Ángel
Tencha, la que casó con Tacho, tuvo
un bebé. Como se acostumbra aquí, en los pueblos chicos, mucho dijo acerca de
que le gustaría esperarse y no se qué tanta historia, pero no hizo nada al
respecto y por lo tanto, exactamente nueve meses y medio después de la boda,
tuvo una bebita.
Alarís y yo andábamos como locos
chambeando, primero con la señora con cáncer y su esposo, y dejándolos a ellos
en el aeropuerto, nos volvimos a ir al sur con un grupo de Neozelandeses o sea
que hasta unos días después pudimos escaparnos al pueblo a ver y dar la
bienvenida a la nueva parienta.
Refugiada Siria con dos bebés.
Me
había tocado tener sobrinos en Musulmania, dos de hecho, pero como la madre en
cuestión es concuña, y algo diferente, medio de origen Vasco o Catalán porque
le gusta el separatismo, no me tocó convivir tanto con los bebés. Viven en una
ciudad donde no vive nadie de la familia- ni de la de ella- y que además yo
considero la antesala del infierno. Es un pueblo del desierto donde hace un
calor de la trompada y si no te invitan
a algo en especial o vas a comprar un coche (hay una zona libre de impuestos y
por tanto, muchos brokers de coches y camiones), es preferible sacarle la
vuelta al poblacho en cuestión.
Esta ha sido distinta, porque “jugamos
de locales”. Nos tocó vivir muy de cerquita la boda, todo el embarazo, no solo
porque es hermana de Alarís y muy querida, vive cerca de Ummi y Baba, sino
porque su esposo nuevecito- a todo dar-, es por variar policía, y por tanto, no
está en su casa seguido, y la esposita, frecuentemente se quedaba en casa de
los papás para dejarse consentir durante su embarazo. Estuvimos pendientazos del evento, y por
cuestiones de chamba, nos lo perdimos! Nos mandaron fotos de inmediato.
Preguntamos el nombre, pues no estábamos seguros, decían que a ver de qué le
veían cara. Había varios contendientes y al final le pusieron Malik, que
significa Rey, o Ángel. Está preciosa la
mocosa, o sea que yo creo que es el último significado. Tiene una carita
redonda chiquitita, con la naricita recta, la boca dibujada con pincel y unos
ojitos muy vivarachos.
Ayer
fuimos finalmente a conocerla a su casa. Por variar, evento separado. La nueva
mamá tenía una cama puesta en su sala de visitas para poder recibir acostada,
porque aquí las visitas son nada prudentes, se apersonan a todas horas y lo que
es más, se instalan y no se van. Así estaban. Un montón de señoras, y lo peor,
con un montón de escuincles de cuatro años para abajo, dando una lata terrible.
Había una abuelita del nuevo papá, su mamá, varias tías, unas ñoras que no entendí
bien quién eran, una de la familia que hace años me secuestró para preguntarme
quién era, de donde venía y porque era tan diferente a todo lo antes visto en
estos pueblos. Ummi y la esposa de Safety, y al rato llegó la concuña de la
nueva mamá. Esta última, tiene 20 años y venía cargando a su segundo bebé.
Diantre de mocosa! Entre todas juntaban 11 escuincles, aparte de la festejada.
A mi me daban ganas de clamar por Herodes y de decirles a todas, OK, ya vieron,
ya felicitaron, ya vámonos yendo que la mamá se ve cansada y no es cosa de
hacerle tiradero y ponerla a chambear, pero aquí esas sutilezas les valen
muchísimas madres. Los escuincles corrían por la casa, se subían a los muebles,
peleaban, había dos gemelitas como de año y medio que peleaban, untaban mocos
por doquier y echaban trompetillas llenas de baba, masticaban unos zapatitos
que le habían traído de regalo a la recién nacida y nadie les decía nada.
Alguna necesitaba cambio de pañal, y la mamá estaba en Júpiter, hasta que
alguien más procedió a la investigación, como se hace aquí y en China, oliendo
traseros, hasta dar con la culpable y le dijo a la mamá. No creas que la cambió
de inmediato. Nos deleitó con el perfume un ratote hasta que decidió pararse e
irla a cambiar. La cambió y tiró el pañal sucio en un bote dentro de la casa.
No manches! Si no el Manual de Carreño, estoy segura que las buenas costumbres
dicen que uno se tiene que llevar sus pañales cochinos en una bolsa sellada
para hacer con ellos lo propio en casa o tirarlos afuera en uno de los
contenedores de basura que están en la calle para que pase el camión.
Otro que NO es pariente.
Salió
a relucir el té del postparto típico de aquí, que ya he platicado. Acostumbran
preparar un té de canela muy dulce con pedazos de nuez de castilla, que dizque
es bueno para la parturienta, pero se lo dan a beber a las visitas. La única
vez que lo tomé en casa de una tía, me pareció el potaje más horrible del
mundo, dulcísimo, pero a la vez súper amargo por la cáscara de la nuez. Me
alegaron que todo en esa casa sabe horrible, que no debía de tomarlo como
referencia o sea que ahí voy de mensa a probarlo otra vez. Nones chicharrones.
Asqueroso. Si es medicinal, que lo tome quien lo necesite, que ganas de que
todo el mundo se amargue con el numerito, si no estamos enfermos. A lo mejor es
para correr a las visitas imprudentes.
Total,
haciendo gala de que “Las visitas tienen sueño”, nos despedimos haciendo mucho
escándalo, “para dejarte descansar.... EH!!!”, pero como si le habláramos a la
pared. Ahí quedó un montón de gente, que quién sabe a que hora se fueron. Ummi
estaba mortificada por su niña y cuando llegó y lo comentó en su casa hasta
salió regañada por su marido, que si estaba enseñando a las hijas a ser
groseras o qué. Acá uno debe recibir a las visitas así se esté muriendo y así
sean las tres de la mañana. No me parece. Se me hace una barbaridad. La gente
tiene poco que hacer y va y se instala en las casas ajenas a hacer tiradero, a
fumotear, a que los alimenten y entretengan y a que sus hijos hagan desastres.
Menos mal los señores estaban afuera en la terraza, fumoteando ahí. Y ni siquiera es como en Mi México que tienes
en general quien te ayude. Acá las chavas están solitas, se ocupan ellas de su
casa y sus hijos solas, si acaso, si están muy malas, les echa la mano su mamá
o sus hermanas, pero en su propia casa y se van en la noche cada quién a la
suya, o sea que es una sangronada írteles a instalar en su casa.
Pregunté
cuantos días iba a durar este relajito y dijeron que en general dura mucho, que
por eso hasta ponen una cama especial en la sala para ese fin, que rentan o
piden prestada. Que cosa!
En
la mañana nos mandó un mensaje que estaba sola y ahora sí quería visitas de
confianza. Fuimos a darnos vuelo con la bebita, a ayudarla a recoger su casa y
a apapacharla y luego la dejamos para que se echara una siesta, antes de que le
caigan los imprudentes en la tarde.
Platicamos
de como se hacen cosas aquí y en México: el ombligo, los aretes, la bañada, la
lactancia. Nos carcajeamos, porque yo le dije que no sé si en México en todos
lados, que cada quién tiene su modo de matar pulgas, pero que yo tiré el
ombligo de mis hijos a la basura, pues me parece como las uñas que cortas o
como una costra, pero se de gente que lo entierra en el jardín o hasta lo
guarda en un álbum de fotos. Gente que hace pastillas con su placenta
(jipitecos estrambóticos que NO voy a mentar por nombre), gente que guarda los
dientes de leche y hasta los hace joyería. Me dijeron que aquí, mucha gente va
y tira los ombligos a la universidad, para desearle una vida de éxito al bebé.
El deseo me parece excelente, la práctica, una falta de higiene absoluta. Lo de los aretes, no lo hacen en el hospital,
llevan a la bebé saliendo a la farmacia, en donde hacen las perforaciones con
la maquinita y la circuncisión se hace en casa, con una fiestita. Mucho pleito
tienen con los vecinos, pero la neta es que son casi idénticos. No le llaman
Bris, pero haz de cuenta. Les llaman a
los judíos en broma Ibn Ammi, o sea primos (hijo de mi tío) y si, la neta, es
que tienen costumbres muy, muy parecidas. No hay bautizo ni ceremonia oficial
para poner nombre al bebé, más allá del registro civil y el libro de familia,
pero la tradición dicta que el Papá le diga su nombre al oído y lo enseñe a
rezar en cuanto nazca, es decir, rece en su oído, dando gracias a Dios por la
vida. Hay cosas iguales y cosas diferentes y por supuesto variaciones
individuales infinitas. Se acostumbra la
cuarentena, igual que tradicionalmente en México.
Una
maravilla eso de que te vayan a ver al hospital en México, y que los corran a
cierta hora, y después puedes invitar a la suegra o la mamá con sus amigas a un
cafecito a conocer al bebé y listo, pero la gente no va y se instala en tu casa
a menos que sean tus hermanas o tus muy amigas, que por lo mismo puedes
decirles con toda confianza que te detengan al bebé mientras te metes a la
regadera, que te masajeen la espalda que traes toda torcida de dar pecho o de dormir
con el bebé en posiciones extrañísimas, que te sequen el pelo para que no
parezcas la Bruja del 71 o que pasen a retirarse si lo que quieres es jugar al
Brócoli porque estás agotada.
Al
rato vienen otros sobrinos a vernos y a jugar a casa de Ummi, porque siempre
que venimos, aunque sean un par de días, tratamos de ver a todos, de repartir
dulces y recibir besos pringosos y de juntar apapachos hasta la próxima.
Salam!
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