Al día de hoy, mi
estatus migratorio es de inmigrante ilegal. ¿Cómo así? Pues así las cosas. Mi
carnet de identidad como residente era válido por un año, y ya se pudrió y no
he podido renovarla.
En Jordania se puede tener una
identificación nacional de residente de varias maneras. A través del trabajo
para una compañía jordana o transnacional establecida en Jordania, como
inversionista trayendo una cantidad fuerte de dinero, pero esto es una
paradoja, porque tampoco es fácil traer dinero por las leyes para prevenir el
lavado de dinero y la introducción de
dinero extranjero por posibles nexos con el terrorismo internacional, o como
cónyuge de un ciudadano jordano. Es importante tener la dichosa identificación
porque si no, hay que pagar visa de turista cada vez que se entra al país, y
además esta solo es válida durante tres meses. Si se excede esa estancia sin
visa de residente hay que pagar multas al salir del país. Además, para sacar
licencia, para el banco, para hacer cualquier trámite se necesita la
identificación. Para entrar a los sitios arqueológicos, que por mi trabajo es
cosa de un día sí y otro también, con identificación de residente o de
ciudadano el precio es bajísimo y para extranjeros es caro. La diferencia por
ejemplo en Petra es de 1 Dinar a 50 Dinares (1.4 dólares o 75 dólares) , que no
es baba de perico.
La mía, por
supuesto es por ser la esposa de Alarís. Pero hay un detallito. Para que todos
los trabajadores ilegales no se casen con un jordano para obtener la residencia
y eventualmente la nacionalidad, la identificación se da solamente de residente
al principio y tiene que renovarse cada año los primeros cinco años. Pasado
este tiempo, ya se puede tener un pasaporte jordano y la nacionalidad completa.
Se tiene que renovar la identificación de vez en cuando pero ya como ciudadano,
no como cónyuge.
Me tocaba renovar
la mía en Octubre oficialmente, pero resulta que me la dieron con fecha de
Septiembre, no se porqué y entonces
ahora que finalmente pesqué a Alarís desocupado un día para ir a hacer el
trámite vimos que mi carnet de identidad ya está vencido. Pues ahí vamos. Nos
metimos (si, Ke-mo-sabee, se metió el, porque estaba en árabe el sitio) a la
página para ver que necesitábamos llevar y quedamos de ir temprano porque
conociendo la burocracia en este país, usualmente toma varios intentos.
La cosa es que
Alarís tenía que recoger a unas gentes en la frontera con Israel temprano y
después de dejarlos en su hotel iba a pasar por mí. Salió de la casa como a las
7, yo me fui al gimnasio a la misma hora, para estar lista cuando el regresara.
Hice lo que quería hacer, regresé, me bañé y lo esperé con mi folder con
papeles y fotos listos. Pasaron horas y
horas y el hombre no venía. Me habló que la gente que esperaba se tardó, llamó
a la oficina que nadie había ido a por ellos, siendo que no habían cruzado la
frontera, una vez que les explicaron y cruzaron, horas tarde, los tuvo que
llevar al hotel, al coyote fronterizo a la oficina y finalmente vino por mí, ya
como a la 1. Fuimos a la oficina burocrática. No fui yo sola porque uno de los
requisitos en cuestión es llevar al marido. No sé si cuando el ciudadano sea la
esposa sea también el caso, supongo que sí, pero se supone que esta medida es
para evitar que alguien diga que sigue casado cuando no es el caso. Pues total
llegamos, sacamos los papeles y todo y me salen con que tengo que llevar un
certificado de matrimonio nuevo. ¿Cómo? Pues así. Aquí uno puede pedir un acta
de matrimonio certificada a cada rato, y la checan y cotufan con el registro.
La última que tenía era de Mayo, para un trámite que hice en la embajada, pues
no les valió. Que porque que tal si ya me había divorciado de Mayo a Octubre.
La querían nueva. No importa que el cónyuge estuviera ahí de cuerpo presente
diciendo que seguía siendo mi marido. Nones chicharrones. Ya no daba tiempo de
ir a por el dichoso papel a la otra oficina. Y Alarís se tenía que ir a Petra
al día siguiente. Me dijo que cuando regresara, que íbamos a tener una mañana
libre. Que checo el calendario y veo que es viernes, que aquí es día no
laborable. ¡Qué la que se cayó! Entonces
quién sabe hasta cuando voy a seguir de ilegal. ¡Ni maíz!
Pues que agarro
un taxito y me lanzo a la dependencia donde dan las actas nuevas, porque mi
coche anda con un chofer trabajando también porque es temporada alta de
turismo, o sea que ni viejo, ni coche. Me bajé en una avenida, y de camino a la
oficina de gobierno, hay como en todos los sitios burocráticos aquí en
Jordania, afuera una serie de tenderetes con mesas y gente con las formas,
plumas, y diferentes cosas para ayudarte en tus trámites por una lana. Desde el
que te llena la forma, hasta el que te toma las fotos, te saca copias o te
enmica el papelito una vez que lo obtienes. Pues uno de esos changuitos, que además
trafica con lugares para estacionar es cuate de Alarís (por variar). Me dijo,
pásele en qué le ayudamos. Y le dije quién era yo, si se acordaba de mí.
Faltaba más, me dijo que sí. Me enseñó en su celular fotos de mi viejo, para
asegurarse que era el correcto. Me llenó la forma en árabe, cosa que me vino
muy bien- porque mi ortografía y caligrafía en árabe son atroces, y me dijo
donde tenía que ir. Fui. La señorita que me atendió solo leyó el nombre del
cónyuge jordano y me dijo que quién era. Cuando le dije que mi esposo, me dijo
que ok, que pasara a la caja. Pagué un dinar y me dieron una ficha. Oí que
tardaban como una hora. En vez de sentarme allí nomás a verme crecer las uñas,
me salí a la calle, porque esta oficina está cerca de Rainbow Street, una calle
de moda en Amman. Fui a una tienda de artesanía que me gusta a babosear, me
comí un helado y regresé.
En la ventanilla
donde dan los papeles estaban voceando a la gente. En esa oficina hacen
pasaportes, actas y actualizan libros de familia cuando nace algún chamaco,
entonces tenían varios tipos de papeles. El mío no estaba entre los que voceó
el hombrecito, pero había otro montoncito al lado. Le pedí al hombre si podía
buscar el mío allí. Me dijo que si era pasaporte. Le dije que no y entonces me
dijo que no, yo vi que tenía actas de matrimonio, pero aquí y en china se ponen
tontos los burócratas. Total me senté. A la siguiente voceada no me llamaron y
vi los números de ticket de la gente que recogía sus papeles. Le fui a poner
cara de huarache al hombre hasta que me dijo, a ver: nombre….. Le dije y buscó
en el montón de debajo de los pasaportes y ahí estaba mi papel.
Pensé que si iba
al otro lado sin marido y tarde, ya con los burócratas cansados, me iban a
batear o sea que mejor me preparé para ir al día siguiente tempranito, con una
charola de pan para ponerlos de buenas y hacerles la llorona de que ya había
traído al hombre y ahora por trabajo no había podido venir y…..
Y que me habla el
occiso y me dice que ni vaya, que habló con un fulano ahí que es amigo suyo
para pedirle que me echara la mano y le dijeron que ni de broma si no va que
porque hace poco le dieron la identificación a una señora que contó una
historia y resulta que ya no estaba casada y que fue un problema y que los
regañaron muchísimo a todos y que no iba a poder ser. Entonces, pues ya tengo
el papelito listo y ahora que tenga al hombre a la mano ya iremos a sacar el
dichoso papel.
El vivir aquí me
ha obligado a ser más flexible y más paciente con muchas cosas. Yo que era
híper estructurada y me gustaba tener todo organizado y planeado al minuto para
darle algo de control a mi vida que en otros sentidos era muy caótica, ahora
tengo que aprender a que hay veces que trabajo muchísimo, en días hábiles y no
hábiles, las 24 horas. Hay otras veces que por ejemplo un lunes me la puedo
pasar todo el día de flojera. Que no sé cuando vaya a tener un día para hacer
el trámite famoso e indispensable y a tener paciencia hasta que lo tenga. He
aprendido a ser más flexible en otras cosas, por ejemplo a depender de mucha
gente, a hacer mis planes e itinerarios y subcontratar al chofer, al beduino
del tour, al coyote fronterizo, a los guías en otros países y a confiar. Claro
que es gente a la que ya pasé revista y con la que tengo el más estricto
control de calidad y que saben que solo trabajo con gente que entiende que el
servicio y la satisfacción del cliente es primero. Que lo que para nosotros es
un día normal de trabajo, para los viajeros es un día de vacaciones irrepetible
y que como tal tenemos que hacer lo que sea para que resulte excelente y
memorable. Antes una babosada como que
viniera a comer un amigo de mi hijo de primero de primaria, me daba migraña
porque qué le iba a dar de comer, y si no le gustaba y si….. quería que todo
fuera perfecto y completamente controlado. Ahora que tengo muchas más cosas que
controlar y que organizar y luego dejar ir, he encontrado la paz dentro de mí.
Hago lo que tengo que hacer, lo mejor que puedo y después cuando no puedo hacer
más, ya está. Eso no quita que estoy de mojada hasta nuevo aviso, aunque esté
muy zen.
Salam!
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