martes, 28 de mayo de 2019

Me debes una canasta

¿Ahora con quién me voy a ir al asilo a jugar canasta?

Llevo toda la mañana llorando porque desperté con un mensaje de una amiga que me da a entender que la Flaca ya no está.  Para acabarla, en México no son horas de que nadie me de razón y me estoy tronando los dedos hasta que pueda preguntarle a alguien.
            Ella siempre me decía Flaca, cosa que le agradezco infinitamente, porque me he pasado la vida peleando por serlo, no siempre con éxito. Lo que más me llamaba la atención de ella era su sonrisa de paz y sus enormes ojos azules.
            La conocí como parte de una familia linda que eran amigas de mi ex-familia. Tías y primas nos veíamos ocasionalmente en bodas, comuniones, misas y ese tipo de eventos. Más tarde tuvimos dos hijas que fueron juntas al colegio, jugaron juntas en varios equipos y se quisieron y entonces tuvimos oportunidad de hacernos más amigas y querernos más.
Mi hija por ese entonces carecía completamente de filtro y a cada rato me metía en broncas. A lo mejor porque me daba risa y a veces la tenía que regañar es que ahora es tan hermética y no dice nada, pero por entonces, lo que oía lo repetía siempre. Llegó con tres años del kínder a preguntarme porqué la mamá de su amiga hablaba raro, refiriéndose a la Flaca. Le dije que yo creía que no oía bien. Que no me constaba, pero que su manera suave de hablar comiéndose algunas consonantes es muy de gente con algún grado de sordera. La próxima vez que nos vimos, la Flaquita me preguntó como sabía que era sorda, ya que mi hija le había ido a preguntar si había yo atinado o no en mi diagnóstico. ¡Demonio de mocosa! Como esa me hizo varias, le dijo a su “Miss” que si tenía 30 años en cada pata, por ejemplo y varias shuladas del estilo, hasta que aprendí a amenazarla después de haber dicho cualquier barbaridad de las mías delante de ella. Siempre seguirlas con un: pero no se dice, eh??  Total solo nos dio risa, porque si en efecto, atiné. Era chistosísima. Íbamos a fiestas infantiles y partidos de básquet o fut de las niñas y muchas veces estaba sonriendo viendo el partido, con el teléfono en la mano sonando y había que avisarle, porque claro que no lo oía. Volada se ponía el aparato para la sordera para contestar y luego decía muerta de risa: Ay Flaca, es que imagínate, en un salón de fiesta infantil con esta cosa puesta, oyes doscientos gritos DENTRO de tu cabeza y de todos modos, de la conversación no te enteras. Mejor lo meto a la bolsa, ¿no crees?
Inventó que deberíamos de comprar unos departamentos contiguos en un asilo mono, para que de grandes tuviéramos con quién jugar baraja. Yo le decía, ay mujer, ¿y los maridos? Y decía, ellos se entretienen si es que nos duran... Me prestó a su niña infinidad de veces y yo le presté a la mía para ir a Malinalco y a dormir a su casa, nos vimos en mil fiestas, juntas, y partidos y siempre la quise mucho.
            La última vez que estuve en México supe que no estaba bien de salud y por una u otra no pude verla. Ya nos veremos del otro lado para echar esa canasta que nos prometimos.
            No quiero ni pensar el hueco que deja en su familia, en su esposo y sus tres hijas, en su papá para el que era un apoyo, en su hermana, sus cuñadas y sobrinos. Quienes tuvimos la suerte de conocerla y tratarla la quisimos y la queremos.
           Como quisiera poder transportarme en el tiempo y poderme reír con ella otra vez y en el espacio para ir a abrazar a sus hijas y a la mía.

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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...