VIEJAS DE VIAJE O VIAJES DE VIEJAS
Hace unos días en el colegio, mientras
descansábamos entre una y otra hora de clase, entró a mi salón la maestra de la
clase de al lado. Es una mujer muy joven, musulmana tradicional y muy
simpática, habla rapidísimo y de todo y siempre está muerta de risa. Mi
maestra, es cristiana, más grande, debe andar en los treintas altos, pero
también es muy buena gente. Como trabajo en turismo aquí en Jordania y ellas
dos, aún siendo jordanas no conocen muchos lugares lindos de su país, me
preguntaban para ver si armábamos una visita en grupo para conocer algún lugar,
Dara, mi maestra con su esposo y sus niños. Lama, de entrada dijo, yo seguro me
apunto, pero que volvamos a Amman a dormir, si no mi papá no me deja ir. No es
de sorprender que aquí, en una sociedad tan tradicional, no dejen que una niña
de familia duerma fuera de su casa bajo ninguna circunstancia.
Estoy ahora
organizando un viaje para mujeres mexicanas a Tierra Santa y Jordania a
petición de amigas y amigas de mis amigas que quieren venir a conocer, pero
preferían hacerlo en grupo para sentirse más seguras y para pasarlo mejor,
además de que así sale mejor de precio. No pude evitar ver el contraste.
Que gran suerte
es el que nos haya tocado vivir en la época actual en el mundo occidental, en
donde las mujeres tenemos la opción de salir, de viajar y de vivir de forma
independiente si así lo queremos. Aquí en Jordania se respeta a las mujeres que
viajan solas o que viven solas en las ciudades grandes, generalmente
extranjeras expatriadas que viven aquí por trabajo o porque se enamoraron del
lugar, pero en las aldeas y en las familias más tradicionales, no está bien
visto y las mujeres solas, aún si viven solas por haber quedado viudas o porque
son divorciadas, no la tienen fácil. Para ellas la vida diaria es un problema,
el trabajar no les es fácil en el medio rural, sobre todo si no tienen estudios
y el viajar o salir con amigas tampoco
es común. En las ciudades, por
suerte esto cada vez va a mejor. Las mujeres son profesionales, trabajan de
forma independiente en casi cualquier profesión, hay doctoras, dentistas,
enfermeras, abogadas, ingenieras y muchas viven como viviría cualquier mujer de
hoy en México en sus circunstancias, con un poco de más peso por parte de la
censura moral que impone la sociedad.
Muchas mujeres
aquí, aunque son profesionistas, independientes económicamente y muy picudas en
lo que hacen, viven muy sujetas a lo que diga la gente y por lo mismo no se dan
chance de hacer muchas cosas que les gustaría hacer en su país, por ejemplo viajar,
y lo hacen en el extranjero. Quién tiene ganas se las agencia para darse el
gusto de una forma u otra. Ummi es una mujer muy tradicional, muy religiosa y
con muchos hijos y muchas responsabilidades. Pues no se si sepas, pero uno de
los pilares del Islam, o de las obligaciones de todo musulmán devoto es hacer
una vez en la vida el Hajj u Omra, la peregrinación a la Mecca y Medina, las
ciudades sagradas, que están en Arabia Saudita. Pues Ummi, con el pretexto de
que es una cuestión religiosa, cada equis años se organiza y se va con una bola
de amigas varios días de Omra. Sí van a la mezquita grande en la Mecca y a Medina,
pero van a la playa en Jedda, van de picnic y de compras de tarugadas. Regresa
radiante, cargada de regalos y llena de historias, con la risa fácil y el ceño
relajado. Como debe ser. Ella necesita que sea una cosa con una justificación
moral, no se permitiría el darse el gusto por mera frivolidad, pero aún así, se
lo da y se lo tiene merecidísimo. Mi dentista y amigocha, Naela, a cada rato se
va de congreso a aprender nuevas técnicas de cirugía maxilofacial y esquía,
anda en bici, bucea y baila tango, cosas que aquí, donde la pueda ver algún
conocido e irles con el chisme a sus papás, no se permite ella misma, aunque
tiene 40 años.
Como mexicanas tenemos la suerte de que podemos viajar
solas o acompañadas, solamente cuidando nuestra seguridad, en México y fuera de
México.
Una de las
experiencias mejores que puedes tener en la vida, es viajar con tus amigas o
tus primas o hermanas. Los viajes de puras mujeres tienen algo muy especial
porque se prestan a ese ambiente especial como de pijamada de niñas. Además,
las mujeres normalmente tenemos muchas responsabilidades en la casa, en el
trabajo, con la familia aunque seamos solteras o no. Cuando “juntamos nuestros
días” como las muchachas y nos vamos de parranda, vamos dispuestas a pasarlo
bien sí o sí y ya con eso tienes la diversión garantizada. Lo mismo pasa en
esas comidas de puras señoras. ¿No lo has notado? Una vez que se desafanan las
mujeres y se lanzan a la fiesta sin señor que las vaya a sacar a la hora que
quiera, dejan niños o chamba endosados, se lo pasan genial, solamente porque
tienen ganas.
Tengo una familia
grande, la muy rementada familia muégano. Con las mujeres de mi familia hemos
armado unos huateques divertidísimos y unos viajes increíbles. Igual con mis
amigas. Viajé varias veces con mis hermanas, aprovechando darnos el espacio
para convivir intenso, ya que no vivimos en la misma ciudad y muchas veces las
ocupaciones no nos dan tiempo más que de telefonazos correteados que no son lo
mismo que platicar horas de cama a cama. Con mis primas, desde niña tuve la
suerte de viajar mucho, cerca y lejos y tenemos miles de anécdotas y recuerdos
increíbles que hacen nuestra relación más rica y más fuerte. Hubo unos años que
mientras teníamos niños chicos y la vida ocupada entre clases, terapias,
trabajos propios y maridos, era muy difícil vernos en el día a día. Para no
perdernos, organizamos una semana al año de irnos mujeres y niños, con las
mamás también a Cuernavaca o a la playa, para ponernos al día y agarrar
baterías de los abrazos y risas extrañados durante todo el año, jugar a la
canasta mientras los niños se revolcaban como cachorritos juntos. Le decíamos
el viaje de las abuelas y fueron experiencias padrísimas. Viajamos también con mis hermanas, una tía,
dos primas y una amiga a la India, porque los señores decían que ni locos nos
iban a llevar y teníamos ganas de ir. Nos organizamos y fuimos. Ha sido uno de
los mejores viajes de mi vida. Me reí sin parar lo que duró el viaje. Hasta
llegué a pensar que la comida tenía alguna hierba extraña porque diario
terminaba con dolor de panza y el rimmel corrido de tanto reírme. Hasta los retiros del colegio, no me dejaron
gran cosa espiritualmente, pero si me dejaron anécdotas divertidísimas y me
acercaron y me hicieron cómplice de mujeres que treinta años después siguen
siendo mis hermanas por elección y por cariño. Tengo unas amigas que todos los
años se van a Paris, no importa en donde estén viviendo ni cual sea su
circunstancia. Se dan un espacio y unos días para ellas, para celebrar su
amistad en su ciudad preferida. Se me hace padrísimo. No tiene que ser París,
puede ser San Nicolás Tolentino o Tlalnepantla de Baz, la cosa es darte el
tiempo y el espacio. Te lo mereces.
Definitivamente
viajar es una de mis cosas favoritas en la vida. Disfruto desde que imagino el
viaje, desde que lo planeo y lo sueño, lo gozo mientras lo vivo y los recuerdos
me duran para siempre. Y no cabe duda que los viajes que he tenido la suerte de
poder hacer con las mujeres de mi vida, están entre mis grandes favoritos.
Salam!
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