sábado, 4 de enero de 2020

El 2020 viene con todo!


            Finalmente un poco de paz. Las fiestas de fin de año trajeron mucho que agradecer en todos los sentidos, pero una cantidad de chamba que nos dejó como trapos viejos. Alarís y yo abrimos nuestra nueva oficina en Ammán, muy linda y dejamos de trabajar desde nuestra casa. Dimos el brinco de ser una mini-empresa a algo un poco más respetable. Justamente, la aprobación de nuestro nuevo nombre, nuestro registro fiscal de modo que el sistema hacendario Hashemita nos pueda hacer la vida difícil, pero que a la vez nos dará respetabilidad y nos permitirá deducir gastos, llegó al mismo tiempo que nuestra temporada más ocupada.

            Cerramos con broche de oro, dejando en el aeropuerto en la noche y mañana al último grupo en partes, y tenemos todavía gente en Egipto.
            La merricrismas y el año nuevo nos trajeron a 7 grupos VIP que ya teníamos reservados, algunos de los cuales hicieron además viajes en Israel, Egipto y Líbano organizados por nosotros y mientras estábamos en eso, tomamos un par de grupos grandes espontáneos y Alhamdullilah, como dicen aquí, gracias a Dios, todo salió de maravilla. Ya tenemos una plantilla de gente que trabaja para nosotros todos buenos y profesionales, que saben responder como los grandes.
            En la oficina, el gobierno nos obliga a tener un mínimo de metraje, un  teléfono fijo, y un director que no sea pariente y que no sea ninguno de nosotros. Esa parte a mi en lo personal me asustaba mucho, pues los socios que tuvimos antes me salieron bien mulas y nadie te puede garantizar que la persona en cuestión no te vaya a salir un rejijo. Pues por gran suerte, un ex-compañero Godín de mis tiempos en la primera agencia de viajes en la que trabajé acá en Jordania, estaba descontento con su chamba porque le ofrecieron una cosa y luego no le cumplieron, como había pasado donde trabajamos juntos. Le ofrecimos Alarís y yo venirse con nosotros y no solo emplearlo, sino darle una participación en el negocio. Se encantó y es un tipazo. Trabaja sin cesar y con mucho gusto. Para acabarla reza en la oficina muchísimo también, cosa que no sobra. Me siento hasta protegida y me entran ataques de risa cuando lo vienen a buscar y abro la puerta, me preguntan por él y le digo al visitante, “Pues mírelo nadamás”, y está aquel en su tapetito haciendo sus caravanas. La visita se sienta hasta que termine.

            Haciendo un balance positivo, pude encontrarme en algún momento u otro con todos mis clientes, además de que cada uno tuvo su guía particular y su chofer. Todos estuvieron contentos y salieron sorprendidos y maravillados de lo que encontraron en nuestro país, con todo y que el clima y la luz no son los mejores.
            Hasta en ese sentido salimos favorecidos, ya que el pronóstico decía que iba a haber nieve los últimos días del año en el sur de Jordania, cuando la mayoría de los grupos iban a andar por ahí. Petra se ve preciosa nevada, pero la verdad no dan ganas de caminar seis horas con un frío de Pastorela y los pies mojados. La nieve se retrasó y hasta hoy la vimos o sea que todo bien.
            Hubo un par de contratiempos, una pareja iba a cruzar el Mar Rojo en Ferry. Fue un circo conseguirles los boletos porque que si no había, que si esto o lo otro, los Egipcios un tanto latosos. Pues cuando fue hora del cruce, había oleaje peligroso por el mal clima y se canceló el cruce. Ellos solo tenían dos días para Jordania, y nos entendimos con su chofer, que no hablaba inglés, para que los llevara por tierra a la frontera con Israel. Alarís los recibió en Jordania y se rescató la situación . Estuvieron felices en su viaje lleno de cosas inesperadas, pero capoteadas con buen humor y con muy buenos resultados.
            La noche de Año Nuevo, Alarís y yo estábamos tan trabajados, que nos quedamos dormidos a las 10.30, ni siquiera esperamos la media noche. En la mañana, como los romanos, que adaptaban todas las costumbres y supersticiones, para no dejar, salí a la calle con las maletas, con las bolsas llenas de dinero y estrenando ropa, para cubrir todas las bases. Esa noche, con menos peloteras, y un poco más descansados, salimos a cenar a un restaurante Yemení. Yo nunca había ido a uno y estuvo cotorra la experiencia. Tienen mesas normales y cubículos, afuera de los que hay zapateras. Están alfombrados y hay posabrazos, para sentarse estilo árabe. Quise sentarnos ahí, para probar la experiencia como es.  La comida, arabesca, pero distinta, unos panes deliciosos, unas salsas picosísimas. Yemén es de donde vienen todas las culturas árabes. Ahora está muy revuelto políticamente, pero tiene que ser muy interesante y está en mi lista en cuánto se pueda ir.

            El 2020 está lleno de posibilidades. Gracias infinitas a la vida......

1 comentario:

  1. Viajo un poco a través de tus textos, en paz y ligerita, acompañada por una amiga mexicana que me habla como piensa... me gusta, me gusta mucho. Gracias Ana. estoy salivando por la comida yemení y sus salsas picantes !!

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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...