sábado, 21 de abril de 2018

LA FELICIDAD DEL HOGAR


            Ah que malacostumbrada estaba yo en mi México a que mal que bien, si se consigue ayuda. Diario veo en Facebook pedidos desesperados de señoras pidiendo que les recomienden a alguien “de confianza” (no se porque este alegato es necesario, que a poco te recomendarían alguien aunque sea raterilla? No creo, no? “Mira te doy el teléfono de Alejandra, se robó mi anillo de compromiso, me la saludas…..”Está calaca, ¿no?).  Este tipo de cosas son más frecuentes por supuesto los lunes, y cuando terminan los períodos de vacaciones, cuando muchas veces, las trabajadoras aplican “la fantasmal” y no llegan a trabajar, porque ya les dio flojera.
            Pues no se quejen chatas, porque acá la cosa está mucho más difícil. Resulta que para una mujer jordana es impensable irse a meter a una casa ajena, es indecente, y lo mismo que se meta un “muchacho” a tu casa, si tu estás sola. Las pocas veces que el portero de mi edificio ha tenido que pasar a mi casa a arreglar algo cuando no está Alaris, deja la puerta abierta y entra mirando al suelo y checa los fusibles a la velocidad del rayo y con la cara bien colorada. ¿Pues que cree que le voy a hacer?


            Normalmente aquí la gente que trabaja como personal doméstico son mujeres filipinas, o de Uganda o Somalia, que vienen con visas de trabajo por un año y que las colocan en casas a través de agencias . Viven allí y ganan una lana. La gente que trabaja de entrada por salida lo hace en su día de descanso para ganar un dinero extra o son inmigrantes ilegales, nunca jordanos. Son pocos y muy solicitados. O son gente que trabaja en plan paquete para empresas de limpieza corporativas y en sus ratos de ocio hacen chambitas. Son gente trabajadorsísima y muy profesional.
            Total, ya he dicho muchas veces que mi departamento en Amman es chiquito y por lo tanto, mal que bien, lo tengo limpio yo sola. Pero donde que vivo en Tierra Santa, donde la palabra Tierra tiene una importancia grandísima. Este pueblo es sumamente polvoroso y por lo tanto, por más que trapeas, barres y limpias, te quitas los zapatos a la entrada y demás, siempre todo está lleno de polvo.  Las casas, de hecho, tienen coladeras por todas partes porque se acostumbra lavar los pisos de a cubetazo y luego quitar el agua y la tierra con un jalador. Si eso pasa con los pisos, no te cuento las ventanas. Una cosa del terror. Además tuve la feliz idea de poner macetas en la cornisa de la ventana de mi sala. Se ve padre, pero tienen tierra adicional, que cuando llueve, salpica mis vidrios. Llueve en invierno y luego hace aire, con tierra,  y las ventanas quedan divinas. Traté de lavarlas yo y el resultado fue desastroso. Tienen mosquiteros por fuera, entonces nunca logré limpiarlas completas y solo embarré el lodo un poco más.
            Le dije al portero que como veía si le daba una lana y me lavaba los vidrios. El, muy correcto, me dijo que al vecino del tercero venía una muchacha una vez por semana a hacerle limpieza y le lavaba los vidrios. Que si no quería su número. O sea delicadamente me mandó a Chi…huahua a un Baile.  No se me había ocurrido que quería una muchacha, pero nomás me la ofreció y me brillaron los ojos como enfebrecida y me la necesité muchísimo. Le hablé de volada. No sin resquemor, ya que me dijeron que la susodicha era de Bangladesh y a saber que idioma iba a hablar, y entre mi medio árabe y que de plano no hablo hindi a ver como nos entendíamos. Total , me llamó de regreso, medio nos pusimos de acuerdo a gritos parte en árabe, parte en inglés y quedó formalita de venir a la mañana siguiente. Que me llamaba desde el taxi que porque no sabía donde vivo. Le dije veinte veces que donde el vecino (le dije el nombre del vecino), no entendió o no quiso entender.
            Al día siguiente no apareció, no contestó el teléfono ni los mil mensajes tristes y luego despechados que le mandé.  Por la noche, finalmente me llamó. Y se sorprendió de que yo no comprendiera que no había venido porque había llovido en la mañana. Aaaah. O sea, si llueve, cualquier trato es nulo, y además uno está justificado a no contestar su teléfono? Me dijo que al día siguiente ahora sí.
            Al rato suena mi teléfono otra vez, número desconocido. Contesto y era otra bangladeshí con acento curioso, que me dijo que era amiga de Rani, la pérfida muchacha del vecino. Que si no me importaba mejor venía ella. Le dije que me daba igual Chana que Juana, que yo nada más quiero que alguien de favor me lave las ventanas y de una vez le de una lavada profesional a mi casa una vez por semana por que yo lo hago de la tuna.
            Tres oportunidades para adivinar…1….2….3. No vino! Por supuesto, ni vino, ni contestó, ni supe nada de ella hasta altas horas de la noche cuando me habló a hacerme un cuento chino. Para entonces ya estaba yo cabreada y le dije que si no tenían ganas de trabajar, no hicieran a la gente perder el tiempo al estarlas esperando. Me fui al gimnasio, donde ya había yo acosado al personal de limpieza alguna vez para ofrecerles chamba y  luego me huían porque decían que las iban a correr. Finalmente, arrinconé a una y le dije que si no tenía a una amiga o a la amiga de una prima que quisiera trabajar de entrada por salida. Le dejé mi teléfono. Le dije a otra y me dijo que si, que su día de salida era el miércoles y que me llamaba. Ya me quedé tranquila.

            Cuando se acerca el miércoles, veo a la hoy occisa en el gimnasio y la saludo como siempre y me saca la vuelta. Sospecho que algo no va bien. La llamo en la noche. Y claro, me manda un mensaje que va a estar ocupada el miércoles, que si me manda a una amiga, tal vez. Le dije que si, que por vida suyita, me mande a quien quiera…… Silencio, hasta el día de hoy. No he vuelto a saber nada.

            Al final, fui al colegio, donde una de mis compañeras de clase es una chavita filipina que está estudiando árabe porque es psicóloga corporativa y quiere trabajar en Arabia Saudita o en algún país del Golfo Pérsico, que porque pagan muy bien. Total, vive donde viven todas las filipinas – y sospecho que aunque no lo dice, también limpia a ratos para ayudarse con los gastos- y cuando le platiqué mi triste caso, me dijo que como soy bruta, que ella conoce a muchísimas filipinas que hacen limpieza, y en ese instante me dio el número de su nueva vecina, nos apalabramos y ese mismo día apareció en flamante taxito veloz y se puso a dejar mi mini-casa rechinando de limpia. Estoy que no me la creo. Le quiero hacer pedicure diario para que quiera venir siempre.
            Como decía mi abuelita, sóbese la orejita, hijita, para que le dure. Ojalá, porque si que es la felicidad del hogar. Ya no quiero usar los baños ni la cocina, ni dejar que Alaris toque nada para que mi casa siga en el estado prístino en el que lo dejó La Felicidad del Hogar.

Salam!

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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...