Cuando iba en sexto de primaria me tocó
estudiar historia universal. Entre las cosas que estudiamos, aprendimos sobre
el antiguo Egipto y los Fenicios. Últimamente he tenido mis queveres con los
descendientes de estas gentes. Quién iba a pensar.
Ahora que me dedico a los viajes y mi
área de expertise es el Medio Oriente, porque vivo y trabajo allí, porque tengo
amigos y conocidos en todos esos países que se dedican a lo mismo o que viven
trabajando por allí y me dan todos sus tips y recomendaciones de locales, pues
Egipto es uno de los destinos que más me piden y últimamente también he tenido
varios encuentros con Líbano. Tengo varios buenos amigos libaneses tanto en México como en Ammán y tengo relaciones de negocios con gentes allá. Me he
acordado de mis clases de historia. Ni de broma me imaginé de niña algún día
tener tantos tratos con los descendientes de los protagonistas de las lecciones.
En Egipto ha pasado lo que pasó en el
sureste mexicano un poco. Una civilización que fue una potencia mundial en la
antigüedad, que tuvo los avances más grandes en construcción, en astronomía, en
medicina, ahora está muy venida a menos. Como país y si tienes tratos con los
egipcios ves también paralelos con los mayitas. Hombre, tanto en un sitio como
en el otro hay gente muy brillante, pero el general de la gente es sumamente
amable, le echan ganas a las cosas, pero si se les pega el flotador. En Egipto,
no es tan extraño que la selección natural haya ido hacia que la gente en
general no sea tan lista. Dónde que los gobernantes se casaban entre hermanos,
malo. Y luego años de colonialismo, que como en el caso de los mayitas, hicieron
que aquel que pensara un poquito fuera ejecutado, pues el resultado fue que los
que se reprodujeron fueron los sumisos, y los no tan listos, haciendo que la
población general fuera cada vez más taruga.
Son buenísimas gentes, pero es bien
fácil que te digan que “ahora sí están muy confundidos”, que te digan que todo está bien cuando claramente tu ves que no
tanto. Si les cambias un poquito el esquema de lo que piensan, se les pegan los
cables durísimo. A veces es divertido, pero a veces dan ganas de ahorcarlos y hay que armarse de paciencia. Al final, gana lo buenas gentes que son, pero tienen su estilo particular.
Lo que era Fenicia en la antigüedad hoy
es Líbano. Ese país chiquito, lleno de gente aguerrida, paisajes
espectaculares, guapos y guapas y ciudades preciosas. Es el más diferente de
los países del Levante por varias razones. Es muy mediterráneo y Europeo.
Beirut puede parecerse a Marsella o a Niza a primera vista, antes de descubrir
su exoticismo árabe. Es un país que era mayoritariamente cristiano, siendo que
todos los países de por acá, salvo Israel, son musulmanes. Ahora la demografía
ha cambiado algo, los cristianos tienen menos hijos y los musulmanes más, pero
el estado no es laico, es cristiano. Es
un país en el que a su gente le gusta la fiesta, le gusta la vida nocturna.
Como
vivo donde el aire da la vuelta, cada vez que voy a mi México el viaje
representa toda una odisea. Toma mucho tiempo, dinero y esfuerzo. Hay que andar
cazando por donde está barato el vuelo y hay veces que lo barato sale caro,
como la vez que Air France nos hizo la juvenil de dejarnos dos días en la
terminal a miles de pasajeros. Otra vez, British Airways me salió un día antes
del viaje con que si iba a volar con electrónicos mayores que mi celular viniendo
de medio oriente, los tenía que documentar. Ni de broma iba a meter mi compu a
la maleta o sea que la tuve que dejar y andar trabajando de prestado y así me
han tocado varias peripecias.
Esta vez, compré un boleto extrañísimo, porque era lo más barato,
decían que podía llevar mis cosas, podía traer maleta y los horarios no estaban
tan graves, solo que la ruta era un poco distinta. Volé Amman-Beirut,
Beirut-Londres, Londres-México. Ahí nomás. Me hubiera gustado, ya que estábamos
quedarme unos días en Líbano porque es precioso, pero si hacía parada de verdad
me salía más caro el caldo que las albóndigas y entonces ni modo, ya será otra
vez, y sirve que vengo con Alarís, que también tiene ganas y aprovechamos que
está a una hora de Amman cuando tengamos un break de chamba y nos damos unas
buenas vacaciones.
Hace muy poco
alguien me preguntó si podía yo ayudarle a ver un viaje a Líbano y si creía que
era seguro y se podía venir. Me reí. No solo le puedo ayudar. Le puedo
organizar el viaje completo, eso es mi mero mole, a lo que me dedico y el Medio
Oriente es mi especialidad. ¿Qué si es seguro? Claro que es seguro.
Beirut es una
ciudad bien grande, muy moderna, pues el país aunque ha estado poblado desde
hace miles de años y tiene muchísima
historia, ha sido país desde hace muy pocos, cuando los países árabes se
repartieron en esta zona después de la primera guerra mundial. A ellos les tocó
ser protectorado francés. Siendo así, y además siendo costa mediterránea,
Beirut evoca una ciudad europea. Tiene un mar obscuro que cambia de
tonalidades, muchas playas arenosas y otras rocosas, muchas pequeñas marinas
con escolleras de piedra llenas de yates, no muy distintas de la de Saint Tropez o Antibes. Tiene altos y modernos edificios y de
pronto zonas populares que se parecen a México, pues las casas están pintadas
de mil colores. Todo es muy moderno, ya que Líbano tuvo muchos años de guerra
en un pasado reciente. El pueblo tiene una resilencia impresionante. Nunca se
dejaron amilanar y si las bombas destruían un edificio, lo reconstruían
inmediatamente, por lo que la ciudad nunca dejó huecos vacíos.
Rodeado de países áridos y desérticos, el Líbano es verde. Tiene
tierra muy fértil y los famosísimos bosques de cedros, de los que su gente está
tan orgullosa. Y como no. En una zona
donde no hay árboles maderables, en donde hasta las puertas de los castillos
tenían que hacerse de piedra y en la actualidad la mayoría de las puertas de
las casas son de metal para que no se las coma el sol y las de adentro si son
de madera son importadas, ellos siempre tuvieron madera, lo que los hizo la
potencia marítima de la edad antigua, grandes fabricantes de barcos y
navegantes.
Tanto en un país
como en el otro ha habido varias civilizaciones distintas que han dejado
monumentos históricos impresionantes y mezclas de diferentes culturas en la
actualidad, que vale la pena ver. En Egipto obviamente hay que ver las
pirámides y los templos construidos por los mismos egipcios, pero también en
Alejandría se pueden ver ruinas romanas, en Cairo hay monumentos de varias
épocas posteriores, como la fortaleza de Saladino y la mezquita de Alabastro.
La población egipcia es una mezcla de la mayoría musulmana, una minoría copta y
otra minoría Nubia hacia el sur y hasta historia judía hay.
En Líbano, siendo
un país chiquito, hay de todo. Beirut es la ciudad más moderna y europea del
Levante (Israel se cuece aparte), pero tienen impresionantes ruinas romanas en
Baalbeck, ruinas fenicias en Tiro y Sidón que también luego fueron ocupadas por
los romanos. Una combinación entre población árabe y antiguos castillos en
Trípoli o Trablús, palacios muy árabes, reservas ecológicas, grutas que dan al
mar y hasta una estación de esquí en invierno y muchos santuarios cristianos.
Es un país que
tiene de todo. Su gente tiene una manera de hablar árabe muy particular. Ya
empiezo a distinguir los acentos y el libanés habla árabe como la gente de San
Luis habla el español por ejemplo.
Cantado suavecito, como si preguntara y combinan una serie de expresiones en
francés, ya que este es su segundo idioma.
Ahora que estuve, aunque fue de pasada, me toco que me revisaran
en el aeropuerto, no una vez, tres veces y todavía en la manga del avión unos
militares que checaban pasaportes me volvieron a detener. Yo se que una señora sola que va hasta México
por una ruta tan extraña y que para acabarla viaja sin equipaje, es algo
sospechosa en un país como este donde siempre andan ojo de chícharo con la
seguridad. En Israel me hubiera ido igual.
En el primer control me hicieron pasar mi maleta de mano dos veces
por los rayos equis. Luego me dijeron que la abriera. La abrí y vieron que
traía unas latas con dulces árabes para mi papá. Que las pasara solas otra vez.
Las pasé. Que si podía abrir una. Todavía le dije que si quería probar. No le
dio risa. Abrió, vio que eran dulces y me dijo que ya. Al llegar a las salas,
otro control, misma historia de rayos equis, fuera zapatos, fuera reloj, saque
todos sus electrónicos, a ver su pasaporte y tal. Llegando a la sala de
abordar, a ver su pasaporte. Espéreme que le toca revisión. No es cierto, ¿Otra
vez? Si y pásele a la cortina porfa. Hay unos cuartos con cortina para revisar
a las señoras con burqa. Pues que me pasan ahí y viene una señora policía y me
ha dado una manoseada por frente y detrás de cállate la boca.
Luego, otra vez, a la mesa, abra su maleta y su bolsa. Empiezo a
sacar cosas para enseñarle y me dice: no toque nada. Traen las chivas para
buscar explosivos. Prenden los aparatos, pasan el aparatejo por todas mis
cosas. Y luego entre risas, me dicen, ya, ahora sí fue la última, ya puede
guardar todo.
Pues no. En la manga para abordar el avión, había un azafato de
Middle East Airlines, que por cierto, no está nada mal, los asientos de
business son grandotes como reposets, y los normales están bien, tienen buen
espacio, dan de comer bastante bien, con cubiertos de metal y todo, pero en fin, que enseño el pasaporte y el
pase de abordar. Me la arman que si tengo visa para Londres. Le dije que los
mexicanos no necesitamos, que se relaje. Me dice, pues la saca cuando llegue.
No me hizo caso. Eso les he notado, que no escuchan a veces. En el avión
anterior le dije a un señor que estaba en mi asiento y en vez de checar me
hablaba golpeado que me sentara del otro lado, que porque, que para qué quería
ese. No lo quería, era el mío y por ponerse pesado si se lo cambié, faltaba
más. Si me hubiera dicho, no le importa sentarse en el otro, igual y lo dejo,
total era el vuelo cortito, pero como se puso gritón, fingí demencia y lo
levanté. Total que paso, y a la entrada de la manga había un militar muy
guapetón con uniforme de gala y otra vez el pasaporte y el boarding pass. Ve
que es mexicano y con sellos de Jordania y se lo pasa a su jefe, que tenía una cara de huarache
tremenda. Lo revisó, gran jeta y me lo devolvió.
Por acá los mexicanos no tenemos buena fama. O nos creen narcos o
nos creen terroristas. Hay que agradecerle eso a las narco-series y a unos
palestinos que hace muchos años se subieron a un avión con pasaportes falsos
mexicanos y secuestraron el vuelo. Cero
chistoso.
Total, entre tanto revisadero, en una de esas dejé mi Kindle en el
segundo avión, en lo que discutía por el asiento con el señor gritón. No me di
cuenta y se cayó al suelo, nadie más se dio cuenta tampoco en ese momento y
hasta que me revisaron en Londres noté que me faltaba.
Lo impresionante es que la gente de por acá es tan honrada, que
les mandé un correo electrónico explicándoles que pasó, y de inmediato me
contestaron, que en efecto, mi aparato apareció al limpiar el avión y me lo
tienen en el mostrador de la línea aérea en Londres y lo puedo recoger el día
que regrese o me lo mandan al aeropuerto que yo quiera. ¿Qué tal?
Me muero de ganas de volver a Líbano con más calmita. Aprovechando
que acabo de cambiar de pasaporte y no tengo evidencia de haber visitado Israel.
Como estos dos países se la viven a puro pleito, si tienes sellos de Israel en
el pasaporte (que ya no te lo sellan) o sellos de la frontera con Israel en
Jordania, que esos sí tenía, no te dejan entrar a Líbano, tristemente. Entonces
habrá que ir a la brevedad, antes de volver a Israel. A Egipto también. Mis
paisanos visitan Egipto seguido. Es el lugar de vacaciones buenas, bonitas y
baratas para los jordanos, pero no van al Egipto lindo que los mexicanos imaginamos.
Normalmente cruzan el mar rojo en Ferry y pasan un par de días en
Sharm-el-Sheikh, un lugar de playa lleno de hoteles all-inclusive en la
península del Sinaí. Los mexicanos solo van ahí cuando quieren ir al monasterio de Santa Catalina en donde Dios se le apareció a Moisés como arbusto en llamas. La gente que
considera eso “ir a Egipto” se sorprende mucho que los mexicanos disfruten
tanto visitar el país vecino. No se les ocurre que para playas tenemos las
mejores del mundo en México, que a lo que vamos es a ver los templos y las
ruinas maravillosas y a disfrutar de los paisajes exóticos y los magníficos
museos, no a nadar en la alberca.
Los dos países son una gozada. Si no los conoces, te los
recomiendo muchísimo. Si ya conoces, comparte. ¿Verdad que están increíbles?
Salam!