AL VOLANTE EN TIERRA DE CAMELLOS
No sé si has
tenido oportunidad de visitar algún país de por acá, has visto películas o has
oído anécdotas acerca de la experiencia automotriz en los países árabes,
Turquía y la India. Si no sabes, son famosos por el caos de sus calles. India
sobre todo se cuece aparte, porque además de que la gente maneja a su aire,
transportan en los coches, motos, tuc-tucs, camiones y ricshaws mucha más gente
de la que pudieras imaginarte que cabe y que excede por mucho la recomendación,
la seguridad y la razón. Para acabarla, hay en las calles siempre, todo tipo de
animales: camellos, elefantes, caballos y burros tirando de todo tipo de
vehículos o cargas, uno que otro chango de paseo, vacas sagradas tomando la
siesta y gente que cruza sin tomar en cuenta el desmadre a su alrededor. El
escándalo y la probabilidad de percance, consecuentemente, son grandísimas.
En Turquía y los
países árabes, sobre todo Egipto, son famosos por manejar más con bocina que
con freno, es decir, la gente en vez de frenar u obedecer las señales de
tráfico, toca el claxon, bajo la teoría de “te lo dije” y “golpe avisa”.
Igualmente, las calles son un desastre y el tráfico es ruidosísimo.
Jordania no es
excepción. La gente aquí maneja con las nachas, por usar una expresión muy de
mi señor padre. Tienen un vicio tremendo
por el teléfono, y aunque en teoría está prohibido, nadie obedece y siempre
manejan hablando por teléfono o mandando mensajes. Además acostumbran fumar,
tomar café y comer mientras manejan. El cinturón de seguridad es obligatorio
para los pasajeros que van adelante, para los de atrás, se supone que también,
pero no es una regla que se refuerce mucho y mucha gente no hace ningún caso.
Hay muchos policías de tránsito, que como los de mi México, ejercitan la muñeca
guanga con ese ejercicio que significa “aváncele, aváncele, aváncele” y hacen
poco más, más que generar más tráfico cuando deciden tener “iniciativa” y
ponerse a dirigir el tráfico en las glorietas. En Amman hay muchas glorietas
grandes y se arman unos embotellamientos espectaculares cuando los polis
deciden cerrar un carril o decir a quién le toca pasar.
La gente
acostumbra, claro, insultarse por su manera de manejar. Normalmente Alarís es
muy correcto cuando está trabajando y carajea para sus adentros, nunca en voz
alta. Cuando vamos solos el y yo, es otra historia, claro que carajea, y de
manera súper florida. A mi me da mucha risa y me recuerda a mi papá que
acostumbra mentar madres de forma muy original también. Al principio creía yo
que no estaba entendiendo bien porque dice cosas como “Perro hijo de un padre
perro”, “tus hermanas son unos burros” y cosas mucho peores referentes a la
condición moral de la progenitora del conductor infame y de la anatomía de su
sistema excretor y sugerencias sobre su probable uso. Me tocó también que algún
conductor de serfís (taxi colectivo) en el que iba yo iba manejando fatal y que
se le pone bronco otro señor. Se le cerró, se bajó del coche y le decía por la
ventana “Eres un animal? Peor que un animal!” y el chofer nomás decía “Ps, si”,
y a mi que me entra una de esas
carcajadas como de misa que te cuesta media vida tragarte, pero hubiera sido lo
más imprudente si me ven con mi ataque de risa.
Cabe mencionar que el señor Alarís
maneja como Schumacher. No de rápido. De bien. En serio está muy cañón, tiene
muy buenos reflejos y se estaciona en unos lugares que te dan ganas de
aplaudir. En el departamento que vivíamos al principio había un vecino que tenía
la costumbre de estacionarse donde le diera la gana, así sin más nada y
dejarnos encerrados al resto de los vecinos. Alarís a punta de mentadas, era
capaz de sacar el coche cuando yo hubiera apostado mi pellejo a que era
imposible, con un milímetro para pasar entre coche y columna y teniendo que dar
la vuelta. Yo, por supuesto, ni de broma. Más fácil lo hubiera cargado. Manejo
dignamente, pero nada del otro jueves y soy bastante maleta para estacionarme.
Pero claro que todo depende de con quién te comparas. Mis amigas de aquí
manejan muchísimo peor que yo, las que manejan, entonces acá soy la mera
chipocluda.
Cuando acababa de
llegar a Amman, me daba miedo manejar. Tanto tráfico, tanto irigote, y luego si
me paran, y en árabe y no conozco y….. Mi mamá, con toda razón me dijo que ni
de broma se me ocurriera dejar de manejar y convertirme en una mujer
dependiente y después de ver a mis cuñadas que necesitan que alguien las lleve
y las traiga a todos lados, le di razón. Alarís también a cada rato me decía,
vete, te dejo el coche. O me decía que estaba ocupado y no me podía llevar para
forzarme a que me animara. Total, que me animo.
Armada con GPS y listo y ahora ya se llegar a todos lados y no me causa
ningún empacho manejar. Además si me paran ya aprendí que la mejor estrategia
es hablar en español y fingir no entender árabe o inglés. Ante eso, te dicen,
váyase con cuidado y ya.
Los coches aquí
tienen placas que pueden ser alargaditas como las de Europa o más cuadraditas
como las de México, según las pidas, por el modelo de tu coche. Son blancas,
completamente blancas si eres Juan de las Pitayas (o Mohamed de los Dátiles),
es decir un civil cualquiera. Si tu coche tiene
licencia para ejercer actividades turísticas, como es nuestro caso,
tiene una orilla verde. Si trabajas para el gobierno y tu coche es oficial,
tiene una orilla roja, y si eres cuerpo diplomático tiene una orilla amarilla.
¿Estamos? Bueno, pues un día iba yo para la escuela y hacía un calor del
demonio y paré a comprarme un helado. Venía yo manejando y comiéndome mi
barquillo de chocolate, felizota y que me ve un méndigo poli y me hace la
parada, porque yo creo que no me veía yo muy “turística” comiendo helado. O a saber que quería. Muchas veces paran a los
coches de turistas para que te identifiques y para ver si todo está en orden.
La cosa es que pensé, que pereza dar explicaciones, que si mi licencia, que si
el coche a nombre de una arrendadora, y bajo contrato para Alarís, y luego
porque lo traigo yo, y déjeme le cuento y …… No iba a llegar al colegio. Pues
le bajo la ventana y le digo “Hoy no, mejor otro día”. Peló los ojos y nada más
le dio risa. No podía creer que le haya yo salido con eso. Y cuando se lo conté
a Alarís tampoco.
Hace poco decidí
que si bien puedo manejar con mi licencia mexicana, por cuestiones de seguro me
convenía tener la licencia Jordana y además sirve que tengo una segunda
identificación como local. Más fácil dicho que hecho. La burocracia en este
país es tremenda. Resulta que si eres nativo, tienes que tomar un curso de
manejo, como ahora en México o presentar un examen (que dicen que nadie pasa a
la primera, no por difícil, si no por corruptos). De ahí, te dan un papelito
para que ya puedas ir al lugar donde se expiden las licencias, que es solo un
sitio centralizado en Amman y hacer el examen médico (consiste en examen de la
vista) y ya te hacen tu licencia, previo pago. Si eres extranjero, con licencia
válida o licencia internacional, tienes que traducir tu licencia e ir al
ministerio de nosequemadres primero, a que te investiguen unos días y te
expidan un papelito que diga que sin curso puedes pedir tu licencia. Pues voy.
Pasados los días voy a recoger el papel. Venga a buscarlo, que no lo
encontraban, que no se que pasa, que quien sabe que. Venía yo sola y no acababa
de entender cual era la bronca. Hasta que me dicen, “Oiga, que pena, pero la
regamos en su papel y vamos a tenerlo que hacer todo de nuevo, vea nada más
como pusieron su nombre. Una disculpa”. Veo el papel y mi nombre estaba
perfecto Ana María Fuentes Guerrero. Le dije al hombrecito. Está bien. Me dijo,
no, como va a estar bien. Algún imbécil puso Ana antes de su nombre. AAAAAAAAAGGGHHHH. Mire señor, aquí está mi
pasaporte, mi carnet de identidad, mi licencia mexicana y mi IFE. Por absurdo
que a usted le parezca, así me llamo. Ah, bueno. Pues ya me fui con mi cartita.
Total ahora tenía
que ir a Marka, el centro de las licencias y verificaciones vehiculares, que no
son como las de México. Aquí cada año, para renovar tus placas te revisan el
coche: que tenga extinguidor, que todo funcione, que el chasis y el motor
cuadren, etc. Toooodos los coches se revisan ahí. Claro que afuera hay treinta
talleres transas que te rentan el extinguidor, te arreglan lo que haga falta,
ya te imaginas….
Alarís me dijo que
ni de desmadre fuera sola. Que es un lugar lleno de coyotes y de gente abusiva
y que el primer día que tuviera libre íbamos. Total que vamos. Y que se nos
olvida la traducción de mi licencia. Otro día, volvemos. Y salen con que mi
nombre en la computadora está de al revés. Pusieron Guerrero como nombre, Ana
María Fuentes como apellido. Le digo pues cámbielo. Nos mandan a sistemas.
Dicen que no. Nos mandan a una estación de policía. Ya nos iban a decir que a
otra y le pongo cara de tristecita al hombre, siguiendo los consejos de la mamá
de la Chuli, que dice que ante ese tipo de gente, cuando se ponen locos siempre
llores. Yo no sé llorar a demanda, pero si poner cara de porca miseria. Total se apiadaron, hicieron el cambio. Volví
a Marka y soy la poseedora de una flamante licencia de conducir por 10 años. Me
cobraron una lanísima. Se emparejan igual que si hubieras tomado el curso,
méndigos. Pero en 10 años no tengo que volver.
Espero no
necesitarla más que como identificación nunca. Pero si me compro coche, que
tengo las negras intenciones- soy muy feliz andando en bici y en serfís o
camión, pero cuando el clima se pone podrido, en invierno porque llueve y hace
un frío de pastorela y en verano porque hace un calor del ocho, creo que si voy
a querer mi cochecito feliz, aunque odie la estacionada. Para asegurarlo voy a necesitar la licencia.
Los asuntos de los seguros aquí son también sumamente burocráticos y nefastos.
Han pasado seis meses desde mi atropello y sigo en trámites con el seguro del
señorcito que me atropelló. Hoy me fui a comprar mi bici nueva (le he estado
pedaleando la suya a Alarís de mientras), finalmente y ya le dije a Fadi que me
la pague el y que se haga bolas con su seguro, ya estuvo bueno. Y que ni se le
ocurra ponérseme flamenco, no lo fui a sacar del bote el mismito día que me
planchó? Ante eso no tuvo más que decirme, si señora, lo que tu digas.
Aquí cuando
sucede un accidente, no le llamas al agente del seguro, ni se apersonan los
mordelones de inmediato. La gente se apalabra, si no fue grave y no hubo
heridos, tipo si fue un raspón y ya está. Si fue más grave y va a haber
discusión, hubo heridos o va a haber que involucrar al seguro hay que llamarle
a la policía de los accidentes, que es como el Ministerio Público y aquí se
llama CROCA. Esa palabrita no es árabe y
hay controversia acerca de qué significa. Unos dicen que viene del inglés
Tow-Truck (dudoso) y otros que viene del vocablo turco que significa estación
de policía que suena parecido. Siendo que los turcos estuvieron aquí como 300
años, igual y más bien va por allí. Total, la CROCA es un policía que viene en
un Kia picanto (un tipo Smart) y levanta un reporte. Si alguna de las partes
tuvo que ausentarse (tipo como yo, que groseramente me tuve que ir al
hospital), al día siguiente tiene que ir a la estación a firmar su declaración.
Con el reporte de la CROCA ya discurres con el seguro, que como se ha visto en
el caso de Fadi, veloces no son. 6 meses en ver si te pagan los muy jijos. Espero nunca usar el seguro, pero sin licencia
local, no te venden una póliza y si voy a tener coche, pues si la voy a
necesitar.
Después de tanto circo, a la mejor me hubiera salido mejor hacerme
con un camello, aunque no sean santo de mi devoción…..
Salam!
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