miércoles, 28 de marzo de 2018

REGIO NUEVO LEÓN
 Por trabajo fui a Monterrey muchas veces y siempre me ha gustado mucho. A mucha gente no se le viene a la mente como destino turístico. Si como capital económica y cultural, si como destino educativo y de trabajo, pero no tienen ni idea de la cantidad de cosas que hay para ver y hacer en Nuevo León.



En uno de esos viajes de trabajo, hojee un libro de estos de fotos lindas y me entró el gusanito de conocer más de los alrededores de Monterrey. Armada con el México Desconocido, que si de casualidad no conoces, te recomiendo muchísimo, me empecé a soñar un viaje increíble. Me llaman particularmente sus cerros. Algo tengo yo con las montañas, que me fascinan. En uno de esos viajes con mis hijos, el destino fue Nuevo León. Otra vez íbamos mis hijos y yo, mi hermana y sus hijos. Volamos a Monterrey y en el aeropuerto nos recogió personal de Adriana Jacobo, que tiene una empresa de turismo de aventuras que contacté a través de la revista. Nos llevaron directamente a la Sierra de San Pedro, dentro del Parque Nacional, entre las montañas. Habían pactado con una familia que tiene una ranchería allí para que nos dejaran dormir en un pequeño establo. Ellos llevaban catres de campaña, sleeping bags, y todo lo necesario para las aventuras de cañonismo que íbamos a hacer durante los siguientes dos días. Estábamos en un sitio dejadísimo de la mano de Dios, donde no había nadie cerca, más que la dueña de la ranchería y sus gallinas y un poco más allá otra ranchería parecida donde tenían cabras, en lugar de pollos.  El paisaje es precioso, y de noche, por la falta de luz, se pueden apreciar las estrellas muy bien, de tal suerte que sacamos los catres del establo y dormimos afuera. A la mañana siguiente temprano, desayunamos, nos repartieron unos trajes de neopreno, nos pusimos repelente de mosco y bloqueador, tennis y salimos hacia El Chipitín, que es un cañón donde se hace rappel y se baja por un río , usando algunas piedras como tobogán, y al final hay una bajada muy grande, una cascada, que bajas a rappel muchos metros y es lindísimo. La gente con la que íbamos era muy profesional, ellos cargaban todos los equipos, las cuerdas, hacían los nudos y nos daban todas las indicaciones para que nosotros solamente lo pasaramos bien. Al terminar, la pequeña laguna donde baja la cascada está en una depresión del terreno, o sea que hay que subir caminando un cerro grande. El día anterior nos habían preguntado quién quería salir caminando o si alguien iba a necesitar una mula. Alguno de los niños pidió mula y algunos no. Al final, todos se arrepintieron de no haber pedido, ya venían cansados pero ni hablar. Mi hermana, que en un viaje anterior había descubierto que tiene vértigo y no es muy atlética dijo que ella se quedaba con los pollos, que no tenía ninguna gana de despeñarse todo el día por los acantilados y que si acaso, nos alcanzaba con las mulas al final pera vernos llegar. Yo también sospecho que pensaba que alguien tenía que ser el adulto responsable, visto que yo estaba como chiva loca igual que los niños. Total se quedó leyendo y descansando y cuando fue la hora, un escuincle que estaba a cargo de las mulas, fue por ella para llevarla a la cascada. La montó en una mulita minúscula y la bajó por unas veredas estrechas y empinadas, mientras le decía, “Cuidado no se ladee, no la vaya a volcar a la mula”, jajajaja. Para el vértigo de la pobre mujer, creo que su paseo en mula fue bastante del terror. Nosotros lo pasamos bomba. Llegamos a la ranchería agotados, mugrosos y contando mil aventuras y habiéndolo pasado padrísimo. Los niños todavía tuvieron energía para corretear a los pollos y misteriosamente uno “se murió. Quién sabe que le pasó, Ma”. Se veía sospechosamente aplastado por algún niñosaurio incauto…Al día siguiente fuimos a Hidrofobia, otro cañón, dentro de la misma sierra, que trae más agua. Allí rapeleamos un poco, pero la mayoría de las bajadas las hicimos saltando desde las rocas hacia el agua, echando clavados de soldadito. Estuvo increíble.  Otra vez mi hermana se fue con los refuerzos que nos recogieron al final y estaba esperándonos muerta de risa, porque en el lugar había varios grupos de regios haciendo días de campo y todos decían que “Está con madres!” y por eso se reía.

De allí fuimos a las grutas de San Pedro, llenas de estalactitas y estalagmitas, muy interesantes. Fuimos a un parquecito zoológico que hay por allí cerca donde te dejan acercarte mucho a los animales y está muy lindo.
Llegamos a Monterrey hechos una desgracia, todos mugrosos pero muy felices. Nos hospedamos en un buen hotel, por supuesto con vista a los cerros, nos bañamos rico, ya bien vestidos comimos riquísimo, de esas famosas carnes asadas y cabritos de Monterrey.
Hay tanto que ver en la Sultana del Norte, que podrías entretenerte durante días. Hay lagunas donde se puede pescar, hay bosques cercanos, hay muy buenas galerías. El planetario Alfa está muy bien puesto, hay buenos parques, pero los niños quisieron ir al parque de Plaza Sésamo  dentro del Parque Fundidora  y pues eso hicimos.  Fundidora tiene espacios para niños, para grandes, para pasear, para aprender, para hacer deporte.

La gente de Monterrey es brusca, gritona, pero fiestera y amable.
Sin conocer, muchos piensan en Monterrey solo como la gran ciudad del norte del país, como potencia económica y no como destino turístico. Es una gozada, tanto la ciudad como sus alrededores, con mucho por descubrir y disfrutar.

Mi abuelita, cuando algo de comer le gustaba, decía “Hijita, te quedó Regio”, refiriéndose a propio de reyes,  y lo mismo puede decirse de Nuevo León, como la gente de Monterrey, es muy Regio!

lunes, 26 de marzo de 2018

LA DEFECTUOSA CDMX

            Mi Ciudad….. Tengo con la Ciudad de México una relación completamente bipolar. La quiero con pasión y locura desenfrenada y a la vez miento madres por todos mis poros seguido cuando estoy allí.  Es como el arte, siempre inspira emociones. No siempre positivas, pero no te deja el corazón indiferente nunca.

            Que ganas tengo en esta primavera de correr por Reforma y ver las jacarandas. Por primera vez en mi vida yo creo, me las voy a perder. Me gustan tanto que en mi sala en Amman, tengo enmarcada una foto grandota de una jacaranda en flor.  Extraño lo verde de mi Ciudad, si bien aquí la primavera está con todo. Mi mamá siempre ha sido una entusiasta de las plantas y se sabe los nombres de todas, o a lo mejor los inventa y mis hermanos y yo le creemos, pues ni modo que no. Entonces va por la calle diciendo “Mira como están las jacarandas, y los colorines. Esos truenos han crecido mucho. El vecino cambió los agapandos de sus macetas. Los de la luz deberían de podar los fresnos de por tu casa, porque luego tiran los cables con el aire….” Y así se va como hilo de media. Nosotros no nos acordábamos como se llamaba ningún triste árbol y entonces para darle la lata yo le decía, “Ya viste como están de verdes los chopitos?” Pues ahora extraño los chopitos carambas.


            Me encanta de mi Ciudad su historia, que puedes admirar fácil, pues esta llena de edificios bien conservados y de museos muy bien puestos y curados al alcance de todos. Me fascina levantarme temprano los fines de semana, o más bien, como no puedo dormir hasta tarde, me gusta salir a aprovechar el insomnio- y correr por Reforma hasta la plancha del zócalo y ver salir el sol allí. Ver los edificios del cuadro central cuando hay poca gente, babosear por las calles del centro admirando los edificios históricos, los herrajes, meterme a ver correos, tomarle una foto a Bellas Artes, pasar por el edificio de los Azulejos…
 Disfruto muchísimo sus parques, el bosque de Chapultepec con sus lagos, el Castillo, los caminos para correr y andar en bici, el zoológico; los parques de Polanco, de la Condesa, los viveros de Coyoacán, el bosque de Tlalpan, los dinamos, el Desierto de Los Leones, Xochimilco, Milpa Alta, las rutas de bici dentro de Ciudad Universitaria, y todas las áreas verdes que tenemos. Los parques de diversiones y museos para los niños. La diversa y grandísima oferta gastronómica, desde restaurantes de estrellas Michelin, hasta los changarros callejeros más hechizos, pero cada uno con su encanto, su sabor y su sazón y para todos los gustos y presupuestos hay cosas deliciosas.  En la CDMX puedes encontrar buenos restaurantes de muchísimas cocinas del mundo. Muchas de ellas adaptadas y tropicalizadas a nuestro gusto, como la comida japonesa en la que la soya se mezcla con limón y chiles toreados y mucha muy auténtica como la comida coreana de la zona rosa. Nuestros mercados tienen un exceso de colorido y de sabores. En la CDMX puedes encontrar de todo, cosa de buscarlo.  Hay miles de cosas que hacer, ópera, teatro, conciertos, ballet, exposiciones de arte,  lucha libre, deportes, clases, cursos. Universidades y escuelas. Tiendas de lo que quieras, desde las boutiques elegantes y caras de Masaryk o Alta Vista y los centros comerciales grandes hasta las tiendas de siempre en el centro y las misceláneas de la esquina, los mercados de artesanía, las tiendas de cosas orgánicas y los puestos de hierberos. En un mismo día puedes ver como en una película de Fellini una feria armada al aventón en una calle de Tepito mientras pasan gentes vendiendo pizzas en mochilas con logotipo de Domino’s y se vende la fayuca más diversa mientras se cobran cuatro pesos por usar el baño con papel o Sección, a gusto del usuario y en la tarde puedes ir a una fiesta elegantísima en un fraccionamiento con club de Golf al que se entra por un túnel como a Narnia . Es como un cuadro de Dalí, pero todo cabe dentro de mi Ciudad.

            También tiene su lado obscuro, como no. La inseguridad. Los tráficos espantosos que hacen que llegues siempre antes de tiempo o gastes dos horas en ir a cualquier parte, el estado de las calles todas siempre llenas de baches y hoyos. Los enormes topes. Los policías mordelones, o los que “dirigen el tráfico” abanicando con la mano y causan más problemas viales y el caos de tener a tanta gente en un mismo lugar.

            Le pregunté a Alaris su opinión, como extranjero, como alguien que la vio por primera vez, qué le llamó la atención. A lo mejor yo tengo a mi Ciudad muy vista y el ve cosas que yo no veo. He oído que le platica a quien pregunta, lo primero sobre el enorme tamaño de la CDMX, sobre lo verde que es, lo ordenadas que son las calles en las colonias residenciales, lo amable que es la gente. Le llamó mucho la atención la música que oyes en todas partes. Decía, ¿cómo hasta en la farmacia hay música? La botarga bailadora le pareció loquísima. Y si, en la farmacia, en el mercado, en el camión, en el metro….. Le gustó el sistema de transporte público si bien le pareció insuficiente. El estado de las calles le pareció increíble. Ya le había yo platicado, un día que se quejó de un mini bache en Amman que tardaron un día en arreglar. Le dije, “Uuuuy, ya verás lo que es amar a Dios en tierra de Apaches, ahora que conozcas México”.  Creyó que estaba exagerando. Cuando vio las trincheras que hay en México y eso que no era época de lluvias, casi le da un ataque. Se lo dije. Los precios de los estacionamientos y el hecho de que haya que pagar para estacionarse en todas partes le pareció un abuso, y bien mirado si lo es. Los parquímetros le parecieron una magnífica idea, si se usara el dinero para arreglar las calles, pero ya vio de que pata cojea nuestro gobierno. Dice que lo que más le gustó es la gente, la amabilidad de los mexicanos y el colorido. Que es un lugar impresionante y lleno de vida.  Viva México!

sábado, 24 de marzo de 2018

De un lado a otro
            Siempre me gustó viajar. Desde niña me daba emoción la posibilidad de ir a cualquier parte. Desde el momento de la planeación, el conseguir el equipo necesario para el viaje, que si la ropa para la playa, las botas para montar, los abrigos para el frío o lo que hiciera falta, ya fuera comprado, prestado u herencia de algún pariente mayor, no importaba era parte de la diversión. Mi papá gozaba bromeando con mis hermanos y conmigo siempre, diciendo que las vacaciones se habían cancelado, que los boletos habían tenido un problema de última hora o alguna cosa. Mi mamá nunca ha sabido viajar ligero. Viene de una familia muy grande y por lo mismo, el desplazarse en manada le parece lo más natural. Se me hace que en otra vida fue gitana o dirigió una caravana del desierto o una expedición marítima, porque lo suyo es cargar con todas sus posesiones, con varios parientes adicionales y con lo que se pueda cada vez que va a viajar. Las recientes restricciones impuestas por las líneas aéreas le han venido a perjudicar bastante el estilo particular que tiene de desplazarse, si bien, no mucho. Viaja con suficientes cambios de ropa para cualquier situación, regalos de todo tipo para conocidos y desconocidos, ropa para todo tipo de clima, sin importar mucho el destino a donde se dirija, porque, uno nunca sabe, pero lo que si sabe es disfrutar mucho de los viajes y yo creo que a ella le aprendí esa maña.

            He tenido la fortuna de poder viajar muchísimo, por placer, por locura, por trabajo, por situaciones de vida. Durante mi vida adulta he asistido a muchísimas terapias y varios terapeutas me han dicho que las “fugas geográficas” son ganas de no estar en la situación en la que vivimos, tratar de evadir la realidad y quién sabe que más tarugadas. Se me hace que la cosa no va por ahí. A mi la posibilidad de descubrir algo nuevo, de buscar aventuras, de llenarme los sentidos con sensaciones distintas, el conocer historias de lugares diferentes, el probar sabores de tierras lejanas, oír músicas y sonidos ajenos y llenarme de recuerdos para siempre, me fascina, aunque tenga que volver a mi vida de siempre. No es voluntad de evasión, si no sed de aventura y curiosidad por conocer. No importa si es cerca o lejos. Si es frío o tropical. Si es un viaje elegantísimo o un campamento de lo más roñoso, siempre hay algo bonito, una anécdota que vale la pena, una vista inolvidable o un sabor delicioso. 
      Ahora además tengo la suerte de trabajar en turismo, dentro de mi país adoptivo llevando gente a conocer, organizando viajes de sueño para otros y promocionando mi México a la gente de por aquí q viven lampareados con Cancun y es su máxima ilusión. Me encanta soñar aunque sean sueños ajenos y ver a la gente feliz planeando un viaje y saberlos contentos al final del mismo.

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viernes, 23 de marzo de 2018

LINDA OAXACA
Oaxaca y Chiapas tienen lugar muy especial para mí. Por ser de los lugares más lindos de México, con más diversidad cultural y pueblos indígenas, con más artesanía, con una riqueza cultural e histórica tremenda y una belleza natural que deja con la boca abierta, pero a la vez son los estados económicamente más pobres y con minorías étnicas más olvidadas y discriminadas. En este primer viaje decidí llevar a Alaris a Oaxaca, y el estuvo de acuerdo, además me había oído hablar recientemente mucho de Oaxaca, tristemente por el sismo, el huracán, los maestros y todas las cosas difíciles que le han sucedido a los oaxaqueños recientemente y por el queso. Los quesos jordanos son inmundos y suspiro por el quesillo oaxaqueño. Entonces pues, siendo que a Alaris le gusta manejar, que todavía tenía mi poderoso cochecito mexicano y que estábamos en Puebla, agarramos monte y nos seguimos para Oaxaca. Está lejos, pero la carretera es buena y tiene unas vistas de las sierras preciosas. Alaris no daba crédito. En Jordania hay unos paisajes muy lindos en las carreteras, pero generalmente áridos, entonces las montañas cubiertas de bosques o de saguaros y agaves con nubes cargadas y bajas y cielos azules a cada vuelta de camino, con algún volcán al fondo lo tenían lampareado.
Catedral de Oaxaca

Llegamos a Oaxaca capital como a medio día. Como el viaje era Montessori, de hacer lo que quisiéramos, ni siquiera había hecho reservación de nada, ni tour, pues yo ya conocía, o sea que lo primero fuimos a buscar un hotel céntrico, bueno, bonito y de buen precio y a dejar las cosas. Como habíamos hecho bastante camino, decidimos dedicar ese día a la ciudad y dejar para después los alrededores. Nos instalamos y salimos a caminar por el andador turístico que nos llevó desde la plaza de Santo Domingo con su impresionante iglesia, por cierto cerrada salvo a las horas de misa, cuando se supone que no debe uno de turistear- a lo mejor en la mañana se puede, pero pues ni modo, nos metimos dizque a misa para ver la iglesia por dentro-, su jardín etnobotánico, sus vendedores de artesanía afuera, por la calle peatonal hasta el zócalo, donde vimos la catedral, los vendedores de elotes, esquites, globos, músicos con marimbas, árboles gigantescos, gentío vendiendo y comprando de todo, tanto turistas como locales y seguimos andando frente al Carmen bajo hacia los mercados. Yo ya me moría de hambre o sea que le dije a Alaris, que primero comiéramos algo y luego siguiéramos turisteando. El no es bueno para comer. No le gustan muchas cosas y además tiene pésima dentadura, por lo que cualquier cosa muy dura, muy ácida o muy caliente o fría le lastima los dientes. Como ya se conoce, ya se había comido un par de latas de atún, pero yo ya le estaba viendo cara de pavo navideño a los niños de la calle. Fuimos pues al mercado 20 de Noviembre, donde hay puros puestos de comida. De entrada hay señoras que venden todos tamaños de chapulines con tortillas recién hechas. A Alaris le parece una abominación que comamos insectos. Le di a probar sal de gusano un día y casi me retira el saludo y me dijo que no iba a volver a confiar en mí para la comida nunca. Los chapulines no los quería ni voltear a ver. Fuimos al ahumadero, un pasillo donde se venden distintos tipos de carne: tasajo, cecina, chorizo, tripa y ubre y te la asan ahí mismo, te venden distintas verduras o salsas para acompañar y tortillas recién hechas. Nos sentamos y pedimos tasajo de res, que es una carne muy delgadita, con aguacate, cebollas y chiles asados, tortillas. Mientras comíamos pasaban vendedores de artesanías de todo tipo, turistas. Le gustó la comida y el folclor. A mi me supo a gloria. Saliendo de allí paseamos por el mercado Benito Juárez, que está al lado y tiene artesanía típica oaxaqueña: barro negro, alebrijes, juguetes mexicanos como baleros y trompos, dulces mexicanos, artículos de cuero, zapatos, trajes de tehuana, sombreros, huaraches, papel amate, palitas de madera, molcajetes, ligas y listones para el pelo, brujerías, hamacas….. Una gozada. Regresamos caminando hacia las plazas y entramos a varias tiendas y galerías a babosear, a ver los cuadros, las hamacas, el arte hecho con mata-arboles, etc. En una esquina, había unos tranvías y unos gritones que estaban juntando gente para hacer un tour de la ciudad en un tranvía de dos pisos, tipo turibus. Nos apuntamos y nos subimos al segundo piso para ver mejor, solamente había que tener algo de cuidado de pronto con las ramas bajas de los árboles. Nos llevaron por toda la ciudad, enseñándonos los edificios importantes: otra vez la catedral, los templos importantes, la casa de la infancia de Don Porfirio Díaz, la casa de las Ciencias, la antigua escuela de Medicina, la antigua estación de Ferrocarril, el Teatro Macedonio Alcalá, la iglesia de Los Remedios, los diferentes barrios, los parques, los mercados, las escuelas, el auditorio de la Guelaguetza, la fuente de las etnias oaxaqueñas…. Cerca del final del recorrido pasamos por nuestro hotel, hicimos esquina bajan y nos quedamos allí a descansar un rato. Más tarde, armados con sendas chamarras, pues hacía aire frío, volvimos a salir a caminar, a comer elotes asados y cocidos en la calle, a tomar algo en un bar, y a cenar y nos fuimos a dormir temprano con los ojos y el corazón llenos de los colores de Oaxaca.
Chapulines, en el Mercado

Al día siguiente muy temprano nos levantamos, porque yo tenía planeado un itinerario llenísimo para conocer los alrededores de Oaxaca. Fuimos primero a desayunar el típico chocolate oaxaqueño, hecho con molinillo en agua y en leche, con el típico pan de yema,  a Mayordomo, con unas enfrijoladas y quesadillas de hongos. Una vez con el combustible necesario, emprendimos viaje hacia Monte Albán. Hacía un frío terrible, era muy temprano y el frente frío no ayudaba. Llegamos y había muy poca gente, pudimos recorrer el sitio arqueológico muy rápido y fácil. Había unas vistas impresionantes del valle de Oaxaca.  Monte Albán, si no conoces está casi dentro de la ciudad de Oaxaca, es un complejo de ruinas muy bien conservadas que consta de varios templos, observatorios y edificios, muchas tumbas, construidos por zapotecas a lo largo de muchos años, y luego fueron utilizados por los mixtecas. Están rodeados de varios asentamientos menores, pero está sobre un monte desde donde hay unas vistas espectaculares.




Monte Albán


 De allí tomamos la carretera de los caminos del mezcal, que va hasta Hierve el Agua y pasa por Mitla, por varias otras ruinas, por varias mezcalerías, por los pueblos donde hay las típicas artesanías y se puede ver como las hacen- en Teotitlán los tapetes pintados con pigmentos naturales, los alebrijes, el barro negro, por El Tule.  Primero nos detuvimos en una de las muchas mezcalerías para que Alaris pudiera ver el proceso de elaboración del mezcal. Unos chavos muy amables le explicaron las distintas variedades de agave, desde el espadín azul típico hasta las variedades silvestres con las que se hacen los mezcales más artesanales y caros, le mostraron el proceso de jima, las piñas verdes, el horno donde se ahúman, y le dieron a probar pedazos de piña ahumada, luego vimos el molino donde se exprimen las piñas para hacer pulpa, los tanques donde esta se fermenta, los alambiques donde se destila el mezcal y las barricas donde se añeja. Finalmente le dieron a probar de varios mezcales y yo me morí de risa de las caras y las sacudidas después de cada trago. Siendo musulmán, Alaris nunca toma alcohol, en el Islam, beber es haram, pecado, por lo tanto no tiene costumbre y el mezcal, así como para principiantes, no es. Dice que le gusta y está rico, pero lo vi sacudirse como almeja con limón. Agradecimos la visita, repartimos propinas y seguimos adelante.
Prensa de Mezcal

Fuimos a Mitla, importante asentamiento mixteco, famoso por los frisos con grecas que está sobre la misma carretera. Los colonizadores construyeron una iglesia sobre el mismo sitio y el contraste entre las dos construcciones yuxtapuestas es muy lindo. De allí nos seguimos hacia las cascadas petrificadas de Hierve el Agua.  De camino nos detuvimos en una fábrica de textiles para ver como tejen los tapetes en telares de cintura y en telares de pedales, de modo que ya no fuimos a Teotitlán, donde se elaboran tapetes tradicionalmente. El acceso a la autopista estaba en obra y una señora muy amable nos dijo que ni tenía caso rodear para llegar a la autopista que mejor nos fuéramos por el pueblo de enfrente y de igual forma llegaríamos. Zas! El camino que nos sugirió era un camino de terracería malísimo, empinadísimo y lleno de piedras como de 14 kilómetros, pero en el que no se puede ir a más de 10 km/h, o sea que tardamos un rato.  Hierve el Agua se llama así, porque el manantial de aguas minerales salen de la tierra a borbotones, con burbujas, de modo que parece que hierve el agua, pero no es así, no está caliente. Las aguas tienen alto contenido de sales sulfurosas por lo que dejan un rastro petrificado muy lindo. Se puede caminar por varios senderos para verlas desde varios  ángulos. Nos comimos unas frutas con chile y agarramos el camino bueno ahora sí, de regreso. En el camino, pasamos a Santa María del Tule, a ver el famoso árbol del Tule. El árbol tiene entre 2000 y 3000 años y es gigantesco, en el atrio de una iglesia. Hay siempre niños “guías” que ayudados por un espejito o ahora un láser, señalan formaciones en el tronco y las ramas para ver formas, a cambio de una propina voluntaria: que si el elefante, el gorila, el copete de Peña Nieto….. Llegamos de vuelta a Oaxaca tarde, cansados y felices, de nuevo a comer riquísimo en el mercado y nos fuimos a bañar y a descansar al hotel. Más tarde volvimos a salir a pasear y comer elotes y helados.
Mitla

            Me encanta enseñar mi país, lo hago con mucho orgullo, pero hay ciertas cosas que me duelen y a los extranjeros les parecen tristes e increíbles, como las telesecundarias de dos por dos en los pueblitos, los centros de salud mínimos y las poblaciones dejadas de la mano del gobierno en un lugar tan rico, donde la gente es a la vez tan pobre.
Hierve el Agua

            Conoce Oaxaca, o vuelve de visita. Es un lugar del que siempre regresas con el alma llena de coloridos, sabores y sonidos  y aunque no compres nada físico- que está difícil, seguro se te pega aunque sea un atrapa-novios, siempre traes recuerdos…..


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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...