lunes, 7 de febrero de 2022

Un lugar para ir al menos una vez en cada vida

    Estando de visita en Jordania, un día fui a Ammán a ver a mis amigas. Ummi, mi suegra, oyó que había salida y derrapando se puso su vestido, agarró la bolsa, se pintó el ojo y se puso junto al coche para que no la fuéramos a dejar. Tenía un pariente que no sé que tragedia le había pasado y que quería ir a ver, y la verdad cualquier pretexto es bueno para tener unas horas de "vacación".

Torre del Gálata: para mí, la imágen de Estambul


    Ummi es de estas mujeres que no paran nunca. Tiene una vida durísima. Se casó chiquitita, tuvo hijos sin cesar, con el marido en el ejército o sea que se aparecía esporádicamente a hacerle otro hijo, pero toda la responsabilidad era de ella sola, con muy poco dinero y una cantidad de trabajo alarmante: limpia, pero cocina, pero cosecha sus propias verduras, cose, plancha, teje, hace conservas, hace quesos, hace jabón, reza todo el día, y su última hija está muy malita. Tiene alguna cosa de nacimiento que bien a bien no se que es. Ellos dicen que es autismo, y hasta cierto punto puede ser, pero también con algo más. La "niña" que ya es un adulto, no habla, camina y se mueve raro, no tiene control de esfínteres, no tiene horarios marcados o sea que lo mismo se levanta a cualquier hora, tiene arranques de violencia contra sí misma y contra los demás porque no entiende el que no le entiendan que quiere, porque eso sí, es de ideas fijas: se pasa meses comiendo una sola cosa. Hay la temporada de las galletas, la de las cebollas, la de las salchichas y no hay manera humana de que coma otra cosa. Le gustan mucho las texturas y los ruidos pero de repente le da a las tres de la mañana por querer salir al jardín a jugar con la tierra y no entiende que está lloviendo o hace frío y entonces se da de topes contra las paredes, literal.... Su mamá, se la pasa de su sombra, tratándola con mucho amor y le canta, la apapacha, la convence, pero se lleva unas friegas alarmantes, emocionales y físicas. La pellizca, le pega, la tira, no la deja dormir... y es algo que no tiene fin. Sus escapes son de vez en cuando, dejarla encargada con alguna de las otras hijas, e irse a visitar a algún pariente un ratito o si acaso a la Mecca a rezar. Siente que como eso es una obligación religiosa, se lo puede permitir, que no es una frivolidad. Y lo ha hecho varias veces. Nada de lujo. Se va en autobús, que es una señora friega, va a La Mecca, hace los rezos, va a Jedda, ve la playa, come rico, compra mugreras y se regresa con otra cara. 

La vi tan tranquila y tan en paz en la carretera que le dije a Alarís que estaba teniendo una idea loca de las mías. Le dije que porqué no la invitaba de viaje a Estambul unos días. Se me ocurrió Estambul porque está cerca, los jordanos no necesitan visa y pensé que le podía gustar porque hay harta mezquita y Ummi se decanta para ese lado. 

    En medio del pico del Omicrón, vi que la idea era un tanto necia, pero así soy yo, de impulsos, de inguesumare y si no es ahorita, igual luego no se puede y..... Lo peor del caso es que Alarís es mi palero número uno y le pareció bien. Le dijo a su mamá, que primero dijo, no cómo crees, no quiero ser un gasto, pero le brillaron los ojitos. Mis cuñadas cuando oyeron les pareció una idea magnífica, no solo que fuera la mamá, sino que ellas dijeron que si porfa, porfa, porfa podían ir también. Que prometían portarse bien, que su sueño era salir de su país alguna vez.... pues total que las mandamos a todas a sacarse pasaporte, y hablamos con los correspondientes maridos. La más chica, ni modo, se tuvo que quedar a cuidar a la hermana malita, pero a ella ya la habíamos llevado a Egipto y la siguiente acaba de tener bebé o sea que no podía ir, será para otra vez. Las otras se organizaron. 

Le pregunté a Ummi si prefería hotel o un departamento, le enseñé fotos. Me dijo que tal vez mejor un departamento para estar más juntos y "porque así, yo cocino y entonces....." le dije, no has entendido. Son vacaciones. Te estamos llevando a descansar, no a trabajar. Te vas a cansar de caminar pero nada de trabajar. Nada. 

Ummi (en Árabe, literal, mi Mamá, como así le dice Alarís, así le digo yo)


Yo tenía las negras intenciones de no ir, porque tenía que ir a Nueva York y de ahí a París y no quería ponerle un riesgo más al requisito de las pruebas de COVID y además le quería dar el espacio a Alarís para él. Pues resulta que no quiso el espacio. Me dijo que porfa no fuera gacha, que le hiciera la balona, que eran muchas y que él necesitaba ayuda para pastorearlas a todas y que no confiaba en sus habilidades como guía turístico porque si no es para cuestiones de logística tiene memoria de pescado.  Pues, bueno.  Entonces decidimos que yo también iba, pero  entonces yo los acompañaba, les hacía de guía turístico pero yo volaba directo de Estambul a Nueva York y ellos ya  regresaban a Jordania solos y Alarís y yo nos veíamos después en Francia. 

    Así le hicimos. 

    Todo el viaje fue diferente. Turquía es uno de mis lugares favoritos en el mundo. Lo conozco de maravilla, lo vendo muchísimo, para todo tipo de turismo, tanto turismo latino de lujo como turismo bueno pero que no le quiere gastar mucho, así como turismo Árabe muy barato. Esto lo había solamente vendido y visto pero nunca lo había vivido yo. 

    Pues este viaje lo hicimos así. Como éramos una banda y yo siempre quiero probar todo lo que vendo, hete aquí que compramos los boletos con una compañía de charters que compra los aviones retirados de la Royal Jordanian y hace vuelos baratos entre Estambul y Ammán y se los vende a ciertas agencias locales que venden unos paquetes horrorosos. Nosotros no les compramos el paquete, solo el  vuelo, y como no es temporada alta iba bastante vacío. Mi suegra rezó todo el camino, así le hace en cualquier medio de locomoción y ya entendí que no es desconfianza hacia el chofirete, ella así es. La primera vez que le di un aventón y no hizo más que declamar suras coránicas las cuatro cuadras del trayecto, dije para mí, se me hace que para la otra se va caminando.... Pero luego me fijé y así le hace cuándo maneja Alarís también.  Las hijas iban felizotas, tomando video por la ventana, cambiándose de lugar para ver por un lado y por otro, entusiasmadísimas. 

    Una iba un poco más disimulada, pero la que es mi gran comadre, que me llevó a la compra, que me ayuda a veces con cosas de chamba y a todo le entra, venía como niña chiquita, rebotando en el asiento de la emoción. La otra, que no es santo de mi devoción, pero se me hizo una sangronada darle esquinazo, venía también entusiasmada, pero contenida. Esa a mi me daba pánico porque tiene artritis reumatoide y a santo de eso, en su país no la han querido vacunar, que porque a saber cómo le vaya a sentar la vacuna. Yo digo que peor le puede sentar la enfermedad si le da duro, pero igual quiso venir, conociendo los riesgos. Yo dije, pues de algo servirá la rezadera de Ummi y allá vamos. 

        Probamos también una nueva compañía de traslados que fue un gran acierto. El chofer encantador, los coches buenazos y todo súper bien. Nos quedamos cerca de la torre del Gálata que para mí es más símbolo de Estambul que ninguna otra cosa y es una zona que me encanta. Lo único que yo tenía en mi lista era ver el nuevo Galataport, que sabía estaba recién estrenado, pero no había visto físicamente, por lo demás iba yo dispuesta a hacer lo que mis visitas quisieran. 

    Llegamos tarde y fuimos a cenar a un restaurante Libanés que estaba cerca del hotel, lleno de meseritos Sirios súper amables, y que al hablar Árabe hicieron sentirse como en su casa a mi parentela. Cuando planeamos el viaje empecé a ver restaurantes para hacer reservas y tal y luego me cayó el veinte de que ellas muy probablemente no disfrutarían los restaurantes de manteles largos ni los horarios fijos y que era mejor llevar esa parte "de oido".  Trajeron la comida, al estilo árabe, en cantidades industriales y pusieron unas tazas con hielo seco para que echaran humo. Estas señoras, de pueblo-pueblo estaban que no daban crédito. Les pareció loquísimo. Terminando de cenar yo quise ir a dar una vuelta. Al principio me acompañaban las tres cuñadas , mientras Alarís acompañó a su mamá al hotel, y de pronto vi que ya solo tenía una. Me preocupé un poco. Pues que a la rara le dio miedo y se regresó y convenció a otra de que la acompañara. No tuvo el detalle de decirme, oye, nos regresamos. Ya están grandecitas y a mi me vale muchísimas madres. Además miedo de que, de caminar tres cuadras en una ciudad segura, en una zona bien iluminada? Pues si señores. Como nunca van a ningún lado, les parece el colmo del libertinaje andarse paseando solas a altas horas de la noche. 

Nos fuimos al hotel a cotorrear  porque quisieron que tuviéramos cuartos comunicados para hacer más chorcha. 

Delicias en el Gran Bazar


Al día siguiente fuimos a desayunar a un café monísimo cerca de la torre del Gálata y por supuesto a subirnos a la torre para poder así ver todo Estambul y que se dieran una idea de todo lo que íbamos a ver después. La cuñada no vacunada técnicamente no podía ir a esos lugares públicos pero la gente se hace bastante de la vista gorda y enseñó el certificado de vacunación de su hija. Horrible historia, pero yo no estaba para hacerla de policía.  Pues subimos, vimos todo, las entusiastas se tomaron no menos de setecientas selfies y videos. Ummi contó mezquitas. De ahí bajamos y callejoneamos. Mis hijos se cansaron toda la vida de decirme "Torti" porque según ellos camino como tortuga, porque me gusta ir viendo cosas, y porque su papá camina como si lo viniera correteando el diablo- así tendrá la conciencia digo yo- pero acá a cada rato me decía Alarís que detuviera mi galope, que iba muy rápido que se nos quedaba la gente desperdigada, porque venían tomando fotos, viendo cosas y bobeando. Tomamos el tranvía para cruzar el puente del Gálata hacia la antigua península de Sultanahmet y nos fuimos a la mera plaza, porque Ummi también tenía su lista. Ella quería rezar en la mezquita Azul. Le dije que la estaban remodelando. Dijo que no importaba. Pues ahí vamos, medio les platiqué del hipódromo, con Alarís haciendo la pertinente traducción y tomando las fotos y ahí vamos a la mezquita. Vieron, se asombraron y pasaron a la parte de las señoras a hacer lo propio.  Luego fuimos a Hagia Sofía, que resulta que fue Basílica un par de veces , luego fue Mezquita, y luego fue museo cuando Turquía se volvió una República Laica. Ahora están dando marcha atrás y de nuevo es una mezquita viva, o sea que por un lado está abierta todos los días y la entrada no cuesta- muy feliz- pero por otro, la entrada ya es por otro lado y es un desmadre. Hay que descalzarse "por respeto" pero los musulmanes dentro se sientan en las alfombras y cotorrean como en chapultepec, hablan por video con amigos y familiares y en fin, lo pasan bien, mientras que una señorita Tronchatoro, me persiguió por el recinto para regañarme por traer mis zapatos en la mano. A mi no me la hacen dos veces: en el Taj Majal me los robaron afuera de la mezquita, años antes de que el scam saliera en la película. 

Ah pero ahora querían lavarse. Porque los musulmanes se tienen que lavar cada que quieren rezar y ya alguian había ido a hacer pipí en algún momento entonces hay que lavarse. Pues a buscar un baño, echar las monedas, esperar el lavoteo. Cabe mencionar que hacía un frío de muerte y estas lavoteandose los pies y la cara. Hay que tener un cierto valor, que barbaridad.

Bueno pues se lavotearon, ya no se si rezaron, le dimos la vuelta a Hagia Sofía, dejamos Topkapi para otro día, y nos dirigimos al Bazar, que les interesaba bastante. De camino probamos los mejillones de la calle, las que se atrevieron. Mi pobre suegra hizo unas caras de asco bárbaras.  Pues allá vamos primero a la parte de las especias. Uuuuf: compraron dulces, especias, tes, yo no me quería quitar el tapabocas, pues me dieron un té "especial anticovid" que a la mera y si funciona, porque luego estuve con covidosos y no lo pesqué. Sabía a vaporrub terrible. Compré otro de flores para dormir, di vueltas por el bazar. Me dio rabia que ahora si me adivinaron "las placas". Me hablaron en Español. Nomás para confundir les respondí en Árabe. Que cambió? La última vez que estuve no sabían de donde era, me decían Canada??? Y ahora, si andaba sola creían que era Española.  Luego fuimos a los trapos. Uuuuy, compraron vestidos, regalos, toallas. Alarís le compró a su santa madre un vestido y un abrigo muy lindos, un amigo pesado le encargó una chamarra y estuvimos un buen rato en que si la talla, el modelo, la madre. Luego los taxis, que saliendo de ahí siempre son un desastre y con tanta gente, no cabíamos en uno solo. Pido uno y me subo con medio grupo, Alarís se sube en el otro, pero yo me quedé con el wifi y el hombre por variar no sabe la dirección del hotel y su taxista se despista y no sigue al mío. Las cuñadas ya estaban preocupadísimas. Yo les dije que no se agobiaran, que el hombre es distraido pero tiene sus destellos. Pues creo que amagó al taxista para que le compartiera wifi y así dieron con el sitio. 

Hagia Sofía


Al día siguiente hacía todavía MÁS frío. Yo quería ir a ver el mercado de pescado, pero no iba a poder ser porque la gente de las pruebas covid iban a venir y se les hizo tarde y no se que show, total llegaron y nos dizque hicieron las pruebas. Muy sui generis porque no pusieron nombre en las muestras, metieron todo en bolsas, yo creo que sus pruebas son puras mentiras. Por eso todo mundo sale negativo en Turquía y luego se anda llevando sorpresas en el siguiente destino.  La verdad.  Pues salimos y en lo que decidíamos donde desayunar pasamos por una panadería donde estaban haciendo Pide, que son una mezcla entre pizzas y manaqeesh, especialidad turca. Muchos muchachones estaban amasando el pan y horneando unas cosas que se veían buenísimas. Entró Alarís e hizo la requisición correcta. No vayan a creer que habla turco, solo el básico aprendido de ver series, pero los muchachones  eran arabitos. Yo pedí permiso de tomar video y me dijeron que si, que como no, pues les tomé película y más ganas le echaron al show. Desayunamos delicioso, caminando y nos sentamos en un parque para terminar de comer. Vimos el Galataport que quedó impresionante. Es una terminal de cruceros enorme con todo lo que cualquier turista de todo nivel puede querer: desde fast food hasta buenos restaurantes, tiendas de joyería, paradas de transporte, al lado está el puerto de Besiktas para tomar ferry al otro lado o a Sultanahmet, está padrísimo. Rehicieron el museo de Arte Moderno de Estambul que está ahí mismo y están construyendo ahí el hotel Península. Impresionante. Me di el gustazo y ellas se tomaron doscientas selfies con el bósforo.  Luego fuimos a ver el Harem del Palacio Dolmabace que es lindísimo, y fuimos a Ortakoy. Otra vez problemas de transporte. Alarís peleó con su taxi y no se que pasó que nosotras llegamos mucho antes, no nos encontrábamos, baboseamos en el mercado, me metí a buscarlos a la mezquita, me carcajee de un menso que se tomó una selfie en el muelle y por quererse poner más chulo junto al puente y la mezquita se cayó al agua. Con un frío polar. Que horror!  Total aparecieron. Ahí vamos a ver la mezquita que me encanta. A los lavoteos, a los rezos. Luego se zamparon un Kumpir que es una papa enoooorme rellena de cuanta cosa se te ocurra. Caminamos un poquito por la zona y luego Ummi dijo que ella ya se había divertido suficiente, que tenía frío y estaba cansada y que ya estuvo bueno. Se había tomado dos mil fotos en el palacio, había caminado por todos lados y si había hecho mucho frío. 

Mezquita de Örtakoy que es una belleza. La mezquita se refleja en el agua, y el agua en la mezquita. Aquí se cayó al agua el incauto. 




Pues nos fuimos al hotel, pero yo me iba al día siguiente a Nueva York y no quería quedarme guardada. Pues allá vamos Alarís y yo a dar una vuelta a Istiklal y Taksim que estaba lindísimo todo lleno de foquitos por el invierno, los tranvías rojos abarrotados de gente y que pandemia ni que narices, todo estaba lleno. Dimos vueltas, vimos de todo, visitamos antes a unos hoteleros, y lo pasamos muy bien hasta que me acordé de las visitas. Le dije a Alarís que les hablara para sacarlas a cenar o ver que plan. Dijeron que tenían flojera, que si mejor les llevábamos algo. Vimos varias cosas por ahí y no nos terminaron de convencer. Ya muy cerca del hotel mientras Alarís se apalabraba con unos de un restaurant para pedir para llevar vi un letrero de un Galata Kitchen. Entré a ver, y salí a chiflarle a Alarís. Era como una cocina económica, con comida casera que se veía buenísima y tenían mesitas o contenedores para llevar. Dije, de acá somos. Pedimos albohóndigas, berenjenas, pollo, verduras, arroz, pan, un montón de cosas y ahí vamos. Pasamos al supercito de enfrente del hotel todavía a comprar cosas de beber, un yogurt- que a los árabes les gusta ponerle yogurt a muchas cosas y listo. Estuvo deli y mi suegra estuvo feliz cenando en pijama. Cuando acabamos la vi que le picaban las manos por lavar los platos, cuando me vio viéndola se serenó, jajajaja.  Hasta los botes desechables quiere lavar. La costumbre, que cosa. 

Pues terminamos de platicar, yo ordené mis cosas, y ultimé detalles con la gente que me iba a recoger, revisamos el plan de Alarís de al día siguiente ir a Topkapi y a Istiklal con la banda. Recibimos las pruebas covid, como era de esperarse, todas negativas, pero todas con los números de pasaporte mal, hubo que pedir que las corrigieran, confirmando la sospecha de que son súper cachirules.....

Me  encantó. Si fue una locura. Si no es la mejor época para ir a Estambul definitivamente con el frío, la lluvia y la nieve. Pero igual me encantó poder ver un sitio que me gusta tanto y compartirlo con gente tan querida y verlo con ojos nuevos y desde una perspectiva completamente diferente. 

Me tomé la foto con el payaso este en el Galataport. 


Claro que hubo consecuencias.  Cuando llegué a Nueva York, me dijo Alarís que su mamá había tenido mucho frío y había estado cansada. Malo. 

Entrando a Jordania en la noche, les hicieron una PCR ahora si fiable y Ummi y la cuñada no vacunada traían covicho.  Le supliqué a Alarís que se alejara un poco porque tenía que venir a París, el tenía una cita en la embajada Americana. 

    Al final si vino, pero si dio positivo también el en París. Ojo brilloso, moco. Le duró tres días y a mí no sé si fue el té del bazar, porque de ser así, como no compré un gran bote, pero no lo pesqué. Ni de Ummi que le di sus besotes antes de irme y yo creo que ya lo andaba cocinando, ni de Alarís. 

  

1 comentario:

  1. Me encanta leerte, escribes muy natural ,muy tu y siento que paseo contigo y convivo con todos ellos

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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...