miércoles, 25 de abril de 2018

AL VOLANTE EN TIERRA DE CAMELLOS

            No sé si has tenido oportunidad de visitar algún país de por acá, has visto películas o has oído anécdotas acerca de la experiencia automotriz en los países árabes, Turquía y la India. Si no sabes, son famosos por el caos de sus calles. India sobre todo se cuece aparte, porque además de que la gente maneja a su aire, transportan en los coches, motos, tuc-tucs, camiones y ricshaws mucha más gente de la que pudieras imaginarte que cabe y que excede por mucho la recomendación, la seguridad y la razón. Para acabarla, hay en las calles siempre, todo tipo de animales: camellos, elefantes, caballos y burros tirando de todo tipo de vehículos o cargas, uno que otro chango de paseo, vacas sagradas tomando la siesta y gente que cruza sin tomar en cuenta el desmadre a su alrededor. El escándalo y la probabilidad de percance, consecuentemente, son grandísimas.
            En Turquía y los países árabes, sobre todo Egipto, son famosos por manejar más con bocina que con freno, es decir, la gente en vez de frenar u obedecer las señales de tráfico, toca el claxon, bajo la teoría de “te lo dije” y “golpe avisa”. Igualmente, las calles son un desastre y el tráfico es ruidosísimo.
            Jordania no es excepción. La gente aquí maneja con las nachas, por usar una expresión muy de mi señor padre.  Tienen un vicio tremendo por el teléfono, y aunque en teoría está prohibido, nadie obedece y siempre manejan hablando por teléfono o mandando mensajes. Además acostumbran fumar, tomar café y comer mientras manejan. El cinturón de seguridad es obligatorio para los pasajeros que van adelante, para los de atrás, se supone que también, pero no es una regla que se refuerce mucho y mucha gente no hace ningún caso. Hay muchos policías de tránsito, que como los de mi México, ejercitan la muñeca guanga con ese ejercicio que significa “aváncele, aváncele, aváncele” y hacen poco más, más que generar más tráfico cuando deciden tener “iniciativa” y ponerse a dirigir el tráfico en las glorietas. En Amman hay muchas glorietas grandes y se arman unos embotellamientos espectaculares cuando los polis deciden cerrar un carril o decir a quién le toca pasar.
            La gente acostumbra, claro, insultarse por su manera de manejar. Normalmente Alarís es muy correcto cuando está trabajando y carajea para sus adentros, nunca en voz alta. Cuando vamos solos el y yo, es otra historia, claro que carajea, y de manera súper florida. A mi me da mucha risa y me recuerda a mi papá que acostumbra mentar madres de forma muy original también. Al principio creía yo que no estaba entendiendo bien porque dice cosas como “Perro hijo de un padre perro”, “tus hermanas son unos burros” y cosas mucho peores referentes a la condición moral de la progenitora del conductor infame y de la anatomía de su sistema excretor y sugerencias sobre su probable uso. Me tocó también que algún conductor de serfís (taxi colectivo) en el que iba yo iba manejando fatal y que se le pone bronco otro señor. Se le cerró, se bajó del coche y le decía por la ventana “Eres un animal? Peor que un animal!” y el chofer nomás decía “Ps, si”,  y a mi que me entra una de esas carcajadas como de misa que te cuesta media vida tragarte, pero hubiera sido lo más imprudente si me ven con mi ataque de risa.   

Cabe mencionar que el señor Alarís maneja como Schumacher. No de rápido. De bien. En serio está muy cañón, tiene muy buenos reflejos y se estaciona en unos lugares que te dan ganas de aplaudir. En el departamento que vivíamos al principio había un vecino que tenía la costumbre de estacionarse donde le diera la gana, así sin más nada y dejarnos encerrados al resto de los vecinos. Alarís a punta de mentadas, era capaz de sacar el coche cuando yo hubiera apostado mi pellejo a que era imposible, con un milímetro para pasar entre coche y columna y teniendo que dar la vuelta. Yo, por supuesto, ni de broma. Más fácil lo hubiera cargado. Manejo dignamente, pero nada del otro jueves y soy bastante maleta para estacionarme. Pero claro que todo depende de con quién te comparas. Mis amigas de aquí manejan muchísimo peor que yo, las que manejan, entonces acá soy la mera chipocluda.
            Cuando acababa de llegar a Amman, me daba miedo manejar. Tanto tráfico, tanto irigote, y luego si me paran, y en árabe y no conozco y….. Mi mamá, con toda razón me dijo que ni de broma se me ocurriera dejar de manejar y convertirme en una mujer dependiente y después de ver a mis cuñadas que necesitan que alguien las lleve y las traiga a todos lados, le di razón. Alarís también a cada rato me decía, vete, te dejo el coche. O me decía que estaba ocupado y no me podía llevar para forzarme a que me animara. Total, que me animo.  Armada con GPS y listo y ahora ya se llegar a todos lados y no me causa ningún empacho manejar. Además si me paran ya aprendí que la mejor estrategia es hablar en español y fingir no entender árabe o inglés. Ante eso, te dicen, váyase con cuidado y ya.

            Los coches aquí tienen placas que pueden ser alargaditas como las de Europa o más cuadraditas como las de México, según las pidas, por el modelo de tu coche. Son blancas, completamente blancas si eres Juan de las Pitayas (o Mohamed de los Dátiles), es decir un civil cualquiera. Si tu coche tiene  licencia para ejercer actividades turísticas, como es nuestro caso, tiene una orilla verde. Si trabajas para el gobierno y tu coche es oficial, tiene una orilla roja, y si eres cuerpo diplomático tiene una orilla amarilla. ¿Estamos? Bueno, pues un día iba yo para la escuela y hacía un calor del demonio y paré a comprarme un helado. Venía yo manejando y comiéndome mi barquillo de chocolate, felizota y que me ve un méndigo poli y me hace la parada, porque yo creo que no me veía yo muy “turística” comiendo helado.  O a saber que quería. Muchas veces paran a los coches de turistas para que te identifiques y para ver si todo está en orden. La cosa es que pensé, que pereza dar explicaciones, que si mi licencia, que si el coche a nombre de una arrendadora, y bajo contrato para Alarís, y luego porque lo traigo yo, y déjeme le cuento y …… No iba a llegar al colegio. Pues le bajo la ventana y le digo “Hoy no, mejor otro día”. Peló los ojos y nada más le dio risa. No podía creer que le haya yo salido con eso. Y cuando se lo conté a Alarís tampoco.
            Hace poco decidí que si bien puedo manejar con mi licencia mexicana, por cuestiones de seguro me convenía tener la licencia Jordana y además sirve que tengo una segunda identificación como local. Más fácil dicho que hecho. La burocracia en este país es tremenda. Resulta que si eres nativo, tienes que tomar un curso de manejo, como ahora en México o presentar un examen (que dicen que nadie pasa a la primera, no por difícil, si no por corruptos). De ahí, te dan un papelito para que ya puedas ir al lugar donde se expiden las licencias, que es solo un sitio centralizado en Amman y hacer el examen médico (consiste en examen de la vista) y ya te hacen tu licencia, previo pago. Si eres extranjero, con licencia válida o licencia internacional, tienes que traducir tu licencia e ir al ministerio de nosequemadres primero, a que te investiguen unos días y te expidan un papelito que diga que sin curso puedes pedir tu licencia. Pues voy. Pasados los días voy a recoger el papel. Venga a buscarlo, que no lo encontraban, que no se que pasa, que quien sabe que. Venía yo sola y no acababa de entender cual era la bronca. Hasta que me dicen, “Oiga, que pena, pero la regamos en su papel y vamos a tenerlo que hacer todo de nuevo, vea nada más como pusieron su nombre. Una disculpa”. Veo el papel y mi nombre estaba perfecto Ana María Fuentes Guerrero. Le dije al hombrecito. Está bien. Me dijo, no, como va a estar bien. Algún imbécil puso Ana antes de su nombre.  AAAAAAAAAGGGHHHH. Mire señor, aquí está mi pasaporte, mi carnet de identidad, mi licencia mexicana y mi IFE. Por absurdo que a usted le parezca, así me llamo. Ah, bueno. Pues ya me fui con mi cartita.
            Total ahora tenía que ir a Marka, el centro de las licencias y verificaciones vehiculares, que no son como las de México. Aquí cada año, para renovar tus placas te revisan el coche: que tenga extinguidor, que todo funcione, que el chasis y el motor cuadren, etc. Toooodos los coches se revisan ahí. Claro que afuera hay treinta talleres transas que te rentan el extinguidor, te arreglan lo que haga falta, ya te imaginas….
            Alarís me dijo que ni de desmadre fuera sola. Que es un lugar lleno de coyotes y de gente abusiva y que el primer día que tuviera libre íbamos. Total que vamos. Y que se nos olvida la traducción de mi licencia. Otro día, volvemos. Y salen con que mi nombre en la computadora está de al revés. Pusieron Guerrero como nombre, Ana María Fuentes como apellido. Le digo pues cámbielo. Nos mandan a sistemas. Dicen que no. Nos mandan a una estación de policía. Ya nos iban a decir que a otra y le pongo cara de tristecita al hombre, siguiendo los consejos de la mamá de la Chuli, que dice que ante ese tipo de gente, cuando se ponen locos siempre llores. Yo no sé llorar a demanda, pero si poner cara de porca miseria.  Total se apiadaron, hicieron el cambio. Volví a Marka y soy la poseedora de una flamante licencia de conducir por 10 años. Me cobraron una lanísima. Se emparejan igual que si hubieras tomado el curso, méndigos. Pero en 10 años no tengo que volver.

            Espero no necesitarla más que como identificación nunca. Pero si me compro coche, que tengo las negras intenciones- soy muy feliz andando en bici y en serfís o camión, pero cuando el clima se pone podrido, en invierno porque llueve y hace un frío de pastorela y en verano porque hace un calor del ocho, creo que si voy a querer mi cochecito feliz, aunque odie la estacionada.  Para asegurarlo voy a necesitar la licencia. Los asuntos de los seguros aquí son también sumamente burocráticos y nefastos. Han pasado seis meses desde mi atropello y sigo en trámites con el seguro del señorcito que me atropelló. Hoy me fui a comprar mi bici nueva (le he estado pedaleando la suya a Alarís de mientras), finalmente y ya le dije a Fadi que me la pague el y que se haga bolas con su seguro, ya estuvo bueno. Y que ni se le ocurra ponérseme flamenco, no lo fui a sacar del bote el mismito día que me planchó? Ante eso no tuvo más que decirme, si señora, lo que tu digas.
            Aquí cuando sucede un accidente, no le llamas al agente del seguro, ni se apersonan los mordelones de inmediato. La gente se apalabra, si no fue grave y no hubo heridos, tipo si fue un raspón y ya está. Si fue más grave y va a haber discusión, hubo heridos o va a haber que involucrar al seguro hay que llamarle a la policía de los accidentes, que es como el Ministerio Público y aquí se llama CROCA.  Esa palabrita no es árabe y hay controversia acerca de qué significa. Unos dicen que viene del inglés Tow-Truck (dudoso) y otros que viene del vocablo turco que significa estación de policía que suena parecido. Siendo que los turcos estuvieron aquí como 300 años, igual y más bien va por allí. Total, la CROCA es un policía que viene en un Kia picanto (un tipo Smart) y levanta un reporte. Si alguna de las partes tuvo que ausentarse (tipo como yo, que groseramente me tuve que ir al hospital), al día siguiente tiene que ir a la estación a firmar su declaración. Con el reporte de la CROCA ya discurres con el seguro, que como se ha visto en el caso de Fadi, veloces no son. 6 meses en ver si te pagan los muy jijos.  Espero nunca usar el seguro, pero sin licencia local, no te venden una póliza y si voy a tener coche, pues si la voy a necesitar.

Después de tanto circo, a la mejor me hubiera salido mejor hacerme con un camello, aunque no sean santo de mi devoción…..
Salam!

            
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HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...