Al
Masr: La previa y Giza
Vengo a platicar
de el viaje que hicimos a Egipto, como vacaciones, como cosa de trabajo y como
festejo del cumpleaños de Alarís, todo envuelto en la misma bolsa. Resulta que,
como dicen en mi pueblo, Alhamdulillah, o A Dios Gracias, dirían en mi México,
hemos tenido todo el año mucho trabajo y poquísimas oportunidades de descansar.
Mi cumpleaños lo festejamos de manera express en dos días libres antes de salir
volados para México a ver s mi hermano casarse y no nos pudimos quedar mucho
tiempo porque nos tuvimos que regresar de volada para atender a unos clientes.
Bien valió la pena, gente lindísima. Pero cuando hicimos todos estos arreglos,
platicando con Alarís, le dije, que como veía si para festejar su cumpleaños
nos íbamos a Egipto, aprovechando que tenía yo que ver unas cosas de negocios
allá y que como organizo muchos viajes a la tierra de los Faraones, me dan
precio de familia, pues mi operadora de allá es otra de las amigas que la vida
me ha regalado por estos rumbos, que aprendí a querer antes de conocer
físicamente y la querencia es mutua y grande. Total, quedamos en que sí, y
todavía nos tiramos uno al otro el rollo de que, “Si, porque es importante
darnos tiempo para nosotros, pase lo que pase, porque siempre hay cosas que
hacer, pero esto y lo otro.... Si, tienes razón, bla, bla” y total empecé a
organizar el viaje para la semana del cumple de Alarís. Y ZAS! Que me habla
otro amigo y gran cliente que quiero mucho y me pide esos días para atender
personalmente a unas personas. Ahí voy con mi cara de tarada a decirle a
Alarís, que en ciertos casos, se pueden hacer excepciones y mover un poco las
fechas y.... Nam, Fátima, kalazintik kabirat! Si Chucha y tus calzonzotes! Pues
ajustamos las fechas y ahora sí, compré los boletos antes de que se nos
volviera a atravesar algo. Además resulta que hubo alteraciones en el casting.
Originalmente íbamos a ir solo nosotros dos. Luego se me ocurrió invitar a mis
hijos, que me batearon olímpicamente y luego a mi cuñada más chica, que ahora
que se casó su gran compañera, se quedó muy solita. Además es una niña muy
artística y pensé que le haría ilusión venir a tomar fotos y pintar, además de
salir a orearse. Pero también pensé que se iba a aburrir como ostra solita
conmigo y Alarís y entonces maquiné invitar a dos sobrinas pubertas
también. Pedimos las autorizaciones
paternas correspondientes, nos fueron otorgadas, mandamos a las niñas a sacar
sus pasaportes, y se armó la machaca.
Entonces el viaje
ya tomaba otro matiz interesante. No sólo iba a ser un viaje para conocer más
acerca de Egipto, para, como cuando viajo a los países por aquí para ver tooodo
lo que le vendo a mi gente, poder recomendar y opinar de primera mano sobre
toditito lo que la gente pregunte (que hotel está lindo, como es el aeropuerto
tal o cual, que tal el tren, los barquitos, tal tour, cuanto cuesta, donde se
cambia dinero y cuánto, que se come, como te vistes, que haces, que tal los
baños, conviene más avión, barco o tren, etc.), sino que también me iba a tocar
viajar a través de los ojos de tres niñas musulmanas tradicionales, sumamente
conservadoras que no solo nunca han salido de su país, sino que rara vez salen
de su casa, o sea que para ellas todo es novedad y asombro. Gran
responsabilidad, pues quiero transmitirles mi gusto por la aventura, por
conocer de manera abierta todo lo que la vida y el mundo tiene para ofrecer,
por ver que las diferencias con otras culturas enriquecen, no restan, y que
tengan chance de pasarlo padre. Además, sirve que tengo más conejillos de
indias para experimentar todo lo que se pueda en Egipto, porque cuando hago mis
scoutings de trabajo, dice Alarís que lo voy a matar. Yo tengo lo que hoy en
día se llama Déficit de Atención con Hiperactividad, yo creo. Cuando era niña
solo me decían que era inquietísima y me portaba de la tuna. Mi capacidad para
hacer varias cosas a la vez sacaba de quicio a mis profesoras, que no tomaban a
bien que estuviera leyendo novelas, cantando, platicando con quien se dejara y
que cuando me llamaran la atención repitiera la lección al centavo y hasta le
explicara a mis compañeras de clase como hacer los quebrados. No era yo muy
santo de su devoción y gracias a las zapatizas que me llevé en el colegio,
aprendí a domesticar mis dragones y a encauzar esas inquietudes mentales, de
manera que hoy en día, se ser “mujer orquesta” sin problemas: guíar un tour y
mientras la gente se duerme en el coche contesto e-mails, hago programas de
viaje, traduzco documentos para la industria farmacéutica, tejo y o leo
mientras entreno para un maratón. No es cotorreo. Entonces cuando viajamos, trabajo mientras
vamos en el coche, a la vez que voy mirando por la ventana para tomar fotos, y
en cuanto tengo oportunidad pruebo todas las experiencias posibles: el baño
turco, el vuelo en globo, el baño marroquí, voy a la fábrica de perfumes, de
alabastro, al pueblo típico, al tour de noche, pero al show de luz y sonido,
pero al barquito, pero a comer al mercado y también al restaurant más elegante,
salgo a caminar temprano, pero también a pasear en la noche, para ver que tal
la seguridad, me subo al taxi, al pesero, al tren, al barco y a la calandria y
lo que no me da tiempo o no me dejan entrar, por ejemplo a la sección de
hombres de los baños, pues Alarís es mi chivo expiatorio, además de que es gran
compañero y a todo le entra bien y de buenas. Además estoy orgullosísima de mi
uso y manejo del idioma y las costumbres, y aunque no se me quita la facha de
azteca, sé regatear y contestar en árabe y es más, con el equipo que traigo,
hasta los tours me he aventado en árabe sin broncas, teniendo que preguntar de
pronto cuando me suena loquísima la historia.
Con todo y que
venimos 9 días, el tiempo se nos hizo poco para aprovechar todo lo que quería
hacer pero no podíamos tomarnos más. El Sinaí no es opción por el momento por
cuestión de seguridad. Si bien hay operadores que sí hacen tours al monasterio
de Santa Catalina, mi cuatacha dice que ella no se rifa y yo opino que qué
necesidad. El mar rojo también nos lo disculpamos, yo porque mi México me tiene
completamente malcriada en cuanto a playas, hasta Bora-Bora, Hawaii, las
Maldivas y Tailandia me parecen muy monas pero que no tienen nada que hacer
junto a mis playas mexicanas porque además de preciosas, tienen un servicio y
una calidez humana, un clima y una naturaleza extraordinarias. Además Alarís,
siendo jordano, no es un ser muy acuático y las niñas menos, además de que el
outfit playero para ellas iba a ser un tema, o sea que tache.
Fuera de ahí, empacamos en los 9 días desde salir al alba de
Amman, hasta volver a media noche del último día, toditito lo que pudiéramos
ver y hacer en Egipto de las cosas que más comúnmente pide la gente. Y me quedé
con pendientes para la otra.
Por lo temprano de la salida y el hecho de que estábamos
ocupadísimos antes, un cuñado hizo favor de traer a las niñas a Amman desde la
noche de dos días antes de que nos fuéramos. Así, Alarís tuvo un día para hacer
unos pendientes, yo también pero también las llevé a dar la vuelta en Amman y
nos dormimos temprano y dejamos las maletas listas para salir de madrugada al
aeropuerto. Mi casa últimamente parece estación de autobuses porque uno de mis
cuñados se retiró del ejército y está empezando a trabajar con nosotros. En lo
que se organiza para rentar algo en Ammán, se queda en mi casa, lo que en
teoría suena bien. En realidad, para la gente musulmana no es tan cómodo, pues
no es correcto que el cuñado esté en la casa solo conmigo si Alarís no está. A
mí el qué dirán me viene guango, pero a ellos les importa mucho, entonces si
Alarís tiene que salir, el pobre Ajui, también sale aunque esté muerto de cansancio.
Otra historia es que yo no puedo salir de mi cuarto en pijama por ejemplo, pues
no es decente, y mi casa microscópica está llena de cosas propias y
ajenas. El otro día llegué de un tour
larguito, muerta a la casa, llena de ropa sucia, sin haber comido y según yo
estaba sola en la casa. Traje el cesto de la ropa sucia a la cocina, eché todo
a la lavadora, me encueré ahí mismo y me metí a bañar mientras ponía pollo a
cocer, salí de bañarme en pijama y fui a ver el pollo y entonces vi el celular
de Ajui cargándose en la sala. Ma-dres! Si me lo hubiera encontrado en el
pasillo, no se quien se hubiera muerto primero de vergüenza, el o yo. A eso
añádele tres niñas pubertas más, pues parecía hospicio la casa, con cadáveres
en los sillones de la sala, colas para bañarse ( que las pubertas decían que
sin problema, ellas no se bañaban, les dije que ni de broma, que regla del
viaje es que todo el mundo se baña diario, no se van a desgastar).
Salimos para el aeropuerto
en la madrugada, con el buen Ajui de conductor y después de un
ajigolotón con los asientos llegamos muy tempranito a Cairo, en donde un señor
amabilísimo nos esperaba para ayudarme con la visa. Por ser la única no árabe,
era la única que necesitaba visa, para regocijo de Alarís, pues siempre tiene
el problema inverso. No hubo bronca, solo pagué mis 25 dolaritos y me pusieron
un sellito en el pasaporte con el que nos dieron la bienvenida. Nos estaba
esperando afuera un chofer, un guía y una van tipo pesera donde trepamos todas
las maletas y nos fuimos directamente a ver las pirámides. Al entrar a Giza, la
cara de Alarís se iba cayendo.
Egipto se llama en árabe Misr o Masr pero se le dice Umm al Dunya
o Madre del Mundo por haber sido una civilización tan grande. Entonces Alarís
esperaba algo muy muy cañón. Giza parece Iztapalapa. De petatiux. Está bastante
gachito. Las pirámides padres, la
esfinge y el templo del valle también. Vimos el barco Solar, que mucha gente no
ve, porque se paga aparte. Vale la pena. Alrededor de las pirámides, durante
las excavaciones, se encontraron cinco barcos “solares”, cuatro están regados
en museos en el extranjero, solo uno está aquí. Eran unos barcos que se creía
que las almas usaban para ir al otro mundo y volver antes de que saliera el
sol. El barco es precioso y está bien montado su museíto. Además es un buen
break con aire acondicionado, donde refugiarte del calorón de Giza. Las pobres niñas lo están pasando fatal con
el calor. Vienen vestidas muy poco adhoc: camisas de manga larga como de
leñador o incluso sweateres, pañuelos muy lindos para cubrirse la cabeza, y
pantalón largo. Claro que a los dos minutos de estar afuera se sofocan. Yo ando
en pantalones de lino o algodón que parecen pijama y con playeras de algodón
super frescas y tengo calor. No manches. Por mas que les digo que son
vacaciones, que prometo no rajar, que se vale que se deschonguen, no se animan.
De plano les voy a regalar unos outfits egipcios que cuadren con sus creencias
pero que también las tengan frescas: de manga larga pero de algodón o lino
clarito y algún gorro que les tape el pelo, pero que se quiten la bufanda. Se
ven divinas pero se van a morir.
Terminando la visita y después de tomar fotos muy divertidas
fuimos a comer, a ver una fábrica de papiros y a descansar al hotel. Los
hoteles en Giza están enfrentito de las pirámides, literalmente cruzando la calle,
pero no sé hoy en día que tanto vale la pena quedarse ahí. Están levantando un
nuevo museo de Egiptología al lado que va a estar listo en 2020 y va a estar
increíble, pero si no, yo creo que de plano está más lindo quedarse en Cairo.
Las callecitas de Giza están cotorras porque hay mil tienditas, todos los
egipcios te quieren llevar a ver “solo una cosa”, es un peligro cruzar las
calles porque manejan como desquiciados. El Steigenberger, El Mercure y el Le
Meridien son los hoteles mejorcitos, fuera. El Steigenberger muy superior a los
otros dos. Dentro de el complejo de Giza está el Marriott Mina, antiguo
palacio. Muy lindo.
Las niñas cayeron
secas, entre el cansancio y el calor después de comer. Esa es otra historia.
Sus mamás cocinan delicioso y jamás comen fuera de su casa si no es shawarma-
el taco árabe que es el abuelito del taco al pastor- o sopas tipo Maruchan. En
serio. Entonces las caras de espanto en el restaurant fueron priceless. Hasta
el gerente salió a ver si les podía ofrecer otra cosa. La comida no era
espectacular pero tampoco estaba mal, y para ser comida de tour, en Egipto,
estaba muy bien: sopita de pasta, varias verduras, pescado rebozado o pollo
asado, fruta. Comieron poquísimo con cara de asco y se fueron a echar una
siesta.
En la tarde yo salí a dar la vuelta y lo pasé bomba, compré uno
que otro trique en las tiendas de “solo venga a ver una cosa”, hasta que Alarís
me habló para ver donde andaba. Regresé con perfumes, papiros, escarabajos,
fotos y la risa floja.
Nos alistamos para salir a cenar verdadera comida egipcia.
Abou el Sid es un restaurant que es cadena, lo hay en varias
sucursales en Cairo, pero es bastante bueno.
Yo quería ir a comer auténtica comida egipcia y probar varios platos.
Las niñas no iban a cooperar en esta ocasión. Escogimos una sucursal en un
centro comercial, las instalamos en el fast food a comer sus tacos de shawarma,
mientras les dábamos sus vueltas, hay
que acordarse que son niñas chicas y súper de pueblo. Con decir que cuando
volvimos al hotel ninguna traía la llave de su cuarto. Pensaron que alguien les
iba a abrir o que Alarís lo tenía organizado. Coño. No pensé que hasta ahí
llegara la cosa. Mientras Alarís y yo
cenamos pichones rellenos, alcachofas con ternera, koshari (que es el plato
típico egipcio que nació de las sobras de la semana: arroz, espagueti, pasta
corta, garbanzo, lenteja, todo mezclado y sazonado rico y cubierto con cebolla
muy frita). Cuando acabaron las niñas vinieron a sentarse con nosotros, luego
dimos unas vueltas por el centro comercial. Chistosísimo, rentan unos como animales con llantas eléctricos y
entonces hay escuincles montados en leones y vacas por todos sitios. Tomamos un
helado, baboseamos un poco y nos fuimos al hotel pronto porque al día siguiente
otra vez nos teníamos que despertar de madrugada para volar a Aswan. Los vuelos
al alto Egipto son o muy temprano o muy tarde,
y no hubo en el de la noche, o sea que, ni hablar.
Pasaron por
nosotros a las 3.30 y allá vamos al aeropuerto. Nos dimos cuenta después que
Alarís dejó todas sus camisas en el closet. Lo bueno es que vamos a volver a
Cairo y mi amiga Omnia me va a hacer favor de organizar que alguien nos las
lleve al otro hotel. Por estar viendo que si las niñas, los pasaportes y la
manga, dejó su ropa. Ups.
Me convence cada
vez más de lo buena persona que es. Le comparte su desayuno al chofer, le
ofrece comida a los polis de los retenes por buena onda, bromea con los niños
en las visitas, me hace reír todo el día, a todo dice que si y del mejor modo y
siempre disfruta todo. No es el mejor comedor, de hecho era malísimo como su
hermana y sus sobrinas, pero a fuerza de hacerle algo de bullying ha mejorado y
de todos modos, si sabe que es algo que para mí es importante me acompaña a
comer chapulines aunque el no se los coma y ya por lo menos prueba. En México
la última vez hasta unas quesadillas de cuitlacoche se zampó y eso no está nada
fácil.
Continuará......
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