Aquí los fines de semana son viernes y sábado. Los viernes, es
como nuestro domingo, el día que casi nadie trabaja, cuando los creyentes
asisten a la mezquita, si no lo hacen diario y los sábados algunas gentes
trabajan, otras no, algunos medio día.
Una amiga me estaba preguntando acerca de cómo es esto de la
mezquita, del rezo y tal. Yo la verdad es que veo, miro y pregunto, aún desconozco
mucho, pero hay cosas que me llaman mucho la atención, por ejemplo los lavados
que acompañan el rezo. Los musulmanes para rezar necesitan haber hecho un
lavado ritual. El leve, se llama wudoo y consiste en lavarse la boca por dentro
tres veces, la nariz por dentro tres veces, aspirando agua y expulsándola con
fuerza, luego lavarse las manos tres veces incluyendo los brazos hasta el codo,
la cara hasta la línea del pelo una vez, incluyendo meter los dedos a las orejas, los pies tres
veces. Una vez así lavados, pueden rezar, las mujeres cubiertas de modo que
solo se vean cara y manos. Si la persona va al baño, se duerme (de modo que
pudiera perder la compostura y expulsar algún gas, aunque de manera
inconsciente) o tocara a alguien del sexo opuesto que no sea su cónyuge o su
hijo o padre, tendría que repetir el wudoo. Se tiene que hacer con agua limpia.
Si no hubiera agua disponible, se puede hacer con arena (supongo que esto viene
de los tiempos del desierto), o solo hacer como que uno se lava. Si ha habido “impurezas
grandes”, como actos sexuales, menstruación o sangrado de postparto, hay que
hacer un baño completo, que se llama ghusl, que incluye lavar los genitales,
echar agua sobre el pelo y la cabeza y todo el cuerpo, además de todo el
numerito del wudoo. En muchos sitios
públicos además de las mezquitas, como tiendas departamentales, complejos de
oficinas, salones de fiestas, hay cuartos de lavado para hombres y mujeres- por
si ya venían lavados y se les escapó un gas, por ejemplo- y cuartos de oración,
donde uno después de lavarse, deja los zapatos fuera, porque va a entrar a un
lugar sagrado, y entra y reza. Lo de los zapatos también se hace en las casas,
con el mismo significado y yo creo que también con el sentido práctico de no
meter polvo a la casa. Como esto es muy desértico, hay muchísimo polvo y por
más que te sacudas los pies, los zapatos siempre están llenos de polvito fino.
Si fuera práctico también me los quitaría para subirme al coche.
Aparte del lavoteo este, aquí son grandes aficionados del bidé y
la manguera de presión tipo karcher junto al excusado, para tener siempre bien
limpias las pompas. En todos los baños, por humildes que sean, hay una manguera
para lavarse o una jarra tipo ánfora para poderse enjuagar. Igual no hay papel
o con que secarse, pero seguro se lavan.
Para el baño normal no son tan rigurosos. Hay quien se baña diario
y quien no, como los europeos. De hecho, cuando sales y se ve que te acabas de
bañar o lavar el pelo, te dicen “Naíman”, que he preguntado, y es una
referencia al paraíso, como para decirte, qué rico que te bañaste. Yo creo que
en estos lugares donde el agua era un lujo, el baño también lo era y se les
quedó la tradición de tomarlo como tal, que la verdad si lo es, bañarse es una
delicia, y más cuando el clima es extremoso. Ya en plan de lujos de baño, hay
también aquí muchos baños turcos y si te quieres consentir, son toda una
experiencia. Hay que llamar, porque hay horas en que atienden a mujeres y horas
para hombres, o lugares que son unisex, pero ooooobvio, tienen instalaciones
separadas. Una vez organizado, te presentas y te pasan a un vestidor donde
dejas tu ropa en un locker. No te desnudas del todo, te pones traje de baño o
te quedas en ropa interior. Primero te pasan a un jacuzzi un rato, después te
dan un smoothie de agua de Jamaica con jugo de granada para rehidratarte y te
meten al vapor. Una vez que tienes los poros abiertos y estás bien relajada, te
pasan al área de baño propiamente. Esto es como unos asientos de mármol por los
que pasa debajo agua tibia, donde unas señoras, armadas de jabón y zacate te
dejan rechinando de limpia, luego te pasan a otro lugar donde te preguntan si
también te lavan la cara y la cabeza, yo a todo dije que si. Si quieres,
también te pueden dar masaje con aceites perfumados. Te recuestas en una
plancha de mármol calientita y te dan un masaje delicioso, mientras te tomas
otro smoothie menos frío, de lo mismo. Casi le pido matrimonio a la señora que
me dio el masaje. Era buenísima. Después, te dejan que descanses un rato y te
pasan al sauna, con un agua de jamaica con jugo, ya sin hielo. Te van templando
de a poquito. No es raro que haya grupos de familiares y amigas que van en
despedida de soltera, lo que es muy divertido. Ya al final, si quieres te
puedes bañar en regadera normal, secar el pelo y no te dejan salir así sin más,
no te vayas a enfriar, te invitan a sentarte un rato y tomar té antes de irte.
Te sientes descansada, limpia hasta las raíces y completamente fresca. A mi me
encantó.
Este fín de semana, Alaris tenía que ir a Madaba a recoger a unos
franceses y llevarlos a Petra y luego a Wadi Rum. Yo había quedado con una mujer
que tiene una fundación de mujeres refugiadas de ir a dar un taller de
reciclado de plásticos en la frontera con Siria, donde vive la familia de
Alaris, por lo que pregunté si me podía quedar en casa de sus papás. Esto se lo
aprendí a una paisana, Lore Rayo, que organizó en México ahora con lo del
temblor un grupo para tejer esteras de plástico para los damnificados. Se llama
Tejiendo Tapetitos, búsquenla en Facebook, vale la pena su iniciativa, y aquí
está teniendo mucho éxito porque por un lado hay un problema enorme de plástico
y por otro, muchas mujeres que no encuentran que hacer.
Los papás de Alaris me dijeron encantados que sí. El señor se
ofreció a ir por mí a Amman y todo. Me negué. No hacía falta, podía ir en
camión sin problemas y no quería dar lata. Más fácil dicho que hecho, pues de
mi casa hay que tomar un pesero a la estación de camión, y en viernes no hay
muchos. Ya ahí, hay gritones, como en México que “cantan” el destino del camión
para llenarlo. Me subí al que iba a Irbid y esperé a juntar quórum. Había
quedado de llamar a Baba al salir de Amman. También esto tenía sus dimes y
diretes, ya que Baba es un encanto, pero su inglés se limita a decir OK, y mi
árabe, sobre todo por teléfono- sin gestos que puedan ayudar-, es bastante
limitado. Le llamé y noté que se angustiaba porque me contestó una andanada de
árabe rapidísimo, lo noté un tanto ajigolotonado. Traté de explicarle que
apenas iba en el camión, que iba a tardar hora y media en llegar a Irbid, que
no se preocupara. Me colgó y a los dos segundos me llamó Alaris. Obvio, su papá
le habló directamente para ver si nos entendíamos de una vez. Le expliqué como
estaba la movida y el le volvió a llamar a su papá. Me dijo que cuando me
faltara como media hora para llegar le volviera a llamar a Baba, para que el
saliera de su aldea, para recogerme en Irbid. Por más que les dije que yo me
organizaba para llegar, no quisieron oír de razones y así le hicimos. El camión
hizo varias paradas por el camino para subir y bajar gente, tipo pesero.
Llegando a Irbid había un tráfico bárbaro, había varias bodas, había habido
partido de futbol, que el equipo local había ganado y la gente estaba como loca
festejando. Total, llegué a la estación y ahora para encontrar a Baba, a ver
como hacíamos. Le llamé y otra vez creo que no me entendió. Le entendí que
estaba en un estacionamiento frente a la estación de camiones JET, yo había
llegado a otra un poquito más adelante y le dije que me esperara ahí, que yo
iba. Otra vez, se angustió. Hicimos una llamada de cuatro teléfonos entre
Alaris, su papá, su hermana y yo y finalmente dimos unos con otros y nos
vinimos al pueblo. Baba es encantador
hoy en día, se ha suavizado con los años me dicen. Fue militar- personal
antibombas- y le tocó ir a Croacia durante el conflicto de los Balcanes y la
guerra de Kosovo. Aquí hizo su servicio acuartelado en la frontera junto a los
altos del Golán, donde convergen Israel, Siria y Jordania, muy poco tiempo
después del conflicto armado, o sea que le tocó buscar y desactivar minas y
bombas a puro valor. Crío con puño de hierro a sus 10 hijos, cuando estuvo en
casa y creo que la palabra operativa fue puño, repartía sopapos seguido, no
conocía otra manera, pero hoy en día es un pan. Su esposa, Ummi, es amorosísima y muy chambeadora. Hace conservas,
cosecha verduras, hace jabón artesanal, cocina delicioso, es una abuela
espectacular y para acabarla tiene madera de santa. Me tiene echado el ojo como
proyecto de entrada al cielo. Dice el Islam que aquel que convierta a un infiel
tiene garantizado el paraíso y ella me ve y le brillan los oclayos. Yo digo que con haber educado a 10 hijos
tiene para un pase rápido, pero ella no se lo cree. En mi tiene muy mala
apuesta, porque de por sí soy descreída con la fé en la que nací, y ni de broma
voy a andarme apuntando a otra que requiere traje de carácter. No sé si siempre fue dada a la beatitud o se
fue haciendo. Me parece más esto último porque hay fotos de ella de finales de
los setentas con pantalón acampanado y melenita como de ángel de Charlie, donde
no se ve tan mocha. Hoy en día, la única travesura que se permite es irse de
Omra, que es la peregrinación religiosa a la Mecca y Medina, cuando se hace
fuera de la temporada grande, y que con la cosa de que es una obligación
religiosa, ve como algo no tan grave y aprovecha para orearse, salir de paseo
con amigas y eso. Es su único lujo, que se permite cada algunos años y para
ella es “andar de chiva loca”.
Quedarte en su casa requiere un estómago como de luchador de sumo,
te dan de comer desde que llegas, sin parar, todo delicioso siempre. Su casa es muy sencilla, al estilo
tradicional, los muebles son cojines en el suelo donde te sientas o te
recuestas y en la noche esos mismos cojines se cubren con mantas y se acomodan
por distintos lugares para hacer camitas , o sea que no hay fijón de cuánta
gente se queda. Siempre hay sitio, y siempre te hacen sentir bienvenido y no
importa si te quedaste un día, un rato o una semana, cuando dices que te vas, te
preguntan ¿Poooor? Con cara de terrible tristeza y tratan como pueden de
convencerte para que no te vayas.
Además de el taller que vine a dar, tenía ganas de llevarme de
aquí unos nopales. Resulta que aquí en el pueblo hay muchos, pero nadie los
come. Los usan de adorno, de barda y las tunas si las comen en temporada, pero
las hojas no. Ya una vez hice la prueba, para ver si eran como los de México.
Corté unas hojas tiernitas y las preparé a la mexicana y todos me miraban como,
ahora sí, la mujer de Alaris perdió la razón definitivamente. Pues si están
buenos. Entonces esta vez traje de Amman unos guantes de hule para no
espinarme, un cuchillo filoso y una bolsita resellable para llevarme mis
nopales para mi casa, muchas gracias.
Me tocó por primera vez en un año, ver llover. Una chispeada de
dos segundos, pero llovió. Yo siempre viví en el DeFectuoso, donde según mi
mamá llueve de Mayo a Septiembre, pero yo digo que entonces es cuando llueve
como para sacar el Arca, pero el resto del año también llueve, suficiente para
ensuciar el coche, para mojar lo que hayas dejado afuera o para que si hiciste
una fiesta afuera y te rifaste sin carpa, lo pases muy mal y necesites tomarte
un par de tequilas medicinales para el susto, y le ofrezcas cientos de huevos a
Santa Clara, además de clavar toda tu cuchillería en el jardín. Después de eso, al llegar a vivir aquí, a
Alaris le daba por sacar el módem del internet por la ventana de nuestro
departamento porque así tenía mejor recepción y se partía de risa cuando yo lo
metía en la noche “no le vaya a llover”. Aquí solo llueve en invierno y si bien
nos va. El invierno pasado cuando estuve, me tocó un frío de pastorela, pero no
me tocó ver llover. Debe haber llovido cuando me fui porque cuando volví en
primavera todo estaba verde y había flores, pero esto es una suposición. Ahora sí, vi llover finalmente. No se si
cuando llueva con algo de sustancia suceda como en Torreón, que como también
llueve de vez en nunca, no hay drenaje pluvial y se arma un desaguisado
terrible. A ver qué pasa.
El taller, no se que tanto éxito tenga a la larga como proyecto
sustentable y como propuesta ecológica para lograr que las bolsas de plástico
no terminen en los campos, pero de que lo pasamos bien, no quedó duda. Las
mujeres aquí son de risa fácil y aunque por el atuendo parecen muy tímidas o
cerradas, no lo son. Me llamó la atención que aunque estábamos puras mujeres en
un espacio cerrado, ninguna se descubrió la cabeza como lo hacen en sus casas,
solo yo andaba con el pelo destapado. Iman, la señora que organizó, también
está organizando una carrera de 5 kilómetros en un par de días, en
conjunto con USAid y la embajada de
Estados Unidos, en beneficio de las refugiadas. O sea que en tres días voy a
volver para correrla. Ya les contaré.
Salam!
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