sábado, 14 de abril de 2018

MIS VECINOS, SIRIA
Mi hijo hoy en la mañana me dijo muy angustiado que me regrese a México, lo mismo otros parientes. Todo por los recientes y tristes eventos en Siria. Les platico lo que se ve y se siente aquí porque la perspectiva cambia con la distancia desde donde se miran las cosas. Se acuerdan hace muchos años de una película de Dustin Hoffman, Wag the Dog, sobre como se maneja la información para hacer a la gente creer lo que sea? Pues si es verdad que lo que está sucediendo en Siria es horrible, pero también es cierto que hay muchos intereses económicos y que la información se maneja a conveniencia de los gobiernos que quieren justificar sus actos. A poco creen que Estados Unidos se mete a resolver conflictos ajenos nada más por buena onda? Y Rusia también? Claro que no. Primero cocinaron todo este show de ISIS para tener un buen pretexto y luego se están peleando las migas de lo que queda de Siria, después de instigar la desestabilización del país para tirar al gobierno porque se quieren quedar con ella, porque es una posición militar y comercial sumamente estratégica. Cuando hay cates en algún país sin petróleo, sin algún mineral esencial y sin salida a algún mar importante, ni quien se meta, pero si es Kuwait, o Siria, de volada hay que meterse. Por algo será…. Yo en lo personal no he estado en Siria, pero si he tenido oportunidad de tener contacto con muchos refugiados aquí y con mucha gente que trabaja directa o indirectamente con ONGs que se dedican a tratar de solventar su situación. Hace un par de años, cuando vine por primera vez a Jordania, fui a un partido de futbol en Irbid. Jugaba México contra Jordania. Obviamente el estadio estaba a reventar de jordanos y solamente habíamos unos pocos mexicanos, eso sí, con una porra prendidísima. Luego supe que el estadio estaba tan lleno por dos razones, una, había asistido el tío del rey y a la gente acá le fascina ver a la familia real y además, el gobierno llevó a todos los niños del campamento de refugiados sirios que está en Irbid a ver el juego. Esto lo supe cuando terminó el juego. Siendo que México ganó por goliza, la gente de seguridad nos pidió a los mexicanos que esperáramos a que se vaciara el estadio antes de salir para evitar algún problema. La gente es muy apasionada del futbol en Irbid y aunque Jordania es un país seco y no se consume alcohol en los sitios públicos, prefirieron ir a la segura. Cuando salimos, estaban todos los niños sirios esperando sus camiones. Muy lindos nos dijeron Mabruk! (felicidades). Se veían contentos y en bastante buen estado físico y de salud. No se veían sucios ni harapientos, cosa que me dio gusto. Hay dos campos grandes de refugiados cerca de Irbid. Uno en Irbid mismo y el más grande, Al Zatari, en Mafraq, una ciudad cercana. Irbid es una ciudad grandecita en el norte de Jordania, muy cerca de la frontera con Siria, de los Altos del Golán. Alrededor de Irbid hay varias pequeñas aldeas y en una de esas vive la familia de Alaris. Solamente un valle separa a Kharja de Siria, se ve perfecto e incluso se alcanzan a ver las montañas del Líbano.
                                                         Campamento Al Zatari
 Desde aquí, las historias se viven diferente. En México mis tías oyen que un coche bomba explotó en la frontera Sirio-Jordana, mientras que yo que voy casi todas las semanas, no veo ningún desaguisado, si bien de repente si se oyen bombazos a lo lejos. La primera vez, dije: “Va a llover”. Me voltearon a ver con cara de “cosita” y me dijeron, no mijita, son bombas. También cuando en México y en Facebook salían imágenes de ríos de sangre en Damasco, una chava me enseñó fotos del fin de semana que había pasado allí, todo en paz. O sea que si, mucha información era exagerada.
 Si hay millones de refugiados aquí en Jordania, oficialmente como dos millones y medio. Muchos, que contaban con algo de recursos y que salieron un poco más prevenidos viven fuera de los campos. En los campos en la frontera vive la gente que salió corriendo sin papeles ni nada, y que está esperando volver en cuánto pueda, de hecho muchos hombres van y vienen, pues pelean en las guerrillas. Vienen a los campos a ver a la familia, a escapar un rato de la guerra y luego vuelven. Los campos empezaron chicos y muy abiertos, con acceso a quien quisiera ayudar. Hoy en día, Al Zatari es un monstruo de ciudad. Ya no es fácil ir, el acceso está restringido, aunque uno quiera ayudar y es un gran problema económico para Mafraq y las poblaciones cercanas. Resulta que a toda la gente que vive en el campo se les dan materiales de construcción y despensas básicas, a cuenta de varias ONGs internacionales. Pero como muchas veces sucede en este tipo de situaciones, existe un mercado negro enorme y una mafia dentro del campo que revende todas estas cosas en vez de que se usen para la gente. Esto hace que los comercios de las poblaciones cercanas las pasen canutas, pues no pueden competir contra los productos regalados, que la gente vende por debajo del costo. Por este motivo, la gente local que primero recibió con los brazos abiertos a los refugiados, empiezan a resentirlos un poco, pues les hacen la vida difícil.
 Hace unos meses en el norte se empezó a hablar de la reconstrucción de Siria. Se rumoraba que el conflicto ya estaba por terminar y que iba a haber mucho trabajo para las constructoras. Justamente entonces, fue cuando empezó a ponerse fea la cosa otra vez. Las grandes potencias empezaron a pelear por lo que queda de la pobre Siria y como siempre, la gente que ni la debe ni la teme es la que está pagando los platos rotos.
 En el pueblo de la familia de Alaris, ha habido ataques de perros que vienen de Siria. Estos perros se han acostumbrado a comer carroña humana y cuando pueden atacan niños. Un síntoma más de los horrores de la guerra. Por otro lado, ahí hay una fundación de la que ya les he platicado, Al-Ruman. Se dedican al empoderamiento de la mujer en el medio rural y a ayudar a las mujeres refugiadas a ocuparse y a ganar algo de dinero aprendiendo costura, a elaborar jabones y velas y a tejer con plástico. A esto último me tocó enseñarlas a mí, gracias a lo que aprendí en México en Tejiendo Tapetitos. Hicimos tapetitos, canastos para la ropa sucia, forros para macetas, y sirve que le dimos uso a las miles de bolsas de plástico que hay aquí en Jordania.
 Ahora que entré al nuevo colegio, una de mis compañeras es una australiana que se dedica a dar terapias de escucha a gente con estrés post-traumático. Por cuenta de varias ONGs trabaja con varias organizaciones para refugiados y los escucha mientras hablan de sus cuitas, pues gran parte de la pena de esta gente es la soledad. Además de que lo han perdido todo, sienten que nadie los oye, y entonces Lexie se dedica a oír y la cosa es tan grave, que la ONU le paga para que viva de eso. Otro compañero, tiene un centro que se dedica a coordinar esfuerzos de ayuda. Por ejemplo vienen grupos de Doctors Without Borders y los organizan para que vayan a los campos a vacunar gente, a atender urgencias, a ver enfermos crónicos. Dan terapias, enseñan idiomas y oficios. Sucede que mucha gente salió volada y perdió su forma de vida usual y entonces, por ejemplo, una señora elegante, tipo señora de Las Lomas, hoy que ya vendió sus alhajitas, no tiene nada y tiene que aprender a coser para ganarse la vida, porque ya no hay trabajos de dependienta en joyerías y así y esos trabajos en general, además, son de hombres y las mujeres sirias son muy conservadoras, muy de su casa. Gran labor del Hope Center donde se busca cubrir todas las necesidades del día a día de los refugiados. Su director es Uruguayo-Brasileño y está aprendiendo árabe a vapor, trasplantó aquí a sus hijitas y su mujer, que también están aprendiendo a vivir en un mundo nuevo, todo por ayudar al prójimo. Guau.
En Amman hay muchísimos refugiados, no solamente sirios. Sudaneses, palestinos, iraquíes. Jordania es famosa por su hospitalidad y para acabarla está rodeada de vecinos conflictivos que a cada rato desbordan gente necesitada de alguien que los reciba. Obviamente ahora, los sirios son el primer lugar en número y en precariedad de su situación, pero en organizaciones como el Hope Center, se ayuda por igual a todos.
 Vivo muy cerquita de la Agencia para Refugiados de la ONU, a donde todos los refugiados van a gestionar la obtención de visas y residencias permanentes en otros países. El edificio da a una avenida importante y detrás tiene un terreno grande vacío. En el terreno siempre se pueden ver niños jugando y gente esperando. Como siempre hay mucha gente allí, los camiones hacen parada. Cuando quiero ir al centro en camión y voy a esperarlo ahí, la gente me ve extranjera y creen que trabajo en la ONU. Siempre en el camión me platican sus historias, me enseñan sus papeles, sus fotos. Por un lado, se me parte el corazón de ver como esta gente tuvo que dejarlo todo. Me cuentan que su hija es médico, me enseñan fotos, que su esposo ingeniero, que vivían en tal sitio, que quieren ir a Suecia, tal vez a Australia. Por más que les digo que no trabajo allí y que no les puedo ayudar, me siguen platicando. Igual, como dice Lexie, ya que empiezan, sienten alivio al encontrar quien los escuche. No lloran, no se quejan. Exponen las cosas como son. Me impresiona también su resilencia. Como en lugar de llorar lo perdido, están viendo como hacerse una vida nueva y tratando de recomponer su situación con lo que les queda, de manera honesta. Las mujeres sirias, si son musulmanas, en general son muy conservadoras. Se cubren mucho, muchas usan burqa, pero en general son gente culta y de gran corazón. Por la vestimenta parecieran tímidas, pero no lo son. Con las que he tenido oportunidad de compartir, son platicadoras y abiertas. Las cristianas no son de burqa, pero también son gente muy conservadora y del mismo estilo.

¿Qué podemos hacer? Claro que podemos aportar dinero, libros, medicamentos. Si somos más entrones podemos dar clases de oficios o ayudar en algún sitio como el Hope Center. Podemos rezar por Siria y podemos tratar de presionar a nuestros gobiernos para que reciban a los refugiados, pues necesitan tener a donde ir. Pero principalmente podemos formarnos un criterio firme y una manera de pensar impermeable a las manipulaciones que pretenden polarizar las opiniones, creando odios basados en diferencias de raza y credo, que dan lugar a estos estropicios y en los que solamente ganan unos pocos, que ya de por sí eran poderosos y pierden muchos. Y perdemos humanidad a medida que lo seguimos condonando y nos quedamos de brazos cruzados porque “esa gente”, no es la nuestra. Si es. Son gente igualita que nosotros, que también tenía planes, tenía familia y tenía futuro y hoy no tiene nada más que esperanza.
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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...