sábado, 8 de septiembre de 2018

EN AGUAS INTERNACIONALES


EN AGUAS INTERNACIONALES



            He aquí que me uní a una organización de expatriados que tiene sucursales en todo el mundo y tiene como objeto que la gente que vive fuera de su país haga amigos, tenga una red  de apoyo, haga negocios y demás. Claro que no lo hacen por bondad o como obra filantrópica. Cobran una mensualidad y cobran comichas en los eventos que organizan, pero es una buena idea.  Me la recomendó una amiga que quiero mucho, que vivió en extrangia y que supo que andaba yo con poco parque de amigas aquí en Amman y que me sentía sola. Pues que me animo y me inscribo. Decidí que si quiero encontrar amigas en Amman tengo que tirar las redes en un universo más amplio que las parientas de Alarís y las esposas de sus cuates y las mujeres que me encuentro en el gimnasio. Para encontrar al menos unas poquitas que sean de mi estilo y nos caigamos bien, tengo que buscar en muchos sitios y como aquí no hay clubs de corredores, clubs de libro y las mujeres no son extremadamente sociales, pues me pareció una buena opción. 

            La cosa es muy diferente cuando vives en Boston o en Ginebra, que cuando vives en Medio Oriente. Aquí, muchos de los miembros de la asociación, son jordanos que creen que esto es un tipo de Tinder, o sea que hay que proceder con bastante precaución. Me apunté y me empezaron a llegar solicitudes de amistad y guiñadas de ojo de un montón de señores locales que me provocaron bastante espanto, porque no es lo que andaba buscando. También al inscribirme a eventos, misma historia, al ver la lista de gente que iba a ir, resultaba que iba a ir yo y doce señores árabes. Ni hablar. Emprendí graciosa retirada de un par de eventos antes de ir. Estaba a dos minutos de tirar la toalla cuando me llegó una solicitud de amistad de una mujer libanesa, recién llegada a Amman, que había vivido en otros países de por acá antes, pero se oía interesante. Platicamos por mensaje y quedamos de conocernos.
Alarís tenía un poco de susto, decía que a ver si no me salía gato por liebre y se me aparecía un míster. Yo más bien tenía miedo de que la chava también anduviera buscando un date, o que me fuera a asaltar (me sale el reflejo mexica todavía a veces), pero decidí que el que no arriesga no gana, nos citamos en un sitio público y que me lanzo.
Habíamos quedado en una terraza en una azotea de un restaurant lindo que está cerca del Hotel Intercontinental. Como hace un calor de horror en Amman ahorita, sentarte en la noche en una terraza está riquísimo. Fui y no encontré donde estacionarme y me di otra vuelta a la manzana. Resulta que al dar la vuelta, me metí una cuadra antes, sin darme cuenta, y me estacioné enfrentito de un restaurant con arboles con foquitos que yo pensé era el correcto (así es al que yo iba). Entré muy segura sin ver el nombre y le digo al Capi, “Vengo al bar de arriba”. Me dice, “Arriba es hotel. Es usted huésped?” “Discúlpeme buen hombre, pero yo vengo a la terraza a tomar un drink con una amiga.” Se me quedó viendo como si le hablara en Uzbeko hasta que algo lo iluminó y me dijo, no será que viene al otro restaurant, y me dijo el nombre. Le dije, eso mero! Me dijo, una cuadra más, oiga. Ups! Pues ahí dejé el coche, voy una cuadra más, llego me siento en la terraza y cuando saco mi celular jordano de la bolsa, tenía como seis mensajes de esta mujer queriendo confirmar la cita y al final como nunca le contesté porque había estado trabajando toda la tarde me decía que esperaba no me hubiera pasado nada y que lo reprogramábamos para otro día. Changos! De volada le mandé un whatsapp pidiéndole disculpas, explicándole lo que pasó y diciéndole que estaba yo muy sentadita tomando una limonada con menta en donde habíamos quedado. Me dijo, dame 5 minutos que me quito la pijama y voy para allá.  Una cosa de lo más feliz. Resultó una mujer muy interesante, muy simpática, con ganas de conocer gente nueva, como yo, y a todo dar. Cenamos rico, me contó su historia, le conté la mía, nos carcajeamos de nuestras experiencias en Jordania. Ya tengo una amiga nueva. Ya quedamos de ir al cine otro día y a una fiesta.
La fiesta fue un fracaso rotundo en cuanto al objetivo de conocer otras amigas expatriadas, pero nos reímos. Si no he de sacar otra cosa de la organización esta que una amiga, me doy por bien servida. La fiesta se supone que era el aniversario de un grupo de gente que se junta para caminar en Amman todas las semanas. Era en un restaurant libanés, había que pagar la entrada. Fui por mi amiga a su casa porque ella todavía no tiene coche, y para no llegar solas. Estoy no poco orgullosa de mí misma, que ya puedo llegar sin poner los mapas o el waze a muchos sitios en Amman, que no es fácil. Baba de perico para muchos, pero para mí que soy completamente desorientada y distraída, es todo un logro. Total llegamos al lugar y estaba lleno de puros jordanos. Jóvenes y viejos, señores y señoras pero no había otros extranjeros que nosotras. Nos recibieron muy monos, nos hablaron en inglés, nos contaron de qué iba su grupo que parece ser que todos los martes caminan, platican y luego cenan y bailan. Son grandes entusiastas del baile, y como tal, inmediatamente pusieron al DJ a chambear, pusieron música y se pusieron a bailar como desquiciados, música bastante arabesca. Había un cuate igualito al vendedor de juguetes de Toy Story si hubiera estado en un campo de concentración, flaco, flaco, flaco, que hasta el reloj se le subía hasta el codo que bailaba como loquito, y mi compañera decía que primero se mataba que salir con un cuate así. Empezó la música de dubka y nos insistieron que teníamos que bailar. Ahí vamos. Yo he tomado mis clases de dubka con Alarís y mis cuñadas, que lo hacen muy bien, y siempre que vamos con turistas a Wadi Rum, Alarís acaba bailando con los egipcios que trabajan en los campamentos o sea que sé bailar bastante dignamente, y me sorprendió que hasta bastante mejor que la gente que estaba ahí. Tipo como si aprendes a bailar cumbia con el sindicato de secretarias y luego vas a un antro en las Lomas o a una boda. Eres Margarita, la Reina de la Cumbia. Pues, haz de cuenta. Las mujeres no eran como ninguna mujer jordana que yo conozco, todas tenían vestidos en general cortos y pegaditos, muy maquilladas y emperifolladas. Alarís nos iba a acompañar y a la mera hora no vino. En parte mejor porque se hubiera escandalizado un poco. Sirvieron de comer un buffet de comida libanesa rica, pero con una cantidad de ajo espectacular, todavía a la mañana siguiente podía decirte exactamente a qué sabían las kebabs de pollo. Mientras cenábamos, el cuate que hacía de anfitrión, que a mi amiga le había parecido guapetón, se vino a sentar con nosotras y a platicarnos, junto con otra chava jordana. En el evento la gente podía traer lo que quisiera tomar sin que les cobrara descorche el restaurant y así pues había viejillos tomando Araac, gente tomando vino, y el anfitrión se estaba echando sus whiscachos, que nos ofreció muy amable. No quisimos. Yo creo que entre la euforia y los whiskeys ya traía medio pegado el flotador porque me hizo varias veces la misma pregunta, si aún siendo extranjera podía disfrutar la música árabe. Le dije, ps si, aunque de hecho no muy me gusta y me parece que después de un rato cansa porque toda es igual. Al terminar la cena nos disculpamos y nos fuimos, no teníamos ganas de bailar más.  Prometo no volver a este tipo de eventos. Ya le dije a mi amiga que ni hablar, que si quiere vamos a las exposiciones o a las películas, pero no vuelvo a una de estas fiestecitas.
Parece ser que como comer y cantar, era cosa de empezar. Una amiga filipina, me pidió un favor para un amigo suyo, de armarle un itinerario turístico, y el me presentó a todas sus amigas en Amman, o sea que ya tengo un montón de conocencias filipinas. Fui a una cita con mi amiga y su cuate y empezaron a aparecer como hongos un montón de chavitas con cara de chinas, muy monas.
En el grupo de expats empecé a platicar con otras mujeres en un foro abierto y me salieron chambas y posibles amigas porque las ayudo a buscar departamentos, escuelas, gimnasios, coches y lo que necesiten, ya que la logística es lo mío y no tendré mucha vida social, pero si conozco Amman perfecto y Alarís es como el Popochas, amigo de todo el mundo, o sea que podemos conseguir cualquier cosa a buen precio o morir en el intento.
Para acabarla, me invitaron de la Embajada de México a la próxima fiesta para festejar la Independencia de México. Estoy feliz porque seguramente conoceré allí a otros mexicanos que viven aquí.  Me preguntó un amigo que si me invitaron por importante, le dije que no, me invitaron porque somos pocos los paisanos que vivimos acá y si no la fiesta les iba a quedar muy desangelada, yo creo. Me dijo, pues prepárate para representar varios papeles en la pastorela m’hijita. Me pareció un puntadón y puede ser que tenga algo de razón. Si implica mitote y diversión, me apunto, que más da. Aunque tenga que salir de borrego, rey mago, San José y soldado Romano.
Espero que esta bola de nieve agarre vuelito y ya me haga de un grupachón feliz de amigas. No para sustituir a las de México, no hay manera. Mi gente queridísima seguirá siéndolo siempre, pero necesito aumentar, no sustituir.

Salam!

www.almarasems.com
#traveljordanwithana
jordantours.com

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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...