LINDA OAXACA
Oaxaca y Chiapas tienen lugar muy especial para mí. Por ser de los
lugares más lindos de México, con más diversidad cultural y pueblos indígenas,
con más artesanía, con una riqueza cultural e histórica tremenda y una belleza
natural que deja con la boca abierta, pero a la vez son los estados
económicamente más pobres y con minorías étnicas más olvidadas y discriminadas.
En este primer viaje decidí llevar a Alaris a Oaxaca, y el estuvo de acuerdo,
además me había oído hablar recientemente mucho de Oaxaca, tristemente por el
sismo, el huracán, los maestros y todas las cosas difíciles que le han sucedido
a los oaxaqueños recientemente y por el queso. Los quesos jordanos son inmundos
y suspiro por el quesillo oaxaqueño. Entonces pues, siendo que a Alaris le
gusta manejar, que todavía tenía mi poderoso cochecito mexicano y que estábamos
en Puebla, agarramos monte y nos seguimos para Oaxaca. Está lejos, pero la
carretera es buena y tiene unas vistas de las sierras preciosas. Alaris no daba
crédito. En Jordania hay unos paisajes muy lindos en las carreteras, pero
generalmente áridos, entonces las montañas cubiertas de bosques o de saguaros y
agaves con nubes cargadas y bajas y cielos azules a cada vuelta de camino, con
algún volcán al fondo lo tenían lampareado.
Catedral de Oaxaca
Llegamos a Oaxaca capital como a medio día. Como el viaje era
Montessori, de hacer lo que quisiéramos, ni siquiera había hecho reservación de
nada, ni tour, pues yo ya conocía, o sea que lo primero fuimos a buscar un
hotel céntrico, bueno, bonito y de buen precio y a dejar las cosas. Como
habíamos hecho bastante camino, decidimos dedicar ese día a la ciudad y dejar
para después los alrededores. Nos instalamos y salimos a caminar por el andador
turístico que nos llevó desde la plaza de Santo Domingo con su impresionante
iglesia, por cierto cerrada salvo a las horas de misa, cuando se supone que no
debe uno de turistear- a lo mejor en la mañana se puede, pero pues ni modo, nos
metimos dizque a misa para ver la iglesia por dentro-, su jardín etnobotánico,
sus vendedores de artesanía afuera, por la calle peatonal hasta el zócalo,
donde vimos la catedral, los vendedores de elotes, esquites, globos, músicos
con marimbas, árboles gigantescos, gentío vendiendo y comprando de todo, tanto
turistas como locales y seguimos andando frente al Carmen bajo hacia los
mercados. Yo ya me moría de hambre o sea que le dije a Alaris, que primero
comiéramos algo y luego siguiéramos turisteando. El no es bueno para comer. No
le gustan muchas cosas y además tiene pésima dentadura, por lo que cualquier
cosa muy dura, muy ácida o muy caliente o fría le lastima los dientes. Como ya
se conoce, ya se había comido un par de latas de atún, pero yo ya le estaba
viendo cara de pavo navideño a los niños de la calle. Fuimos pues al mercado 20
de Noviembre, donde hay puros puestos de comida. De entrada hay señoras que
venden todos tamaños de chapulines con tortillas recién hechas. A Alaris le
parece una abominación que comamos insectos. Le di a probar sal de gusano un
día y casi me retira el saludo y me dijo que no iba a volver a confiar en mí
para la comida nunca. Los chapulines no los quería ni voltear a ver. Fuimos al
ahumadero, un pasillo donde se venden distintos tipos de carne: tasajo, cecina,
chorizo, tripa y ubre y te la asan ahí mismo, te venden distintas verduras o
salsas para acompañar y tortillas recién hechas. Nos sentamos y pedimos tasajo
de res, que es una carne muy delgadita, con aguacate, cebollas y chiles asados,
tortillas. Mientras comíamos pasaban vendedores de artesanías de todo tipo,
turistas. Le gustó la comida y el folclor. A mi me supo a gloria. Saliendo de
allí paseamos por el mercado Benito Juárez, que está al lado y tiene artesanía
típica oaxaqueña: barro negro, alebrijes, juguetes mexicanos como baleros y
trompos, dulces mexicanos, artículos de cuero, zapatos, trajes de tehuana,
sombreros, huaraches, papel amate, palitas de madera, molcajetes, ligas y
listones para el pelo, brujerías, hamacas….. Una gozada. Regresamos caminando
hacia las plazas y entramos a varias tiendas y galerías a babosear, a ver los
cuadros, las hamacas, el arte hecho con mata-arboles, etc. En una esquina,
había unos tranvías y unos gritones que estaban juntando gente para hacer un
tour de la ciudad en un tranvía de dos pisos, tipo turibus. Nos apuntamos y nos
subimos al segundo piso para ver mejor, solamente había que tener algo de
cuidado de pronto con las ramas bajas de los árboles. Nos llevaron por toda la
ciudad, enseñándonos los edificios importantes: otra vez la catedral, los
templos importantes, la casa de la infancia de Don Porfirio Díaz, la casa de
las Ciencias, la antigua escuela de Medicina, la antigua estación de
Ferrocarril, el Teatro Macedonio Alcalá, la iglesia de Los Remedios, los
diferentes barrios, los parques, los mercados, las escuelas, el auditorio de la
Guelaguetza, la fuente de las etnias oaxaqueñas…. Cerca del final del recorrido
pasamos por nuestro hotel, hicimos esquina bajan y nos quedamos allí a
descansar un rato. Más tarde, armados con sendas chamarras, pues hacía aire
frío, volvimos a salir a caminar, a comer elotes asados y cocidos en la calle,
a tomar algo en un bar, y a cenar y nos fuimos a dormir temprano con los ojos y
el corazón llenos de los colores de Oaxaca.
Chapulines, en el Mercado
Al día siguiente muy temprano nos levantamos, porque yo tenía
planeado un itinerario llenísimo para conocer los alrededores de Oaxaca. Fuimos
primero a desayunar el típico chocolate oaxaqueño, hecho con molinillo en agua
y en leche, con el típico pan de yema, a
Mayordomo, con unas enfrijoladas y quesadillas de hongos. Una vez con el
combustible necesario, emprendimos viaje hacia Monte Albán. Hacía un frío
terrible, era muy temprano y el frente frío no ayudaba. Llegamos y había muy
poca gente, pudimos recorrer el sitio arqueológico muy rápido y fácil. Había
unas vistas impresionantes del valle de Oaxaca.
Monte Albán, si no conoces está casi dentro de la ciudad de Oaxaca, es
un complejo de ruinas muy bien conservadas que consta de varios templos,
observatorios y edificios, muchas tumbas, construidos por zapotecas a lo largo
de muchos años, y luego fueron utilizados por los mixtecas. Están rodeados de
varios asentamientos menores, pero está sobre un monte desde donde hay unas
vistas espectaculares.
Monte Albán
Prensa de Mezcal
Fuimos a Mitla, importante asentamiento mixteco, famoso por los
frisos con grecas que está sobre la misma carretera. Los colonizadores
construyeron una iglesia sobre el mismo sitio y el contraste entre las dos
construcciones yuxtapuestas es muy lindo. De allí nos seguimos hacia las
cascadas petrificadas de Hierve el Agua. De camino nos detuvimos en una fábrica de
textiles para ver como tejen los tapetes en telares de cintura y en telares de
pedales, de modo que ya no fuimos a Teotitlán, donde se elaboran tapetes
tradicionalmente. El acceso a la autopista estaba en obra y una señora muy
amable nos dijo que ni tenía caso rodear para llegar a la autopista que mejor
nos fuéramos por el pueblo de enfrente y de igual forma llegaríamos. Zas! El
camino que nos sugirió era un camino de terracería malísimo, empinadísimo y
lleno de piedras como de 14 kilómetros, pero en el que no se puede ir a más de
10 km/h, o sea que tardamos un rato.
Hierve el Agua se llama así, porque el manantial de aguas minerales
salen de la tierra a borbotones, con burbujas, de modo que parece que hierve el
agua, pero no es así, no está caliente. Las aguas tienen alto contenido de
sales sulfurosas por lo que dejan un rastro petrificado muy lindo. Se puede
caminar por varios senderos para verlas desde varios ángulos. Nos comimos unas frutas con chile y
agarramos el camino bueno ahora sí, de regreso. En el camino, pasamos a Santa
María del Tule, a ver el famoso árbol del Tule. El árbol tiene entre 2000 y
3000 años y es gigantesco, en el atrio de una iglesia. Hay siempre niños
“guías” que ayudados por un espejito o ahora un láser, señalan formaciones en
el tronco y las ramas para ver formas, a cambio de una propina voluntaria: que
si el elefante, el gorila, el copete de Peña Nieto….. Llegamos de vuelta a
Oaxaca tarde, cansados y felices, de nuevo a comer riquísimo en el mercado y
nos fuimos a bañar y a descansar al hotel. Más tarde volvimos a salir a pasear
y comer elotes y helados.
Mitla
Me encanta
enseñar mi país, lo hago con mucho orgullo, pero hay ciertas cosas que me
duelen y a los extranjeros les parecen tristes e increíbles, como las
telesecundarias de dos por dos en los pueblitos, los centros de salud mínimos y
las poblaciones dejadas de la mano del gobierno en un lugar tan rico, donde la
gente es a la vez tan pobre.
Hierve el Agua
Conoce Oaxaca, o vuelve de visita. Es un lugar del que
siempre regresas con el alma llena de coloridos, sabores y sonidos y aunque no compres nada físico- que está
difícil, seguro se te pega aunque sea un atrapa-novios, siempre traes recuerdos…..
www.enjoy-jordan.com
jordantours.top
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