domingo, 14 de enero de 2024

Dale, Dale, Dale!


   La piñata es una costumbre que, por lo menos en el medio que yo crecí en mi México, se nos inculca a los chaneques desde que empezamos a tener uso de razón. Mi mamá y mis tías ponían a los bebés a "practicar" pegarle a la piñata con el cartoncito de los ganchos de tintorería desde antes de cumplir el año, no fuera a ser que hicieramos un papelón el día de la fiestecita del año. La primera piñata del cumple del mocoso es todo un evento, que le produce entusiasmo a los papás. Escogen ellos el animalito de la piñata o bien llevan al susodicho a una tienda donde puede haber cuánta cosa se te ocurra. El primer año esto no es problema porque el cumpleañero no muy entiende de que va la cosa. Los años siguientes, es una cuestión agridulce porque el festejado escoge a su personaje favorito, lo tiene en su casa varios días, lo juega bastante y luego...... deja que sus amigos y sus primos le peguen hasta hacerlo pedazos. No falta el cumpleañero que llora porque le rompieron la piñata- que era precisamente el objetivo. 
La selectiva falta de memoria de los adultos es lo que me deja un tanto ajigolotonada, y no me excluyo.  Las piñatas son un evento así como de Jumanji, en los que los peligros y las sorpresas abundan. 
Alguien me dijo una vez que las piñatas se hacían históricamente en las posadas, en forma de estrella con 7 picos para representar los pecados capitales.  Suena suficiéntemente descabellado como para ser posible. Investigué y resulta ser que Marco Polo, en sus aventuras, narra que vió las piñatas en China, por allá por la Edad Media. Las llevó a Italia y se extendieron a España, quien las llevó a las colonias. La piñata mexicana, tiene su origen en el siglo XVI cuando los monjes de Acolman tuvieron permiso del papa para celebrar las "misas de aguinaldo" que se convirtieron en las posadas, e inventaron utilizar las piñatas como un motivo de festejo - similar a algo que se hacía en las fiestas aztecas para Huitzilopoztli, pero con muchos simbolísmos. Los picos: los pecados capitales, el papel de colores los atractivos de la frivolidad y lo superficial, el palo: la fuerza para combatir los males; el vendaje de los ojos, el hecho de que la fé es ciega y los dulces y la fruta, las recompensas que vienen de arriba tras combatir la maldad.  Como ves?  
    Cuando yo era niña, todavía había piñatas hechas de barro. Cuando ibas a comprarlas había que tener cuidado que fueran de periódico y papel maché. Se hacían con una olla de barro con un mecate amarrado en la boca, cubierto de papel de china de colores o algo de papel maché para hacer la figura decorada. Esto hacía que cuando te tocaba el turno de pegar, si le dabas un palazo seco a la cazuela te vibraban las manos como si estuvieras picando piedra, y cuando la olla se rompía, caían al suelo filosos pedazos o "tepalcates".  Claro que todo el mundo se aventaba a recoger los dulces, y si tenías la presencia de querer tener cuidado, alguien te empujaba y terminabas de rodillas sobre un filoso "plato roto" con la consecuente lloradera y sangradera. 
    En mi casa no se acostumbraba eso del vendaje en los ojos, que con el espíritu mula del mexicano, se unía a columpiar la piñata y hacer un juego de a ver quién le pega a quién.  Nos parece divertido ver como alguien que no ve, y al que a lo mejor le dieron vueltas para marearlo - todavía me tocaron posadas de adultos en los que encima, antes del vendaje, le daban al pegador en turno un caballito de tequila - y luego darle un arma contundente a esa persona. Es como de locos.  Por supuesto gritos de : Atrás! Cuidado! Todos para atrás!  Otro peligro del asunto es el palo mismo. Una vez, cuando era chica, usaron un palo de escoba para pegarle a una piñata que yo creo que estaba tan bien hecha y tan rellena que era como darle de palazos a un costal de cemento.  Cuando le tocó el turno a un primo medio grande y muy decidido, el palo se rompió en dos y salió girando a toda velocidad el extremo con la punta astillada. Haz en tu mente cámara lenta, el ruido de una estrella ninja: shum, shum , shuum .... y el palo se fué a estampar, por suerte de lado y no de punta, contra mi pómulo izquierdo.  Aaaaayyy! Manos a la cara, cara al piso y lágrimas abundantes. Las tías gritando: le sacó el ojooo???? Numanshen señoras. Por suerte no fue tan grave. Nomás quedé como Manny Pakiao. 
    Otra vez, un primo llenó muchísimo la piñata de su hijo y el encargado de "moverla" era otro primo que es mulísima. Por quererla columpiar tanto, le ganó el peso de la piñata y literal salió volando de cabeza a unas plantas. Los niños no sabían si era show o que pasaba. 
    No faltaba nunca alguien que llorara porque le cayó algo en la cabeza, en el mejor de los casos un dulce, y no un cacho de barro. 
     

Es divertidísimo, ya que eres grande, ver el puro gandallísmo que se da cuando se rompe una piñata. Todos los niños se lanzan a ver que pescan. Los muy chiquitos no saben ni qué onda, a lo mejor se van por el primer tubito de aciditas Luxus y se entretienen tratando de abrirlas mientras a su alrededor hay un caos tremendo y la mamá: ándale, recoge más, ten tu bolsita.... La nana mientras, seguro ya se aventó como Blue Demon de la tercera cuerda y repartió codazos hasta acumular dos bolsas de tres kilos de dulces cada una.... "para el bebé".  Los prepubertos traen cara de "esto ya es de flojera y no me interesa" mientras con ojo de huevo, y como no queriendo la cosa recogen unos cazares, o un pulparindo.  Si son más gandallas, ni los recogen, van y luego le dicen a algún hermanito: " A ver tu bolsa" y de ahí se sirven.  La mayoría de los niños se hincan en el suelo, como nadando de rana, al revés, remando hacia sus piernas todos los dulces que pueden. Cuando se estiran para alcanzar más dulces, levantan las pompas y su "montón" queda desprotegido por la retaguardia y no falta el vivo que ahí mete mano y se lleva el botín. Hay gritos de "me robó! Me robó!". Hay pleitos, trifulcas, sociedades: "juntamos los dulces?". 
    No se si en algún momento, esta sociedad de cristal que ha dado en satanizar todo lo que antes era considerado normal, va a prohibir las piñatas, por barbáricas y se harán piñatas clandestinas ....
     Cuando mis hijos iban en primaria, teníamos una o dos piñatas a la semana durante el ciclo escolar, de amigos de uno o de otro, de algún primo, hijos de mis amigas, etc.  Entonces había bolsas de dulces con pasto, cachos de papel de china y uno que otro miembro amputado de un personaje de papel maché en la despensa. Como no quería terminar comiéndome yo los dulces, ni mis hijos con todas las muelas picadas, de pronto regalaba yo los dulces a las muchachas o a los niños de los semáforos. Cuando llegaban del colegio y preguntaban: "Ma, y mis dulces?", yo con cara de escoba les decía,  que no tenía ni idea, que igual me faltaban tapas de tuppers y tuppers sin tapa, y calcetines sin pareja. "De seguro hay un hoyo negro en la casa por donde todo se va a otra dimensión". Sabían perfecto que yo se los había desaparecido. Lo de las tapas, los tuppers y los calcetines sigue siendo un misterio sin resolver. 
La canción del Dale, dale, dale fue el soundrack de esos años. Estoy convencida que si un día llego al cielo, hay una fila de acceso prioritario para toda persona que haya cantado la mentada canción cien veces  o sido anfitrión de mas de diez fiestas infantiles. Son un prepago de los pecados por cometer. 
    Había una tía del exposo, que todos los años, en Diciembre, hacía una posada para que todos los niños de las nuevas generaciones de su extensísima familia se conocieran. Echaba la casa por la ventana. Había disfraces y pesebre- y la elección de los personajes era un acto con ramificaciones casi políticas. Los protagonistas solían ser los nietos de la señora, en un claro acto de nepotismo. Muy válido, la fiesta era suya, y además los tenía más entrenados.  Traía un burro de verdad para la obra, al que los niños se subían para dar una vuelta antes y después, había juegos, cantos tradicionales para pedir posada con esos papelitos con la canción que nadie se sabe que venden en los mercados, y por supuesto se rompían un par de enormes piñatas de estrella. Pero ahí el detalle. El relleno, también era tradicional. 
    Mis hijos lo pasaban bien, pero siempre había que llevarlos casi a rastras porque: ay no, que flojera, y había que coordinar sus ocupados horarios que siempre tenían mil partidos y entrenamientos, y en Diciembre además siempre había la clase pública del Tae Kwon Do, el convivio de no se que, la posada del colegio y treinta cosas más.  Al final se lograba y lo pasaban como perros en baldío, felizotes. Pero la primera vez que vieron caer de la piñata cañas, tejocotes, limas y jícamas, la cara no tuvo precio.  No sabían si era broma o castigo. Y así todos los niños. 


Pues con esa misma falta de memoria selectiva, este año me dio por organizar una piñata en el pueblo de mi familia jordana, donde tenemos muchos sobrinos que ya he contado que tuve que conquistar a fuerza de azúcar. Como no me veían seguido, soy muy diferente a todas las señoras que ven y el idioma me costó mucho trabajo, me llenaba las bolsas de la chamarra y el pantalón de dulces, que repartía  a los que me vinieran a saludar . Ya sé, parece estrategia de pederasta, me faltaron los perritos, pero ni modo, hay que hacer uso de las estrategias que se tienen a mano.  Los condicioné de tal manera que me veían y hacían saliva. 
Hay un chiquito, de unos 4 años, que es un amor y una vez me contó que Spiderman (Ezzzpaiderman, es super zipizapo) es su héroe junto con el hombre verde, Hulk. Pues un día en Coyoacán le compré unas playeras de Ezpaiderman  a el y al hermano y en Barcelona les encontré unos disfraces que fueron un éxito.  
Combinando la afición a los superhéroes y a los dulces, y la nostalgia de mi México, se me ocurrió pedirle a una amiga que hace piñatas en Ammán de repente una piñata y hacer una fiestita, que casualmente fue en Diciembre. 

La casa de mis suegros es de una planta con sótano y tiene una terraza. Cuando la construyeron le dijeron a los hijos hombres, que el que quisiera podía construirse arriba una casa, así se acostumbra. Uno de mis cuñados se hizo un departamento de toda la planta, pero lo dejó en obra negra, que para cuando ahorre lo acaba. Como vive sin pagar renta en la casa donde mis suegros vivían antes, no le corre prisa y lleva años así. Un piso arriba, Alarís y tu charra tienen su "sucursal" en la frontera  con Siria. Un par de habitaciones, una terraza y un asador.   Total, que invitamos a toda la chamacada, y Alarís que es muy bueno para las talachas, inventó una polea extraña metiendo un rin de una llanta de una carretilla en un tubo, y atorándola con unas piedras en el departamento en obra sobre la terraza de mis suegros.  Baba, el papá de Alarís, que es bastante Grinch, veía con mucho escepticismo toda la maniobra. Yo me empecé a poner nerviosa, cuando me vinieron a la mente las posibilidades de desastre. Ay en la madre! Pero ya no había para atrás. 
Pues si las piñatas son peligrosas cuando te crias haciéndolas, no te cuento cuando todos los participantes no tienen ni idea de qué va la cosa. 
     Hubo muchos conatos de accidente, gente que empezaba a pegar sin separarse de la fila, niños que no tomaban el palo con las dos manos, de pronto el aparatejo posicionador de Alarís se zafó y cayó desde el segundo piso a  centímetros de hacer kebab a uno de mis cuñados. Nos subimos a la terraza a terminar de hacer lo propio sin polea y cuando la piñata se estaba ya rompiendo y los niños queriéndose atravesar a los palazos a por los dulces, sacudimos la piñata desde arriba para que cayeran ya todos los dulces. Claaro que hubo quien lloró porque le cayó una Tutsi en la cabeza. 

Y lo más grave, cuando ya estaban en la remadera de dulces y la rebatinga, sale Alarís con una charola de mansef y dice: momento! todos pongan acá los dulces. Y yo así de : queeeee?  Le dije en petit committee, oye, así no es el juego. No me hizo caso y procedió a repartir equitativamente los dulces  entre todos.  Que porque no quería que nadie quedara triste.  En lo que el señor atentaba de ese modo contra el espíritu capitalista y gandalla natural de las personas, una cuñada y yo barrimos hasta el último átomo de papel de china para que el Grinch no dijera que nomás le había hecho un desmadre en su casa. 

Al final, saldo blanco y aún con las rarezas, fue un éxito rotundo. El fan de los superhéroes se me abrazó de una pata y me dijo : "Nunca te vayas más de aquí".  Es un bombón. Más interesado que la Gaviota, pero lo que sea es bueno. 


Si oyen por ahí que hay un mercado emergente para las piñatas en la frontera con Siria, ya saben. Gracias Vic, por la piñata! 

Salam! 

 

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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...