CALDO DE ENFERMO
La última vez que estuve en
México, cuando ya me iba a ir, me preguntó mi mamá que quería comer, que fuera
de mis comidas favoritas. Le dije que caldo de enfermo por favor. El caldo de
pollo con verduritas, arroz y pollo es de mis comidas favoritas en el mundo
mundial . Le digo caldo de enfermo porque eso me mandaban a hacer de comer en mi casa cuando
estaba mala de la panza, pero es una comida que me encanta en cualquier
circunstancia.
En mi otra vida,
todas las semanas hacía una olla inmensa de caldo de pollo. No es broma. El
exposo me regaló una olla industrial que tenía hasta un indicador de presión
como de autoclave a la que le cabían 25 litros
y ahí preparaba un caldo buenísimo, que luego metía en grandes
contenedores al refri para que se hiciera sólida la grasa y luego usarlo como
base para la sopa de todos los días y para cocinar de todo, a veces caldo de
enfermo, como no.
Además, me gusta
comerlo en donde lo encuentro. En algunos lugares lo llaman Caldo Cantina o
Caldo Loco y te lo traen muy elegante, con los tropiezos aparte, el caldo en
una jarrita, pero al final es la misma historia. Enfrente de la Cruz Roja hay
un par de lugares enormes que hacen muchísimos caldos de pollo. Uno es mejor
que el otro. Te ponen el caldo de pollo con lo que quieras: tlalpeño, normal con
pierna y muslo, con pechuga, con higaditos. Aparte te traen cebollita,
cilantro, chile verde y limón. Además hay quesadilla, sopes, enchiladas y
muchas cosas que nunca he comido porque voy por el caldo de pollo.
Aquí en
Musulmania no se acostumbra comer sopa, salvo addas, sopa de lentejas
descascarilladas, que por lo tanto queda como una crema de frijol más o menos,
con pedazos de pan, y se come en invierno, o sea que no hago caldo de pollo
casi. Hay unas sopas instantáneas como esas que en México venden por todos
lados y son igualmente muy populares. Aquí se llaman Indumi, allá hasta en los
puestos de la calle les dicen Maruchas: Se venden Maruchas, o Ay agua para
Maruchas (Así con doble falta de ortografía, claro). También se comen alubias,
pero se acostumbra en vez de comerlas como sopa con cuchara, mezclarlas en un
plato extendido con arroz blanco.
Total que ahí muy
de vez en cuando, si me da la nostalgia me preparo mi caldito de pollo y me lo
como yo sola, cuando no está Alarís, porque le hace el feo. Pero ahora la cosa
ha cambiado y tengo un nuevo adicto al culto a la sopa.
Resulta que
Alarís cuando se pone nerviosito le da colitis.
Aquí las ideas sobre como se curan las cosas son muy diferentes. En vez
de darte caldo de pollo o pan tostado y jugo de manzana o Gatorade, te dan jugo
de naranja y yogurt con ajo (es en serio). En el hospital, te dan arroz con
pollo- tipo paella- y un yogurt, en vez de una gelatina y un consomé con una pechuga
a la plancha. Así es. Y la medicina natural que la gente toma para el estómago
es una cucharada de lumi en agua. El lumi es una especie de limón seco, hecho
pasa y molido. Alarís se estaba
retorciendo de colitis porque traía una bronca y venga a tomar lumi, a no
desayunar ni comer, pero en la cena cuando ya le daba hambre le ponía un buen
de habanero a lo que se fuera a comer y a lo mejor se echaba un yogurt al rato.
No se estaba componiendo nada.
Lo convencí de
probar la manera mexica. Le zumbé unas buscapinas con un té de manzanilla. Le
confisqué el habanero y le preparé una olla grande de caldo de enfermo con
pollito deshebrado y arroz, zanahorias, calabacitas, papas y cilantro.
Lo probó como por hacerme el favor. Puse en el congelador un tupper grande
y dejé otro en el refri. Pues en dos días se losacabó los dos y decidió que eso
sí era la neta del planeta y claro que se compuso de la panza. Más por alejarse
del habanero que por el caldo de pollo, yo creo, pero en fin, se convirtió en
un firme creyente en los poderes curativos del caldo de enfermo. Ahí quedó la cosa.
Resulta que hace
meses escribí que a una hermana de Alarís la iban a operar para quitarle unos
tumores en el pecho. Esto fue por ahí de Octubre, con motivo del mes del cáncer
de mama. Pues hasta ahora, fines de Febrero se los quitaron. Uno de ellos,
resulta que lo tiene desde hace 20 años, pues pensó que era “normal”, hágame el
favor. El otro se lo encontraron no muy normal y le dijeron que había que
quitarlo, pero por lo visto no les corrió prisa, pues le programaron la cirugía
para Febrero. Así sin más. Pues viene a
que la operen a la Ciudad Médica que está enfrente de mi casa y es un complejo
de hospitales militares grandísimo, mismo donde fui a dar cuando me
atropellaron. Hasta me dieron escalofríos al entrar. No había vuelto desde
entonces. Vienen con ella su marido, su
hija puberta y una hermana para cuidarla. Alarís ya andaba renegando que la
hija, que qué inútil, que si ella no se podía ocupar, que si…… Le dije,
espérame tantito. La chava se ve grandota pero tiene doce años, es hija única,
la han tratado toda la vida como un bebé y por tanto, se ve como una mujer pero
es una niñita. Por supuesto que no se puede hacer ella responsable de su mamá
en un hospital público de concentración donde hay que estar truchísimo para que te atiendan, para robarte sillas de
los cubículos vacíos, para conseguir una cobija, para lo que sea. A la
escuincla le van a ver la cara seguro.
Pues total que
pasó la noche previa a la operación en el hospital ella sola, en la mañana
vinieron los acompañantes a verla entrar a la cirugía y fuimos Alarís y yo de
personal de apoyo. Cuando salió de la cirugía la recibimos en su cuarto. Me
llamó la atención que aún drogadísima y en la camilla, con gorrita de magitel y
batita de loca, traía un hijab puesto por encima de la cabeza. No le iban a
hacer la canallada de pasearla por los pasillos con la cabeza descubierta,
faltaría más. Así son aquí. Llegó al cuarto y lo primero que pidió fue
cambiarse por supuesto. La ayudaron la hermana y la hija a ponerse algo
“decente”. Yo mientras me dediqué a robar sillas de donde pude, porque
estábamos 5 visitas en un cubículo como
los del IMSS con una cama rodeada por cortina.
Es bien común que haya muchas visitas y que la gente venga de todo el
país y se quede indefinidamente interna y las visitas con ellos, porque no
tienen manera de regresar a sus pueblos, los recursos para ir y venir o para
cuidar del enfermo en su casa.
Jordania al
hacerse independiente vendió su petróleo a Estados Unidos y además hizo una
alianza política a cambio de estabilidad cambiaria. La moneda jordana es
fuertísima, pero la economía real no lo es. La realidad es que el gobierno
subsidia al 80% de la población que hace carrera militar o trabaja en algún cuerpo de policía y de esa
manera recibe un sueldo y prestaciones vitalicias, pero a la vez se mantiene a
la población controlada y pobre para que no sean una amenaza para la frágil
estabilidad política de Medio Oriente.
Es un círculo vicioso. La gente cree que el ser militar es una carrera
segura, si segura, pero muy apenas. Los hospitales militares son buenísimos,
pero están a reventar, pues la gente no tiene para atenderse de forma privada, no tiene para irse a su
casa y entonces se quedan ahí hasta que los corran.
Para no estorbar,
nos fuimos a la casa, nos llevamos a la cuñada que se iba a quedar a dormir en
el hospital, para que descansara un poco. Al estilo de acá, nadamás llegar, la
vi incómoda. Como pensaba quedarse en el hospital no había traído ropa de casa.
Les gusta ponerse pijama o pants al llegar de la calle, les choca andar
vestidos. Rápidamente le ofrecí unos pants, que se calzó feliz. No había yo
hecho nada de comer, pero felizmente tenía varias sobrinas que sacamos y nos
hicimos unos sándwiches. Luego Alarís me
dijo, como no queriendo la cosa, que si habría por ahí un poco de pollo, que si
habría forma de hacerle a la hermana malita un poco de esa sopita que……
Jajajaja! Le dije que faltaba más. Me lancé al súper de la esquina a por lo que
me faltaba e hice una ollota de caldo de enfermo. Acá también es común que la
gente lleve todo tipo de comida al hospital. Además de la que te dan ahí,
llevan picnics completos. Pues total que les puse un tupper grandote, un
cacharro eléctrico para hervir agua para calentar el caldo, en otro tupper el
pollo deshebrado y los tropiezos, unos bowls
y varias cucharas y allá fueron.
Ya se iban y Alarís dijo que tenía que comerse un poco, que si no había
tos. Pues se comieron un plato antes de irse, de lo que había quedado acá.
Al rato volvió Alarís, ahora con el cuñado y la sobrina, que ni
modo que durmieran donde. Ese cuñado es el más tradicional de los esposos de
las hermanas de Alarís. Es de lo más tímido y sé que le saca de onda
terriblemente el tener una parienta tan extraña como yo. El quedarse en mi casa le consterna. Le dije
que no muerdo, que mi casa es su casa, traté de no acercármele. Por supuesto en
la mañana salí en bata, para no ser indecente en cuanto oí que alguien estaba
levantado. Me preguntó algo que no entendí. Le pedí que me lo repitiera más
despacio. Quería saber para donde estaba algo, no sé si el hospital…. Ya
entendí. Quería saber para donde estaba la Mecca, quería rezar. Faltaba más!
Saqué el tapetito que para ese fin poseemos y le dije para donde y ya se puso
muy contento a hacer sus caravanas, mientras yo ponía el café y veía a ver que
les iba a dar de desayunar porque no tenía yo planeado recibir tanta visita, no
habían tantas provisiones. Tenía unos pocos frijoles refritos congelados, unos
bolillos igual, y algo de queso: pues molletes serían, huevos, café y té y tan
tán. Lo que había.
Les pareció bien,
y si no, lo disimularon, desayunamos y fuimos al hospital otra vez. La sobrina
se rió de mi muchísimo porque le hice una bolsita con zatar y otra con
chocolates y una notita de agradecimiento a una hermana de otro concuño que es
la encargada de la comida en el hospital y que estuvo muy al pendiente de la
hermana de Alarís. Es una niña encantadora, y a mi me gusta ser agradecida. No
tenía otra cosa que darle, y sí le quería dar las gracias de alguna manera.
Resulta, que a la
manera jordana, como iban a comer solas las hermanas de Alarís, les parecía
majadero, pues repartieron sopa por toda la sala, a todos los enfermos y
visitantes y en la mañana decían todos, ella es la que hizo la sopa de pollo.
Muy chistoso, como si hubiera mandado
algo rarísimo y no un consomé. Fue un éxito. Le digo a mis cuñadas que ya
saben, pueden poner otro negocio: un changarro de caldos. Aquí no hay crudos, pero las sopitas siempre
caen bien y yo las siento como un modo de apapacho. A lo mejor por eso me
gustan tanto. El olor de la casa a tomillo, laurel, apio y pollo, el sabor y
calor al comer el caldo, es para mi un ritual de cariño. Así me los pidió
Alarís, como un cariño para su familia y como tal me lo agradeció, innecesariamente,
pero es buen detalle.
Salam!
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