REGIO NUEVO LEÓN
Por trabajo fui a Monterrey
muchas veces y siempre me ha gustado mucho. A mucha gente no se le viene a la
mente como destino turístico. Si como capital económica y cultural, si como
destino educativo y de trabajo, pero no tienen ni idea de la cantidad de cosas
que hay para ver y hacer en Nuevo León.
En uno de esos viajes de trabajo, hojee un libro de estos de fotos
lindas y me entró el gusanito de conocer más de los alrededores de Monterrey.
Armada con el México Desconocido, que si de casualidad no conoces, te
recomiendo muchísimo, me empecé a soñar un viaje increíble. Me llaman
particularmente sus cerros. Algo tengo yo con las montañas, que me fascinan. En
uno de esos viajes con mis hijos, el destino fue Nuevo León. Otra vez íbamos
mis hijos y yo, mi hermana y sus hijos. Volamos a Monterrey y en el aeropuerto
nos recogió personal de Adriana Jacobo, que tiene una empresa de turismo de
aventuras que contacté a través de la revista. Nos llevaron directamente a la
Sierra de San Pedro, dentro del Parque Nacional, entre las montañas. Habían
pactado con una familia que tiene una ranchería allí para que nos dejaran
dormir en un pequeño establo. Ellos llevaban catres de campaña, sleeping bags,
y todo lo necesario para las aventuras de cañonismo que íbamos a hacer durante
los siguientes dos días. Estábamos en un sitio dejadísimo de la mano de Dios,
donde no había nadie cerca, más que la dueña de la ranchería y sus gallinas y
un poco más allá otra ranchería parecida donde tenían cabras, en lugar de
pollos. El paisaje es precioso, y de
noche, por la falta de luz, se pueden apreciar las estrellas muy bien, de tal
suerte que sacamos los catres del establo y dormimos afuera. A la mañana
siguiente temprano, desayunamos, nos repartieron unos trajes de neopreno, nos
pusimos repelente de mosco y bloqueador, tennis y salimos hacia El Chipitín, que
es un cañón donde se hace rappel y se baja por un río , usando algunas piedras
como tobogán, y al final hay una bajada muy grande, una cascada, que bajas a
rappel muchos metros y es lindísimo. La gente con la que íbamos era muy
profesional, ellos cargaban todos los equipos, las cuerdas, hacían los nudos y
nos daban todas las indicaciones para que nosotros solamente lo pasaramos bien.
Al terminar, la pequeña laguna donde baja la cascada está en una depresión del
terreno, o sea que hay que subir caminando un cerro grande. El día anterior nos
habían preguntado quién quería salir caminando o si alguien iba a necesitar una
mula. Alguno de los niños pidió mula y algunos no. Al final, todos se
arrepintieron de no haber pedido, ya venían cansados pero ni hablar. Mi hermana,
que en un viaje anterior había descubierto que tiene vértigo y no es muy
atlética dijo que ella se quedaba con los pollos, que no tenía ninguna gana de
despeñarse todo el día por los acantilados y que si acaso, nos alcanzaba con
las mulas al final pera vernos llegar. Yo también sospecho que pensaba que
alguien tenía que ser el adulto responsable, visto que yo estaba como chiva
loca igual que los niños. Total se quedó leyendo y descansando y cuando fue la
hora, un escuincle que estaba a cargo de las mulas, fue por ella para llevarla
a la cascada. La montó en una mulita minúscula y la bajó por unas veredas
estrechas y empinadas, mientras le decía, “Cuidado no se ladee, no la vaya a
volcar a la mula”, jajajaja. Para el vértigo de la pobre mujer, creo que su
paseo en mula fue bastante del terror. Nosotros lo pasamos bomba. Llegamos a la
ranchería agotados, mugrosos y contando mil aventuras y habiéndolo pasado
padrísimo. Los niños todavía tuvieron energía para corretear a los pollos y
misteriosamente uno “se murió. Quién sabe que le pasó, Ma”. Se veía
sospechosamente aplastado por algún niñosaurio incauto…Al día siguiente fuimos
a Hidrofobia, otro cañón, dentro de la misma sierra, que trae más agua. Allí
rapeleamos un poco, pero la mayoría de las bajadas las hicimos saltando desde
las rocas hacia el agua, echando clavados de soldadito. Estuvo increíble. Otra vez mi hermana se fue con los refuerzos
que nos recogieron al final y estaba esperándonos muerta de risa, porque en el
lugar había varios grupos de regios haciendo días de campo y todos decían que
“Está con madres!” y por eso se reía.
De allí fuimos a las grutas de San Pedro, llenas de estalactitas y
estalagmitas, muy interesantes. Fuimos a un parquecito zoológico que hay por
allí cerca donde te dejan acercarte mucho a los animales y está muy lindo.
Llegamos a Monterrey hechos una desgracia, todos mugrosos pero muy
felices. Nos hospedamos en un buen hotel, por supuesto con vista a los cerros,
nos bañamos rico, ya bien vestidos comimos riquísimo, de esas famosas carnes
asadas y cabritos de Monterrey.
Hay tanto que ver en la Sultana del Norte, que podrías
entretenerte durante días. Hay lagunas donde se puede pescar, hay bosques
cercanos, hay muy buenas galerías. El planetario Alfa está muy bien puesto, hay
buenos parques, pero los niños quisieron ir al parque de Plaza Sésamo dentro del Parque Fundidora y pues eso hicimos. Fundidora tiene espacios para niños, para
grandes, para pasear, para aprender, para hacer deporte.
La gente de Monterrey es brusca, gritona, pero fiestera y amable.
Sin conocer, muchos piensan en Monterrey solo como la gran ciudad
del norte del país, como potencia económica y no como destino turístico. Es una
gozada, tanto la ciudad como sus alrededores, con mucho por descubrir y disfrutar.
Mi abuelita, cuando algo de comer le gustaba, decía “Hijita, te
quedó Regio”, refiriéndose a propio de reyes,
y lo mismo puede decirse de Nuevo León, como la gente de Monterrey, es
muy Regio!