de que todos hayamos entendido y es encantador.  No fuma, cosa que en los países árabes es rara y es un MEGA plus, pues la mayoría de los guías fumadores tienen un alientazo y además les urge darte “el tiempo libre” para irse a fumotear y tienen mala condición física. Este chavo, un estuche de monerías.

Volvimos al barco a desayunar y mientras lo hacíamos, por la ventana vimos a un par de egipcios en una barca de remos, colgados de nuestro barco. Traían su tiendita flotante y enseñaban por la ventana sus mercancías con muy buen humor. Nos hicieron reír mucho. Subimos a la cubierta y platicamos con ellos. Nos aventaron cosas de ida y de regreso en distintas tallas y modelos, y luego empezó el regateo. Estuvo chistosísimo. Acabamos comprando una chilaba para Ummi, y luego Alarís se fue a dar un masaje, mientras yo me fui a trabajar un ratito y a tomar una siesta. En cualquier otro sitio yo también le hubiera entrado al masaje o si hubiera habido una mujer, seguro lo hubiera hecho, pero ya me estoy haciendo un poco a la cultura árabe y el que otro hombre árabe me toque sin ropa me incomoda un poco porque sé que en su cultura es muy tabú y que además Alarís lo va a pasar mal, o sea que sin comentar el punto, preferí pasar de largo.
Teníamos varias horas de navegación para disfrutar la alberca, el descanso y llegar en la tarde a Luxor. Las visitas “fuertes” de Luxor estaban programadas hasta el día siguiente, pero le pedí al guía que nos llevara a ver lo “no tradicional” en Luxor: las mezquitas, la ciudad, la catedral. El vive en Luxor y me dijo que encantado nos organiza un tour de la ciudad. Algo distinto al Valle de los Reyes y los templos de Karnak.
            El verano no es la temporada alta de turismo en Egipto. Mucha gente le saca la vuelta al calor y aquí de Octubre a Abril es cuando están a tope. Ahora, el barco solo trae a un grupo de españoles y a nosotros. Venimos consentidísimos. Una noche nos prepararon un hojaldre típico egipcio con un queso como chanklish y miel para que probáramos algo que solo se come en las casas egipcias, han tenido mil detalles con nosotros, no solo porque Omnia nos mandó bien recomendados y porque el barco es buenazo, sino porque Alarís ya es compadre de todo el mundo y bromeamos en árabe con toda la cocina, los meseros y los camaristas. No suelen tener mucho turismo local o sea que les parece novedad.
Total que llegamos a Luxor  y el barco atracó un poco lejos de la ciudad o sea que preferimos quedarnos a descansar y visitar al día siguiente.
Fuimos a Karnak a ver el complejo de templos que es enorme y fue construido a lo largo de miles de años. Es el orgullo de la gente de aquí y está impresionante, pero no sé, a mi no es el que más me gusta. Por la tarde fuimos a ver el templo de Luxor, ese sí “rebasó” a Philae entre mis favoritos. Es un templo hecho por Amhenotep III, crecido por Ramsés II, pero enmedio se le construyó una mezquita fatimida (de estilo Marroquí, pero de creencias sufís) en el siglo XII, aprovechando las columnas gigantescas. Para entrar, mi cuñada me prestó un hijab, para taparme y por más que intentaba como momia que me tapara cabeza, hombros y brazos, no me daba. Entre que estoy cabezona y que la cosa esta no era muy larga, nadamás no ajustaba. El guía después de verme un rato, se carcajeo y me dijo que no hacia falta tanto tango. Que la gorra bastaba para taparme el pelo y que solo me tapara los brazos y hombros con el hijab. Así ya envuelta como tamalito pude entrar a ver la mezquita. Está divina. Tiene los pilares egipcios gigantes que conservan los jeroglíficos soportando una estructura muy africana, pero con celosías completamente arabescas en puertas y ventanas. Suena a indigestión estética, pero de alguna manera, el resultado es muy lindo.




Al fondo del templo,  Alejandro Magno se hizo un santuario Egipcio que luego usaron los primeros cristianos como iglesia, por lo que tiene unos frescos sobrepuestos a los jeroglíficos y está en medio de una ciudad que huele a caballo y a pueblo, pero tiene mucho encanto. Está increíble. Todas las noches lo iluminan y se ve precioso y hay show de luz y sonido, a distintas horas en distintos idiomas. Muy bien montado.
Del otro lado del Nilo está el Valle de los Reyes con tumbas impresionantes, como laberintos de hormigas bajo la tierra, todas decoradas con murales, sarcófagos y cámaras, el templo de Hatshepsut y las canteras donde se hace artesanía. Luxor es una belleza. Dimos vueltas por el mercado, comimos elotes en la calle. Parece una combinación entre un país árabe y uno latino, con algo de india salpicado en medio, por los edificios coloniales y viejos, la cantidad de animales de dos y cuatro patas en las calles, el caos general.


            Las niñas ya el último día no querían ir a visitar nada, están optudimóder del calor y sienten como colegio tanta explicación y tanta piedra. Yo estoy como niña chiquita, pasándolo padrísimo. Alarís quería dejar a las dos más chicas en el hotel. A mí me dio miedo. Son muy chicas y están muy sonzas. Nunca han ido a ningún lado y me dio pavor que se fueran a salir del cuarto y les fuera a pasar algo, se fueran a ahogar en la alberca o yo no sé. Vinieron con cara de martirio y se quedaron en la camioneta, alternando en un sitio y otro. Lo siento, pero no quiero pensar en tener que decirle a alguna de sus mamás que les pasó algo porque las dejé solas cuando me las prestaron. Si fueran mías, me muero.

 Después de comer y a la hora de más calor, volvimos al hotel, donde Alarís, desmintiendo mi creencia de que no es acuático, se ha dado vuelo nadando como tiburón todos los días. Parece ya una gamba de la quemada de sol que trae.
            Mañana otra vez a una hora terrorífica, nos vamos de vuelta a Cairo para pasar un par de días más. Ya seguiré contando. ....






HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...