miércoles, 13 de febrero de 2019

LA HERENCIA YAKIMESHI


LA HERENCIA YAKIMESHI



Hace ya varios años, busqué trabajo en una universidad que el PPPP (inserte aquí cualquier cantidad de adjetivos que empiezan con P para el Preciso Pejelagarto, lo dejamos a gusto del consumidor, de manera Montessori),  llamaría fifí, porque me quedaba cerca, mis niños eran chiquitos y estaba cómodo. Antes había dado clases en el IPN, mientras estudiaba mi postgrado, ya que para que los compañeros no me trajeran de bajada, por fifí, estuve becada y para pagar la beca- que no solo pagaba la colegiatura, si no que te daba un sueldo para vivir mientras estudiabas, una cosa padrísima-, había que sacar buenas calificaciones y devolver a la nación algo de lo recibido dando clases. Además, fui de estas gentes a las que hablar en público era lo peor que les podía pasar, al grado de llorar cuando era mi turno en los odiosos eventos de oratoria del colegio y de darme fiebre, literal cuando tenía que hacerlo.  Por haber elegido las ciencias, tenía que exponer trabajos a manera de seminario con frecuencia y decidí que la manera de vencer el miedo era tomar el toro por los cuernos, o sea que, a dar clases y perderle el miedo al escenario. Tan se lo perdí, que luego muchos años fui speaker para la industria farmacéutica y me aventaba conferencias sin problema delante de un auditorio de tres mil personas, pero, por variar, ya se me está yendo el chivo al cerro.


Total que entré a dar clases en la H. Escuela de Medicina Fifí, en donde para mi sorpresa, había bastantes alumnos vaquetones y mañosos, a diferencia de los alumnos que había tenido en el Poli, que en general eran gente con muchos más retos, que a menudo trabajaban, estudiaban y tenían familia al mismo tiempo, no habían estudiado inglés y de todos modos se rifaban como los grandes para leer y comprender los artículos, para aprender lo que tocaba y son gente trabajadorsísima. Mis nuevos alumnos si podían se hacían mensos, entregaban unos “trabajazos” de copy-paste, traducían artículos científicos con traductores automáticos del internet y hacían ese tipo de monaduchas. Unos estuches (de monerías). Ojo, no todos. Hubo seres humanos maravillosos, gente con la que aún conservo amistades buenísimas y gente a la que admiro y que a la fecha son mis médicos de cabecera y que recomiendo a ojos cerrados. Otros, si los veo en un hospital, corro.
A causa de los mañosos y horribles, al empezar mi segundo semestre como maestra en la mentada institución, quise amedrentar un poco a mis nuevos alumnitos, para comenzar con una sana dosis de terror hacia el docente, como debe de ser. Tenía yo por entonces la a veces inútil cualidad de poseer una memoria fotográfica. Ahora de repente no me acuerdo ni si traigo ropa interior, pero entonces una Xerox me hacía los mandados.  Entonces miré con algo de atención la lista de alumnos de mi nuevo grupo. Me la guardé en la bolsa y entré al salón y pasé lista de los 34 alumnos, con nombres completos y dos apellidos de memoria sin que se me fuera uno. Claro que los aterroricé. Y les dije, así mismo, si se les ocurre por casualidad entregar un trabajo copiado, hacer un copy-paste, plagiar un párrafo de un libro o un artículo, si lo he visto, no se me va a olvidar y con la mano en la cintura los repruebo. ¿Estamos? Surtió efecto.  El único momento en el que mi acto de Bruja Escaldufa se medio tambaleó fue cuando al decir un nombre y voltear a ver quién decía “presente” casi se me sale una carcajada. La alumna en cuestión se quedó con cara de incógnita.

Ya después con más confianza me preguntó porqué me había dado risa cuando la vi y le dije que porque me la había imaginado diferente y nos morimos de risa porque le dije que en mi absoluta ignorancia y como estaba concentrada en mi acto de Malvada, en mi cabeza su imagen era 100% Takataka, me la imáginé como una niñita Japonesa siendo que sus apellidos son muy, muy judíos y su apariencia si cuadra con eso, de ahí mi risa, al darme cuenta de el tamaño de mi estupidez. El hecho de que el nombre completo con los apellidos tuviera una serie de sonidos de parejas de consonantes y vocales a mi me hizo pensar que era Oriental, por burra , tuve un hipo mental, si quieres.
            Bueno, pues esta alumna a la que quise mucho, no acabó siendo médico, no fue lo suyo, y yo no acabé en lo que estaba tampoco, pero nos hemos seguido recordando con cariño y de vez en cuando platicamos.
Un día ella vio una de mis publicaciones en Facebook sobre un viaje a Tierra Santa y me preguntó que andaba haciendo y le conté. Me dijo que un pariente suyo se dedicaba a lo mismo que yo, en Israel, que si me interesaba, me daba sus datos. Le dije que sí. Pensé que no perdía nada en hablar con él, ver si éramos de la misma mentalidad, de la misma manera de trabajar y a lo mejor podíamos hacer cosas juntos. Por ese entonces yo me acababa de salir de la agencia de viajes en la que empecé a trabajar en Musulmania, y cuando mandaba gente a Israel, o bien la llevaba yo, o la mandaba con la gente con la que trabajaba la agencia en la que estuve, que no me encantaba y tenía otro par de contactos, pero no estaba del todo contenta.

Pues resulta que ha sido una de esas “casualidades” en la vida, de las que no puedes más que dar gracias a Dios todos los días. El tío y yo nos hemos entendido de maravilla, trabajamos juntos increíble, hasta muy amigos ya somos. Lo invité con su esposa a venir a Jordania y quedarse en nuestra casa, para que conozca los lugares de los que le platico, que vea como es a donde manda a su gente, porque yo si he tenido la suerte de ir a su país, que es precioso. No hemos tenido oportunidad todavía de armar el plan, porque trabajamos mucho unos y otros, pero un día de estos se nos va a hacer.
Alarís el otro día me preguntó que desde hace cuanto conozco al tío, ya que somos tan cuates. Entre carcajadas le dije, no me lo vas a creer, pero nunca lo he visto. Nos conocemos de llamadas por teléfono, de whatsapps y correos, de que el confió en mí porque me recomendó Oyuki y yo confié en el por lo mismo y al final, hemos hecho muy buenas migas.  El le da valor agregado a los viajes que yo vendo, porque como agente en Israel es el mejor, hace los mejores tours, es mexicano como yo y por lo tanto da servicio como nos gusta y como estamos acostumbrados la gente de México- que no es baba de perico, ¿verdad que el servicio en México es el mejor del mundo?- , sabe como viajamos los latinos, se conoce Israel de arriba abajo, conoce a todo el mundo allá, sabe todos los enfoques de su país: político, cristiano, judío, musulmán, histórico y sobre todo, disfruta inmensamente lo que hace y lo transmite a la gente que tiene la suerte de viajar con el y con la gente que trabaja para él.
De manera parecida he ido haciendo mis contactos con gente en Egipto, en Líbano, en Turquía, en Omán, en los Emiratos, pero definitivamente, el tío de mi queridísima alumna- a la que por el favorzote le debo un tour gratis, que ya le ofrecí y estoy esperando que se decida a venir-, ha sido un regalazo.
El destino tiene sus maneras de ponerte en el camino a la gente que necesitas. Yo he tenido miles de ejemplos clarísimos de que así es la cosa. Me moría por venir a Jordania, desde hacía años, algo me llamaba a este lugar, pero cuando iba a venir no vine. No era el momento. Vine cuando tenía que venir para después volver, porque aquí me tocaba vivir. Encontré una familia,  un nuevo trabajo, que me encanta, en algo completamente distinto a lo que hacía y he tenido la suerte de ir coleccionando gente buena con la que trabajar para entre todos hacer un equipazo para atender a nuestra gente y que siempre se vaya contenta.
¿Qué más se puede pedir?

Salam!

Si quieres viajar para acá con nosotros, juntos o por separado, te dejo los datos:

 http://www.almarasems.com (estamos con la página en obras), pero búscame en FB o en whatsapp. 





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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...