domingo, 5 de enero de 2025

Qué alegre!

 




La gente en México cree que viajar es solo salir del país y prefieren muchas veces ir a Estados Unidos a Target y Walmart  o ir a algún sitio lejos a ver cultura, olvidando lo que tenemos en nuestro país o muy cerca. 





A mi me encanta enseñarle y presumirle mi país a Alarís y he tenido la verdad poco chance, porque o venimos de puras prisas a algún evento y vemos poquito y además hay que administrar el tiempo, o bien, vengo yo sola porque dice el hombre que me quiere dejar disfrutar a mi gente y mis cosas sin llevarlo como mochila. La verdad, si a mi me preguntas prefiero que si venga, pero entiendo que tiene cosas que hacer, sale carísimo venir y muchas veces no entiende nada cuando estoy en pura cotorriza con mi gente. Cada vez entiende más y ya tiene su propia relación con gente por acá  o sea que lo pasa bien y espero tenerlo más seguido en suelo Azteca. 



Conoce ya más que muchos mexicanos: San Luis, Querétaro, Guanajuato, Hidalgo, Tlaxcala, Edo-Mex, mucho del Defectuoso y anexas, Puebla, Oaxaca, Yucatán y Quintana Roo. Esta vez que vinimos a México teníamos en la mira a Chiapas. Uno, porque yo fui hace años con mis hijos y amigos de ellos y me fascinó. Se lo había contado como uno de mis grandes favoritos, y creo que es de los sitios a los que si se puede ir hoy en día en México. Además, tuvimos el gustazo y la enorme suerte de conocer a unas señoras de Chiapas a las que acompañamos a conocer Barcelona y les decimos nuestras tías de Chiapas porque si bien las vimos un solo día, nos escribimos con ellas seguido y les tenemos mucho cariño. Ya con eso entre ceja y oreja, coincidió que nos han pedido mucho viajes a Centro América recientemente, y no conocemos. Vimos un documental sobre Guatemala y hemos tenido varios clientes Guates y todos son gente lindísima, entonces, pues también le traíamos ganas.  Hicimos varios cálculos difíciles para cuadrar fechas y organizar compromisos y lo logramos . 




Aún cuando Chiapas y Guatemala colindan y son muy parecidos, nos salía más complicado, tardado y caro ir y volver por tierra que volar de vuelta a CDMX y volver a volar a Guate y entonces así lo hicimos, aprovechando para pasar año nuevo en México. 

Cuando fui a Chiapas solo fui al lado occidental porque no me dieron los días para llegar hasta el lado más cercano al Golfo. Ahora, como iba solo con mi cómplice de aventuras y no tenía que arrear adolescentes, que si bien fueron jaladores y contentos, necesitan dormir más y se saturan de sitios arqueológicos y carreteras, si nos dio tiempo de ver de todo. 





Palenque está impresionante. Habíamos visto en el Museo Nacional de Antropología la expo de la tumba de Pakal, pero ver el lugar en físico, rodeado de la selva, con las enormes ceibas y hules, los saraguatos de música de fondo, y la amabilidad de la gente local, no tiene comparación. Llevamos un guía bastante ducho, que nos explicó de todo.  Los moscos hicieron con nosotros lo que quisieron. No fuimos listos y no trajimos un veneno marca diablo, sino que compramos ahí una chiva naturista, de citronela que los mosquitos ven como aderezo de ensalada, porque nos comieron aún a través de la ropa.  






Visitamos también Yaxchilán y Bonampak. Vimos a los Lacandones en la selva, vimos las estelas, los templos y fuimos en lancha por el Usumacinta que tanto me hicieron dibujar en la primaria. 

Vimos las cascadas de Mi-sol-ha en donde casi me muero de risa porque una señora le dijo a Alarís: oiga Jóv... digo, Señor! Me lo traje de bajada todo el día con que ya no le pueden decir jóven con cara seria.  Nos seguimos a Agua Azul en donde caímos en la trampa de un Tzeltal industrioso que nos dijo que nos iba a llevar a nadar a unos sitios especiales. Puro cuento, nos llevó a donde bien podíamos ir solos, pero estuvo cotorro porque nos compartió un columpio donde había varios niños mayitas que nos hicieron carcajearnos mientras nos demostraban como tirarnos como tarzán. 





Fuimos a Comitán que es un sitio donde los turistas casi no van, dicen los locales que van los Guatemaltecos de compras a un Liverpool porque hoy día el Quetzal es mucho más fuerte que el peso. Nos gustó la ciudad, con su típico zócalo, hasta el cepillo de luces navideñas. Comimos elotes por la calle, helados. Dormimos en un hotelito mono, tomamos un café delicioso. 

De ahí ya me tocaron sitios repes, es decir, que ya conocía. No por eso menos bonitos.




De las miles de cascadas, lagos y lagunas que hay en Chiapas, vimos además el Chiflón, que son unas cascadas altísimas que bajan un cerro en varios brincos más y menos largos y te puedes tirar por unas tirolesas en distintos tramos. Subimos hasta arriba como cabras, corriendo porque el chofer nos dio poco tiempo- y ya arriba, Alarís me dijo, mira no siempre estamos acá o sea que nos espere, vamos a sentarnos a sentir solamente. Padrísimo. Fuimos a los lagos de Montebello que ya había yo visto con mis niños solo uno. Esta vez vimos cinco, incluyendo uno que tiene un cable colgado a la mitad porque mitad está en México y Mitad en Guatemala. Pisamos suelo Guatemalteco de una vez, pero increíblemente, fue más fácil no seguir por ahí ni por las otras fronteras porque entre el narco, la burocracia y los migrantes, los cruces son un lío. 



San Cristobal de las Casas estaba que no cabía una persona más. Llenísimo todo, pero siempre es bonito. El zócalo lleno de artesanía, los andadores llenos de tiendas y de hippies, Santo Domingo y su mercado, el arco del Carmen. Muy cerca de San Cris hay poblaciones indígenas que vale muchísimo la pena conocer: San Juan Chamula y Zinacatán. Cuando fuí con mis hijos a Chamula entramos a la iglesia y viendo los rituales que unen lo cristiano y lo pagano, les dije a mis hijos: si no quieren ver como matan a ese gallo, volteen para allá. Me dijeron, con ojos de huevo, que soy una cuentera. Tres, dos, uno y: Ma! le retorcieron el pescuezo al gallo ! Pues se los dije ! Ya no sabía si carcajearme o que. Alarís iba aleccionadísimo pero en vez de eso, por ser el 30 de diciembre, nos tocó ver los cambios de mayordomos y un mercado llenísimo donde se vendían trajes típicos, pirotécnia, ingredientes para la cena de fin de año y las ofrendas. La iglesia estaba a reventar de procesiones con el mayordomo entrante y saliente de cada cofradía con toda su comitiva, sus esposas, sus veladoras. Fue una experiencia distinta y muy interesante. En Zinacatán fuimos a una de las tantas casas donde se hacen textiles con telar de cintura. También tenían montada una cocina tradicional donde nos invitaron unas tortillas recién hechas y un ponche- que es muy diferente que el de CDMX, clarito, con piña, sin cañas ni tropiezos grandes sino con fruta picadita y el que quiera le puede echar piquete con pox, el aguardiente local. 



Teníamos ganas de ver a las tías de Chiapas pero no pudo ser. Los horarios de los vuelos nos tocaron bastante tempranones y tuvimos que salir volados de San Cris, muy temprano para llegar al vuelo y poder pasar al Cañón del Sumidero, y ya no pasamos a Tuxtla.  La buena fue que fuimos de los primeros en entrar al cañón y nos tocó entonces como si hubieran puesto a los animales a actuar: cocodrilos enormes, pelícanos, zopilotes, cormoranes, monos arañas, vimos de todo, espectacular. 




 Chiapas es una mezcla impresionante de herencia cultural, artesanía preciosa y muy variada, pueblos mayas diferentes con distintas lenguas y tradiciones, ruinas impresionantes, belleza natural de todos tipos, con cañones, selvas, bosques de pinos, pantanos. Suelos ricos para la agricultura, comida que yo recordaba como equis, pero tienen cosas buenísimas, hasta petróleo e hidroeléctricas tienen..... peeeero tienen también a los rateros más grandes que se han dedicado a saquear a este pueblo sin cesar y los tienen en el más completo abandono con carreteras malísimas, salud pésima, educación casi nula y tienen toda la razón y más para protestar. Que protesten, vivan los zapatistas y ojalá y se tome conciencia de el atropello de que son objeto los pueblos indígenas, que son tan mexicanos como el que más. Por un lado me da muchísimo orgullo enseñar lo bonito que es mi México, y lo linda que es la gente, por otro me da vergüenza que esta gente viva como vive y que los mexicanos lo solapemos.  Ve a Chiapas si no conoces. Es precioso. Déjales dinero, ayúdales dándoles trabajo y te vas a llevar a cambio muchísimo más porque de verdad es un paraíso lo que hay ahí. 

En cuanto a los servicios, siendo que nos dedicamos a los viajes, bien podíamos haberlo hecho solos pero decidí pedírselo al amigo agente local que me había organizado el viaje hace muchos años, por decencia. Se me hizo gacho brincármelo. Fue un gravísimo error.  Habíamos contratado servicios privados y le dije que los hoteles no tenían que ser lujosos, que no somos nada melindrosos, con que fuera limpio y digno. Un día nos mandaron en un autobús infame con mucha gente, que estuvo en parte divertido, pero el bus incomodísimo y sobre todo, ese no era el plan. Otro día, el día que el chofer nos correteó, fue también porque traía más gente, no nos cumplió con las tirolesas que teníamos contratadas y pagadas y no fue el dinero, fue que no nos dio tiempo de hacer lo que queríamos. Los hoteles, de mal en peor. El último de plano lo cancelamos y nos cambiamos a otro por nuestra cuenta que si nos gustó. Cuando le dije: oye, que pasó, no era así la cosa, me da pena molestarte, pero fíjate que tal y cual... todavía me regañó, me dijo que su encargada en Chiapas era una pen... sadora, y medio me gritoneó. Increíble. Yo tan orgullosa de la amabilidad mexicana y del servicio de mi tierra y no estuvo nada padre la cosa. Valiosa lección. Nunca más. Nada más de pensar en mandar al tipo de gente que son mis clientes y que les vaya como me fue a mi, me quiero morir.  Lo bueno es que Alarís y yo somos bastante todoterreno y no nos amargamos.  Por eso también nos gusta siempre probar las cosas nosotros mismos y es importante hacerlo seguido porque este señor me hizo a mi  un viaje hace 12 años  y muy bien, le pedí un viaje a Yucatán hace como 7 años cuando llevé a Alarís y muy bien pero ahora si se la voló. Y si le he mandado gente. Me lleva. 

Volvimos a México a pasar año nuevo, con la suerte de que una de mis hermanas vino de sorpresa con una de las sobrinas y tuvimos ese regalo. 

Al día siguiente nos fuimos a Guatemala, sin saber si la experiencia iba a ser igual agridulce. La salida de México tropezada, no se si por ser día primero, cuando toda la gente anda creda. En seguridad en el AICM había una señora  que le dio una cotorriza a Alarís, le dijo hermoso, que tuviera contenta a la hermosa, que si anduvo tomando ayer, que que onda con el pasaporte Hermoso, que que nombre tan raro pero hermoso, nos moríamos de risa. Al entrar a la terminal dos, no vi para donde pasar migración, e íbamos a salir del país. Ya cuando apareció la gente de la aerolínea, pregunté y me dijo la señorita que si el hombre es extranjero si tenía que ir al módulo de migración que resulta que es un escritorio pedorrísimo junto al duty free. Pues ahí vamos y que si la residencia y la entrada y no se que y que si yo de donde, no yo Azteca oiga, no me ve el nopal en la frente, ah pues usted así sale sin más. Ok. Volvemos y cuando llaman al vuelo dicen que toda la gente necesita un QR para hacienda para entrar a Guatemala. Todos los turistas queriendo buscar wifi para llenar la formita. Un desmadre. Total ya todos con papelitos en orden, formas migratorias y demás, dicen que torre de control informa que o salimos en 20 minutos o esperamos dos horas, entonces todos los pasajeros corriendo ajigolotonados a subirnos, dejando maletas de mano para más rápido y nos fuimos. 






La pista del aeropuerto de La Aurora es cortita, entre volcanes por lo que los aviones aceleran y se dejan caer como sapos en pantano y luego clavan los frenos. Muy Jumanji el asunto, pero así tiene que ser.  El aeropuerto es chiquito, como el país, y está bastante mal organizado. Es mi única queja de Guatemala. Los aeropuertos y aviones. Pero ahí voy.  Teníamos un vuelo de conexión a Flores para empezar con el Tikal, el sitio arqueológico Maya más importante de Mesoamérica y por supuesto de Guatemala. Había que pasar migración. Alarís necesita visa hasta para ir al baño. Si la embajada de México en Ammán es completamente inútil y solo sirve para hacer fiestas, la de Guatemala ni siquiera disimula que hace algo. Cuando preguntó en el consulado por la visa le dijeron uuum está difícil. Dijo, soy residente de México y voy a entrar desde México. Ah, pues pida la visa allá, más fácil. Hicimos la cita en México, hubo que llevar algunos papelotes por supuesto pero fue un asunto de 20 minutos y salió con su flamante visa. Al llegar a Cd de Guatemala en migración lo mandaron a una oficinita especial donde cotejaron el número de visa con quien sabe que cosa en la computadora, apuntaron en un papelito y volvimos con el vista que muy amable nos selló y nos dejó entrar.  Recogimos las maletas de mano que habíamos checado y como el vuelo a Flores era con otra aerolínea, Tag, la de Guate, pues había que salir.  Había un sitio para cambiar moneda, antes de salir de la terminal que por supuesto daba un tipo de cambio podrido, queriendo verle la cara al turista. Pasamos. Saliendo hay una oficina de un banco normal y ahí el cambio si estaba bueno, cambiamos unos dolaritos y nos volvimos a meter, al cabo ya estábamos documentados.  Segundo punto extraño del aeropuerto es que para ir a las salas hay un letrerote de VUELOS INTERNACIONALES y no dice nada de nacionales. Preguntas y te ven como si estuvieras loco. Que es para el mismo lugar pero luego para la derecha. Ah, pues para saber. Pasas seguridad y entras a una sala donde no hay NADA. Pocas sillas, un baño y una máquina de refrescos y tan tan. Nos dio hambre y el vuelo era tres horas después y venía una hora y media tarde o sea que tiempo había. Vamos para afuera y la señorita de seguridad dice: por que motivo se salen? Porque tenemos tiempo y hambre. Ah si es así, no tenga pena. Ah que caray.  Hay UN changarro de cosas de comer en el aeropuerto. " Oiga señorita, algo que no tenga cerdo?". Déjeme preguntar.  Achis.  Nos dice: el pollo especial , un sándwich de pollo con guacamol. Ah está bueno. Con coca? Uno con coca y uno con agua. Un brownie? No. Ah es que si no no es combo y va a estar difícil.... tamadre, deme el brownie pues.  Como que se les brincaba la cadena a las chavas que medían como uno treinta y tenían una caja de refrescos para subirse y alcanzar el mostrador. 



Volvimos a la sala. Empezaron con una danza de que dentro de media hora a ver si la temperatura sube un grado y entonces podemos despegar con todas las maletas, si no tenemos que quitar unas maletas grandes..... Salimos tardísimo. Llegamos tardísimo pero nos estaban esperando con un como autobusito eléctrico abierto, como un carrito de golf grandote y nos llevaron al hotel. El chofer nos dijo, ahí siga a esos gringos. Pues entramos siguiéndolos y dimos un vueltón por los jardines muy lindos pero nada de recepción. Finalmente encontramos un restaurante y un mesero nos llevó a la recepción que ya estaban bastante dormidos.  Los cuartos decentes, monos, pero es muy común en Guatemala los cuartos con dos camas grandes para meter familias.  Salimos a dar la vuelta, pero como los de la recepción no cooperaron no supimos ni para donde jalar, compramos unos jugos y unas papas y nos fuimos a dormir. 

En la mañana, desayunamos en el  hotel, con vista al lago de Flores, un desayuno riquísimo, la gente muy amable y la vista preciosa. Pasó por nosotros un guía/chofer buenísimo y nos fuimos al parque nacional del Tikal, cruzando la selva. Impresionante. Obviamente no están descubiertas todas las ruinas, solo una parte chiquita. Con eso, está para irse para atrás.  Varios templos sobre pirámides empinadísimas, juego de pelota por supuesto, palacios y todo en una selva con tucanes, jaguares (difícil verlos), pavos ocelados, garzas, ardillas. Comimos ahí mismo-rico, subimos a todas las pirámides que se puede y después fuimos a Flores, dejando nuestras maletas en la oficina del operador, muy limpia, con hasta regaderas por si te quieres bañar, bicis, kayaks, wifi y salas de trabajo... dejamos ahí las cosas y nos fuimos a dar la vuelta por la isla de Flores, llena de colores, de calles empedradas, de muelles, de tiendas de artesanía. Un sitio de lo más lindo.  Nos fuimos de nuevo al aeropuerto, otra pesadilla. El vuelo que originalmente era a las 17.30 lo movieron a las 19.15 y al llegar al aeropuerto dijeron que tenía por lo menos una hora de retraso. Nos fuimos a bobear enfrente a una mega ferretería y un super.  La seguridad del aeropuerto increíblemente inepta. No nos dejaron pasar una cinta antiderrapante que compramos en la ferretería, me salí a dejarla en la maleta de mano- que por supuesto hay que documentar porque Tag vuela unas mugreras de avionetas de hélices donde no cabe nada en cabina. Pues ahí voy y cuando quiero volver a entrar, sin hacer cola detrás de veinte gringos, la doña de la máquina de rayos equis le grita al señor que me dejó pasar que porque van a pasar por rayos equis todo el equipaje del vuelo de Avianca que va a Guate y de ahí a Bogotá. Ah que caray! No tienen otra máquina para las maletas, entonces tu charra y un montón de gringos ahí un ratoote hasta que pasaron todas las maletas. Ya paso y me hacen otra vez quitarme los lentes, poner mi chamarra que tuve que sacar de la maleta para que cupieran las cintas de Alarís... cero feliz el chiste. 



Cuando me pongo de malas, me enracho y jalo mala vibra yo creo. Decidí comprar un agua y la familia del terror estaba ahí. Una niñita pelirroja, con cara de muñeca y su hermanito estaban bobeando los refris de bebidas, tiraron todo y dejaron el refri abierto. Cuando el papá les llamó la atención no lo pelaron. Me fui con mi agua a la caja y claro que la señora que estaba frente a mi, pagando era la mamá de los engendros del demonio, le trajeron lo que no tiraron, la señora malmodeó a las empleadas, uno de los hijos me tosió en el brazo con baba y todo y ni perdón pidió y yo rogando que fueran a Colombia. Claro que no! Por supuesto iban en Tag a Guate, dos filas atrás de mi. Me lleva. 

Salimos super tarde, llegamos super tarde y esa noche nos íbamos a dormir en Antigua que está como a una hora del aeropuerto. Otra vez llegamos al hotel y nos abrió un velador que estaba dormido. A duras penas nos dio la llave del cuarto y nos dijo para donde. 

El hotel, increíble, una antigua hacienda con jardín interior, muy linda.  Visitamos Antigua que es una ciudad colonial preciosa, rodeada de volcanes, llena de iglesias y calles empedradas, viejas haciendas y azotada por los terremotos que destruyeron muchos edificios coloniales pero hasta las ruinas se ven bonitas. Subimos al volcán de Pacaya a ver unas vistas de cállate la boca, cocinar bombones en el vapor de las vetas de lava y visitar a un pizzero que cocina en lo alto del volcán.  Nos tocó atravesar un pueblo que estaba de fiesta y todas las mujeres iban de azul, con listones azules tejidos entre las trenzas. De lo más bonito. 



Nos fuimos después al lago Atitlán. En Guatemala, como en Chiapas, las distancias son cortas pero se llevan mucho tiempo. En Chiapas por la mala calidad de los caminos y la absurda cantidad de topes. En Guatemala de pronto por los topes, por las subidas y bajadas y por los mercados y fiestas de pueblo.  Total que por una o por otra, distancias de 100 km pueden tomar tres horas o más.  Llegando al lago, entramos por Panajachel, el pueblo más grande y mejor comunicado. El lago de Atitlán está en un cráter entre varios volcanes y tiene muchos pueblos mayas alrededor, que por la topografía y los vientos que hacen como licuadora en el lago, era muy difícil de comunicarse entre ellos, lo que dio a cada uno una identidad muy característica. Hoy en día hay lanchas que van de un pueblo a otro, algunas comunales y te puedes amarchantar con tu propio capitán. Aún habiendo salido muy temprano de Antigua, llegamos y ya había viento y el lago estaba picado. No nos amilanamos y nos subimos a la lancha del capitán Juan, un mayita que hablaba un español cortado, que se calzó unos lentes de sol de esos que tapan los lados y una sudadera y nos acomodó en la mitad de la lancha y ahí fuimos rebotando como chícharos en batea. Fuimos a San Juan a ver un par de iglesias, galerías, casas textileras, plantaciones de café y plantas medicinales. Interesante y como todo en Guatemala, super colorido. Cada poblado tiene su traje típico y las lanchas se vaciaban de gente vestida de diferentes formas, además de los turistas.  De ahí nos fuimos a Santiago, donde había mercado de frutas y verduras, compramos unos mameyes, nos tomamos fotos con viejitos, vimos otra iglesia, bobeamos por las calles y finalmente nos fuimos a nuestro hotel en Santa Catarina. El hotel espectacular. Cada detalle y rincón precioso porque para donde no tienes una vista natural espectacular de un volcán o dos sobre el lago, tienes unos arbolones, cactus y flores o textiles de mil colores puestos con muy buen gusto, decoraciones de madera, de semillas, un sitio que te dan ganas de vivir ahí al menos una temporadita. El personal, con vestido típico y enorme sonrisa, amabilísimos, nos dieron platos y cubiertos para comernos la fruta que compramos en el mercado en una terraza con hamaca y vista al lago. 



El pueblo, chiquito, estaba todo decorado de navidad con cientos de extensiones luminosas de esas que hacen música. Lo malo es que cada una cantaba su propia canción y yo me estaba volviendo loca y a dos de una convulsión entre las luces parpadeantes y las musiquitas electrónicas.  Nos regresamos a la paz del hotel a ver los millones de estrellas que se ven sobre el lago. 



El mercado de Chichicastenango es el mas famoso de Guatemala y bien valió la pena ir, si bien otra vez estuvimos horas en el coche por los atascos en la carretera. Las verduras que se ponen en un polideportivo, en puestos atendidos por señoras y señores con trajes típicos vistosísimos son un espectáculo. Había zanahorias más grandes que mi antebrazo. La tierra volcánica y la abundancia de lluvia hace de Guatemala un cultivar perfecto.  Todo alrededor de ese mercado de verdura, se venden artesanías super coloridas, comida, flores, hilos y artefactos para la gente que vive de la artesanía, como los palos y lanzaderas para los telares de cintura. Hay un par de iglesias en donde tuvimos oportunidad de nuevo de ver la mezcla de religión católica y rito maya y vimos incluso unos chamanes afuera de la iglesia haciendo unos ritos de limpia. 



Acabamos de llenar nuestra maleta extra de regalos y recuerdos y nos fuimos a ciudad de Guatemala.  Qué bonita es! Avenida de las Américas  en domingo tenía los camellones llenos de Jacarandas y flores, a reventar de gente haciendo picnics, comiendo helados, montando motos, andando en patines eléctricos o corriendo. Fuimos a caminar por ahí, a comer rico , a dar otra vuelta. 

La verdad, salvo por los líos de aeropuertos- que son al parecer inevitables y la alternativa es hacer 10-12 horas en carretera, o sea que mejor lo tomas con teikitisi y te haces a la idea de los vuelos terribles; Guatemala es una maravilla. La gente muy amable y dicharachera, sonriente y cálida y con una afición por el color en todo: ropa, peinados, paredes, cementerios, selvas, cielos, volcanes y lagos que te llenan los ojos y el alma. Volvería mil veces. Me quedé con ganas de conocer más y de volver con más calma y más tiempo . 



Si tienes oportunidad, no dejes de ir. Está a menos de dos horas de CDMX y está espectacular. Si es menos barato de lo que hubiera pensado, con buenos servicios. Puedes hacer como mochilero gringo pero si tienes forma, vale la pena que te consientas, porque los Guates saben hacer las cosas muy bien. 

Espero que el último viaje de 2024 y el primero de 2025 hayan marcado la pauta para un año lleno de viajes lindos, llenos de colores. 



Qué alegre!

  La gente en México cree que viajar es solo salir del país y prefieren muchas veces ir a Estados Unidos a Target y Walmart  o ir a algún si...