AMIGOS DE SIEMPRE Y PARA SIEMPRE
Cuando estudié en la Ibero, te hacían
tomar seis clases que llamaban de Integración que eran de los temas más
esotéricos que se te puedan ocurrir. Eran unos créditos de relleno en los que
te “integrabas” con gente de todas las carreras porque las usabas para rellenar
tus horarios. En una de esas, me hicieron leer un libro sobre la amistad, que
me quedó muy grabado que decía que la verdadera amistad no tiene que ser
continua. Con un verdadero amigo, con el que hay cariño y respeto, aunque no
haya mucho en común y pase mucho tiempo, las conversaciones se retoman donde se
dejaron aunque pase media hora o diez años entre ellas y es cierto.
Toda esta
historia va a que vino a visitarme a mi pueblo una amiga, así. Nos conocimos en
secundaria. Ella venía a vivir a México después de unos años en Estados Unidos.
Me impresionó que era porrista muy profesional. Jugábamos en varios equipos de
deportes juntas, y nos queríamos bien. Fuera del colegio no éramos de salir
mucho juntas porque en secundaria ella tenía muchos más permisos que yo y luego
en prepa yo tuve el mismo novio siempre, que solo salía con sus amigos y a sus
planes, entonces éramos literalmente amigas del colegio. Fuimos una a la boda
de la otra y luego ella se fue a vivir fuera. Nos veíamos muy de vez en cuándo,
siempre con gusto, siempre con cariño. Las redes sociales nos facilitaron
el mantener el contacto. Por Facebook
supe y admiré su compromiso con la obra social, sus miles de voluntariados,
porque cuando nos veíamos nunca era de echarse porras a si misma.
Hace unos años publicó en Facebook que la que había sido nana de
sus niños estaba muy mala en México y necesitaba ayuda, que no tenía dinero ni
manera de ir a recibir sus tratamientos a CDMX y que a ver si alguien la
pudiera ayudar. Levanté la mano. Me puse en contacto con esta tocaya mía, le
mandé dinero para el pasaje, quedé de recogerla en la terminal de autobuses y
ponerme a su disposición para ir a las consultas, alojarla en mi casa de ser
necesario y lo que hiciera falta. Cuando llegué a por ella y la vi llegar, me
cayó encima la enormidad de la responsabilidad que me había echado. La pobre
mujer respiraba como si tuviera un metro de celofán en el pecho, se cansaba a
los tres pasos y pensé literalmente que se me iba a morir en el coche. Tenía
cáncer de mama que se había extendido a pulmones y estaba muy avanzado. Por
suerte, su mamá venía con ella. Las llevé al Hospital General y me quedé hasta
que ingresaron a Ana. Su mamá quiso quedarse también. Al día siguiente fui a
hacerle el relevo a la señora, la mandé a bañarse y desayunar a mi casa y me
quedé yo con Ana. La cosa no pintaba bien. Ella quería regresarse a su pueblo,
pero los doctores no querían. Al final le dijeron que no había manera, que se
tenía que quedar y que se iba a morir. Tanto Ana como su mamá me dijeron
llorando que ella quería ir a morirse a su pueblo, volver a abrazar a sus
hijos. Conseguí una ambulancia de terapia intensiva para hacer el viaje a
Michoacán, pero cuando ya nos íbamos a ir, hubo que cambiarla por una carroza.
Tristemente Ana no pudo volver a darle un beso a sus niños.
Esa historia nos
volvió a juntar algo. Poco tiempo después, ella se divorció y nos vimos y
platicamos. Al poco, yo estaba pasándolo muy mal, estaba pasando por lo mismo y
sin necesidad de decirle nada, me llamó por video y me dijo: “Vas a decir que
estoy loca, pero te siento con la energía tristísima y la pila bajita, dime que
tienes”. Dicen que hay gente que tiene ángel. Ella tiene muchos.
Nos acompañamos
agarradas de la mano durante el proceso terrible de la separación de
matrimonios de 20 años. Las dos tenemos a nuestros hijos viviendo lejos y
también nos hemos acompañado en eso. Platicamos cuando empezamos a salir con
otras gentes, después de haber jurado nunca querer saber nada de hombres otra
vez. En una de esas conversaciones dijimos, imagínate que sigues con Alarís y
yo con El Señor y que hacemos un viaje increíble …… Manifestémoslo. Y he aquí
que ese sueño guajiro se hizo realidad.
Hicieron un viaje
de servicio a India y de regreso, con millas pasaron a visitarnos. Se quedaron
en nuestra casa. Les enseñamos nuestro país, fuimos a todos los lugares lindos
de visita, vimos películas en pijama con palomitas, nos tomamos mil fotos, nos
reímos muchísimo y yo recargué pilas de cariño, que me andaba haciendo falta mi
gente.
No hay palabras
para agradecer a la vida una amistad de más de treinta años que ha traído una
amistad nueva con El Señor y con Alarís. Si esto fue posible, ya estamos
ocupadas manifestando que en pocos años vamos a hacer el reencuentro en algún
otro lugar lindo que no conozcamos ninguno de los cuatro. A ver ¿qué más es
posible?
www.almarasems.com
jordantours.top
No hay comentarios.:
Publicar un comentario