Cuando empecé a
correr maratones se hablaba de “la pared”. Muchos corredores decían que llega
un momento en que te topas con una “pared” física y mental donde crees que ya
no puedes más y hay que vencerla para poder terminar la carrera. Yo la verdad,
no sé si porque entrené con chipocludos (porra para mi tía Helga y para
Benjamín Paredes, por favor), nunca me topé con el dichoso muro. Si había ratos
en las carreras de 42 km en que mi cabeza empezaba a quererme convencer con
argumentos sumamente lógicos de que no había necesidad de continuar. Para qué
digo que no. Pero nunca sentí que no podía más.
Me he acordado de
la dichosa pared porque es mi tercer año de Ramadán y ahí si, la recta final
cuesta muchísimo trabajo y dan ganas de aventar la toalla, los platos, el
trastero completo e irse a zampar un brunch de los buenos.
El Ramadán, para
el que no sepa, es el mes santo de los musulmanes, en el que se llevan a cabo
obras de caridad, se tiene más en cuenta la espiritualidad y se ayuna durante
todo un mes. Todo el día. De la hora del primer rezo, que varía según el
calendario lunar, y según cada país, pero este año en Jordania por ejemplo fue
sobre las tres y pico de la mañana, hasta la hora del rezo del atardecer o
Maghreb, que este año tocó entre 7.30 y 7.45
pm. No se come, no se fuma, no se bebe nada, no se toman medicinas por
vía oral y no se tienen relaciones sexuales.
Ha hecho un calor de terror y hemos tenido muchísimo trabajo o sea que
la cosa ha estado de a peso, por lo menos para mí. Eso de no tomar café, mal
dormir y pastorear turistas a 40 grados a lo largo de 16-18 km al rayo del sol,
hablando sin parar, nosta fazil, diría un amigo de mi papá.
Mi mamá siempre
me dice, Ay hija, pero si tu no eres mahometana, y a mi nada más me da risa,
porque a nadie le he oído el término más que a ella. Y si, no soy. Pero me
gusta la filosofía teórica detrás del ayuno que es de verdad ponerte en el
lugar del que no tiene que comer o qué beber, no un ratito, sino que de verdad
pases penurias un tiempo, para que lo sientas de verdad. También, que ejercites
tu voluntad, no haciendo lo que te viene en gana en el momento que tu quieras,
sino que te ciñas a algo mayor que tu, pensando en otros. Además es una cosa,
en un país con 94% de musulmanes, que casi todo el mundo hace, y todos se fijan
en quién si y quién no. Y hete aquí que yo, siendo la única guía mujer que anda
como chiva fuera de su casa, porque hay una que otra mujer guía pero pocas
ejercen y ninguna duerme fuera de su casa, no se considera decente- y la única
extranjera, ya de por sí tengo varias cosas que me separan de todos mis
colegas. El ayuno en este caso, hace que me acepten, que me inviten a romperlo
con otros compañeros, que me inviten dátiles y jugo, que me miren con respeto.
En general, la idea es linda y hay mil muestras de buena voluntad de toda la
gente: a la hora del Iftar que es cuando se rompe el ayuno, hay gente
repartiendo agua y comida en las calles, poniendo mesas para que coman los que
están en camino o quienes no tienen manera de llegar a su casa o pagar un
restaurant, todo el mundo comparte. En realidad luego hay gente que anda
concediendo deseos, con un genio del demonio porque andan mal comidos, mal
dormidos, mal...... Total que mal que bien ahí lo vamos llevando. Yo soy de la
idea de vencer o morir, o sea que lo he hecho de manera estrictísima todos los
días. Se supone que si te sientes mal, que si viajas lejos, que si..... te lo
puedes perdonar y pagar una multa en forma de limosna y reponerlo otro día. Yo
ni maíz, me lo echo todo seguidito porque ya me conozco que si un día me doy
permiso, se me va a hacer fácil tener pretextos a cada rato. Además sirve que
adelgazo algo, porque la comida de mi pueblo ha hecho que me apriete hasta la
pijama.
Lo que extraño
como perro es mi café. Sufro tremendamente por no poder desayunar con un
cafecito. Hombre, si quiero tomar agua, si quiero comer mugreras, si quiero
dormir bien, pero mi café de en la mañana y el dormir la noche de corrido es lo
que más trabajo me ha costado.
Ya se ve luz al
final del túnel y es cuando me empiezo a desesperar porque has de saber que el
final del Ramadán no es una fecha fija. No señor! Como en el siglo VII, en vez
de ver la luna con un telescopio fregón si se han de basar en la luna, ponen a
un viejillo en Arabia Saudita a mirar la luna y a decidir si ya o ya merito. Y
como esté nublado, pues ya valió sombrilla.
Eso si me pone del peor humor. Se supone que termina mañana la cosa. Es
ridículo porque el día del final, se llama el Eid y es fiesta nacional. Los
bancos cierran, los negocios también. Pero no se puede saber ni planear porque
no hay fecha hasta que el Saudi no vea la luna. Te llegan notificaciones de
Primer Día del Eid: no trabajamos, Horario del segundo día, tal y cual.....
tercer día, pero no sabes cual carambas va a ser el dichoso primer día. No
puedes planear nada. Un desastre.
Alarís me invitó
a festejar mi cumpleaños con una caminata de Dana a Petra con campamento y
rappel. Como íbamos a estar mega-ocupados en mi mero cumpleaños lo íbamos a
hacer antes, pero en un momento de prudencia decidí que mejor después, no
fuéramos a tener algún percance y luego como cumplíamos con los compromisos de
chamba todos chuecos. Pues ahora lo vamos a hacer. Pero la fecha exacta......
está por verse por este tango del Eid. Invité a dos de mis cuñadas, y no se
pueden ir antes de que termine la pachanga del Eid, tenemos que ir a ver al
beduino volador y nos vamos a México y eso sí es inamovible o sea que la cosa
está apretada e incierta porque, uno nunca sabe. Se supone que hoy en la noche
se espera el avistamiento e Inshallah mañana por la mañana habrá café.
Salam!
Ana que increíble leer lo que publica.
ResponderBorrartuve el gusto de estar por allá contigo justo cuando iniciaba el ayuno y admiro tu fortaleza, convencimiento y entereza.
ojalá el Saudí ya les dé luz verde para romper el ayuno y que puedas disfrutar de tu cafecito mañanero
suerte en el recorrido de dana a petra,.suena padrisimo y muy buen viaje a México.
besos