lunes, 14 de junio de 2021

Viejos Amigos

 Viejos amigos





Hoy al ver el saludo de whatsapp de todos los días de mis amigas del colegio, me quedé pensando cómo cuando pasan los años aprendes a valorar lo que en el egoísmo del puberto a lo mejor no valorabas. 

Si, tus meros-meros amigos te eran indispensables y esenciales, pero no valorabas al gran grupo de todos los demás amigos. Como que, al menos yo, tenía una visión mucho más cortita. 

Con los años, con la distancia, primero por la vida de mamá y la codependencia que viví muchos años que me dificultaba tener relaciones muy cercanas con mis amigas y amigos y después con la distancia física, he aprendido a valorar inmensamente a mis amigas y amigos. 

Ya no de la manera casi desesperada del adolescente en la que si te pierdes LA fiesta te mueres lentamente, sino con un cariño profundo y mucho más maduro, basado en el respeto y la solidaridad. 

De las cosas que más me han costado de vivir fuera es el la dificultad para hacer amistades verdaderas y de calidad. Más aún cuando como expatriada en un lugar tan lejos y teniendo a mi familia lejos, tengo tantos huecos en la querencia. 

Buscando y buscando, porque la vida no va a venir a tocar a tu puerta, he encontrado amigas y algo me quiere enseñar la vida porque las primeras que hice en la escuela de idiomas se fueron a vivir fuera, mi siguiente gran compañera y cómplice se fue del país con la pandemia y ya no volvió, pero la vida me compensó con un grupo de paisanas a todo dar, principalmente una que se ha hecho mi gran amiga. 

Claro que no suplen. Eso es lo bueno de la querencia, que siempre hay sitio para más. 

Siempre que voy a México voy con unas ganas tremendas de ver a mi familia, pero también a mis amigas. Cuando mi vida se volteó de cabeza, hubo una poda importante de amistades, y quedaron las que tenían que quedar. No es de sorprender que sean las que son. 

Mis primeros amigos y amigas fueron mis hermanos y mis primos. Tuve la gran fortuna de crecer en una familia muégano en donde todos se quieren mucho y donde había banda para escoger, entonces si no congeniabas con alguno, seguramente era porque tú eras más raro que un pié, porque había de todo. 

El kinder me dió un par de amigas que dejé de ver y más tarde volví a encontrar en la vida. 

En el colegio, aunque muy chiquito, tuve la suerte de hacer las mejores amigas del mundo. No solo las de mi clase, las de arriba, las de abajo, una que otra maestra, en fin, cariños enormes y para siempre. Ese colegio no solo me enseñó a sumar y a restar, a portarme como gente y no como burro (a veces), sino que me dió a mis hermanas por elección. 

Fui completando después con amigas de otros lugares, alguna esposa o novia de los amigos del Exposo, amigos de la uni, de la chamba, mamás de amigos de mis hijos, alumnos de la universidad, fui coleccionando de todos lados. 

Acá mis cuñadas, la esposa del gran cuate de Alarís y sus hermanas, algunas chavas en el pueblo, y mi banda de paisanas me ayudan a mantener la cordura y mantener a raya la locura. 

La lista va cambiando, unos se van, otros regresan, otros ya no están, pero todos me han dado muchísimo y no tengo manera de agradecer, como decía Juan Ga, tanto amor. 

Con cada quien hay una relación distinta. Tengo una amiga desde que éramos muy chicas con la que desde hace muchos años solamente nos mensajeamos en los cumpleaños y navidades, con mucho cariño, pero no quiere verme nunca. OK, se vale. La quiero igual. Tengo amigas  y amigos con las que toco base cada tanto para tenernos al tanto y hasta tenemos como comunicación no hablada pues si les pasa algo a ellos o a mi, nos hablamos para ver qué pasa. Y todos los intermedios. 

Si tengo la suerte de que seas mi amigo o mi amiga, tengo ganas de agradecerte de corazón el que lo seas. En verdad aprecio muchísimo el tenerte. 

Salam!


HELLAS

  Como lo que más me gusta en la vida es viajar, y hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar, mi respuesta a estar feliz es viajar...