jueves, 5 de abril de 2018

PERFETA


Así decía mi abuelo que era ella. Como buen español, pronunciaba fatal, no me equivoqué al escribirlo.
Tengo años sin verla, en el sentido literal, pero la veo con el corazón en todos lados.
Se reía fácil, de carcajada fuerte y contagiosa. Era un gusto ver alguna película boba con ella. Le encantaba ayudar, perfeta. A todos, en lo que pudiera. Una tarea, un trabajo, dinero aunque no le sobraba. Tenía un cuerpazo, alarmante, en una época en la que si lo tenías era natural. Le encantaba bailar y era pronta con el cariño y la franqueza. Siempre fue muy niñera, estudió para ser educadora y sus sobrinos salimos ganando, pues siempre le sobró ternura y energía para todos. Cuando mi mamá enviudó ella seguía soltera, era más chica. En esa época pasamos mucho tiempo en casa de mis abuelos, toda la vida, pero esos años más. Ella nos consintió muchísimo. Me acuerdo que nos compartía su cuarto, nos dejaba ver la tele y comer churrumáis en su cama- en mi casa ni de relajo- nos compartía los dulces y peluches que le había dado el novio pesado que tenía por entonces, nos llevaba a tomar un jugo a la Ciudad de Colima en un Galaxy verde, a nadar. Tenía afición por los bonsáis, los crucigramas, las novelas rosas, los juegos de mesa.  La primera vez que comí pizza fue porque ella me la invitó. Compartimos viajes, familia, miles de comidas, libros, me enseñó a hacer crucigramas, a ponerme las chapas, a hacer tapetes de baño peludos de esos que se hacían en los ochentas. Le encantaba hacer comidas con asado y decía Mmm, mmm! varias veces mientras la disfrutaba. Le fascinaban las Coca-colas y durante años, el cigarro, que un día dejó sin más. Sus hijos fueron como mis hermanos y mis hermanos como sus hijos. Fuimos una famila grande, siempre junta. Cuando mi mamá no se atrevía a decirme algo me lo decía ella, me llevó al hospital un par de veces, me limpió las lágrimas muchas, me ayudó a hacer alguna tarea. Me acuerdo perfecto de la sensación de sus brazos y de su cachete al darle un beso. Yo ya grande la ayudé en algún trabajo, en algún apuro y siempre seguimos queriéndonos. Un día sin más, sin avisar, se fue. Así como era ella, sin una enfermedad larga o un accidente, sin decir agua va. De pronto, sin más. Nos sigue haciendo falta. La recuerdo y la pienso mucho, como se habría reído, como me hubiera dicho, como sonaban los dados para ver quién quería jugar. Como hacía crucigramas preguntando. Como se arrancaba a hablar como si estuviera continuando una conversación de antes y tu tenías que cachar el balón al vuelo, porque ella ya iba de corrido, sin dar antecedentes. Comenzaba con “ Me dijo: Señora……” sin decir quién le dijo, cuándo le dijo o de qué iba la cosa, ya te enterabas cuando iba saliendo el cuento. Ahora que las tareas de árabe me sacan canas verdes y me dan dolor de cabeza a veces, me acuerdo siempre de ella y le agradezco la práctica que agarré haciendo libros de crucigramas en los que había que “descifrar” textos adivinando que símbolo representaba cada letra o número. Parecido a lo que hago ahora leyendo y escribiendo el nuevo idioma con caracteres nuevos.

 Como hay gente que deja huella, deja hueco. Así ella, perfeta.

1 comentario:

  1. Hermosa ella! Yo tengo mis dos abuelas .. la de 88 con demencia senil y la de 95 más trucha que nada.. Besos mi Ana y besos al cielo a la perfeta

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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...