Vive!
En este día de muertos, si, claro hay que recordar a los
que ya no están, no con tristeza, si no con el gusto de haber tenido la
oportunidad de conocerlos, en el gozo de haber podido quererlos y poder
recordarlos, y sobre todo ser conscientes de disfrutarnos mientras estamos
vivos. Disfrutar nuestros días, nuestros amores, nuestro tiempo, las cosas
buenas mientras las haya, y de lo perdido, lo que aparezca.
De repente se me juntan las penas y tengo días en que me
lleva la tristeza. Cuando tengo mis días negros, soy incapaz de ver lo bueno de
la vida, y solo veo soledad, angustia y lo que no fue y no va a ser.
Tuve uno de esos episodios hace pocos días, y aunque mi
mente, tan lógica y analítica me dijera lo contrario, me pasé la mayor parte
del día llorando como la muñeca fea por los rincones.
Pues la vida rápidamente
me devolvió la volea, con una injundia tremenda y me calló la boca con una
lección magistral.
Hace tiempo, alguien me pidió un guía en una ciudad rarísima
en Asia. Como no conocía ninguno, me puse a buscar. Di con un sitio de tours que
tienen muchos guías y como buena mexicana, en vez de contratar a ciegas al guía,
lo busqué por Linkedln, por Facebook, por todo tipo de redes sociales, hasta
que di con el, platicamos, nos organizamos y le contacté a la persona que quería
el tour. Como este sitio tenía muy buen posicionamiento en los motores de búsqueda
para tours, decidí probar y hacerme un perfil. Pues que me organizo ahí. Ha
sido una cosa de ensayo y error, porque no te dejan hablar bien con los
clientes, para que no te los vayas a brincar, creo que le mandan a la gente mil
propuestas aunque solo hayan pedido una, para aumentar sus oportunidades de
cobrar una comicha, y esas, O Mai Got! Cobran un lanal, o sea que por muchas
ganitas que le eches, tus servicios acaban saliendo carísimos y más si la gente
pide que les incluyas entradas, hoteles y demás porque estos santos señores te
dejan caer un 25% sobre toooodo lo que pidas. Así nomás, por “darte el dato”.
Pués así y todo, me han salido de ahí varias chambas y muy buenas, en general.
Ya también me han tocado un par de vivos, uno que no le pagó al guía que le
organicé en Petra, que porque es monísimo no le exigió el pago y pues se quedó
sin su lana. Gente malvada que contrata un servicio, lo toma y luego se hace
mensa. Así les irá en la vida.
Otro que pidió precio
especial por contratar varios servicios, se le hizo un descuento y tomó el
primer tour, que era lo que quería desde el principio y luego canceló el
segundo y claro que no pagó este último, dejando a quien lo iba a hacer vestido
y alborotado y sin haber agarrado otra chamba. Otro que el Karma ya le cobrará
la malobra.
Pues hace unos meses entré en pláticas con un señor
gringo que quería un programa muy específico y muy detallado en Jordania. Me hizo
preguntas muy estudiadas, me pidió un itinerario apretadísimo que yo veía difícil
de cumplir por cuestiones de tiempo y de distancias, pero el sabía muy bien lo
que quería y asesorada por Alarís en cuanto a la logística carretera, le dije
como podíamos solucionar. Me preguntó mucho de mí, de que sabía, que no, que
licencias tenía o no y demás y total, nos apalabramos. Me contó después que el
era gran fan de la arqueología, de los romanos y las cruzadas y su esposa también
y que su esposa tenía un cáncer controlado pero terminal y que estaban haciendo
sus viajes soñados en el tiempo que les quedara.
¡Madres! Yo me sentí comprometidísima. Siempre le echo
muchas ganas a mi chamba, y la verdad que lo hago bien y sé muchísimo sobre mi área
de interés, pero para gente como esta, no quería dejarme nada en el tintero. Llevo
meses estudiando todo lo posible, leyendo libros sobre las cruzadas, las rutas
de las caravanas, los romanos, las excavaciones en el levante, revisando mis
conocimientos de tratamientos de urgencias, renovando mi botiquín de campo y en
fin, preparando la visita de esta gente con muchísimo esmero.
En Septiembre, tuve también un tour de un día, contratado
por el mismo sitio, de una pareja de escoceses que me pagaron un dineral por un
tour de un día en Petra. Se me hizo rarísimo que estuvieran dispuestos a pagar
tan caro un tour de un solo día. Les dije que los podía contactar con alguien más,
que viviera en Petra para que no les saliera tan caro, pero insistieron en que
querían que fuera yo, aunque tuviera que venir de Ammán, porque querían alguien
que se tomara todo el tiempo necesario, que estuviera con ellos todo el día,
que se adaptara a su nivel de energía, que es lo que yo siempre ofrezco y si
tenía alguna noción de conocimientos de primeros auxilios, mejor. Les dije, OK,
pues encantada. Pues resulta que la señora, en ese caso, también tenía cáncer.
Sus quimios eran los Jueves, y entonces el Viernes viajó a Jordania, para
volver el Miércoles y estaba aprovechando su semana. Quería en Petra alguien
que le enseñara todo lo posible, sin carrerearla, llevándole un lunch y líquidos
para hidratarse y que la acompañara todo el tiempo. El marido, resulta que era
un colega. Guía de turistas en Edimburgo. Buenísimas gentes y con una actitud
magnífica.
Me esperaba de la pareja que tengo ahora algo similar. Al
recibirlos en el aeropuerto, me sorprendió el estado de salud de ella y la edad
de los dos. Tendrán alrededor de setenta y cinco años y ella está bastante
malita. La escocesa estaba rozagante en comparación. Se cansaba un poquito,
pero estaba muy bien. Esta pobre mujer, es gordita, camina con dos bastones,
con mucho esfuerzo, le cuesta mucho trabajo subirse al coche, subir y bajar
escalones y se cansa muchísimo. Pero tiene la mejor actitud del mundo. El marido
también. Los dos amabilísimos y entusiasmados. Llegando de un vuelo de 11
horas, con una conexión previa y otro vuelo de 5 horas, llegaron directos a ver
un museo. Ella con sus bastones y con un banquito portátil que despliega en un
pispás para sentarse si se siente desfallecer, con una botella de agua en una
cangurera con electrolitos para darse ánimos y con una sonrisa y un brillo en
los ojos que iluminan las salas y calientan el corazón. Una belleza de mujer. El
marido la consiente, pero bromea con ella, le dice que solo porque es jueves,
que mañana si la va a traer marcando el paso, que esto y lo otro y tienen una
energía y un optimismo impresionante.
Pidieron que los recogiéramos
tempranísimo al día siguiente porque querían ir a ¡4! Sitios arqueológicos. Ni
siquiera gente mucho más joven se avienta los 4 en un día, si acaso tres y con
mucho menos detalle. Pues ahí vamos. Alarís haciéndola de asistente doble
porque no solo manejó, procuró el desayuno por el camino y cotorreó con los
guardias en todas partes para que nos dejaran meter el coche lo más cerca
posible para que la señora caminara menos, sino que después corrió como bólido
a estacionarse y era el acompañante oficial de ella, el acomodador del
banquito, la percha para los escalones. Yo iba con el “Inca”, el incansable
marido, gran fan de los romanos a ver hasta la última piedra y no estoy exagerando.
Vimos toooooodititito. Ella se evitó algunas de las subidas más pronunciadas,
pero lo hizo también como los grandes. Y lo que no, con el mejor humor,
diciendo, Mira, yo conozco mis limitaciones, no voy a subir las escaleras del
castillo, desde aquí lo veo a todo dar y que mi marido tome mil fotos, las veo
en la noche.
Increíble.
Al día siguiente, igual
salimos súper temprano y visitamos otros 4 sitios arqueológicos. Ella otra vez,
supo donde sí y donde no. Por ejemplo, la subida a las cuevas amonitas se la
disculpó y se quedó junto al coche con Alarís, sentada en su banquito, comiendo
unos higos recién cortados que Alarís le compró mientras el señor y yo subimos
a ver las grutas. Pero después se dio vuelo en las ruinas del castillo amonita,
en el sitio del bautismo, y antes en la ciudadela de Ammán. Tiene intención de hacer Petra. Dice que no
tiene ninguna prisa y que si se cansa, ya verá si la tiene que sacar una de las
carretitas de caballos pero que ella no se pierde el espectáculo ni de broma. Lee
de todo, investiga, platica sin cesar, es una gente que está viviendo su vida
al máximo hasta el último momento y no se está dejando apachurrar por lo que
hubiera querido o por lo que no fue, sino haciendo lo mejor de lo que es y lo
que hay.
Veníamos cuidándola mucho a ella en las ruinas de Ammán,
cuando de pronto el se nos tropezó y se dio un porrazo marca diablo. Cuenta que
estuvo en la Fuerza Aérea de Estados Unidos y que aprendió a caer cuando se
tiraba de paracaídas. Pues para el trancazo que se dio, salió bastante bien
librado. Un sustazo, se raspó un codo, y quedó un poco empolvado, su cámara un
poco maltrecha. Pero yo traía mi kit de primeros auxilios en la bolsa, lo
auxilié rápidamente y Alarís que es muy manitas, le compuso la cámara rápidamente
mientras el veía el museo de sitio con un alfiler y una navaja que alguien le
prestó.
Es impresionante también ver como se cuidan el uno al
otro, como bromean y como se disfrutan, se hacen reír y se valoran.
Gran lección de vida. Así como no vas a poner en perspectiva lo que
es importante y lo que no.
No hay que desperdiciar ni un minuto de la vida en forma
consciente. Hay que vivir mientras podamos y disfrutar de las personas que
queremos cada momento y hasta el final, sin pensar en lo que hubiéramos querido
que fuera, en lo que no tenemos, en lo que pensamos que sería. Hay que hacer lo
mejor de lo que hay y vivir cada día al máximo.
Salam!
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