martes, 16 de julio de 2019

Al Masr: el Alto Egipto


Al Masr: El Alto Egipto




            Egipto es una tierra de contrastes impresionantes. Y mira que vengo de México donde no se cantan mal las rancheras. En Egipto pasas de el desierto más árido y desolado, viniendo de Jordania, no del Amazonas me pareció terriblemente invivible, el Sahara no tiene su mamá, está del terror, hasra las riberas del Nilo que están llenas de plantaciones tropicales de mangos, caña de azúcar, dátiles, platanos y mucho más. Así mismo, en la misma calle, pasas de una colonia mega-pobre a una lujosísima: sobre Alexandria Road vas de Giza que está horroroso a un lugar que se llama Palm Hills con unos fraccionamientos lujosísimos, universidades, concesionarias de coches carísimos y lugares de compras internacionales picudas.
            La gente es copta o musulmana, Nubia o Egipcia, militar o civil. Extraordinariamente cultos o abismalmente ignorantes. Y todo cabe bajo el mismo sol y enriquece la experiencia de quien tiene oportunidad de compartir con ellos.
            Continúa la aventura Egipcia con un vuelo a una hora indecible para Aswan. Cabe mencionar que todo en Egipto empieza a unas horas del terror para evitar el calor: los vuelos temprano son a unas horas bárbaras, las visitas a los templos, más ahora que es verano son de madrugada, y se agradece porque cuando sale el sol el calor es bestial. Así visitas muy prontito, y luego a la hora de más calor te vas a la alberca o a tomar una siesta en el aire acondicionado.
Total, que salimos de Cairo en un vuelo tempranero con la sorpresa de que mi amiga Omnia nos mandó en Business. Gran detalle. La cara de horror de mi cuñada cuando vio que le tocaba sentarse junto a un señor desconocido a mi casi me mata de risa. Resulta que en Jordania, hay un sistema siempre para que las mujeres y hombres que no son familia no se sienten juntos, no vaya a haber ninguna especie de familiaridad  no deseada por alguna de las partes. Así en autobuses, peseros y demás, hay un relajo de “juego de las sillas” para que todo mundo quede acomodado con su cada cual, en vez de que cada quien mantenga sus manitas en su sitio. Una cosa rarísima. Cuando vi la carita de esta niña, rápidamente le cambié el lugar, la mandé a sentarse con Alarís y yo me senté junto al hombrecito ajeno.


            Llegamos a Aswan y fuimos directamente a visitar la presa que es una obra de ingeniería impresionante que cambió la vida de Egipto completamente al controlar las inundaciones y hacer posible que los cultivos no fueran anuales, si no de riego, pero también evitó que los lodos tan ricos en nutrientes bañaran las tierras de cultivo.  A su vez, dio lugar al lago Naser, una presa gigantesca y a que varios templos tuvieran que ser movidos para no cubrirlos con agua.  Después fuimos a ver uno de esos templos, el templo de Philae. Hay que ir en lancha porque está en una Isla. Lo cortaron en pedazos y lo movieron cuando se terminó la presa. Está dedicado a Isis y es una verdadera belleza. Aswan colinda con la región Nubia y la gente es muy amable y muy interesante. Los Nubios son una etnia que viven entre Egipto y Sudán, con un idioma distinto del árabe y unas costumbres muy particulares. Al termino de la visita, nos fuimos a nuestro crucero a dejar las maletas, comer y descansar durante las horas de más calor. En el Nilo hay muchísimos barcos que hacen el recorrido de Aswan a Luxor, generalmente en 4 días y tres noches o en una semana. Con diversos grados de lujo, pero todos muy cómodos y muy lindos. Unos antiguos, unos modernos, unos de vela o vapor, otros de motor.  Es una manera muy agradable de ver el alto Egipto.  A Aswan se puede llegar por avión, por tren o por autobús desde Cairo.  Hay varios hoteles ahí también si no se quiere tomar crucero o si hay que esperar un día para abordar. Los mejores, el Old Cataract y el Mövenpick. 
Por la tarde fuimos a ver un pueblo Nubio. Esta no es una visita que hace todo el mundo, pero vale muchísimo la pena. El colorido de las construcciones, la amabilidad de la  gente, la riqueza de sus costumbres, el sabor de su café es algo que en verdad merece ser conocido y hay que ir también en lancha, el recorrido por el Nilo es precioso. De camino pasamos a una isla que está convertida en Jardín botánico y que para las niñas jordanas, que vienen de un país que es casi puro desierto, es un pedazo de cielo.


Por la noche, Alarís y yo salimos a caminar al pueblo. Como todo en Egipto, es un caos vial tremendo, un relajo sin ley en cuanto a tráfico, una indigestión de sonidos y colores. Señores tumbados sin ton ni son en la calle y los parques, niños y animales por todos lados, tuk tuks y peseros, gente en bici vendiendo aguas. ....Todo muy seguro, los vendedores un tanto intensitos, pero muy divertido. Nos daba risa que se referían a Alarís en Español siempre. Le digo que ya tiene cara de poblano.
            Al día siguiente, otra vez a una hora que no es de Dios, nos levantamos para ir a Abu Simbel. Este es un sitio con un par de templos dedicados a Ramsés II y Nefertari que estaban tallados directamente en la piedra, en la región Nubia, casi en la frontera con Sudán. Hay que ir muy temprano o ya tarde por el calor, porque hay que manejar casi tres horas, cruzando el Sahara para llegar. Salimos a las 4 am, en una camioneta en la que manejaba un chofer, y su relevo dormía en la silla del copiloto. El guía se echó una siestita en el asiento de atrás, y las niñas y Alarís también. Traíamos unos desayunos para llevar e hicimos una parada de baño y café.

Bien valió la pena. El sitio es extraordinario. Los templos son gigantescos y construidos con gran detalle y precisión astronómica. Este sitio también tuvo que moverse al llenarse la presa, por eso dije que “estaban tallados en la piedra”. Están, pero esas piedras las movieron de su sitio original.
Se llama Abu Simbel porque el explorador que lo descubrió tenía un hijo adoptivo llamado Simbel. En la cultura árabe, cuando tienes hijos, te llaman Papá de-----, así Belzoni era conocido como Abu Simbel y el sitio también.
            Las pobres niñas no sabían donde meterse por el calor. Venían con suéteres y jeans negros. Eran las 7 am, pero estábamos bien por arriba de los 40 grados.  Decidí parar la masacre y que no pasara de ese día la compra del traje autóctono, por lo que pedí al conductor que de regreso nos llevara a algún sitio para comprar algo.
            El regreso estuvo medio peliagudo porque ya el sol había subido y la carretera estaba llena de espejismos y reflejos y el chofer “descansado” venía teniendo problemas. O se venía durmiendo o el sol lo venía molestando pero un par de veces dio unos volantazos y me sacó el chamuco. Otra vez, Alarís, que es gran persona, me dijo, espérame, yo lo arreglo. Les dijo que necesitaba parar. Paramos, les invitó un café de forma insistente, les platicó para despejarlos y no se como hizo para que manejara el otro compadre, sin que se sintieran ofendidos y hostigados.
            El sitio a donde nos llevaron a comprar era el típico bazar turístico, muy surtido pero muy caro. No nos gustó y preferimos esperarnos a Kom Ombo, a donde íbamos a ir en la tarde.
            Volvimos al barco a tomar una siesta, comer y descansar del calor y por la tarde bajamos en Kom Ombo a ver el templo dedicado al Dios Halcón y al Dios Cocodrilo. Precioso también. Esto en estilo greco-romano, muy distinto a lo anterior, pero muy bonito. Vimos momias de cocodrilos y nos dimos vuelo con la compra en el mercado, donde disfrazamos a la chamacada con pantalones guangos de algodón y camisas de manta de manga larga, pero de colores claritos y frescas y les compramos también de regalo a las otras hermanas que no vinieron. Así ya tienen algo para no morir de calor, pobres.
            En la tarde jugamos mímica, platicamos y lo pasamos padre mientras el barco nos llevaba hacia Edfu.
            A la mañana siguiente, visitamos Edfú a las 6 am, otra vez, antes de que hiciera calor. A este templo se va en calesa de caballos, otra forma divertida de ir.  El templo es también greco-romano y muy lindo, con inscripciones elaboradísimas.  Las niñas de plano ya no pudieron más. Entre el calor y las desmañanadas, nos dijeron que si estaba bien que se brincaran este. Les dijimos que claro que si, son vacaciones, no sentencia, o sea que se quedaron a dormir toda la mañana.


            Alarís y yo fuimos, disfrutamos la visita. Traemos un guía espectacular, solo para nuestro grupo. Lo pedimos en inglés, en atención a mí. Además Alarís pensó que las niñas no iban a querer atender a explicaciones, iban a estar más contentas solo tomando fotos. Pues este chavo ha hecho las explicaciones en árabe y luego un poco en inglés para asegurarse de que todos hayamos entendido y es encantador.  No fuma, cosa que en los países árabes es rara y es un MEGA plus, pues la mayoría de los guías fumadores tienen un alientazo y además les urge darte “el tiempo libre” para irse a fumotear y tienen mala condición física. Este chavo, un estuche de monerías.

Volvimos al barco a desayunar y mientras lo hacíamos, por la ventana vimos a un par de egipcios en una barca de remos, colgados de nuestro barco. Traían su tiendita flotante y enseñaban por la ventana sus mercancías con muy buen humor. Nos hicieron reír mucho. Subimos a la cubierta y platicamos con ellos. Nos aventaron cosas de ida y de regreso en distintas tallas y modelos, y luego empezó el regateo. Estuvo chistosísimo. Acabamos comprando una chilaba para Ummi, y luego Alarís se fue a dar un masaje, mientras yo me fui a trabajar un ratito y a tomar una siesta. En cualquier otro sitio yo también le hubiera entrado al masaje o si hubiera habido una mujer, seguro lo hubiera hecho, pero ya me estoy haciendo un poco a la cultura árabe y el que otro hombre árabe me toque sin ropa me incomoda un poco porque sé que en su cultura es muy tabú y que además Alarís lo va a pasar mal, o sea que sin comentar el punto, preferí pasar de largo.
Teníamos varias horas de navegación para disfrutar la alberca, el descanso y llegar en la tarde a Luxor. Las visitas “fuertes” de Luxor estaban programadas hasta el día siguiente, pero le pedí al guía que nos llevara a ver lo “no tradicional” en Luxor: las mezquitas, la ciudad, la catedral. El vive en Luxor y me dijo que encantado nos organiza un tour de la ciudad. Algo distinto al Valle de los Reyes y los templos de Karnak.
            El verano no es la temporada alta de turismo en Egipto. Mucha gente le saca la vuelta al calor y aquí de Octubre a Abril es cuando están a tope. Ahora, el barco solo trae a un grupo de españoles y a nosotros. Venimos consentidísimos. Una noche nos prepararon un hojaldre típico egipcio con un queso como chanklish y miel para que probáramos algo que solo se come en las casas egipcias, han tenido mil detalles con nosotros, no solo porque Omnia nos mandó bien recomendados y porque el barco es buenazo, sino porque Alarís ya es compadre de todo el mundo y bromeamos en árabe con toda la cocina, los meseros y los camaristas. No suelen tener mucho turismo local o sea que les parece novedad.
Total que llegamos a Luxor  y el barco atracó un poco lejos de la ciudad o sea que preferimos quedarnos a descansar y visitar al día siguiente.
Fuimos a Karnak a ver el complejo de templos que es enorme y fue construido a lo largo de miles de años. Es el orgullo de la gente de aquí y está impresionante, pero no sé, a mi no es el que más me gusta. Por la tarde fuimos a ver el templo de Luxor, ese sí “rebasó” a Philae entre mis favoritos. Es un templo hecho por Amhenotep III, crecido por Ramsés II, pero enmedio se le construyó una mezquita fatimida (de estilo Marroquí, pero de creencias sufís) en el siglo XII, aprovechando las columnas gigantescas. Para entrar, mi cuñada me prestó un hijab, para taparme y por más que intentaba como momia que me tapara cabeza, hombros y brazos, no me daba. Entre que estoy cabezona y que la cosa esta no era muy larga, nadamás no ajustaba. El guía después de verme un rato, se carcajeo y me dijo que no hacia falta tanto tango. Que la gorra bastaba para taparme el pelo y que solo me tapara los brazos y hombros con el hijab. Así ya envuelta como tamalito pude entrar a ver la mezquita. Está divina. Tiene los pilares egipcios gigantes que conservan los jeroglíficos soportando una estructura muy africana, pero con celosías completamente arabescas en puertas y ventanas. Suena a indigestión estética, pero de alguna manera, el resultado es muy lindo.




Al fondo del templo,  Alejandro Magno se hizo un santuario Egipcio que luego usaron los primeros cristianos como iglesia, por lo que tiene unos frescos sobrepuestos a los jeroglíficos y está en medio de una ciudad que huele a caballo y a pueblo, pero tiene mucho encanto. Está increíble. Todas las noches lo iluminan y se ve precioso y hay show de luz y sonido, a distintas horas en distintos idiomas. Muy bien montado.
Del otro lado del Nilo está el Valle de los Reyes con tumbas impresionantes, como laberintos de hormigas bajo la tierra, todas decoradas con murales, sarcófagos y cámaras, el templo de Hatshepsut y las canteras donde se hace artesanía. Luxor es una belleza. Dimos vueltas por el mercado, comimos elotes en la calle. Parece una combinación entre un país árabe y uno latino, con algo de india salpicado en medio, por los edificios coloniales y viejos, la cantidad de animales de dos y cuatro patas en las calles, el caos general.


            Las niñas ya el último día no querían ir a visitar nada, están optudimóder del calor y sienten como colegio tanta explicación y tanta piedra. Yo estoy como niña chiquita, pasándolo padrísimo. Alarís quería dejar a las dos más chicas en el hotel. A mí me dio miedo. Son muy chicas y están muy sonzas. Nunca han ido a ningún lado y me dio pavor que se fueran a salir del cuarto y les fuera a pasar algo, se fueran a ahogar en la alberca o yo no sé. Vinieron con cara de martirio y se quedaron en la camioneta, alternando en un sitio y otro. Lo siento, pero no quiero pensar en tener que decirle a alguna de sus mamás que les pasó algo porque las dejé solas cuando me las prestaron. Si fueran mías, me muero.

 Después de comer y a la hora de más calor, volvimos al hotel, donde Alarís, desmintiendo mi creencia de que no es acuático, se ha dado vuelo nadando como tiburón todos los días. Parece ya una gamba de la quemada de sol que trae.
            Mañana otra vez a una hora terrorífica, nos vamos de vuelta a Cairo para pasar un par de días más. Ya seguiré contando. ....






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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...