sábado, 17 de noviembre de 2018

DE FENICIOS Y EGIPCIOS


Cuando iba en sexto de primaria me tocó estudiar historia universal. Entre las cosas que estudiamos, aprendimos sobre el antiguo Egipto y los Fenicios. Últimamente he tenido mis queveres con los descendientes de estas gentes. Quién iba a pensar.
Ahora que me dedico a los viajes y mi área de expertise es el Medio Oriente, porque vivo y trabajo allí, porque tengo amigos y conocidos en todos esos países que se dedican a lo mismo o que viven trabajando por allí y me dan todos sus tips y recomendaciones de locales, pues Egipto es uno de los destinos que más me piden y últimamente también he tenido varios encuentros con Líbano. Tengo varios buenos amigos libaneses tanto en México como en Ammán y tengo relaciones de negocios con gentes allá.  Me he acordado de mis clases de historia. Ni de broma me imaginé de niña algún día tener tantos tratos con los descendientes de los protagonistas de las lecciones.
En Egipto ha pasado lo que pasó en el sureste mexicano un poco. Una civilización que fue una potencia mundial en la antigüedad, que tuvo los avances más grandes en construcción, en astronomía, en medicina, ahora está muy venida a menos. Como país y si tienes tratos con los egipcios ves también paralelos con los mayitas. Hombre, tanto en un sitio como en el otro hay gente muy brillante, pero el general de la gente es sumamente amable, le echan ganas a las cosas, pero si se les pega el flotador. En Egipto, no es tan extraño que la selección natural haya ido hacia que la gente en general no sea tan lista. Dónde que los gobernantes se casaban entre hermanos, malo. Y luego años de colonialismo, que como en el caso de los mayitas, hicieron que aquel que pensara un poquito fuera ejecutado, pues el resultado fue que los que se reprodujeron fueron los sumisos, y los no tan listos, haciendo que la población general fuera cada vez más taruga.

Son buenísimas gentes, pero es bien fácil que te digan que “ahora sí están muy confundidos”,  que te digan que todo está bien cuando claramente tu ves que no tanto. Si les cambias un poquito el esquema de lo que piensan, se les pegan los cables durísimo. A veces es divertido, pero a veces dan ganas de ahorcarlos y hay que armarse de paciencia. Al final, gana lo buenas gentes que son, pero tienen su estilo particular. 

Lo que era Fenicia en la antigüedad hoy es Líbano. Ese país chiquito, lleno de gente aguerrida, paisajes espectaculares, guapos y guapas y ciudades preciosas. Es el más diferente de los países del Levante por varias razones. Es muy mediterráneo y Europeo. Beirut puede parecerse a Marsella o a Niza a primera vista, antes de descubrir su exoticismo árabe. Es un país que era mayoritariamente cristiano, siendo que todos los países de por acá, salvo Israel, son musulmanes. Ahora la demografía ha cambiado algo, los cristianos tienen menos hijos y los musulmanes más, pero el estado no es laico, es cristiano.  Es un país en el que a su gente le gusta la fiesta, le gusta la vida nocturna.

Como  vivo donde el aire da la vuelta, cada vez que voy a mi México el viaje representa toda una odisea. Toma mucho tiempo, dinero y esfuerzo. Hay que andar cazando por donde está barato el vuelo y hay veces que lo barato sale caro, como la vez que Air France nos hizo la juvenil de dejarnos dos días en la terminal a miles de pasajeros. Otra vez, British Airways me salió un día antes del viaje con que si iba a volar con electrónicos mayores que mi celular viniendo de medio oriente, los tenía que documentar. Ni de broma iba a meter mi compu a la maleta o sea que la tuve que dejar y andar trabajando de prestado y así me han tocado varias peripecias.
Esta vez, compré un boleto extrañísimo, porque era lo más barato, decían que podía llevar mis cosas, podía traer maleta y los horarios no estaban tan graves, solo que la ruta era un poco distinta. Volé Amman-Beirut, Beirut-Londres, Londres-México. Ahí nomás. Me hubiera gustado, ya que estábamos quedarme unos días en Líbano porque es precioso, pero si hacía parada de verdad me salía más caro el caldo que las albóndigas y entonces ni modo, ya será otra vez, y sirve que vengo con Alarís, que también tiene ganas y aprovechamos que está a una hora de Amman cuando tengamos un break de chamba y nos damos unas buenas vacaciones.
            Hace muy poco alguien me preguntó si podía yo ayudarle a ver un viaje a Líbano y si creía que era seguro y se podía venir. Me reí. No solo le puedo ayudar. Le puedo organizar el viaje completo, eso es mi mero mole, a lo que me dedico y el Medio Oriente es mi especialidad. ¿Qué si es seguro? Claro que es seguro.

            Beirut es una ciudad bien grande, muy moderna, pues el país aunque ha estado poblado desde hace miles de años  y tiene muchísima historia, ha sido país desde hace muy pocos, cuando los países árabes se repartieron en esta zona después de la primera guerra mundial. A ellos les tocó ser protectorado francés. Siendo así, y además siendo costa mediterránea, Beirut evoca una ciudad europea. Tiene un mar obscuro que cambia de tonalidades, muchas playas arenosas y otras rocosas, muchas pequeñas marinas con escolleras de piedra llenas de yates, no muy distintas de la de Saint Tropez o Antibes. Tiene altos y modernos edificios y de pronto zonas populares que se parecen a México, pues las casas están pintadas de mil colores. Todo es muy moderno, ya que Líbano tuvo muchos años de guerra en un pasado reciente. El pueblo tiene una resilencia impresionante. Nunca se dejaron amilanar y si las bombas destruían un edificio, lo reconstruían inmediatamente, por lo que la ciudad nunca dejó huecos vacíos.
Rodeado de países áridos y desérticos, el Líbano es verde. Tiene tierra muy fértil y los famosísimos bosques de cedros, de los que su gente está tan orgullosa.  Y como no. En una zona donde no hay árboles maderables, en donde hasta las puertas de los castillos tenían que hacerse de piedra y en la actualidad la mayoría de las puertas de las casas son de metal para que no se las coma el sol y las de adentro si son de madera son importadas, ellos siempre tuvieron madera, lo que los hizo la potencia marítima de la edad antigua, grandes fabricantes de barcos y navegantes.
            Tanto en un país como en el otro ha habido varias civilizaciones distintas que han dejado monumentos históricos impresionantes y mezclas de diferentes culturas en la actualidad, que vale la pena ver. En Egipto obviamente hay que ver las pirámides y los templos construidos por los mismos egipcios, pero también en Alejandría se pueden ver ruinas romanas, en Cairo hay monumentos de varias épocas posteriores, como la fortaleza de Saladino y la mezquita de Alabastro. La población egipcia es una mezcla de la mayoría musulmana, una minoría copta y otra minoría Nubia hacia el sur y hasta historia judía hay.
            En Líbano, siendo un país chiquito, hay de todo. Beirut es la ciudad más moderna y europea del Levante (Israel se cuece aparte), pero tienen impresionantes ruinas romanas en Baalbeck, ruinas fenicias en Tiro y Sidón que también luego fueron ocupadas por los romanos. Una combinación entre población árabe y antiguos castillos en Trípoli o Trablús, palacios muy árabes, reservas ecológicas, grutas que dan al mar y hasta una estación de esquí en invierno y muchos santuarios cristianos.
            Es un país que tiene de todo. Su gente tiene una manera de hablar árabe muy particular. Ya empiezo a distinguir los acentos y el libanés habla árabe como la gente de San Luis  habla el español por ejemplo. Cantado suavecito, como si preguntara y combinan una serie de expresiones en francés, ya que este es su segundo idioma.

Ahora que estuve, aunque fue de pasada, me toco que me revisaran en el aeropuerto, no una vez, tres veces y todavía en la manga del avión unos militares que checaban pasaportes me volvieron a detener.  Yo se que una señora sola que va hasta México por una ruta tan extraña y que para acabarla viaja sin equipaje, es algo sospechosa en un país como este donde siempre andan ojo de chícharo con la seguridad. En Israel me hubiera ido igual.
En el primer control me hicieron pasar mi maleta de mano dos veces por los rayos equis. Luego me dijeron que la abriera. La abrí y vieron que traía unas latas con dulces árabes para mi papá. Que las pasara solas otra vez. Las pasé. Que si podía abrir una. Todavía le dije que si quería probar. No le dio risa. Abrió, vio que eran dulces y me dijo que ya. Al llegar a las salas, otro control, misma historia de rayos equis, fuera zapatos, fuera reloj, saque todos sus electrónicos, a ver su pasaporte y tal. Llegando a la sala de abordar, a ver su pasaporte. Espéreme que le toca revisión. No es cierto, ¿Otra vez? Si y pásele a la cortina porfa. Hay unos cuartos con cortina para revisar a las señoras con burqa. Pues que me pasan ahí y viene una señora policía y me ha dado una manoseada por frente y detrás de cállate la boca.
Luego, otra vez, a la mesa, abra su maleta y su bolsa. Empiezo a sacar cosas para enseñarle y me dice: no toque nada. Traen las chivas para buscar explosivos. Prenden los aparatos, pasan el aparatejo por todas mis cosas. Y luego entre risas, me dicen, ya, ahora sí fue la última, ya puede guardar todo.
Pues no. En la manga para abordar el avión, había un azafato de Middle East Airlines, que por cierto, no está nada mal, los asientos de business son grandotes como reposets, y los normales están bien, tienen buen espacio, dan de comer bastante bien, con cubiertos de metal y todo,  pero en fin, que enseño el pasaporte y el pase de abordar. Me la arman que si tengo visa para Londres. Le dije que los mexicanos no necesitamos, que se relaje. Me dice, pues la saca cuando llegue. No me hizo caso. Eso les he notado, que no escuchan a veces. En el avión anterior le dije a un señor que estaba en mi asiento y en vez de checar me hablaba golpeado que me sentara del otro lado, que porque, que para qué quería ese. No lo quería, era el mío y por ponerse pesado si se lo cambié, faltaba más. Si me hubiera dicho, no le importa sentarse en el otro, igual y lo dejo, total era el vuelo cortito, pero como se puso gritón, fingí demencia y lo levanté. Total que paso, y a la entrada de la manga había un militar muy guapetón con uniforme de gala y otra vez el pasaporte y el boarding pass. Ve que es mexicano y con sellos de Jordania y se lo pasa a su jefe, que tenía una cara de huarache tremenda. Lo revisó, gran jeta y me lo devolvió.
Por acá los mexicanos no tenemos buena fama. O nos creen narcos o nos creen terroristas. Hay que agradecerle eso a las narco-series y a unos palestinos que hace muchos años se subieron a un avión con pasaportes falsos mexicanos y  secuestraron el vuelo. Cero chistoso.
Total, entre tanto revisadero, en una de esas dejé mi Kindle en el segundo avión, en lo que discutía por el asiento con el señor gritón. No me di cuenta y se cayó al suelo, nadie más se dio cuenta tampoco en ese momento y hasta que me revisaron en Londres noté que me faltaba.
Lo impresionante es que la gente de por acá es tan honrada, que les mandé un correo electrónico explicándoles que pasó, y de inmediato me contestaron, que en efecto, mi aparato apareció al limpiar el avión y me lo tienen en el mostrador de la línea aérea en Londres y lo puedo recoger el día que regrese o me lo mandan al aeropuerto que yo quiera. ¿Qué tal?
Me muero de ganas de volver a Líbano con más calmita. Aprovechando que acabo de cambiar de pasaporte y no tengo evidencia de haber visitado Israel. Como estos dos países se la viven a puro pleito, si tienes sellos de Israel en el pasaporte (que ya no te lo sellan) o sellos de la frontera con Israel en Jordania, que esos sí tenía, no te dejan entrar a Líbano, tristemente. Entonces habrá que ir a la brevedad, antes de volver a Israel. A Egipto también. Mis paisanos visitan Egipto seguido. Es el lugar de vacaciones buenas, bonitas y baratas para los jordanos, pero no van al Egipto lindo que los mexicanos imaginamos. Normalmente cruzan el mar rojo en Ferry y pasan un par de días en Sharm-el-Sheikh, un lugar de playa lleno de hoteles all-inclusive en la península del Sinaí. Los mexicanos solo van ahí cuando quieren ir al monasterio de Santa Catalina en donde Dios se le apareció a Moisés como arbusto en llamas. La gente que considera eso “ir a Egipto” se sorprende mucho que los mexicanos disfruten tanto visitar el país vecino. No se les ocurre que para playas tenemos las mejores del mundo en México, que a lo que vamos es a ver los templos y las ruinas maravillosas y a disfrutar de los paisajes exóticos y los magníficos museos, no a nadar en la alberca.

Los dos países son una gozada. Si no los conoces, te los recomiendo muchísimo. Si ya conoces, comparte. ¿Verdad que están increíbles?

Salam!

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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...