domingo, 25 de agosto de 2019

Frijoles Refritos


            Llevo un par de días sin poder dormir. Entre el calor, unos perros que andan sueltos cerca del pueblo, los mosquitos y la preocupación de unos programas para el mes que entra en que el turismo está a tope y no hay donde acomodar a la gente ni guías suficientes para todos, no ha habido forma.

            Había quedado de ir temprano con Alarís a Irbid, la ciudad grandecita que está al norte de Jordania, a recoger un coche para un míster que va a pasar una temporada acá en el norte y traérselo al pueblo. Este señor vive en algún Emirato, se me olvida en cual, y acostumbra venir cada año y ya es clientazo, siempre le rentamos algún coche, lo llevamos y traemos al aeropuerto y le organizamos varias cosas. Total, Alarís me vio tan dormida, me había medio oído vagar por la casa a altas horas de la madrugada y decidió dejarme dormir. Pensaba ver a quien le decía que lo acompañara a por el coche. Lo oí cuando se vestía y antes de estar del todo despierta ya estaba lavándome los dientes y diciéndole “ Ya voy....., hazme un cafecito no seas gacho”.  Total, ahí fuimos a por el dichoso coche. Los árabes son bien vaciados. Nada puede ser rapidito. Todo tiene sus rituales. Pasamos a la oficina del cuate del coche. Lo esperamos. Subimos. Nos ofreció un café (para mi regocijo), nos lo tomamos y chacoteamos de unas cosas y otras, que si quién iba a manejar el coche hasta el pueblo. Me indigné un poco de que hubiera que preguntar si era correcto que lo manejara yo. Tengo licencia jordana y manejo mejor que la gran mayoría de la ciudadanía en Irbid. Por el hecho de ser mujer hay que preguntar???  Le dije que sin broncas lo manejaba Alarís y yo me llevaba nuestra van, nomás faltaba.  Dijo que no había ningún problema. Se sorprendió enormemente de que hablara en árabe y que me refiriera a Alarís como “mi socio”. No había hablado mucho porque esa manera extra floreada de los árabes de hablar por hablar todavía no se me da y mucho menos con un señor desconocido.
No sé si has oído a nativos hablar en árabe o visto películas con subtítulos. La próxima vez fíjate. Se oyen muchísimas palabras y lo que ponen los subtítulos es “¿Cómo estás?”. Y es verdad, así es. Preguntan cinco o seis preguntas seguiditas que todas en realidad significan lo mismo, pero son ¿Como estás? ¿Cual es tu color? ¿Que noticias tienes? ¿Que tal tu vida? ¿que tal tu sonido? ¿Cómo está tu salud?...... después vienen las respuestas: gracias a Dios (bien o mal, se le achaca a Alá) y siguen un montón de bendiciones: Dios te dé larga vida, te cuide te proteja, te de salud, te cuide en tus negocios....... Mi madre!! Yo solo digo Hola. Como estás? Bien y tu? Y la gente cree que estoy cabreada, pero la verdad esa es la información que quería transmitir, que no? Me siento rarísima preguntando 35 cosas, que todas son lo mismo sin esperar respuesta entre una y otra. Entonces callo y miro. Y la gente cree que una de dos, o que estoy de malas o que soy idiota, por que para quitar el malentendido número uno procuro sonreír. Entonces solo creen que soy medio simple de mente.
Mientras íbamos para allá pasamos por la aldea donde vive una de las hermanas de Alarís y dijo, le voy a hablar que nos haga de desayunar y pasamos de regreso. Le dije, que es un pasado, que la iba a despertar y que yo mandaría por las cocas a mis hermanos si me salen con una historia así. Me dijo que porque a mi me educaron para ser bastante mala persona, supone. Que a sus hermanas les da gusto verlo, no importa la hora y alimentarlo es parte del contrato. Pues bueno. Le habló pues a su hermana, efectivamente despertándola y le dijo que en un rato le caíamos a desayunar. Y ella le dijo que claro que sí.

            Todas las hermanas de Alarís, y son muchas, son encantadoras. De verdad me cuesta trabajo escoger una favorita. Esta en particular es de lo más cariñosa, súper entusiasta para todo. Siempre que me ve me apapacha mucho, me dice “Te extra popo﷽﷽﷽﷽﷽asta para todo. Siempre que me ve me apapacha mucho, me dice " M favorita. Esta en particular es de lo mo, no importa ñé” en el poco inglés que habla y le parece padrísimo inventar pijamadas, comidas, reuniones. La última vez que la fui a ver, me dijo, quédate a dormir y mañana desayunas aquí (no traía yo pijama, cepillo de dientes, mis pastillas de la tiroides, no está fácil que una ñora de mi edad tome esas decisiones espontáneamente...) y ella si me ha caído en mi casa a dormir, y con el mismo entusiasmo cocina, lava los pisos, llevamos niños al parque. Es muy linda.
            Las mujeres de mi nueva familia cocinan espectacular, pero comida árabe y no son paladares muy aventureros. Las sacas de sus platillos tradicionales y no quieren ni probar, ponen cara de asco o de tristeza. Esta mujer es la excepción. Come hasta piedras y siempre con entusiasmo y gusto por todo. Le gusta probar de todo. Cuando va a mi casa me dice, hagamos algo mexicano y así ha aprendido a comer, y a veces hace en su casa, rajas con crema, tortillas, pescado zarandeado, caldo tlalpeño. Lo mismo se apuntó a venir a mi festejo de cumpleaños a caminar, aprendió a manejar hace poco, me pidió que le ayudara a aprender a hacer traducciones porque entiende latín y conoce a un farmacéutico que necesita que le traduzcan textos del latín al árabe. Le enseñé a hacerlos en la computadora, a formatearlos padre, a usar el contador de palabras para cobrar y lo hace muy bien.
Estudió diseño de interiores y tiene su casita, que es muy chiquita, puesta muy linda, siempre trae a sus niños impecables, es un mujerón.
            Llegamos a su casa y Alarís se entretuvo dándole la vuelta en U a la camioneta y yo me adelanté a saludar a los niños. Tiene dos niños de 4 y 3 años que me costó un triunfo echarme a la bolsa pero, lo logré. Años de traer paletas en todos los bolsillos siempre. Al principio era yo la tía cebolla. Sobre todo la niña chiquita, me veía y lloraba. Para mi desesperación porque está monísima y además Alarís es muy niñero y los niños lo adoran. Estaba gacho que nadamás me vieran y se les helara la sonrisa. Pues lo logré. Ahora me saludan con el mismo gusto que a él, me dan de besos, me cuentan historias. Para cuando entró Alarís ya estábamos entradazos en el juego y su mamá ya estaba llenando la mesa de cosas de comer, entre ellas los frijoles refritos árabes del título. Acá hacen frijoles muchas veces para desayunar, muy distintos a los nuestros, pero muy ricos y los que hace ella son mis favoritos. Se sirven fríos, con ajo, un poco de limón, jitomate crudo picadito y cilantro. Por supuesto que les encanta ponerles también aceite de olivo crudo, como a todo. Se comen con pan y son riquísimos. Puso también jocoque, jitomate, pepinos, un omelette con zatar, encurtidos, mermelada y quién sabe que tanta cosa. Un desayuno riquísimo. Platicamos rico, jugamos con los niños, que andaban platicadores. Dijeron que querían ser de grandes, nos hicieron reír.
Cuando nos tuvimos que despedir para ir a dejar el coche y porque Alarís tenía que ir luego a Zarqa a por un asiento y una llanta para otro coche y yo tenía que trabajar me encantó que los niños dijeron, que si el se tenía que ir, OK, pero que dejara a la tía. PUM!  Ya les gusto aunque venga sola. Que feliz!! Y conste que no traía dulces esta vez.
            Tengo familia. Muy grande, muy querida y muy cercana a pesar de los kilómetros y los horarios que nos separan, pero esta familia que Alarís me ha compartido es un extra que nunca me imaginé y que me llena las ganas de cariño.
Salam!

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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...