domingo, 1 de septiembre de 2019

Deshonras de Spa


Deshonras de Spa

            Es una delicia vivir en esta época de la vida en la que hay tantos y tan variados spas, por todas partes y a precios decentes. Aprovéchenlos ustedes que viven en mi México y  pueden consentirse de vez en cuando. En Musulmania, donde ahora vivo, no es algo que se acostumbre comúnmente y el título del escrito viene porque conozco a una niña Sueca, casada con un Jordano, que acostumbrada a que en su país uno se da masajes semanales como parte de su rutina de “higiene personal” y se le ocurrió preguntarle a su suegra, mujer musulmana, sumamente tradicional y de un pueblito del norte de Jordania, que dónde se podía ir a dar un masaje. Le contestaron con un “ Aiiiiiiii! A3eeb aleeeki!”, que libremente traducido significa algo así como “Shame on you” o “deshonra!”. Ella se indignó. Decía: ¿Deshonra? ¿Cual deshonra? ¿Qué le pasa a la vieja? ¿Cree que qué? Y yo no podía dejar de atragantarme de la risa, porque hete aquí que si tengo una pequeña colección de historias de terror de spas, propias y ajenas, que sin balconear a las personas en cuestión por nombre, les voy a platicar.

            En primer lugar, creo que ya quedó clarísimo que soy fan número uno del spa. Me encantan los masajes: descontracturantes, deportivos, relajantes. Los tratamientos que te envuelven como mixiote con diferentes cositas que generalmente huelen a comida, no tanto. He probado suecos, tailandeses, balineses, ayurveda, con piedras calientes, con maderas, con técnicas de todo tipo.  Los faciales se me hacen importantísimos por cuidado personal, porque sí dan resultados y te ayudan a evitar traer la cara como axila de elefante, toda reseca, o llena de puntitos negros y cosas, pero no son mi idea de una hora divertida y relajada. Lo del masaje si, me parece una cosa riquísima, y una inversión de tiempo y dinero que bien vale la pena. Hombre, no las millonadas que piden en Spas de hoteles para gringo millonario, pero hay cosas muuuuuy decentes.
            Desde que me atropellaron, la espalda me quedó bastante maltrecha, y como camino como camello de caravana por cuestiones de mi chamba, y cargo bultos como mecapalero, suspiro a veces por un buen masaje, pero en mi pueblo no se acostumbran los quiroprácticos, la acupuntura, ni esas artes. En algunos hoteles, sobre todo en el Mar Muerto hay buenísimos Spas, y en Amman hay unos baños turcos en donde dan unos masajes relajantes con aceites que son una maravilla. No son tan efectivos para alinear la espalda, pero una clase de yoga y un masajito de esos y yo quedo como alfombra voladora, toda relajada, y sobre todo muy contenta. La pena es que muchas veces no tengo tiempo de hacerlo tan seguido como quisiera.

            Ya tengo conocidos aquí un par de baños turcos buenos, y baratos. Uno de ellos la verdad no tan bonito, pero muy limpio y con una masajista Iraquí a la que estuve a dos de proponerle matrimonio, con perdón de Alarís y antes de apalabrarme con él y recientemente uno más cerca de mi casa, arriba de la peluquería donde finalmente pegué mi chicle  y voy a que me peinen, corten y pinten cuando me quiero consentir.
            Ya sé que estás leyendo esto por puro morbo y quieres llegar a las historias horrorosas. Ahí voy.
            Hasta encontrar qué masajes te gustan y cuales no hay que practicar un poco el ensayo y error. Preguntar, averiguar, y muchas veces si, caer en manos de varias bestias peludas. Cuando corría maratones, para salir de alguna lesión me recomendaron a unos masajistas, que me lastimaron más de lo que ya estaba, los moretones hasta me daba miedo que me fueran a producir una trombosis y por supuesto que no me curaron nada. Nunca más. Los famosos masajes de adelgazar que yo creo que funcionan porque te meten un miedo a no tener éxito en la dieta después de las madrinas que te ponen con regularidad, que claro que te la piensas dos veces antes de comerte ni media chispa de chocolate. Los masajes tailandeses que parecen ataques ninjas, entre instrucciones para relajarte y de pronto sendos codazos por todos lados....... El chiste es encontrar algo que te guste, que sea tu estilo, en un ambiente que de verdad te relaje y que para ti sea una salida de la rutina y un momento de placer absoluto, pero en un marco de seguridad y respeto.
            En un hotel muy elegante y lindo en Los Cabos un señor, al que no vamos a mencionar por nombre, que no acostumbraba masajearse, fue a darse un masaje. Lo atendió un bigotón acapulqueño. Lo acomodó en la camilla y le preguntó si quería el masaje suave, mediano o recio. El hoy occiso, pensando en que no fuera el masajista a pensar que era poco hombre, le dijo que recio. Le han dado una maltratada de horror y a la mitad, con lágrimas en los ojos tuvo que pedir, Mediano, bájele a mediano! Salió y se durmió 18 horas, destrozado, pero eso sí, con la hombría intacta. El acapulqueño se debe de seguir riendo.
            Una conocida, muy de pueblo, en México, nunca se había dado un masaje hasta que un día su papá les regaló a ella y a sus hermanas un fin de semana en un hotel spa padrísimo. Allá va como ratón de campo que va a la ciudad, a probar de lo que había oído que tantas amigas y parientas hablaban con tanto gusto. Salió echando pestes y diciendo que no entendía como pagaban porque les hicieran esas cosas tan horribles. Que el hombre que le dio el masaje se dedicó a tocarla en sitios inapropiados y que así como uno se va a relajar. La pobre pensó que así era y ni protestó de que le tocó un viejo degenerado. Muy mal! Un buen masajista tiene que ser profesional en todo momento y hacerte sentir cómodo aunque estés desnudo o no. Ya después lo tomó a risa  porque no pasó a mayores, pero pues muy mal.
            Otra vez fui de viaje a la India y a Nepal con mis hermanas, unas primas y unas amigas. En Nepal, mientras parte del grupo con el que íbamos se fueron a volar sobre el Everest o no se qué historia, una de mis hermanas y yo decidimos darnos un masaje en el hotel. Llamamos para reservar y desde ahí comenzó el folklore porque les conflictuaba que fuéramos dos mujeres y solamente tenían una masajista mujer y un hombre. Les dijimos que no teníamos problema. Que si eran profesionales, tanto daba, sexo indistinto. Total, vamos al spa. En Nepal y en las provincias de India, la gente suele ser flaca como chiflido, y las mujeres bajitas por lo que la gente llenita, y las mujeres altas llaman la atención: dicen “Ohhhh, Madam very strong”. Nos vieron y se les chispó la risa y decidieron con quién mandaban al hombre y con quién a la mujer de acuerdo a como nos vieron. Estaban chistosísimos. A mi me mandaron con una mujercita que no pasaría del 1.35 de estatura y decía llamarse Sarita.  Pasamos a una cabina, en donde la cama de masaje era como una mesa de carnicero de mercado mexica. De azulejo blanco, cuadrado y chiquito; en el centro del cuarto y de una altura sospechosa, como de barra de bar, y todavía más sospechosa considerando que la masajista era tan bajita. Me pidió que me instalara boca abajo en la mesa y cuando me acomodé me dijo, “Espero no se moleste.” Y de un brinco como de gimnasta olímpica, se encaramó a horcajadas sobre mí como si fuera yo un poni salvaje. No paró de cotorrear todo el rato. Me contó cuántos hijos tenía, la historia de su vida y ya no me acuerdo cuántas cosas más. Por supuesto como masaje, nada, pero me hizo reír tanto, que la experiencia sirvió su propósito, salí relajada y contenta. Cuando me dio la cuenta, equivalía como a 9 dólares.  Le dejé 25 de propina y se quedó felicísima.
            Cuando estaba recién casada en México, una amiga me dijo que su mamá tenía una masajista que iba a su casa, que era muy buena, que no cobraba caro y que tenía mucha necesidad, que si no se me antojaba que fuera a mi casa una vez a la semana y que...... Total le dije que el exposo dijo que sí, y luego siempre se andaba escondiendo para que no le dieran masaje a él. Gravísimo error, porque durante casi 6 años estuve con esa historia. Muy buena gente la mujer, pero no era buena masajista y siempre venía con una retahíla de tragedias, me costaba un dineral, me moría de frío porque por ese entonces vivía en una de esas casas en Bosque de las Lomas que están enterradas en un barranco y hacía un frío de pastorela adentro, por lo que tirarte en el piso en ropa interior era un tormento, pero como todas las veces me contaba cuántas deudas y problemas tenía en la vida y yo tengo corazón de pollo, no podía decirle que ya no viniera más. Además me contaba treinta mil chismes de “Mi Clienta.....” y me imagino que lo mismo haría conmigo y sus demás clientas, ventilando el color y estado de mis chones y mis pompas con quién se dejara.
            A una de mis amigas le encargaron una chamba porque debe de tener un karma magnífico, y porque es buenaza en todo lo que hace. Pero imagínate este trabajo: ir a probar los mejores spas de México para un reportaje. No, pues wow. Desde ya aviso, a quién quiera, que estoy disponible para estas gracejadas el día que se requiera y en cualquier punto del globo. Puedo ser piloto de pruebas de spa, siempre. Es más, lo voy a poner en mi Ridículum ya.  Total que en esas estaba esta mujer, cuando vino un masajista espectacular world-famoso de no se dónde y le estaba dando un masaje de cállate los ojos. Cuando estaba por acabar, ella boca arriba,  la levantó de los hombros, ya sabes, cuando hacen esto como para aflojar toda la musculatura de la espalda superior. Ella estaba en un momento tan zen, que pensó que era un abrazo y se lo devolvió al masajista....... y luego se deshizo en disculpas y en un charco de vergüenza. Cada que me acuerdo lloro de la risa.

            Los masajes en Asia son toda una historia. Ahora que están tan de moda las Lunas de Miel en el sureste asiático mucha gente sabe de lo que estoy hablando. Te das un masaje en alguno de esos países y viene una asiática preciosa como muñequita que te saluda en un idioma incomprensible y te masajea, preguntándote todo el rato “Are you enjooooyiiiiiiing? Is the pressure al riiiiighhhhhht??” Una cosa riquísima. Una las historias que más me han hecho reír es una que me contó Jani acerca de uno de estos spas, en los que se apersonó la masajista en cuestión y mientras pactaban el tipo de masaje y el precio, le dijo que el mejor masaje que tenían era el Bolituboli. Que costaba el doble. Jani es sumamente aventurera y dispuesta siempre a probar novedades y dijo que estaba bien. Acto, seguido la masajista empezó a abrazarla y a untársele como estampa, mientras ella protestaba e intentaba zafarse como el gatito y el zorrillito de las caricaturas. “ Oiga! ¿Que le pasa?”  Y la asiática le dijo, “ Usted pidió un bolituboli. My Boly on your boly” Quería decir body to body, jajajaja, y era una cuestión entre masaje y cosa erótica rara. Hay que informarse bien antes de decir que sí.  
              En México me he dado masajes deliciosos y he tenido experiencias de spa padrísimas en hoteles buenazos y en day spas lindísimos. Y también en temazcales y cosas extrañas en pueblos raros en donde el "chamán" estaba en Rinbros  y la experiencia no fue nada relajante, sino más bien un poco preocupante, pero todo es anécdota y al final es divertido. 
            Híjole, con tanta platicadera, ya se me antojo y creo que amerita que me vaya al baño turco después de ir al gimnasio a que me den un masajito de esos que hacen que el mundo se vea de otro color, aprovechando que hoy puedo.
Salam!



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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...