Lo complicado de
vivir en dos lugares a la vez, son sobre
todo los adioses. Hay muchas cosas
difíciles. Los impuestos, los pagos de servicios y obligaciones, las cobranzas,
por ejemplo, pero lo peor es estar lejos cuando quisieras estar en todos los
cumpleaños, en todas las comidas, las reuniones de amigos, las enfermedades de
los familiares, etc. El desplazarse de un lugar a otro, cuando vives tan lejos
es todo un tema. Sale en un dineral, toma mucho tiempo y las posibilidades de
que algo salga mal en un viaje largo son grandes. Me di el gustazo de ir a México un mes.
Alaris fue conmigo, por primera vez y fue una maravilla poderle enseñar mi
México, o al menos una parte, que conociera a mi familia muégano y que ellos
pudieran conocerlo finalmente, así como a mis amigas. Algunas cosas fueron más
difíciles por lo mismo. El hombre no habla español todavía y no conoce a nadie
en México o sea que no era cosa de dejarlo solo y que se atendiera. Es
aventadísimo y desde el principio se animó a manejar, haciéndolo muchísimo
mejor que yo, dicho sea de paso, que como podrás adivinar si no me conoces,
manejo bastante de la tuna porque soy muy distraída. Pero igual no podía ir
solo a ningún lado y me parecía una canallada abandonarlo o sea que no fui sola
más que a ver a mi hijo varias veces, y lo dejé en casa de mis papás. El,
cariñoso y desenvuelto como es, en dos minutos ya había besuqueado a mi papá
como acostumbran hacer en Jordania los señores entre sí, y lo había invitado a
compartir una shisha.
Recibimos cariño a llenar. Mis papás, mis hermanos, mis cuñadas,
mis tías y tíos, mis amigas. Cargué baterías para la siguiente ausencia y
también aproveché el queso de Oaxaca, la fruta deliciosa, la salsa verde, el
lujo de tener quien te planche y lave la ropa y te consienta como sólo nos
consienten en mi México.
La despedida fue muy difícil. Otras veces había venido por tiempos
cortos a Jordania al principio, luego que ya vine por temporadas más largas y a
quedarme, había vuelto a México sola, o sea que al no tener a Alaris allá, me
daba tristeza irme, pero también tenía muchas ganas de volver. Ahora que lo
tenía conmigo, despedirme fue durísimo. La travesía otra vez una friega. No
vuelvo a volar por Air France y Charles de Gaulle nunca. Resulta que desde hace
un mes, Air France me avisó que cancelaban mi vuelo París-Amman y nos ponían en
otro un día después. Les dije que si me dejaban un día más en México no había
problema. Con la novedad de que la conexión iba a tener como 18 horas muertas
en París y Alaris, al ser jordano, no puede salir del aeropuerto. Ni modo. Ya
veríamos que se podía hacer. Traté de que nos dieran otra conexión con una
escala en Beirut, pero no quisieron, les salía más caro. Nos dijeron que el
mero día veríamos. El mero día, trato de hacer el check-in y me redirigen a la
página de Aeroméxico, que iba a operar el vuelo a París y me dicen que ellos no
pueden checarme hasta Amman, que lo vea con Air France. Trato de hablar con
ellos, y como le hacen ahora muchas compañías, sus teléfonos no sirven o te
contestan mil grabaciones, pero nadie vivo. Finalmente logré hablar con una
sudamericana que me salió con que no se podía y que como la conexión tenía
muchas horas, tenía que recoger las maletas en París y volverlas a checar. Le
dije que el detalle era que no podíamos pasar migración y que así había
comprado el boleto y hecho el cambio. Me dijo la señorita que “el sistema” no
le permitía y que lo sentía mucho, pero que llegara yo al mostrador, fingiera
demencia, y viera si chicle y pega me checaban hasta Amman y si no lo arreglara
en París. Así le hicimos. Le recé a Alá, a San Juditas y a la Coyoxhautli, por
si acaso, y me dieron los pases de abordar y las contraseñas para las cuatro
maletas hasta Amman y me dijeron que en París viera que onda. Al abordar el
avión a Alaris le revisaron hasta los calcetines, no es broma, por su
nacionalidad (pero le avisaron desde que le dieron el pase, o sea que si uno en
verdad es terrorista, le avisan con tiempito que le de la bomba a su mujer, por
ejemplo). Llegando a París, había nevado dos días, cosa que no es común, y por
tanto, el aeropuerto era un camote fenomenal. Habían cancelado muchos vuelos,
las colas en los escritorios de ayuda al viajero eran gigantes y el personal de
Air France, que de por sí, no es amable y no es muy habilidoso, estaban
completamente rebasados. Nos formamos como cuatro horas y no avanzamos más que
un lugar. Tratamos de llamar por teléfono a Air France-KLM-Delta y nada. Nadie
nos dio razón de que hacer. La conexión de Beirut ya se había perdido y nos
salimos de la fila para comer algo y buscar lugar en el hotel de dentro de la
terminal. Obvio ya no había lugar en el hotel. Ya ni lugar de piso había casi.
Había miles de pasajeros en nuestro mismo caso, dormidos por los rincones, en
todas las sillas, sillones, y pisos. Para acabarla hacía un frío tremendo
porque están arreglando esa terminal y había partes abiertas y la gente no
venía preparada para pasar una noche casi a la intemperie en temperaturas bajo
cero. La gente estaba tan desesperada
que estaban haciendo cosas loquísimas. Estuvimos en la fila platicando con un
tour de señores grandes americanos. Iban a la India a un tour. Resulta que los
subieron a su avión con un camioncito. Los tuvieron 4 horas en la pista y los
volvieron a bajar. Sospechan que la tripulación no estaba completa. Llevaban
horas en la fila y yo les dije que porque no llamaban a Delta. Llamaron y se
daban de topes por no haberlo hecho antes, pues les dijeron que los podían
haber volado en Lufthansa pero ya no daba tiempo. Ahora estaban viendo si se
iban a Singapur y de allí veían que hacer. No se si era tanta su desesperación
por irse de allí o su ignorancia geográfica o las dos cosas. Singapur está
mucho más al este que la India. Se iban a pasar por mucho para tener que
regresar, pero estaban dispuestos a hacerlo con tal de escapar de la locura de
CDG. Lo peor es que a la 1.30 am, un señor de Air France dijo, “Señores, nos
vamos”. Y cerraron el changarro con 200 gentes formadas sin solución, sin saber
en que avión o cuando iban a salir de allí y dijeron que a las 5 am
volvían. Nos dormimos, yo en un sillón y
Alaris en el suelo al lado mío y de pronto lo oigo decir, “Bueno, cuántos
hindús se van a meter detrás de mi mujer!” Volteo, y en el piso, entre mi
sillón y el de al lado, se estaban acomodando como cachorritos 5 hindús con
unos cartones que consiguieron de unas cajas de aguas que sacó Air France
cuando la comida y bebida en el único restaurante de la terminal se acabó. Los hindúes, dijeron con acento de el tendero
de Los Simpson “Air France are fucking bastards, sorry”. Y a mi me entró un
ataque de risa de llorar. En esas estábamos, y checo mi celular para ver si Air
France había dado color a mis tweets y correos cuando me entra un correo y un
mensaje de que mi tarjeta de crédito mexicana acababa de ser autorizada para
una compra grande en un sitio extraño de internet. Para acabarla! Los mayitas
me clonaron mis tarjetas en Mérida o Holbox. Tuve que hablar en ese momento
para cancelarlas. Un circo, porque claro que las líneas mexicanas con número
1-800 no entran desde el extranjero y esos detalles. Padrísimo. La sola llamada
me va a salir igual de cara que el gol
de la tarjeta (espero que no), porque entre lo que tarda el trámite normal y
luego darle a la señorita mi dirección en Amman para la reposición, fueron
horas. A las 5 tratamos de volver a la fila, ya solo para averiguar que había
pasado con nuestro equipaje. Otra vez misión imposible. Pues pasamos a las
salas de abordar con el boarding pass que nos habían dado en México.
Desayunamos, nos echamos otro par de siestas al sol y finalmente, abordamos el
vuelo a Amman. La señorita de la sala estuvo a dos de decir algo por el pase,
que no decía sala, y era impreso por Aeroméxico dos días antes, pero vio mi
cara y el relajo de aeropuerto y yo creo que decidió dejarlo ir. Finalmente
llegamos a Amman, 40 horas después de salir de México. En Migración nos
recibieron con sonrisa y bienvenidos los dos. Que diferencia, así si baila
m’hija con el señor! No tardamos ni cinco minutos. Fuimos a esperar las maletas
con el Jesús en la boca y no salieron. Fuimos a reclamarlas y nos dijeron que
un momentito y estaban en seguridad porque las maletas que vienen de México, de
Amsterdam, de Colombia y de lugares donde hay muchas drogas pasan un chequeo
extra. Si llegaron todas! Sin ningún problema, todo completo y con todas las
golosadas que me traje de México, como una tortilladora manual, unas semillas
de habanero y tomate verde, dulces para los niños de mis cuñadas y mis amigas,
etc.
Estoy feliz de estar en mi casa. Jordania nos recibió verde y
llena de flores. Está precioso. Si vienes en verano u otoño te das cuenta que
en lo de Tierra Prometida y Tierra Santa, la palabra operativa es Tierra. Es bonito, pero desértico y polvoso. Ahora,
se ven muchos tonos distintos de verde, hasta entre los edificios en Amman, y
en el norte, los almendros están en flor y hay flores silvestres por todas
partes. Yo nunca había visto campos de almendros en flor. La flor es blanca y
chiquita y las hojas como del color de las de los olivos, pero después del
invierno tienen pocas, o sea que de lejos se ven como blancos y grises,
increíbles y de cerca tupidísimos de flores blancas chiquitas, un poco como los
cerezos japoneses, pero en blanco. Una cosa espectacular.
Vinimos a ver a la familia, que nos recibieron con enormes
abrazos, pidieron historias, fotos, dulces mexicanos, se subieron en la hamaca
que trajimos y se pusieron sus regalos inmediatamente. Los niños me llenaron de
besos pegajosos y me encantó estar rodeada otra vez de esta familia que también
es la mía ya. A lo lejos de repente, se oían las bombas en Siria, haciéndonos
valorar los momentos simples. Pobre gente, ojalá pronto ellos puedan volver a
sus casas, con los suyos.
Salam!
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