Aclaremos la
confusión causada por las publicaciones recientes acerca de los festejos. Ahí
les voy. Mi cumpleaños es el 11 de Mayo, en la mera madre. Este año tenía
planeado festejarlo en el marco de un programa padrísimo con un grupo de amigas-
entre ellas, y ahora mías también- mexicanas que vinieron de viaje y Alarís y
yo íbamos a trabajar juntos. Pero que se nos complica la cosa. Se nos juntó la
chamba cañón. Esa semana tuvimos muchos programas a la vez por lo que nos
tuvimos que dividir y repartir trabajo a toda nuestra gente. Además coincidió
con que era la primera semana del Ramadán. En un principio, el me dijo que me
iba a invitar a un viaje que tenía yo ganas unos días antes de que empezara el
ajetreo. Ya estábamos cinchos y en un momento de cordura, pensé que igual era
mejor dejarlo para después ya que, con todo el trabajo que teníamos luego,
cualquier imprevisto, que si una torcedura de tobillo, una infección
intestinal, una insolación, dolores musculares, descomposturas mecánicas o cualquier
cosa que pudiera suceder, no estaría tan padre, ni como hacerle luego todos
chuecos con la chamba. Total, lo dejamos. Sacamos las múltiples chambas pues
tuvimos todo el mes de Mayo programa tras programa, unos separados y otros
juntos, hasta al final coincidir con el final del Ramadán. Nos fuimos al pueblo
a lo que se acostumbra aquí, la visita de todas las parientas mujeres, a
repartir dinero entre los niños y las hermanas y tías como regalo, dulces y a
comer y beber ahora sí para volver a acostumbrar al cuerpo a funcionar como se
debe. Una cosa padrísima.
Hubo un conato de que el 4 de Junio se acababa el Ramadán y en
varios países así fue, pero luego salieron con que siempre no, que el 5. Se me
hace que el responsable en nuestro país necesita lentes o algo. Fuimos los
únicos fastidiados. Yo ya quería llorar cuando dijeron que un día más de ayuno.
Me saboreaba mi café. Al final me supo delicioso cuando finalmente se acabó. Y
pues fuimos muy elegantes de visita a casa de todas las hermanas de Alarís y de
las tías, llevando unas tarjetitas muy monas con regalitos.
Pero ahora sí, ya estaba yo lista para mi festejo. Le dije a
Alarís, que ahora sí no quería dejar pasar el tiempo y quedarme chiflando en la
loma. Pues nos organizamos para irnos a ver al Beduino Volador y checar unas
cosas de chamba en Wadi Rum y luego irnos a Dana para hacer una caminata desde
Dana y Shobak hasta Feinan, cruzando un valle muy lindo que tiene una parte con
agua, una parte de piedras partidas parecidas a Petra y termina en Feinan, una
zona de roca volcánica que parece como los restos de un holocausto nuclear,
pero que si te fijas bien, entre esas rocas, hay rocas boleadas y trabajadas,
restos de una gran ciudad nabatea que se erigía cerca del Mar Muerto. Hoy no
queda piedra sobre piedra. Los nabateos, los responsables de la construcción de
Petra, tenían sus grandes pleitos con el Reino de Judea, razón por la que
cuando los romanos se hicieron fuertes en la zona, decidieron que les era mejor
negocio pagarles tributo y ser sus vasallos y hacer que los romanos lidiaran
con los latosos judíos y así fue. Al ver esta ciudad arrasada, vemos
porqué. Se hizo el plan y le dije a
Alarís que porqué no invitábamos a unos sobrinos, gemelos de 10 años. Son niño
y niña. Él ve a Alarís como Chanok y ella es un encanto de escuincla. Le
pareció muy bien, pero tenía un poco de resquemor de si iban a aguantarme el
ritmo. Dice siempre que camino como caballo salvaje y que no hay gente normal
que tolere esos trotes. Le dije que me adapto y que hasta seguro nos daban mil
vueltas.
Total que cuando le preguntamos a la mamá de los occisos que como
veía, si nos los prestaba, si se portaban bien en el colegio, dijo, yo me porto
muy bien y quisiera ir si se puede también.
Resulta que en
Julio vamos a ir a Egipto. Como tengo mis queveres de negocios con varios
egipcios tengo que ir a checar el bisne y además en Julio es el cumple de
Alarís. Inventé juntar las dos cosas y organizar que fuéramos, de relajo, pero
igual a checar todos los tours que solemos vender. Hubo un par de ajigolotones
horarios que si tal cliente no nos cuadraba con la fecha original, que había
que moverlo, que tal, pero total se armó la machaca. Igual le dije, que si no
le importaba porqué no invitábamos a mi cuñada más chica y a las dos sobrinas
grandes. Sobre todo me hacía ilusión
llevar a la cuñada chica. Es muy artística, toma fotos padrísimas, pinta, es
súper linda y desde que se casó su “partner”, la otra niña chica, se quedó sola con la hermana que está malita.
Vive cuidándola y muy sola y me dieron ganas de sacarla a dar la vuelta, a ver
mundo a pasarlo bien y despejarse y para que no fuera sola como dedo, invitamos
también a las otras dos púbers, una de ellas hermana de los cuates. Invité a
mis hijos primero, que no quisieron venir, méndigos. Entonces por eso la mamá
dijo, cero y van dos planes a los que invitan a los niños y a mi nomás me dejan
con las ganas. Dijo, si hay chance yo me apunto y que venga otra hermana
también para hacer bola. Yo feliz. Ya sonaba más a fiesta.
La noche antes el esposo de la segunda cuñada dijo que igual y el
también venía a Wadi Rum con sus niños que son muy chiquitos y que si la
caminata no era para ellos tal vez se iba luego a Aqaba con ellos. Ahí si ya me
pareció un desastre porque no cabíamos en nuestro coche, ni en mi mini-casa, la
procesión iba a ser un desmóder, el business de Wadi Rum iba a tornarse en
congal con tanto niño chico y no era plan. Le explicamos al hombre que el plan
no se prestaba esta vez, que qué tal que después organizamos algo para los
chiquitos tipo llevarlos a un lugar de albercas y toboganes en el mar muerto.
No sé si se convenció, pero le dimos esquinazo.
La primera cuñada
apuntada tiene 4 niños. La púber que va a venir a Egipto, los cuates y un
chiquito que me trae loca, pero no fue requerido esta vez por el tipo de plan.
Alarís le explicó que esta vez no venía pero que después lo íbamos a llevar al
Mar Muerto y le enseñó fotos en el celular. La respuesta me rayó: Allah Akbar!
Dios es el más grande! Se encantó el chamaco.
Total que el segundo día del Eid, de la fiesta del Ramadán, lo
pasamos en el pueblo y en la noche, salimos con las cuñadas y los chamacos de
regreso a Amman. Fuimos a comprar unos sándwiches buenazos y llegamos a la casa
a cenar, a repartir cadáveres en sillones para ver donde dormía cada quién,
Alarís y yo a deshacer una maleta y hacer otra y al día siguiente tempranito
salimos para Wadi Rum después de desayunar.
Mis cuñadas, como buenas árabes, son chistosísimas. Habían
desayunado, pero nada más subirse al coche sacaron un tupper grande de rollos
de parra que trajeron y yo no había visto y unos mamouls, que son unas galletas
rellenas de pasta de dátil que habíamos hecho en el pueblo suficientes como
para alimentar a Siria, Arabia e Iraq completos y fueron comiendo y alimentando
todo el camino.
La chavita traía una gripa medio regular, con calentura y toda la
cosa, yo pensé que igual y no lo iba a pasar bien. Nombre! Lo pasó bomba. Se
fueron fijando en todo, preguntando todo. Estaban impresionados niños y señoras
de que sé tanta cosa de su país. Yo no sé que pensaban que hago cuando trabajo,
jajaja. Si creen que solo soy como azafata que habla inglés, español y algún
otro idioma y sirvo cafés, pero estaban con el ojo cuadrado.
Llegamos al
desierto a casa del Beduino Volador que nos tenía hecha comida. Me siento con
esta gente a veces como los caballos que tienen una bolsa de comida amarrada a
la cara. Así igual. Todo el día comiendo.
Comimos. Fueron
apareciendo diferentes niños. El Beduino Volador tiene solamente 13 niños, con
dos esposas. Ahí nomás. Vinieron primero unos, y como les dimos un dinerito,
que es lo que se acostumbra por las fiestas del Ramadán, fueron apareciendo
luego otros. Al más chiquito le preguntó mi cuñada, que tal la Fiesta? Y le contestó:
Enloquece. Me encantó su respuesta.
Nos fuimos con
Abou Yousef a ver un montón de cosas que quería que viéramos. Como siempre
venimos con gente y de prisa no había habido chance. Lo acompañamos a ver unos
terrenos para unas cosas que quiere hacer . Cuando acabamos, nos fuimos para
Dana, a pasar la noche en el pueblo antiguo. Nos encontramos a varios amigos
también allá. Rarísimo, porque también siempre vamos de trabajo. Nos decían,
cuales son tus turistas, o están en otro hotel? Como ven que ahora los turistas
somos nosotros.
El hotel donde
nos quedamos es una serie de casitas otomanas viejas que han ido
acondicionando. Entonces hay cuartos de distintos tamaños, unos con baño
propio, otros no, en distintos recovecos. Como éramos una banda nos ofrecieron
un cuarto familiar. Me pareció bien. Era un cuarto grande como en dos ambientes
con dos camas en uno y tres en otro y trajeron un catre de militar para
acompletar. La sobrina cuando lo vio dijo, pobre de mi hermano! Jajajaja. Le
dije, y como sabes que no es para ti? Dijo, no, a mi ya me gustó mi cama, le
toca a el. Y si le tocó. Estos niños no
se quejaron ni una vez, ni ella de que estaba mala, ni el del catre, ni de las
horas de carretera, ni de la comida o no, ni de nada. Son una gozada.
Al día siguiente temprano empezamos con el relajo de bañarnos
todos y desayunar y alistarnos y pasaron por nosotros dos guías en una van
espectacular. De no creerse. Era una van vieja, vieja, color verde botella pero
por dentro el techo estaba tapizado con un peluche largo gris obscuro como piel
de perro-lobo que se movía con el aire, tenía una tirita de fibra óptica con
luces verdes alrededor y peluche más rubito en el tablero. Venía retacada a más
no poder con comida, colchonetas, alfombras y mugre y media. Venía al volante
el buen Ibrahím y al lado venía nuestro guía Ahmed. En otra van igual se trepó
un grupo de gente grandota que hablaban algo rarísimo, sospeché que eran
finlandeses o lituanos y al final resultó que si, eran de Lituania. Salimos todos para el mismo lugar. Pasamos
por Shobak y su castillo, los niños y las cuñadas muy atentos a la historia y
nos bajamos de la camioneta para empezar a caminar por el Wadi Gugawheir.
Este es un valle que
atraviesa desde la parte alta de las montañas de Dana hasta la parte más baja
de Feinan. Por el valle son 16 kilómetros.
Se puede hacer solo de bajada y volver en coche rodeando, o volver por
el camino de Feinan, otros 16 kilómetros muy áridos y de subida o se puede
hacer lo mismo y continuar hacia Petra. Nosotros por cuestión de tiempo, como
íbamos a viajar a España y México preferimos hacer solo la bajada, acampar
abajo, volver a Dana en coche y regresarnos a Amman a repartir parientes,
terminar maletas y alistarnos para el viaje.
La caminata fue lo que esperaba y más. Los paisajes preciosos. No
rapeleamos como quería originalmente en atención a las cuñadas y los sobrinos,
que estos últimos no creo que hubieran tenido ni medio problema pero las
cuñadas igual y si algo. Mahmoud decía que son gordas (en español) cuando había
algún brinco grande y había que ayudarlas, pero lo que pasa es que no tienen
costumbre de andar afuera, ni de moverse mucho, pues claro que no son muy
ágiles. Eso si, mega-glamorosas. Los
niños lo pasaron en grande, corrían como chivas detrás del guía, nadaron en
todas las cascadas y pozas, y se divirtieron muchísimo.
En Jordania en
verano las moscas son un problema caray. Hay millones. No sé de donde salen
tantas. A la hora que comimos había cientos de moscas por todos lados. Una cosa
molestísima. Seguimos caminando. Casi al final nos encontró un coche porque una
de las lituanas se había torcido un tobillo fuerte, y la fueron a rescatar. El
coche volvió a ver si necesitábamos algo, las tías se subieron felices y los
niños también. Alarís y yo terminamos el camino hasta llegar al campamento. Ahí
nos esperaban dos campamentos montados, uno para los lituanos y otro para
nosotros con fogata, shisha, fruta y prepararon una cena de asado, verduras y
té. Otra vez una cantidad de moscas del terror. No sé que se pueda hacer. Estoy
pensando en inventar una mega-tienda de tul para llevar en mis picnics en lo
que dura el verano porque es una cosa asquerosa comer lleno de moscas. No son
unas poquitas. Son miles.
Caminamos por la
ciudad destruida, vimos el atardecer, vi un ratón del desierto, de esos
trompuditos sin cola, muy lindo, unas hormigas gigantes. Me encontré un cacho
de una vasija con dibujos Ummayads, del siglo VII. Nos faltó traer menos
triques tipo alfombras y tal y traer un cubilete o un dominó cubano o una
guitarra. Las noches de campamento son largas y se prestan a jugar a algo o
cantar.
Las estrellas, espectaculares, pues estábamos en medio de la nada.
Dormimos en las tiendas de campaña pegaditas. En una Alarís y yo,
en la otra las tías y los niños. En la
noche iba a ir al baño y sentí como que había algo en la obscuridad, me fijé
bien y si, había un perro grande de un pastor, justo a la orilla del
campamento. Muy bien portado, pero igual.... Me dio nervio, seguro más allá
había más cosas. Mejor me esperé a que fuera de día. En la mañana como a las 5
que salió el sol me desperté y con una botellota de agua, ahora sí me fui
traslomita al baño, a lavarme, a lavarme los dientes y a cambiarme de ropa.
Mis cuñadas, divinas, salieron de la tienda con hijab puesto,
rayita en el ojo, todas monas. Yo como la madre de los vientos, por no variar.
Los lituanos, menos la herida, partieron a las seis de la mañana
para hacer el camino de regreso. Nosotros recogimos todos los triques y no se
porque ahora solo había una van, entonces nos retacamos como piojos en costura
con los trebejos de los dos campamentos y nos fuimos. Para volver, hay que
rodear el valle, ir hasta Little Petra por el camino de Feinan, que si has
venido conmigo a Jordania, es el camino ese que me choca llegando a Petra de
miles de curvas y curvas entre roca volcánica, donde la gente, incluida yo, que
siempre voy volteando para atrás, se marea.
De ahí ya agarras una carretera más rectita a Dana que está muy cerca.
Llegamos de vuelta al hotel, mis cuñadas se arreglaron de nuevo, compraron
provisiones, que no agarran coche sin comida, vayan a pasar hambres, y nos
regresamos a Amman. Las fuimos a dejar a la estación de autobuses para que se
fueran a su pueblo y nosotros nos fuimos a las compras de pánico y a terminar
de empacar porque hoy salimos para España y para México porque se casa mi
hermano. En efecto, yo que suelo comer
piedras sin medio problema, me enfermé de la panza. Quién me manda a andar pescando renacuajos y
luego comer con esas manos, pero ya fui a la farmacia a que me recetaran un
veneno.
Y sigue la fiesta!!!!!