SE CASÓ TACHO, CON TENCHA LA DEL OCHO….
Así empieza la
canción de mi queridísimo Chava Flores- que si no conoces, deja inmediatamismo
lo que estás haciendo, mete primera en Youtube y escucha una o varias joyas de
sabiduría popular de este gran músico mexicano- narrando una boda de barriada
en mi México. La he recordado muchísimo
por dos razones. Una, como ya platiqué antes, Alarís se está escolarizando en
el uso y manejo del castellano y por lo mismo le da por oír en el coche cuanta
música en español me da por recetarle. Lo mismo le pongo a mi queridísimo
Miguel Bosé, que a Timbiriche, a Marco Antonio Solís, a Juangas, a K-paz de la
Sierra o a Lila Downs o Chava Flores, para que eduque el oído, tanto
lingüístico como musical y sirve que yo me doy el gusto de oír mi música. A
veces hasta lloro como babosa, como el otro día oyendo México en la Piel en la
carretera, pero esa es otra historia. La
otra razón por la que la cancioncita del buen Chava no se me sale de la maceta,
es porque una de mis cuñadas se casa este viernes.
He ido a varias bodas ya en estas tierras. Algunas de pueblo,
algunas más “occidentalizadas” en la ciudad, pero nunca me había tocado ver
todo el preparativo desde tan cerca y ha estado muy padre. Otra oportunidad de
conocer las muchas diferencias culturales que tenemos, y el contraste ha sido
muy real, porque uno de mis hermanos se va a casar también y me han tocado
vivir los preparativos de las dos bodas en paralelo.
Esta niña en
realidad ya está legalmente casada. Como se acostumbra aquí, firmó el contrato
que la hizo esposa del galán en cuestión hace más de un año. Como están muy
chavitos y apenas estaban construyendo su casa, ella siguió viviendo con sus
papás y el con los suyos, pero al ser ya esposos legales, tuvieron este año y
pico una relación como un noviazgo tradicional en México, como el que hubiera
tenido una pareja de niños bien hace 30
o 50 años. El la visita en casa
de los papás, la invita a veces a su casa, la lleva a algún lado, siempre
acompañados, pero eso aquí, sin contrato de matrimonio de por medio es
imposible, a menos que seas un bicho raro como yo.
Total, que a
medida que fueron terminando la casa, se fue haciendo real la posibilidad de irse
a vivir juntos. La familia de él, desde que firmaron el papelito, la consideró
a ella una hija. La visitaban con frecuencia, no solo el novio, si no muchas
veces los papás, hermanos, hasta traían a la abuelita. Siempre le traían algún
regalo para que se fuera ajuareando. Algo de ropita, algo para su casa y así ha
ido armando su itacate de cosas, entre lo regalado por la familia de él, la de
ella y el novio. Nosotros les hemos ido ayudando también: una hermana les
regaló las cortinas, nosotros la tele y el receptor, otra hermana el colchón,
le hemos traído juegos de pijama cachondones a escondidas de Ummi, maquillaje,
detallitos que ha ido atesorando entre las hermanas, cuñadas y amigas.
Finalmente hace
un par de meses pusieron fecha y entonces sí los preparativos en forma
empezaron. Todo un tema. Yo nunca lo pensé así, pero claro. Si en los países
occidentales el arreglo de la novia y el vestido es todo un evento, aquí, en
donde el día de la boda será probablemente el único en el que la novia se vista
de manera occidental y enseñe el pelo, aunque en una boda tradicional como va a
ser esta, sea solo al novio y a las invitadas mujeres, la decisión no se toma a
la ligera.
Estuve en México
hace un par de meses y vi que una amiga de una parienta estaba vendiendo su
vestido de novia, precioso a un preciazo. Se me hizo una súper oportunidad y se
lo ofrecí a esta novia. Si lo quería, yo encantada se lo llevaba. Le dije que
de ninguna manera se tenía que sentir comprometida porque le ofrecía yo
regalárselo. A mi me pasó, cuando me iba a casar acá, que una amiga me ofreció
muy mona que me arreglara y me maquillara una amiga suya que venía de Líbano de
trabajo, trabajan para L’Oreal. Me dio pánico. A saber si me iba a dejar como
la Matahari y por compromiso me iba a tener que quedar así. Le dije que
muchísimas gracias pero que prefería pintarme y peinarme yo solita, ante su
consternación. Bueno pues total, que le
mandé fotos y me dijo que estaba divino, pero que tenía mucha ilusión de
ponerse un vestido strapless porque iba a ser su única oportunidad en la vida
de enseñar hombro y escote y ya tenía uno visto. Que estaba precioso el
español, pero que prefería el que sí se podía probar y que había imaginado
siempre. Hombre, muy válido por supuesto.
Lo del peinado ha
sido todo un tema. Llevamos semanas discutiendo el punto. Que si tal peinado o
tal otro. Que opinas de este, del otro. Esta chava tiene un pelo como de la
princesa Yazmín de Aladino, largo, negro y precioso, y es su única oportunidad
de lucirlo. Ahora, también la cosa es que ha visto doscientas fotos arregladas
con aerógrafo, de revistas y de internet y pues a saber como se vea el mismo
peinado en ella y si le vaya a aguantar. También las peluqueras de aquí tienen
poca práctica y no son tan duchas porque la mayoría de la gente nunca enseña el
pelo, o sea que cuando se lanzan a hacer peinados elaborados, usan cantidades
de producto atroces y las dejan bastante horrorosas o bien el peinado les dura
diez minutos. Le dije que pidiera una prueba. Los arreglos de novia acá son
carísimos y son todo un tema. El novio paga el arreglo de la novia y muchas
veces el de toda la familia de ella también. No se si esta vez vaya a ser el
caso. Si sí, pobrecito novio, donde que en esta familia son 6 hermanas, más la
mamá, pues el chistecito le va a salir como lumbre. Total que pidió la prueba y le dijeron que
si. Le dije que por favor, por vida suya, no dejara que en el salón le toquen
las cejas, porque aquí hacen cosas horribles las “profesionales” con las cejas
de las mujeres. La neta no es asunto
mío, pero es una niña guapísima y no quiero que la dejen como Neto y Titino. Al final fue a la prueba y puros cuentos, le
dijeron que no les había llegado el “catálogo”, ni le enseñaron nada, ni le
hicieron nada.
Todas han estado planeando que se van a poner,
buscando los vestidos, planeando el peinado y no se ha hablado de otra cosa. Yo
aquí tengo tres vestidos tradicionales árabes y dos vestidos occidentales como
de boda. Les pregunté qué querían que me pusiera y las dejé escoger. Escogieron
ellas. Me dijeron también que qué me iba a hacer en el pelo. Que compromiso.
Pues un chongo como siempre, hecho por mi misma, porque no había acabado de
encontrar peluquería en el país y mucho menos en el pueblo.
Pusieron cara de
“Ah que aguafiestas”. Changos. Pues
habrá que echarle más ganitas. Que me lanzo a una peluquería con baño turco que
hay por mi casa. Había visto el lugar por el baño turco que investigué para un
viaje de mujeres y está súper padre. Al entrar vi el salón y tenía buena
pinta. Como había tenido un par de
experiencias fallidas en este tema antes, ya estaba un poco escamada. Primero
fui con un peluquero que me dejó con el pelo de un color sospechosísimo y me
cobró un dineral. Muy mal. Después, el día de mi boda, ante esa experiencia,
solo fui a secarme el pelo, lacio a un salón y luego yo sola me hice el chongo.
Pues en ese salón, la señorita sostenía la pistola prendida entre sus piernas
mientras me acomodaba el pelo, a riesgo de calcinarse las partes privadas y yo
no podía parar de reírme. Ante esas historias, no he vuelto. Cada que voy a
México me corto el pelo y me pinto yo sola en mi casa aquí. Pero en atención a
la boda, que me lanzo a probar. Hablé primero para que no me salieran con
sorpresas a la hora de la cuenta, y el precio me pareció razonable. Me apersoné
y me pintaron el pelo, me cortaron, me pusieron un “baño de aceite”- un
tratamiento hidratante-, me secaron, todo por un precio muy decentito y en un
ambiente muy agradable. Con sus toques de color local claro. Por ejemplo, la
señorita, mientras me secaba el pelo, de pronto se rascaba su propia cabeza,
fuerte, con el mango del cepillo redondo que usaba para peinarme. Me costó
trabajo mantenerme seria. Se sorprendió muchísimo de que le dejé propina. No se
que clase de viejas brujas irán a ese lugar. Es un salón bueno en una colonia
buena. ¿Que no se acostumbrará? Alarís siempre le da propina a su peluquero y
yo siempre lo he hecho en todas partes.
Pues, rascada aparte, quedé muy contenta y cuando me vieron mis cuñadas,
ya están mucho más animadas de que estoy participando del espíritu festivo que
el evento amerita.
Llegamos el
Martes al pueblo, después de las clases de Alarís, porque también veníamos a un
velorio. La boda es el viernes, y como el trabajo de oficina lo podemos hacer
desde aquí, ya nos quedamos hasta la
fiesta.
El martes vino a
dormir a casa de Ummi y Baba otra cuñada. Pregunté si solo por el gusto de
hacer pijamada. La novia me dijo, si y no. Viene a ayudarme con la cera y el
azúcar. ¿Cómo así? Claro, las mujeres musulmanas acostumbran depilarse toditito
el cuerpo. Supuestamente cada 24 días, pero la realidad es que esta niña no
acostumbraba depilarse y ahora que se va a casar decidió que era hora de
hacerlo. Ella sola se depiló los brazos pero quería que sus hermanas la
ayudaran a depilarse todo lo demás. TODO. Salvo cejas, pestañas y pelo de la
cabeza, se depiló toditita, pobrecita:
patillas, cara, cuello, entrecejo con hilos, espalda, brazos, pecho, panza,
piernas y todo lo que caiga en medio con una mezcla de cera y caramelo. Tuvieron que venir otras dos hermanas también
a dormir y a ayudar.
Todo esto lo
tuvieron que hacer a intervalos porque como se acostumbra aquí, empezaron desde
el miércoles las visitas imprudentes. No solo se invita a la boda a todo el
mundo. Literal a todo el pueblo y todo mundo puede invitar a quien quiera. Veo
a mi hermano y a mi cuñada haciendo su lista, checando sus compromisos, viendo
para cuantos invitados tienen espacio y presupuesto. Aquí les vale sombrilla.
Tanta planeación y tanta cosa, las fiestas de boda duran de dos a tres horas
solamente y solo se da pastel y algún postre y agua o refrescos. Si la gente
está apretada en los salones, pues se aprieta y ya está pero todo el mundo está
invitado. Pues resulta que los invitados no tienen suficiente con ir a la
fiesta, no. Vienen a la casa a “felicitar” unos días antes, imprudentísimos,
cuando la gente está ocupada con los preparativos y claro, hay que darles
fruta, café, te, fuman sin cesar- en la sala donde estaba el vestido de la
novia!!! A mi casi me da un ataque de que lo estaban apestando todo- y no se van hasta las tantas.
El día antes de
la boda se acostumbra como los gringos y los ingleses hacer una fiestita para
la novia y una para el novio por separado. Nada loco como los occidentales. Muy
moderado el asunto. Acá a veces a las novias se les pone henna en las manos,
pero esto arranca con los festejos y los buenos deseos.
Mi hermano como
se casa fuera, también va a tener varios días de festejo, pero muy diferentes.
El menú, el golf, la tornaboda, todo el tema. Para Alarís va a ser su primera
boda en México y lo tengo practicando bailes mexicas, porque solo sabe bailar
lo que se baila aquí, dubka. Dice que seguro lo estoy cotorreando y que va a ser
el único menso que pretende bailar
cumbia. Si supiera! Lo bueno es que es alivianadazo y tiene muy buen ritmo y
sentido del humor o sea que no tiene ni medio problema, pero si va a ser un
shock cultural de los buenos.
Los festejos van
a ser bien distintos. En México va a haber un golf para los amigos del novio y
una reunión para las mujeres (OK, no taaan distinto, siendo que va a haber plan
de niños y plan de niñas), y acá la idea era que hubiera reunión de mujeres en
casa de la novia y de hombres en casa del novio. La novia y sus hermanas se
pusieron lindísimas. Pero al final, la nueva suegra dijo que mejor todo en su
casa y para allá vamos, todas menos yo de cabeza tapada, valiendo sombrilla el
peinado. A todo esto, la casa de los papás del novio no es tan grande y
entonces el evento se hizo afuera. Separado por supuesto. En una carpa, los
hombres, y al lado las mujeres. Como un “block-party” con un par de fogatas en
la calle, al lado de un olivar. Con un frío de cállate los ojos. Con todo y que
traía yo leggings y sudadera debajo del vestido- los vestidos árabes tienen su
encanto- me estaba pelando de frío. La pobrecita novia parecía un témpano de
hielo. Hubo algo de bailoteo, de parte de unas viejitas que parecían brujitas,
y unos señores, cada quién en su rincón. Hubo fuegos artificiales o no sé si eran plomazos. Dieron café
y té en atención a que la gente estaba a dos de palmarla por el frío y unos
dulces árabes buenazos. Yo traté de llamar la atención de Alarís varias veces
para avisarle que ya había acabado de tomar fotos, que ya no sentía los pies y
que ya me iba a ir. Mandé a un sobrino que es medio menso a darle el recado y
lo vi que no me hizo ni poquito caso. No me había traído mi bolsa ni mis
teléfonos y es impensable que me fuera a meter al lugar de los hombres. Cuando
le presté la cámara a Alarís se la tuve que mandar con un chamaco y me la
regresó igual. Total, decidí que iba a llegar más rápido a la casa y así fue.
Me fui caminando, no esta nada lejos y llegando, le llamé para avisarle que ya
me había ido. Me dijo ¿Cómo? ¿con tacones? Y sola de noche caminando, le
pareció una atrocidad, pero eran como dos cuadras y es super seguro.
Francamente, me estaba helando. Un par de mis cuñadas ya se habían ido por el
frío también y cuando me vieron llegar a la casa con la nariz como una guinda,
se murieron de risa.
Finalmente para
la boda, me pidieron que peine a todas las sobrinas chiquitas. A buen árbol se
arrimaron. Yo, que siempre ando como la madre de los vientos, pero nadie sabe
hacer trenzas y les parece novedoso que les haga trencitas francesas- además ellas se van a ir todas a emperifollar al salón y vieron su oportunidad de oro en enjaretarme a la chamacada. Se hará
lo que se pueda. Resultó que el “peinado” incluyó bañada, peinada, cosida de
ropa agujereada y cuidada de las escuinclas de Sam porque su esposa no vino porque tiene al
bebé malito. Yo ya estaba “arreglada” y me tuve que meter a la regadera a bañar
a las niñas y medio y hacer lo que se pudo porque no traían ligas ( yo tenía,
menos mal), peine, gel, ni nada.
La boda en si, es
breve, como de dos o tres horas, en un
salón en la ciudad que está cerquita del pueblo. Con todo el partido de pastel, show de darle
alhajas a la novia, gritos de “lililililililili” y bailes de dubka y belly
dancing. Al final, los hombres vienen y bailan un poco con las mujeres y se
acaba la fiesta.
Por variar estuve
de Mafafa toda la fiesta tomando fotos, cuidando a las niñas de Sam, que si
querían ir al baño, que querían bailar, que quien sabe que asunto. Por supuesto
mi vestido, aunque lo escogió la novia, fue motivo de controversia porque era
sin un hombro y había muchas señoras muy tradicionales. Nunca atino caray. Mis
cuñadas iban guapísimas todas. Cada una a su estilo. Las tres grandes de cabeza
tapada, son más tradicionales, las dos chicas de cabeza descubierta, la más
chica hasta de vestido corto. Espectacular, nunca la había visto tan guapa. Seguro la vienen a pedir mañana, es la única
soltera.
Había una wedding planner intensísima que dirigía los bailes se
atravesaba en las fotos, en la cortada de pastel, me daban ganas de mandarla a
ver si ya puso la puerca por intensaza. Había también fotógrafa y video por
parte del salón, pero el novio, que es cuatísimo me pidió que les tomara fotos
yo, sabe que se me da y que se las mando de volada y se las regalo. La novia, en vez de verse contenta se veía
agobiada de tanta cosa que tenía que hacer y bastante emocionada y llorosa
cuando se despidió de su familia, aunque va a vivir muy cerquita.
Me parece de lo
más raro que después de tantas estricturas en cuanto a que los novios no se
pueden ver, tocar, estar juntos a solas y demás – y estos fueron “novios” algo
más, normalmente ni se conocen- se haga tanto show de tocarse en público
durante la boda. Hombre, nada indecente. Pero bailan, se abrazan, se miran de
muy cerca, se hace toda una pantomima pública de amor. Y después nunca más se
pueden volver a tocar fuera de su cuarto Eso es lo normal aquí. Se hace el espectáculo
para que todo el mundo vea que están casados pero una vez hecho, se acabó.
Al final le mandé
todas las fotos al grupo de la familia para que ellos repartieran y mi cuñada
grande me dijo que las fotos en las que salían mujeres que no son de nuestra
familia directa con la cabeza descubierta, las quitara de volada, que eso no
está bien. Que se las mande al novio para que el se las de a su mamá, pero que
no está bien que las tengan mis cuñados. ¿En serio? Ni que las fueran a poner
en un taller mecánico.
Acabandito la
boda de la cuñada nos vamos volados a recoger a un grupo de turistas que van a
estar una semana o sea que llegaremos al aeropuerto todavía con confeti en el
pelo casi, pero ni quien nos quite lo bailado! Sirve que nos ahorramos los días
siguientes que van a seguir desfilando las visitas por la casa familiar a
felicitar, porque aquí se acostumbra eso, y que en vez de regalo, entre los
dulces y cafés que les dan, dejen un regalo de dinero para los novios y que
ellos se compren lo que quieran o les haga falta, que eso está muy bien, pero
la procesión de sacar fruta, dulces, café, te, vaciar infinidad de ceniceros y
cotorrear con doscientas señoras es un poco agotador. En México, se acostumbra
a veces la Tornaboda, una comida al día siguiente para seguir con la fiesta,
curar la cruda si hace falta- aquí por supuesto que no, nadie bebe- y comentar
el punto, además de hacerle fiesta a la gente que vino de fuera.
Diferentes
costumbres pero al final, maneras de festejar una vida en común que empieza. ¡Felicidades
a los novios!
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