PERFETA
Así decía mi abuelo que era ella. Como buen español, pronunciaba
fatal, no me equivoqué al escribirlo.
Tengo años sin verla, en el sentido literal, pero la veo con el
corazón en todos lados.
Se reía fácil, de carcajada fuerte y contagiosa. Era un gusto ver
alguna película boba con ella. Le encantaba ayudar, perfeta. A todos, en lo que
pudiera. Una tarea, un trabajo, dinero aunque no le sobraba. Tenía un cuerpazo,
alarmante, en una época en la que si lo tenías era natural. Le encantaba bailar
y era pronta con el cariño y la franqueza. Siempre fue muy niñera, estudió para
ser educadora y sus sobrinos salimos ganando, pues siempre le sobró ternura y
energía para todos. Cuando mi mamá enviudó ella seguía soltera, era más chica.
En esa época pasamos mucho tiempo en casa de mis abuelos, toda la vida, pero
esos años más. Ella nos consintió muchísimo. Me acuerdo que nos compartía su
cuarto, nos dejaba ver la tele y comer churrumáis en su cama- en mi casa ni de
relajo- nos compartía los dulces y peluches que le había dado el novio pesado
que tenía por entonces, nos llevaba a tomar un jugo a la Ciudad de Colima en un
Galaxy verde, a nadar. Tenía afición por los bonsáis, los crucigramas, las
novelas rosas, los juegos de mesa. La
primera vez que comí pizza fue porque ella me la invitó. Compartimos viajes,
familia, miles de comidas, libros, me enseñó a hacer crucigramas, a ponerme las
chapas, a hacer tapetes de baño peludos de esos que se hacían en los ochentas.
Le encantaba hacer comidas con asado y decía Mmm, mmm! varias veces mientras la
disfrutaba. Le fascinaban las Coca-colas y durante años, el cigarro, que un día
dejó sin más. Sus hijos fueron como mis hermanos y mis hermanos como sus hijos.
Fuimos una famila grande, siempre junta. Cuando mi mamá no se atrevía a decirme
algo me lo decía ella, me llevó al hospital un par de veces, me limpió las
lágrimas muchas, me ayudó a hacer alguna tarea. Me acuerdo perfecto de la
sensación de sus brazos y de su cachete al darle un beso. Yo ya grande la ayudé
en algún trabajo, en algún apuro y siempre seguimos queriéndonos. Un día sin
más, sin avisar, se fue. Así como era ella, sin una enfermedad larga o un
accidente, sin decir agua va. De pronto, sin más. Nos sigue haciendo falta. La
recuerdo y la pienso mucho, como se habría reído, como me hubiera dicho, como
sonaban los dados para ver quién quería jugar. Como hacía crucigramas
preguntando. Como se arrancaba a hablar como si estuviera continuando una
conversación de antes y tu tenías que cachar el balón al vuelo, porque ella ya
iba de corrido, sin dar antecedentes. Comenzaba con “ Me dijo: Señora……” sin
decir quién le dijo, cuándo le dijo o de qué iba la cosa, ya te enterabas
cuando iba saliendo el cuento. Ahora que las tareas de árabe me sacan canas
verdes y me dan dolor de cabeza a veces, me acuerdo siempre de ella y le
agradezco la práctica que agarré haciendo libros de crucigramas en los que
había que “descifrar” textos adivinando que símbolo representaba cada letra o
número. Parecido a lo que hago ahora leyendo y escribiendo el nuevo idioma con
caracteres nuevos.
Como hay gente que deja
huella, deja hueco. Así ella, perfeta.
Hermosa ella! Yo tengo mis dos abuelas .. la de 88 con demencia senil y la de 95 más trucha que nada.. Besos mi Ana y besos al cielo a la perfeta
ResponderBorrar